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La
hora de las interpelaciones y la movilización
Entrevista
con el
politólogo Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
El 29 de setiembre pasado, el doctor Tabaré Vázquez
sorprendió, en el acto en 18 de Julio y Ejido, con un muy
duro ataque contra el presidente de la República, el gobierno
y los partidos tradicionales. Ese discurso fue el punto de
partida de una nueva línea de acción que plantea diversos
caminos en el campo parlamentario y también en el de la
movilización popular, incluido el desafío de llegar a la
posibilidad de disolución de las cámaras y convocatoria a
nuevas elecciones, como surgió de la reunión de la Mesa Política
del Frente celebrada este lunes.
En este contexto, el politólogo Oscar A. Bottinelli, director
de Factum, nos propone para el análisis de hoy: "La hora
de las interpelaciones y la movilización".
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EC - Nos ubicamos en el 29 de setiembre, en el acto en el
Centro de Montevideo.
OSCAR A. BOTTINELLI:
En su discurso del 29 de setiembre el líder del Encuentro
Progresista-Frente Amplio, Tabaré Vázquez, hace un giro en
el relacionamiento con el gobierno y el presidente de la República,
abandonando una postura no sólo de diálogo sino una línea
que había sostenido dos meses atrás, cuando había rechazado
la posibilidad de que la izquierda formulase interpelaciones,
planteada a raíz del tema de los contratos de obra del
Estado, para no debilitar o enrarecer la relación con el
presidente de la República. Este es un giro sustancial, de
180 grados, en términos extremadamente duros, que comienza a
instrumentarse a través de tres líneas de acción: la
iniciativa popular en materia legislativa, las interpelaciones
o llamados a sala a ministros de Estado en el plano
parlamentario y correlacionada con esto la posibilidad de
nuevas elecciones parlamentarias.
EC - Veamos qué es cada uno de esos instrumentos. Por
ejemplo, ¿qué es la iniciativa popular en materia
legislativa?
OAB - El proceso de formación de una ley tiene básicamente
cuatro etapas, conocidas como iniciativa, discusión, sanción
y promulgación. La iniciativa es el comienzo de una ley, que
arranca con un proyecto de ley. Ese proyecto de ley tiene tres
posibilidades: ser presentado en su respectiva cámara por
cualquiera de los legisladores, ser enviado por el Poder
Ejecutivo -en algunos casos éste es el único camino
habilitado, por ejemplo los presupuestos y todo un conjunto de
leyes de iniciativa privativa del Poder Ejecutivo- o ser
presentado por iniciativa popular. Una vez presentada una
iniciativa, ésta va a discusión de las cámaras, que la
aprueban o no, recorre todo el mecanismo de sanción y
finalmente viene la promulgación por parte del Poder
Ejecutivo, con la posibilidad de observación. La iniciativa
establece en la agenda parlamentaria que ese tema se trate, lo
que ni siquiera quiere decir que se trate en sala. El proyecto
entra al Parlamento, si llega vía Poder Ejecutivo o
iniciativa popular va al presidente de la Asamblea General,
quien dispone a qué cámara va; si lo presenta un legislador
lo hace en su cámara. Una vez que una cámara lo recibe, el
presidente de la cámara lo dirige a la comisión
correspondiente, según la materia de que se trate. La comisión
puede tratarlo o no, puede aprobarlo más adelante. En Uruguay
la iniciativa popular cumple el mismo rol que la firma de un
diputado o un senador, ninguna otra, no genera mecanismos por
los cuales el Parlamento tiene un plazo luego del cual el
proyecto va a plebiscito o referéndum. Aquí la iniciativa
popular suple la firma de un solo diputado.
EC - La precisión es importante, porque en algunas versiones
de prensa de esta semana se informó erróneamente a propósito
del alcance de este camino.
OAB - Hay algunas teorías constitucionales según las cuales
esto derivaría en un plebiscito, pero la mayoría de la cátedra
es muy contundente en cuanto a que esto comienza y se agota
con la iniciativa y no aparece por ningún lado atado a un
mecanismo de inexorable referéndum. Entre otras cosas, porque
en Uruguay no existe el mecanismo de referendo aprobatorio. El
único referendo existente en el plano nacional es el
abrogatorio, el que deroga o anula una ley dictada previamente
por los mecanismos establecidos entre el Poder Legislativo y
el Poder Legislativo.
La iniciativa popular requiere un elevado número de firmas.
Jurídicamente, es el 25% de los habilitados para votar en el
Registro Cívico Nacional; en la realidad esa cifra se acerca
al 30% de los electores reales, de los residentes en el país.
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EC - Sigamos viendo en qué consiste cada uno de esos
instrumentos que el Frente Amplio ha decidido utilizar.
Pasemos a las interpelaciones.
OAB - La palabra interpelación es muy confusa, tiene un
sentido amplio y uno restringido. En principio, se denomina
interpelación al acto por el cual los legisladores tienen
derecho a pedir explicaciones a ministros en forma oral, en
una sesión plenaria del Parlamento. Esto puede implicar
mecanismos muy regulares, como la famosa "question
hour" de todos los miércoles en la Cámara de los
Comunes británica, una hora en que cualquier miembro de los
Comunes puede formular una pregunta a cualquiera de los
ministros, con la presencia de todo el gabinete. Luego el
aludido debe contestar. La interpelación también puede
funcionar del modo establecido en nuestro país, Chile y
Argentina, en el mismo proceso, en la Constitución inaugural;
en nuestro caso en la de 1830, en su viejo artículo 53,
actual 119, y es lo que técnicamente se denomina llamado a
sala, el derecho de los diputados a pedir la concurrencia de
los ministros, para lo que se necesita el voto de un tercio de
cada cámara. El sentido del llamado a sala es que el ministro
dé informes. Luego aparece la interpelación propiamente
dicha. Justino Giménez de Aréchaga primero, en el libro
"La libertad política", de 1899, la define como
"hacerle cargos al gobierno". Este mecanismo busca
una denuncia y una censura.
Esto ha derivado en toda una línea de confusión de las dos
cosas que vamos a ver en el análisis. Ahora vamos a
centrarnos en la parte jurídica. El llamado a sala concluye
con declaraciones que tienen un valor político o ético, no
jurídico; las interpelaciones tienen valor jurídico. La
interpelación se produce cuando cualquiera de las cámaras,
por mayoría simple, desaprueba la conducta de un ministro, de
varios ministros o del Consejo de Ministros. Una vez producida
esta desaprobación se convoca a la Asamblea General, la que,
primero por mayoría absoluta del total de componentes, 66
votos, puede emitir un voto de desaprobación.
EC - Estamos hablando de la mayoría absoluta del total de
componentes, no de presentes.
OAB - Son 66 votos. Esa desaprobación puede ser individual en
el caso de que afecte a un solo ministro, plural si afecta a
varios, o colectiva cuando afecta al Consejo de Ministros como
conjunto, como entidad. Frente a esto el ministro, los
ministros o el Consejo desaprobado tiene que presentar
renuncia ante el presidente de la República. El presidente de
la República puede aceptar esa renuncia u observarla. Si la
observa, la pelota vuelve a la Asamblea General, al
Parlamento, que puede ratificar o no. Si la ratifica, la
desaprobación se transforma en censura. Aquí se pueden dar
varios caminos: si la censura es votada por un mínimo de tres
quintos del total de componentes, de 78 votos para arriba, el
ministro, los ministros o el Consejo de Ministros censurado
queda destituido. Si es por menos de 78 votos y más de 66, el
presidente de la República tiene la opción de aceptar la
destitución del ministro, los ministros o el Consejo u
observar nuevamente, prácticamente vetar y simultáneamente
convocar a elecciones para el octavo domingo siguiente. Esas
elecciones tienen la siguiente limitación: son elecciones
exclusivamente de cámaras, el presidente de la República
disuelve las cámaras y convoca a nuevas elecciones; esas
nuevas cámaras deberán complementar el período de las cámaras
disueltas, no son elegidas por cinco años sino por el tiempo
que reste -en el caso actual hasta el 15 de febrero del año
2005-, ya sea cuatro, tres o dos años.
Finalmente, el tema referéndum no apareció explícitamente
en las propuestas de Tabaré Vázquez, pero sí mezclado con
la existencia de un proceso de puesta en marcha de mecanismos
referendarios. En el marco declaratorio se empezó a hablar,
desde filas frenteamplistas, de referendos en relación a
normas no presupuestales que irían incluidas en la Ley de
Presupuesto, por ejemplo modificaciones en la Carta Orgánica
de Antel, además de la posibilidad de adhesión a la
iniciativa promovida por organizaciones sociales en relación
a disposiciones contenidas en la ley de urgencia que modifican
cartas orgánicas de empresas del Estado. La movilización
popular aparece planteada por dos vías.
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EC - Ya vimos en qué consisten los distintos instrumentos que
el Frente Amplio se propone utilizar. Vamos al análisis de
cada uno de ellos. Comencemos por la iniciativa popular.
OAB - Vamos a unir iniciativa popular y referéndum en cuanto
a los objetivos que se puede perseguir con estos mecanismos.
Un objetivo puede ser la movilización popular. El referéndum
tiene un sentido concreto, que se demostró en Uruguay en
1992, cuando este instrumento derogó una ley clave de la
administración Lacalle, que fue la Ley de Empresas Públicas,
que creaba un mecanismo importante de reforma del Estado o de
privatización.
En cambio, la iniciativa popular es un instrumento
extraordinariamente limitado, que persigue la finalidad de
concitar un gran manifiesto popular en torno a un tema. En ese
aspecto el Frente Amplio pretende crear elementos que muevan a
la gente a través de la iniciativa ciudadana, primero
pretende llegar a ella y segundo moverla, articular operativos
movilizatorios que le permitan sacudir un poco lo que se puede
llamar el tejido social. Sobre todo, se trata de aprovechar
esas instancias para articular alianzas, primero con fuerzas
sociales que en este momento ya tienen una relación muy
complicada con el Frente Amplio, ya no hay aquella sintonía
casi perfecta sino que las dirigencias de algunas están en el
mismo borde del Frente Amplio, algunas dentro y otras fuera, y
toman iniciativas muy diferenciadas y fuertemente críticas,
como se vio en el lanzamiento de esta última campaña pro
referéndum o como ocurre en el plano municipal en Montevideo.
Se trata de buscar protagonismo e iniciativa en el terreno político,
de buscar articular alianzas, incluso con otros sectores.
Alianzas que hace mucho que el Frente busca y en algunas
ocasiones ha logrado, en particular con sectores agrarios, e
ir un poco más arriba hacia sectores industriales.
Al Frente le puede resultar fácil coincidir con los sectores
agrarios, sobre todo con algunos muy golpeados desde el punto
de vista económico, o con sectores de pequeños productores.
Lo mismo ocurre a nivel de comerciantes e industriales, básicamente
del interior o de barrios de Montevideo, del comercio más
minorista. Cuando digo más arriba me refiero a que estratégicamente
también va a buscar alianzas con grandes empresarios, con
grandes operadores económicos de sectores que están en una línea
crispada frente a la conducción económica, como industriales
o comerciantes. Este camino está proponiendo todo un
operativo y toda una articulación política.
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EC - Pasemos a los llamados a sala y las interpelaciones. Vas
a tener que contestar la pregunta de si efectivamente cabe la
posibilidad de llegar a la disolución de las cámaras y
elecciones parlamentarias. ¿Qué dice la tradición?
OAB - Uruguay tuvo una larga tradición que comenzó en el
siglo pasado, cuando no estaba reglamentada, como apareció
después, la posibilidad de disolución de las cámaras, de
censura, donde los ministros caen. Cuando se hacía un llamado
a sala, esa especie de pedido de informes oral del artículo
119, la sesión terminaba con una declaración de la cámara.
Tradicionalmente hubo dos mociones: que oídas las
explicaciones del señor ministro la cámara pasara al orden
del día, lo que se entendía que otorgaba confianza, y que oídas
las explicaciones del señor ministro la cámara se declarara
insatisfecha. Si se aprobaba una declaración de este tipo por
mayoría simple, invariablemente los ministros renunciaban y
efectivamente se iban, no era un gesto. Esta tradición llevó
a ignorar la existencia de la sección octava, que comprende
todo el mecanismo de censura.
Hubo una excepción en 1963, cuando la Cámara de Senadores
hizo una doble interpelación al flamante ministro de Hacienda
-equivalente al hoy ministro de Economía-, doctor Salvador
Ferrer Serra, y al flamante ministro de Ganadería y
Agricultura, Wilson Ferreira Aldunate. El Partido Nacional
estaba gobernando en minoría y roto, con la mitad del partido
en una línea crispada con el nuevo gobierno. Los senadores
del herrero-ruralismo encabezados por (Martín R.) Etchegoyen
y (Benito) Nardone y Eduardo Víctor Haedo y Washington
Guadalupe, dos senadores del llamado Realismo Ortodoxo -del
que quedaron desvinculados con este acto-, más el Partido
Colorado, más la 1001, conjugan una mayoría que desaprueba o
censura a los dos ministros. El Consejo Nacional de Gobierno
rechaza la renuncia de los ministros, pide que continúen en
el cargo y, como esto se vio más como una crisis interna del
Partido Nacional, tuvo esta excepción pero continuó.
EC - Fue la excepción que confirmó la regla.
OAB - Aunque los matemáticos consideran un poco disparatada
esa frase: si hay excepción, no hay regla...
EC - Unos cuantos años más adelante, en 1985, hubo otra
excepción que cambió la regla.
OAB - Cuando se reanuda el régimen democrático, a partir de
1985, se produce a fin de año una censura a raíz de la
ocupación del Instituto de Profesores Artigas (IPA).
EC - La interpelación fue llevada adelante por el hoy senador
Yamandú Fau, en aquel momento diputado del Frente Amplio, al
ministro del Interior de la época, Carlos Manini Ríos.
OAB - En ese caso la censura parlamentaria determinó que el
ministro no se alejase del cargo y Sanguinetti optó por dejar
que si se quería censurar al ministro se fuera por el lado de
la sección octava.
EC - Con lo cual el mensaje era: "Vayan, pero yo estoy
dispuesto a disolver las cámaras y llamar a elecciones
anticipadas".
OAB - Exactamente. Jorge Sanguinetti también fue desaprobado
cuando era ministro de Transporte y Obras Públicas a raíz de
la política de AFE; tampoco renunció, por lo que la tradición
terminó ahí. El artículo 119 cambió el concepto y cambió
de importancia.
¿Por qué se promueve llamados a sala si estos, rota la
tradición, no pueden generar la desaprobación del ministro y
su caída y el Frente Amplio está lejos de obtener una mayoría
incluso para una declaración de características éticas o
políticas? Se considera que el llamado a sala tiene una
finalidad de debate de los temas donde una fuerza política o
el conjunto del Parlamento enjuicia al gobierno en una política
determinada. En definitiva, son elementos de juicio para
volcar a la opinión pública y a la ciudadanía.
EC - En una entrevista aquí, En Perspectiva, el senador
(Reinaldo) Gargano decía esta semana que se busca que todos
los partidos y sectores se definan en torno al tema.
OAB - Exacto. Además, las votaciones sobre una moción buscan
un efecto político, pueden embretar en el caso de sectores
que no se sabe cuánto apoyan a un gobierno. Hoy se está
dando el caso de que hay un oficialismo neto de la 15, un
oficialismo de partido pero no tan claro del Foro, un
oficialismo de coalición pero no muy oficialista del
Herrerismo, un no Herrerismo muy fragmentado pero con posturas
distantes del gobierno. El Frente Amplio presenta una línea
divisoria: los distintos sectores, al votar, se alinean de un
lado o del otro, votan a favor del ministro o en contra, no
votan apenas, el acto se produce para un lado o para el otro.
Si el legislador se va de sala también está dando una señal
inequívoca al gobierno, le está diciendo que no lo respalda,
se pasa de lo verbal a los hechos, a lo fáctico.
Las interpelaciones son un instrumento muy común en regímenes
democráticos donde el Parlamento cumple una función
importante, fueron muy habituales en Uruguay. Si repasamos
diarios de fines de los 50 y comienzos de los 60 encontraremos
semanas donde había tres interpelaciones en la misma cámara.
Pero el instituto fue perdiendo habitualidad y hoy se
reacciona como si utilizarlo fuera una declaración de guerra.
Uruguay perdió una tradición que usaron absolutamente todos
los partidos a lo largo de un siglo y cuarto.
El otro camino de interpelación fue el utilizado por (Jorge)
Pacheco Areco. Cuando la interpelación de Carlos Julio
Pereyra al ministro de Industria y Comercio -como se llamaba
en ese momento- Jorge Peirano Facio, Pacheco reaccionó con el
"anímense a transcurrir de la sección octava y a ir a
elecciones". El guante fue recogido y el llamado a sala
terminó en una declaración de acuerdo a la tradición,
"desapruébase al ministro", y otra nueva, aplicada
por primera vez: "De acuerdo a lo que dispone el artículo
147 de la Constitución de la República, la Cámara de
Senadores desaprueba y convoca a la Asamblea General".
EC - ¿Qué ocurrió después?
OAB - La Asamblea General obtiene la mayoría absoluta -no
olvidemos que el Partido Colorado ya había perdido la mayoría
absoluta en el Parlamento por defecciones de legisladores
discrepantes con Pacheco Areco, como (Zelmar) Michelini,
(Alba) Roballo, (Amílcar) Vasconcellos- y censura o
desaprueba a Jorge Peirano Facio, quien inexorablemente
renuncia. Y Pacheco Areco, de acuerdo al desafío que había
lanzado, ratifica al ministro, observa la censura y la envía
a la Asamblea General. Se vino una gran tensión en el país
porque las fuerzas de oposición superaban claramente los 66
votos, por lo tanto la censura de Peirano era inexorable, pero
no alcanzaban los 78 votos, por lo que se iba a cumplir el
desafío de Pacheco Areco, de disolución de las cámaras.
Iniciada la sesión, Héctor Grauert, en nombre de la vieja
Lista 15, que agrupaba lo que hoy es buena parte del Foro, el
oficialismo del Foro y el de la 15, Jorge Batlle y
Sanguinetti, declara que considera inconveniente para el país
el llamado a elecciones y, para evitarlo, la Lista 15, que
integra el gobierno con ministros, se pliega a la censura y
hace superar la barrera de los 78 votos. Con esto, Jorge
Peirano Facio pierde el Ministerio de Industria y Comercio
-tiempo después será llamado por Pacheco a la Cancillería-
y no se disuelven las cámaras. Hubo una gran polémica en el
país, la 15 fue bombardeada desde la oposición por impedir
elecciones y desde el lado del pachequismo, que se sentía muy
fuerte. La 15 actuó con mucho realismo, sin duda quedaba como
jamón del sandwich en una elección con un país muy
polarizado. Posiblemente, el pachequismo hubiera arrasado
dentro del Partido Colorado sin dejar espacio para otros
sectores políticos.
Estas matemáticas parlamentarias nos llevan a las matemáticas
parlamentarias de hoy.
EC - ¿Qué dicen los números de hoy?
OAB - El Frente Amplio tiene 52 legisladores; sumamos
diputados y senadores indistintamente porque estamos
considerando la Asamblea General. Primero tendría que haber
una desaprobación de una de las cámaras, pero vamos al
final.
EC - Cosa que tampoco es tan sencillo que se produzca; sólo
con los votos del Frente no alcanza.
OAB - Pero para no hacer tantas matemáticas vamos a la última
instancia.
EC - Suponemos que pasamos a la Asamblea General.
OAB - El Frente tiene 52 legisladores, 14 votos de distancia
con la mayoría absoluta.
EC - Se necesita mayoría absoluta de componentes de la
Asamblea General.
OAB - Esa mayoría absoluta son 66 y el Frente tiene 52. Si se
agrega el Nuevo Espacio y se agregaran, por ejemplo, los
legisladores no herreristas, incluyendo disidentes del
Herrerismo, estamos en 64, todavía hay una diferencia de dos.
Para llegar a la mayoría absoluta, sin disidencias
individuales, se requeriría la presencia del Herrerismo, con
lo cual se superan los 66 votos y se está a dos votos menos
de los dos tercios. Omití decir que, si en la primera votación
se obtiene los dos tercios, el presidente de la República ya
no puede observar; con 87 votos la censura es final y el
ministro se va. Pero para llegar a 78 y censurar al ministro
sin provocar la disolución de las cámaras se requeriría el
voto de todo el Partido Nacional más el Frente Amplio.
Se da la curiosidad de que, si por casualidad estos episodios
ocurren cuando el vicepresidente de la República está
ocupando la Presidencia o fuera del cargo y por lo tanto el
presidente de la Asamblea General es Gargano, las matemáticas
cambian en uno, el Frente Amplio aparece con un legislador más
y se acerca más al número. Lo cierto es que el Frente más
el Nuevo Espacio solos no pueden provocar una caída
ministerial, ni aún suponiendo que se produjera un cambio de
postura de los blancos no herreristas, cosa que tampoco está
a la vista. También tendría que estar el Herrerismo volcado
a la censura o todo el Partido Nacional para alcanzar el
efecto de provocar el llamado a elecciones. Para el llamado a
elecciones tienen que estar de acuerdo las dos partes porque
si el presidente de la República no quiere elecciones acepta
la censura del ministro. El presidente tiene que querer que
haya elecciones -o querer mantener un ministro al punto de
aceptar el riesgo de que haya elecciones-, y la oposición
tiene que querer que haya elecciones. Esto siempre y cuando no
se cuele nadie en el medio, como se coló la 15 en el año
1969. La combinación es muy complicada, no se trata sólo de
que le falten votos a una oposición.
Fueron tantas las iniciativas lanzadas por el Frente Amplio de
golpe que crearon una cierta conmoción interna. Algunas
apuntan a la movilización popular y hay quienes consideran
que el Frente está en capacidad de movilizar y quienes
consideran que no, las discusiones internas son de carácter
instrumental, de posibilidades de fuerza. Otras apuntan a
hacer un sacudón parlamentario, en eso hay acuerdo. Pero hay
dudas sobre la conveniencia de hablar de elecciones en un país
que viene agotado y cansado de elecciones, si la propuesta no
tiñó de electoralismo -en el sentido desgastado o peyorativo
del término- el conjunto de medidas. Muchos hacen el
siguiente cuestionamiento: suponiendo que se supere todas las
matemáticas parlamentarias -entre otras cosas porque una
forma de superarlas es que gobierno y oposición estén de
acuerdo en que haya elecciones, y se transcurra fictamente la
censura para que el presidente llame a elecciones-, ¿de qué
sirve una elección en un país que no cambia la titularidad
del Poder Ejecutivo, como sí podía ocurrir en la Constitución
de 1942, que llevaba a la caída del presidente de la República
si triunfaba la oposición y ratificaba la censura?
EC - Teóricamente serviría, desde la óptica del Frente
Amplio, para obtener una representación parlamentaria mayor
que le permitiera incidir más en el rumbo económico, por
ejemplo.
OAB - Claro, el problema sería que se estaría llegando a una
situación prevista por la Constitución que ha sido objeto de
críticas desde el ángulo teórico. Si ese hecho se produce y
el Frente Amplio tiene una mayoría absoluta en elecciones
parciales se llega a una situación muy complicada, ya que se
tendría por un lado un presidente de la República con
legitimidad popular y jurídica detrás y por otro una mayoría
parlamentaria fresca, que podría argüir una legitimidad
popular más reciente, en una línea opuesta. O hay un juego
de filigranas muy interesante o hay un muy duro bloqueo político.
Esto no es una crítica a la propuesta actual del Frente. Es
una crítica que se viene formulando a este esquema
institucional que crea toda una serie de sucesos
parlamentarios que de repente se interrumpen, quedando a mitad
de camino.
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