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Los
desafíos del tercer milenio
Entrevista
con el
politólogo Oscar A. Bottinelli.
JULIO VILLEGAS:
El milenio comenzó y con él los propósitos, los sueños, las
expectativas y los desafíos. "Los desafíos del tercer
milenio", precisamente, es el tema que nos propone para hoy el
politólogo Oscar A. Bottinelli, director de Factum.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Hoy es el día 5 del tercer milenio. Es la magia de los números, de
los años redondos, de los siglos y de esto tan raro que se cuenta
por primera vez en todo el orbe, que es el comienzo de un milenio.
¿Por qué la primera vez, si éste es el tercero?. No hubo un año
1 de la era cristiana, recién en el año 525 fue cuando Dionisio el
Exiguo hizo el conteo y creó el Agno Domini, el año después de
Cristo, datando en el 753 de la fundación de Roma el nacimiento de
Cristo. Después se vio que esto no era muy exacto, que tenía sus
errores, pero desde el punto de vista calendario se fijó en el 753
de la fundación de Roma el año 525 de la era cristiana.
Así que no hubo año 1, nadie decía "empezamos el año
1", en ese momento empezaba el 753 de la fundación de Roma. Y
casi no hubo año 1001 porque el calendario que data la era
cristiana no se utilizaba en toda Europa; por ejemplo no se
utilizaba en la Península Ibérica, que seguía un calendario hispánico.
Tampoco se usó fuera de Europa; la conciencia de que empezaba el
segundo milenio fue muy restringida. Se puede decir que recién hay
un calendario universal desde hace 50 años, cuando el 1º de
octubre de 1949 lo adopta China. El calendario gregoriano, de
Gregorio XIII, que comenzó el 15 de octubre de 1582, se fue
extendiendo por Europa lentamente; Inglaterra lo adopta en los años
1700, pero los países ortodoxos -Bulgaria, Rusia- recién lo van
adoptando en los años 10 del siglo XX.
A veces nos parece que los calendarios eran todos uniformes; no era
así, recién ahora lo son. Hay muy pocos países que no usan el
calendario cristiano gregoriano; uno de ellos oficialmente es
Israel. Pero el grueso del mundo -entre otros China, Rusia, casi
toda Africa y casi toda Asia y por supuesto Europa y América- lo
usa. Entonces es la primera vez que se puede decir que hay un
comienzo de un milenio, que éste se puede ver y es tangible.
***
JV - Llegamos a las grandes reflexiones.
OAB - A esas reflexiones profundas. Vamos a ver los desafíos a
escala planetaria. Aunque sea muy reiterado, hay un primer desafío
que es la globalización. La globalización es un mundo que, a
diferencia del mundo de hace 100 años, está fuertemente
interconectado, las economías están fuertemente interconectadas.
Si algo nos llamó la atención a fines del siglo pasado fue
observar que una crisis en Asia hizo temblar la economía uruguaya,
que una crisis en Rusia hizo temblar nuestra economía; ya no sólo
nos afectaba lo que ocurría en México. 50 años atrás nos
preocupaba lo que ocurría en Europa, después nos hace temblar
siempre lo que pasa en Brasil y Argentina, pero nos llega también
la onda expansiva de lo que ocurre en cualquier parte del mundo, sea
en Corea, en Japón, etc..
Esta es la globalización, que plantea desafíos en cuanto al papel
del Estado. ¿Cuál es el papel del Estado y de los Estados? ¿Cuál
es el papel de las soberanías nacionales? Los países eligen
gobernantes, eligen caminos -yo quiero ir por este lado y no por
aquel otro-, pero ¿esos caminos se dan, son factibles, o los
gobiernos y los pueblos en su decisión soberana están cada vez más
apretados por ese mundo interdependiente? ¿Cuál es el espacio que
les queda a los Estados y los pueblos en la decisión de sus
destinos? No ha cambiado ninguna norma jurídica, ningún principio
jurídico sobre la autodeterminación de los pueblos, pero todos
sabemos que en una elección podemos soñar con determinados caminos
pero todos los países -Estados Unidos, Japón, los de la Unión
Europea- y mucho más países pequeños y periféricos como el
nuestro son dependientes del contexto del mundo, de la región, de
la gran zona mundial en que están insertos y del mundo en su
conjunto. Este es uno de los primeros desafíos, el tema de los
Estados, de la soberanía de los pueblos en un mundo globalizado.
Hay un segundo tipo de desafíos que tiene que ver con los Estados
nacionales. Están surgiendo los grandes bloques continentales, y
por otro lado, dentro de los Estados nacionales grandes, están
surgiendo regiones con fuertes personalidades. Pensemos en Cataluña
o el País Vasco, en Baviera en Alemania, en Venecia o Lombardía en
Italia, que están sintiendo que tienen caminos que no pasan
solamente por ser la décima o vigésima parte de un país, sino que
sienten que pueden relacionarse con otras regiones con las que
tienen algunas dimensiones comunes más fuertes que con otras de sus
propios Estados nacionales.
Es importante ver a Europa como un paradigma de este proceso. El
camino de Europa se abre en el momento en que se cierra el milenio
pasado en la Conferencia de Niza, una conferencia de jefes de Estado
y de gobierno, que en Uruguay no tuvo la repercusión que tuvo en el
resto del mundo. Esta Conferencia de Niza es parangonable a la
Conferencia de Viena de 1815, la que diseñó el nuevo concierto
europeo, creó la Santa Alianza, reunió a las potencias vencedoras
sobre la Francia napoleónica e incluyó a la Francia monárquica,
borbónica restaurada. Esta Conferencia de Niza está diseñando una
Europa ya como un macropaís, se pacta la delegación de soberanía
de los países en el conjunto de la Unión Europea, empieza a diseñarse
la Constitución de la Unión Europea, la carta de derechos
europeos. Surge el desafío sobre la supervivencia de los Estados
nacionales; ¿cuál va a ser el destino de España, Alemania e
Italia en esa gran Europa? ¿Serán las regiones las que pasarán a
cumplir un papel más fuerte, el que cumplían antes los Estados
nacionales, lo que llamamos los países?
Ese temor aparece por aquí, fuertemente en los pensadores del
futuro de Brasil, que tienen mucho miedo de que la creación de
grandes bloques políticos regionales -hasta ahora se ha hablado sólo
de bloques económicos- lleve a que ese país de dimensión
continental, que tiene diversidad de culturas, una dispersión
social muy fuerte, que tiene grandes contradicciones, pueda verse
debilitado. No estamos hablando de este año o de esta década, pero
el proceso puede llevar a que cada parte de Brasil pueda tener
puntos de contacto más fuertes con otras partes de América del
Sur; el Sur de Brasil está más cerca de Argentina y Uruguay que
del Norte de ese país.
***
JV - ¿Cuál fue el punto de partida en cuanto al surgimiento de un
mundo bipolar que pareció apreciarse en determinado momento del
siglo?
OAB - El siglo pasado estuvo caracterizado por el dominio, durante
casi la mitad del mismo, del mundo bipolar. Quizás lo más
importante no sea cuánto duró en el siglo ese mundo, sino que hoy
quienes cuentan con hasta 70 años se socializaron, adquirieron
conciencia de los problemas del mundo en ese mundo bipolar. Quien
nació en 1928, 1930, ya empezó a oír hablar de la Guerra Fría
cuando tenía 16 o 18 años de edad. El mundo bipolar nos matrizó
la cabeza y su estallido, entre 1989 y 1991, generó primero un gran
vacío y luego un proceso de reacomodamiento.
Ese proceso de reacomodamiento se está dando de una manera muy
interesante. Si analizamos la historia de los siglos pasados -XVII,
XVIII, XIX- observamos que los intereses geopolíticos, las alianzas
militares, los dominios territoriales son los que van conformando
los bloques, las alianzas y contraalianzas, ya fuera el diseño
Richelieu, el diseño de Metternich en la Santa Alianza. En cambio
ahora son primero pequeños y tímidos pasos de acuerdos
comerciales, luego la generación de zonas de libre comercio, después
la generación de uniones aduaneras, después de uniones económicas
y al final aparece el proyecto político. Pero ese proyecto político
está diseñado de antes; cuando empieza el camino hacia la Unión
Europea, en aquella Comunidad Europea del acero y el carbón de los
años 1950 ya había algunos visionarios hablando de los Estados
Unidos de Europa al final del camino.
Hace unos días estaba viendo una biografía de Martino, uno de los
artífices del Tratado de Roma junto con el francés Pinay, quien
está hablando de la unión política de Europa en 1955. Pero se
comienza por uniones comerciales.
Este proceso es muy confuso, pero se está viendo un gran bloque
encabezado por Estados Unidos, que tiene al Nafta, esa alianza de México,
Canadá y Estados Unidos, como punto central. Estados Unidos, sin
duda, pretende proyectar ese bloque a través de la construcción de
la Asociación de Libre Comercio de las Américas, el ALCA, que es
un tema que va más allá de lo comercial, es configurar un gran
bloque político que abarque toda América.
Hay otro bloque que ya se está conformando como bloque político
que es Europa, con la Unión Europea, que ya tiene un cronograma
para pasar de 15 a 27 miembros en un proceso lento pero bastante
acelerado que va a incorporar países de Europa continental y de
Europa insular, como Chipre o Malta.
Vemos a China y Japón, conformándose cada uno en cabeza de bloque
o viendo qué pasa con toda esa Asia oriental, esa Asia del Pacífico.
El mundo va a la conformación de nuevos bloques que son muy
confusos en su desarrollo. Por ejemplo tenemos el Nafta, la Unión
Europea, el Mercosur, que ya empieza con un proyecto político,
porque si bien el Tratado de Asunción crea una zona de libre
comercio y una unión aduanera, luego se ha avanzado con esquemas
tales que es claramente un proyecto político. Yo decía que nadie
inscribe el nombre de los tratados comerciales en la tapa de los
pasaportes, y nuestro pasaporte lleva como título
"Mercosur". Yo saqué un nuevo pasaporte en el mes en que
esto entró en vigencia, viajé a Costa Rica y allí el funcionario
de la aduana tuvo un problema muy serio, porque no encontraba en la
lista alfabética un país llamado Mercosur, para saber si requería
o no visa. Es decir que hay un surgimiento del Mercosur como
proyecto político.
Luego empiezan juegos como el de Chile, que ha construido una red de
zonas de libre comercio. A esta altura Chile tiene que informar al
revés: no decir con quiénes tiene zonas de libre comercio, sino cuál
le falta. Pero va a llegar el momento en que todas estas
superposiciones van a dar lugar a que los países tengan que optar;
esas opciones son que todo esto podrá jugar en el plano del libre
comercio, pero no en el de las uniones económicas y mucho menos en
el de los proyectos políticos.
Llegamos al tema del Mercosur y su destino. ¿Cuáles son los desafíos?
Primero, si el Mercosur va a ser, en sí mismo, un proyecto político,
o si termina asociado o diluido en otros proyectos. Podemos ver el
mundo occidental -dejemos de lado el tema de Asia, que es muy
complicado- diseñado con un gran polo en la Unión Europea, otro en
América del Norte y un tercero en el Mercosur, mucho más chiquito,
equidistante de los dos. Podemos ver al Mercosur asociado a América
del Norte -en ese caso a toda América- o asociado a la Unión
Europea. También podemos ver al Mercosur -ésta es una de las
posibilidades, sobre todo en relación a América- diluido en el
ALCA, es decir que el Mercosur ya no sea un bloque que se alía con
otro formando un macrobloque sino que puede ser una etapa de
transición en la construcción de algo más grande. Se podrá decir
que hay un gran proyecto que es América, que surge del ALCA, que
comenzó con dos grandes patas: una el Nafta en América del Norte,
y otra el Mercosur en América del Sur, que se fueron diluyendo en
la construcción del ALCA.
Este es un gran desafío para esta zona que es, quizás, la que
tiene más caminos. Podrá decidir libremente muchos de esos
caminos, pero no otros; los avances de las negociaciones no se
deciden unilateralmente. Primero pareció que el Mercosur avanzaba rápidamente
hacia la Unión Europea, luego esto se detiene, luego pareció que
se frustraba todo acuerdo con ese bloque y a fines del año pasado
vimos que el año 2000 terminó con un avance formidable de las
negociaciones con el mismo.
Es un tema que Uruguay no ha debatido suficientemente. Durante su
administración, el presidente Sanguinetti marcó con mucha fuerza
un rumbo Mercosur consolidado como gran bloque político y ese
bloque político en fuerte sintonía con la Unión Europea; la
realidad fue diluyendo esto último al fin de su mandato. El
presidente Batlle desde el comienzo ha marcado con muchísima fuerza
una vocación hacia América, en general viendo al Mercosur más que
como un proyecto en sí mismo como una etapa hacia la construcción
de un proyecto de toda América.
Este es el gran desafío que aparece a comienzos del milenio: el
rediseño del orden mundial. Y, en él, dónde se ubica y termina su
destino esta pequeña nave que está en la periferia del mundo.
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