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Uruguay
ante el desafío geopolítico: Mercosur, Alca, Nafta
Entrevista
con el
politólogo Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO
COTELO:
Este
mes de abril viene bastante movido en relación a los temas
internacionales más importantes para Uruguay. El fin de semana
pasado tuvo lugar en Buenos Aires la reunión del Consejo del
Mercado Común del Mercosur, que incluyó un fuerte enfrentamiento
entre el canciller uruguayo, Didier Opertti, y el ministro de Economía
argentino, Domingo Cavallo. Pero también en Buenos Aires ese fin de
semana se reunían los ministros de Comercio de las Américas. A
fines de este mes tendrá lugar la cumbre de jefes de Estado y de
gobierno del continente en pos de la construcción del Alca. Por
otro lado, los propósitos del presidente Jorge Batlle de lanzar a
Uruguay en forma directa e individual por el camino del Nafta también
están en la agenda, y para eso va a resultar muy importante la
reunión que se desarrollará en Québec, Canadá, el sábado de la
semana próxima entre Collin Powell y Didier Opertti a instancias
del secretario de Estado de Estados Unidos.
A
propósito de todo esto, el politólogo Oscar A. Bottinelli,
director de Factum, nos propone como análisis político para hoy:
"Uruguay ante el desafío geopolítico: Mercosur, Alca,
Nafta".
Podemos
empezar viendo cuáles son los caminos geopolíticos que hay por
delante.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Uruguay
está en un momento que es clave en su historia. Esto no es una
exageración. Uruguay está definiendo su inserción internacional,
que en los últimos 10 años nos parecía bastante claro que era el
camino del Mercosur con algunas incógnitas en cuanto a qué bloques
de mayor magnitud terminaría formando el Mercosur. Hoy está todo más
confuso y en principio tenemos por delante tres caminos: el
Mercosur, formar parte del Area de Libre Comercio de las Américas,
(Alca) o ingresar directamente al Nafta, es decir en la zona de
libre comercio conformada hoy por los países de América del Norte
-Estados Unidos, Canadá y México-, que podría ampliarse, cosa que
Chile ya está negociando y Uruguay podría aspirar a seguir el
mismo camino.
El
Mercosur, a su vez, puede plantearse como con dos objetivos
diferentes. Por un lado un objetivo más alto, como unión aduanera,
que en definitiva es un paso hacia un proyecto mayor, hacia una
integración económica más plena e incluso integración política,
o puede plantearse exclusivamente como una zona de libre comercio
que es lo que se está replanteando, sobre todo en Uruguay y
Argentina, en los últimos tiempos.
EC
- Eso implicaría un retroceso con respecto a lo que hasta ahora se
ha avanzado.
OAB
- Sí, yo diría que es mucho más que un retroceso, en el sentido
de que se estaría hablando de un cambio formidable de objetivos.
Porque Mercosur como unión aduanera, que es camino a una unión
económica y política, es todo un proyecto integrador de muy largo
plazo. Además, un bloque es incompatible con otros bloques. Se
puede pertenecer a varias zonas de libre comercio, y por lo tanto es
un objetivo que deja de ser contradictorio con otro tipo de
objetivos.
A
su vez el Mercosur, visto como unión aduanera, unión económica,
tiene dos caminos por delante. Uno es una asociación con la Unión
Europea, que es lo que se pactó en diciembre de 1995, proceso que
ha estado muy lento, y otro es la integración al Alca, pero del
Mercosur como un paquete, como un bloque.
Habíamos
dicho que había tres caminos: Mercosur, Alca y Nafta. Vimos el
Mercosur. El Alca es una asociación de libre comercio, no tiene por
ahora pretensiones iniciales de ser una unión aduanera o una unión
económica. En principio cubriría toda América, aunque no ha sido
invitada a participar Cuba. Desde el punto de vista de los países
del Mercosur, el Alca tiene dos posibilidades de abordaje. Una es
que cada uno de los cuatro países, independientemente, discute y
negocia en el marco del Alca. La otra posibilidad es que el Mercosur
-ésta fue la posición que sostuvo el Mercosur como bloque, sigue
sosteniendo Brasil y sostuvo Uruguay por lo menos hasta hace un año-
como bloque puede integrar la zona de libre comercio del Alca, pero
no negociando cada uno por separado, sino que lo hacía el Mercosur
poniendo sus condiciones de inserción.
El
otro camino, que puede ser alternativo al Alca, puede ser previo o
que marque niveles diferentes, es el Nafta. El Nafta implicaría ver
que el Alca puede ser muy reducido o que puede tardar mucho, en
cambio el Nafta puede ser un camino más rápido y hasta más
intenso, en un proceso de integración mucho mayor, mucho más
fuerte que el del Alca. Por lo pronto, el nafta ya lleva unos años
caminando, con dificultades como todos estos procesos y sólo entre
tres países geográficamente próximos. Sin duda la negociación de
Chile es lo que se puede llamar la “nave insignia” sobre la
participación de otros países, incluso más lejos de la región,
en el Alca.
Este
es el abanico de opciones geopolíticas que tiene Uruguay por
delante.
***
EC
- Tú examinabas los caminos que hay por delante: el Mercosur, el
Alca y el Nafta. Veamos ahora en general la política exterior de
nuestro país.
OAB
- Aquí vamos a un tema que no tuvo la repercusión que debió haber
tenido en el país. Uruguay tuvo un giro muy fuerte con el cambio de
gobierno entre la política de la administración anterior, de
Sanguinetti, y la de Batlle. Aquí podemos hablar de política de
Sanguinetti y de Batlle; a diferencia de otros temas, aquí ha sido
muy fuerte la impronta personal de cada uno de los dos presidentes
de la República.
La
política de Sanguinetti estuvo orientada al fortalecimiento de un
Mercosur como proyecto máximo, como unión aduanera, como proyecto
político. A su vez, originalmente Sanguinetti apostó muy fuerte a
que este Mercosur formara un macrobloque con la Unión Europea.
También es verdad que bajo la administración Sanguinetti se dio
los pasos hacia el Alca y que éste se vio robustecido como camino
durante la administración de Sanguinetti cuando fue bajando el
ritmo y viéndosele cada vez más obstáculos a un acuerdo entre el
Mercosur con la Unión Europea.
Lo
importante es que en ese período, que ya venía desde los años 90,
Uruguay y el Mercosur, el Mercosur como gran proyecto económico,
político, integrador, fue una política de Estado en la medida en
que fue suscrita por los cuatro partidos políticos y casi no había
excepciones. Había algunas, pero no demasiadas, en cuanto a ver
este camino como el futuro de Uruguay. Yo diría que más que política
de Estado fue una política nacional, porque fue asumida por la
gente, por la opinión pública, por los industriales, los
comerciantes, los trabajadores. El país entero veía el Mercosur
como el camino. Esta política tuvo otro elemento, hubo una
coincidencia muy fuerte de objetivos finales entre Uruguay y Brasil
que supuso que la estrategia del Mercosur entre Uruguay y Brasil
fuera llevada de común acuerdo. Los problemas del Mercosur, que
existieron siempre y siguen existiendo, no están en el
macroproyecto sino en la etapa más elemental de todas, en el libre
comercio. Aquí ha habido obstáculos entre todos los países,
Uruguay con Brasil, Uruguay con Argentina, los vecinos dicen que
tienen obstáculos con Uruguay en la entrada y salida libre de
mercaderías pactadas en el ámbito del Mercosur, como el caso de
Uruguay con el arroz y con las bicicletas.
Con
Batlle se produce un giro de política muy fuerte que no debió
sorprender a nadie porque en la primera de todas las campañas
electorales ya Batlle había hecho anuncios muy fuertes sobre que el
camino de Uruguay para él era el Nafta y cuestionaba el Mercosur y
su funcionamiento. En algún momento manejó el ALCA, pero con mucho
énfasis en los 30 días anteriores a las elecciones del 25 de abril
de 1999 manejó el Nafta. Al asumir, Batlle lanza con mucha fuerza
críticas a la Unión Europea, particularmente a Francia, empieza a
marcar todos los obstáculos que suponía el Mercosur, incluso marca
cierto escepticismo en cuanto al Mercosur como proyecto integrador
de largo plazo. En cambio insiste permanentemente en difundir la
idea de que el camino uruguayo es el Nafta.
Habría
que completar la política exterior con dos pantallazos más. Uno es
que hace varios años que el ex presidente Lacalle y su sector político
vienen cuestionando el funcionamiento del Mercosur y haciendo una
llamada a lo que han denominado la necesidad de una pausa, de un período
de pausa y reflexión.
EC
- Dicen que hay que suspender la evolución del Mercosur, eventuales
incorporaciones de socios, etcétera, hasta examinar cómo están
las cosas.
OAB
- Ellos dicen que no está funcionando el libre comercio, entonces
hagamos que todo esto funcione antes de seguir avanzando en la
incorporación de socios, en nuevos acuerdos del Mercosur como zona
hacia delante, incluso en la conformación de una unión aduanera más
perfecta. Según Lacalle no tiene sentido una unión aduanera cuando
todavía no funciona lo más elemental, que es el libre comercio.
El
Encuentro Progresista-Frente Amplio es el que tiene una posición más
inequívocamente mercosuriana, más allá de que de su posición no
se desprenden definiciones muy claras en cuanto a etapas o
asociaciones posteriores del Mercosur. Es claro que tiene una
actitud refleja contraria respecto a cualquier integración en un
bloque que pueda liderar Estados Unidos. Buena parte del Frente
Amplio tiene una actitud reticente a todo lo que sea contactos con
Europa, más bien en la línea del enfrentamiento de países
subdesarrollados con países desarrollados. Respecto al Mercosur no
aparece con posturas muy nítidas en cuanto a si debe continuar a
este ritmo, perfeccionar la unión aduanera o continuar a un ritmo más
lento. Pero es muy claro que tiene una definición en cuanto al
mantenimiento del proyecto político inicial.
EC
- A partir de esas distintas posiciones, ¿cómo se puede diseñar
una estrategia?
OAB
- Lo que vemos ahora es una estrategia impulsada presidencialmente.
Surgen algunas dudas: si el gobierno de un país tan pequeño -económicamente,
en población- puede darse el lujo, tiene capacidad de hacer una política
exclusivamente presidencial o de gobierno, o si necesita políticas
de Estado, es decir que haya un mayor consenso político detrás. Si
puede lograr incidir en el Alca siendo un país en solitario, y si
no tiene más capacidad de incidir dentro del Mercosur y luego el
Mercosur como gran bloque dentro del Alca.
Puede
ser atendido el ingreso al Nafta, la carta negociadora de Uruguay
puede ser el interés que surja en Estados Unidos no tanto en
Uruguay en sí -como sí le importa Chile- porque su peso económico
no cambia demasiado el Nafta, sino como una pieza que, sustraída al
Mercosur, puede desbaratarlo, hacerlo tambalear, como que Uruguay es
una pieza importante para que el Mercosur como conjunto se mantenga.
Estados Unidos puede sustraer a Uruguay del Mercosur como una forma
de desestabilizarlo y desestabilizar la política de Brasil.
La duda final es si existe margen para una política de Estado o una
política nacional a la luz de todas estas discrepancias que
aparecen en el sistema político y fuera de él. Los industriales,
por ejemplo, no están viendo inicialmente con mucha simpatía el
camino hacia el Nafta.
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