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La judicialización de la sociedad
Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
En los últimos días funcionarios judiciales y magistrados
iniciaron una ronda de contactos para plantear un grave
problema: el vertiginoso crecimiento de las demandas
judiciales. Ése es el tema que toma el politólogo Oscar
Bottinelli, director de Factum, para su análisis político de
hoy. El título: “La judicialización de la sociedad”.
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EC - ¿Qué entendemos por judicialización?
OSCAR A. BOTTINELLI:
Por judicialización podemos entender lo que es llevar los
temas de una sociedad o de la política, o donde fuere, al
ámbito judicial, o el poner el sistema judicial como el centro
de la resolución de las controversias, o que los conflictos
pasen como elemento central de forma de resolución por las
instancias judiciales, es decir cuando lo judicial pasa a
tener un papel creciente y central.
EC - No es la primera vez que se plantea esta discusión en el
pasado reciente.
OAB - Claro, en el pasado reciente se fue planteando la
discusión más de lo que se llamó la judicialización política,
sobre ese tema hicimos varios análisis en 1996 y 1998. Ahora
le damos una mayor jerarquización. ¿Qué es lo que hacen
funcionarios y magistrados en esta ronda de contactos, sobre
todo al más alto nivel político? Plantear el drama que le
supone al Poder Judicial desde el punto de vista del
funcionamiento, desde el punto de vista locativo, desde el
punto de vista de sus recursos el hecho de que sus demandas
hayan aumentado en algunas materias 140 por ciento, en otras
100 por ciento, otras casi se han triplicado, en una sociedad
que permanece estable el número de habitantes, que crece casi
de forma insignificante. Por lo tanto todo crecimiento de algo
en este país es crecimiento real, crecimiento neto.
EC - Esos porcentajes de crecimiento que manejabas, ¿a qué
período corresponden?
OAB - A los últimos años; depende de las materias, no fue
bastante uniforme. Marca una tendencia creciente, es decir que
no sólo ha habido un crecimiento, sino que año a año en
general crecen las demandas. Esto está centrado
fundamentalmente por parte de los funcionarios judiciales en
una demanda presupuestal, que no es el tema que vamos a tratar
aquí. En definitiva frente a eso también hay un planteo de si
el presupuesto es inadecuado o si el sistema judicial en sí
mismo no tiene también áreas muy fuertes de ineficiencia;
ineficiencia por organización o por las propias normas
procesales.
Además acá viene un planteo que puede ser de tipo ideológico,
que no es menor: ¿es bueno o es malo para una sociedad
judicializarse? No hay una respuesta de si es bueno o malo,
porque bueno o malo tiene que ver con otros elementos, como la
visión que le damos al papel de la justicia y al papel de la
intermediación política y social en la sociedad.
EC - Avancemos por ese lado.
OAB - En general hay una teoría que es una visión muy fuerte
en el sistema norteamericano, que tiene que ver con la visión
del Estado lo más prescindente posible. Se atan todas estas
visiones en decir que el gran papel del Estado es el gran
papel de juez, la vieja definición liberal del Estado es el
Estado como juez y gendarme, cumpliendo las funciones básicas
de árbitro y seguridad. Por lo tanto ver la justicia como el
ámbito donde van los ciudadanos a dirimir todas sus
controversias y eso hace funcionar en libertad al sistema, sin
que el Estado se entrometa demasiado.
Del otro lado está la visión que considera que la justicia
debe cumplir roles para arbitrar los problemas individuales
entre ciudadanos cuando han fallado los otros recursos,
además. Es decir que las estructuras políticas, las
estructuras de intermediación social, como las gremiales, por
ejemplo, son aquellas que deben dirimir y resolver las
controversias colectivas, plurales y aun a veces crear
mecanismos de atenuación de controversias individuales, donde
el sistema judicial ya es o para determinados casos extremos,
por ejemplo lo típicamente penal, o para cuando ya fallan las
instancias de intermediación.
La judicialización social se ve en el crecimiento fuerte que
han tenido las demandas de familia, demandas laborales,
demandas de responsabilidad médica, toda la actividad penal;
los juicios por difamación.
Acá viene toda una discusión sobre la conveniencia o
inconveniencia de la judicialización. Por un lado hay quien
dice que el incremento de las demandas está suponiendo que la
gente recurre más al arbitraje judicial, a la decisión
judicial, y esto es bueno porque implica el imperio del
derecho. Hay quien dice cuidado con esto, puede haber
industrias laborales detrás de esto, la industria de crear
juicios para generar trabajo para estudios jurídicos, lo que
se da, sobre todo en materia laboral, en juicios de
responsabilidad profesional, básicamente responsabilidad
médica. Puede ser que estén faltando a nivel de familia
elementos que contengan los conflictos o que puedan dirimirlos
más amigable y razonablemente, y la gente va a la demanda
judicial no tanto para resolver un problema concreto sino para
canalizar toda su frustración, su rabia, sus problemas que no
son resueltos en otros ámbitos. A veces la judicialización es
la forma de canalizar conflictos sin que en sí mismo se esté
buscando necesariamente la resolución de un tema, sino obtener
una victoria o una derrota con un sentido moral, con un
sentido de ganar frente a otro.
EC - Un caso particular es la judicialización política.
OAB - El caso más fuerte es el de la judicialización política
y la judicialización sindical. Hoy quisimos no reducir este
tema a esto, que desde nuestro ángulo de análisis es el que
más nos importa –no digo que sea el más importante–. La
judicialización política tiene un capítulo que es la
judicialización sindical.
La judicialización sindical es un fenómeno nuevo. Los
sindicatos rara vez recurrían antes al Poder Judicial,
entendían que recurrir al Poder Judicial los sindicatos era un
síntoma de debilidad, quería decir que el sindicato no tenía,
por sí solo, la fuerza para poder imponer la decisión o para
poder llegar a una mesa de negociaciones en forma exitosa. Se
lo veía como una señal de debilidad.
Ha ido creciendo, los sindicatos recurriendo al Poder
Judicial, haciendo denuncias, planteando juicios y hay quien
plantea si no es precisamente porque hoy el sindicalismo no
tiene la fuerza que tuvo 20 o 40 años atrás.
A nivel político hay distintas formas de judicialización. La
primera es algo creciente que tiene que ver con las demandas
por difamación, justamente estos días tenemos una en danza o
en anuncio del ministro de Obras Públicas contra el presidente
del Encuentro Progresista-Frente Amplio.
EC - Ése es el episodio más nuevo.
OAB - Es el más nuevo, pero no se puede centrar en este
episodio. Hay un reguero donde dos dirigentes políticos tienen
una controversia y uno demanda por difamación al otro. Esto se
ha dado de blancos contra colorados y frenteamplistas, de
colorados contra blancos y frenteamplistas, de frenteamplistas
contra blancos y colorados, pero también se ha dado colorados
contra colorados, blancos contra blancos y frenteamplistas
contra frenteamplistas, lo cual está hablando de un tema que
ya no pertenece a una sola concepción política y que se ha
generalizado en el sistema. Es un tema creciente y
relativamente nuevo, que con esta fuerza no tiene mucho más
allá de 10 años. Antes se dirimían de otra manera, podían
dirimirlo a insultos, a las trompadas o incluso mediante el
mecanismo del duelo, que tampoco era tan común. Lo cierto es
que el dirigente político no vivía buscando en el Poder
Judicial quien arbitrara en el medio político en definitiva;
aunque sea una difamación, lo que está haciendo es poner al
Poder Judicial como árbitro de una contienda política, porque
las difamaciones son políticas, no se está hablando de lo
personal, no se está hablando de un problema de su vida
íntima, no se está hablando de su vida familiar, se está
hablando siempre de cosas que tienen que ver con el manejo de
la cosa pública, con el manejo de la acción política o con el
manejo de cosas privadas pero relacionadas con el papel
político del individuo. Por lo tanto son controversias
políticas.
Otra área tiene que ver con este ámbito muy grande y muy
genérico de lo que se ha llamado la corrupción. Es decir, todo
lo que se considere desvío de un individuo de una conducta que
se estime que debería tener y que ese desvío se considere
antiético, empieza de muchas maneras. A veces empieza con
investigaciones parlamentarias, con investigaciones
periodísticas o con controversias públicas; y termina casi
indefectiblemente en un pase a la justicia, cuando en
definitiva no se está viendo solamente si alguien cometió un
delito, sino aspectos de manejo político y de tipo político, o
como que la política no tiene otro mecanismo de control sobre
los propios cuerpos políticos que no sea la acción del Poder
Judicial. A veces empieza en lo judicial.
Acá hay otra faceta, que es tema para otro análisis, cuando la
judicialización política no son los políticos tomando el Poder
Judicial como cancha de ping-pong para dirimir sus
diferencias, sino desde el ámbito judicial viene la
intromisión en los temas políticos, por ejemplo mediante la
acción penal sobre personas que ocupan o han ocupado cargos
públicos. Ése es todo otro tema.
Lo que es importante y significativo es que en Uruguay se está
produciendo un creciente avance del papel social y político
del Poder Judicial, en forma creciente. Este avance no tiene
el nivel de discusión ideológica detrás sobre si es bueno o
malo, sobre si corresponde a las concepciones de uno o de otro
y, por supuesto, los actores del Poder Judicial se quejan de
que los están poniendo cada vez más de árbitros de la política
y la sociedad sin tener los medios para poder cumplir esa
función o ese fin.
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