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Factum: rechazo a ley de Ancap
se mantiene en el 45 por ciento
Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
El referéndum sobre Ancap cuando faltan 30 días para la
consulta, es el tema de análisis político especial que nos
propone hoy Óscar A. Bottinelli, director de Factum.
Vamos a dar números, lo más nuevo de la Encuesta Factum de
intención de voto, pero antes hay que hacer una serie de
puntualizaciones; no sé si no podríamos definir estos primeros
tramos de la charla como… algo así como una clase, minutos
didácticos.
ÓSCAR A. BOTTINELLI:
Antes de los números vamos a dar “las letras”. Un problema que
tienen los referéndum en Uruguay, gracias a la "claridad
mental" que tuvieron los legisladores que los reglamentaron,
es que son contraintuitivos, es decir que el voto va
exactamente en la forma opuesta de lo que a uno se le ocurre
como lo obvio y evidente; sólo en esta parte del mundo se les
ocurrió esto.
EC - Sí, porque el que está a favor de la ley tiene que votar
No y el que está en contra tiene que votar Sí.
OAB - Exactamente. Los legisladores, los que redactaron esto,
juristas ellos, confundieron al votante con un miembro del
Tribunal de Apelaciones y dijeron que el votante lo que hace
es decir “Sí al recurso de referéndum contra la ley” (una cosa
“clarísima” para cualquiera de los votantes), o “No al recurso
de referéndum contra la ley”. Dispónese, archívese y cúmplase.
Entonces el primer problema es entender. Esto ya nos pasó en
el año 1992, cuando hubo que dedicar bastante tiempo a
explicarlo, porque en el primer referéndum que hubo, que fue
el de la “Ley de Caducidad”, se votaba en colores, además no
confundibles, porque era un amarillo muy amarillo y un verde
oscurísimo, no este celeste y este rosado, que uno los pone en
la computadora y no se distinguen.
EC – Pero, decías, ya en 1992 hubo que hacer todas estas
aclaraciones.
OAB - Sí; y al final era claro que la gente lo entendía. Hoy
es claro que hay áreas muy fuertes de confusión. Hay muchos
que dicen: “Estoy en contra de la ley, voto No”; “¿Por qué
vota No?”; “Porque estoy en contra”.
EC - Ustedes se encuentran con eso.
OAB - Lo estamos viendo en la encuesta, gente que dice: “Yo
voy a votar por Sí”; “¿Por qué?”; “Porque estoy a favor”. Es
muy claro que hay una confusión.
El tema es así: el sí es “Sí a la derogación de la ley” y el
No es “No a derogar la ley”. Por lo tanto, el que está en
contra de la ley vota por Sí: “Sí, para que caiga”, digamos, y
el que está a favor de la ley dice: “No, yo no quiero que
caiga”.
Esto es lo primero que hay que entender.
EC - Después agregamos los colores.
OAB - Después agregamos los colores. El No es una papeleta de
color celeste y el Sí es una papeleta rosada. En verdad no es
tan importante el color porque el Sí y el No son absolutamente
visibles desde lejos en la hoja de votación, por lo tanto el
tema de los colores, en el que se está haciendo mucho hincapié
en la campaña, me parece que sólo está sirviendo para agregar
otro elemento más de confusión.
EC - Dos cosas entonces: qué significa el Sí, qué significa el
No y qué quiere decir cada uno de los colores.
OAB - Exactamente. El resumen es: en contra de la ley es Sí,
papeleta rosada; a favor de la ley es No, papeleta celeste.
EC - Tuviste que repasar el papelito antes, por las dudas.
OAB - Ah, no, no: de memoria no me sale.
(Risas)
EC - Claro, si uno se guía por la memoria o por la intuición
termina cometiendo el error.
¿Cómo se define este referéndum?
OAB - Ese es el otro tema, que es muy importante. Uno lo ve
como una carrera del Sí contra el No, lo cual políticamente es
correcto –después lo vamos a explicar–, pero jurídicamente el
Sí compite contra sí mismo.
EC - El Sí compite contra sí mismo… ¿A ver?
OAB - Acá hay una barrera del 50 por ciento; para que la ley
se derogue, el Sí tiene que tener más del 50 por ciento, más
de la mitad de todos los votos válidos emitidos.
EC - Así que para que la ley se derogue el Sí tiene que tener
más del 50 por ciento del total de votos válidos emitidos el 7
de diciembre; no del total del padrón.
OAB - No, no del total del padrón, sino del total de votos
válidos.
Una precisión importante es que para la legislación los votos
válidos son distintos según se trate de elecciones,
plebiscitos o los referendos. Para los referendos, se
considera voto válido al que contiene la papeleta por Sí, al
que contiene la papeleta por No, o al voto en blanco (sin
ninguna de las dos papeletas, el sobre vacío). Para los
referendos, cualquiera de esas tres formas de votar son votos
válidos, y el único que no cuenta en ningún sentido es el
sobre con un contenido nulo (objetos extraños, voto anulado
propiamente, como un sobre que contiene una papeleta por el Sí
y otra por el No). Ese es el único que no se cuenta en ningún
sentido.
Hecha esa precisión, el Sí puede ganarle al No y sin embargo
la ley puede no ser derogada. El tema no es que el Sí le gane
al No, porque si el Sí saca 49, el No saca 47 y hay 2 por
ciento en blanco, el Sí no supera el 50 por ciento y por lo
tanto la ley se mantiene.
EC - Esta es una puntualización muy importante.
OAB - En términos prácticos y desde el punto de vista jurídico
–después vamos a ver lo político– el voto en blanco opera en
el mismo sentido que el voto por No, genera un efecto a favor
del mantenimiento de la ley. Porque todos los votos válidos
que no sean por el Sí no se computan entre los que tienen que
superar el 50 por ciento; pero como son votantes, contribuyen
a la masa total que se toma en cuenta para ver cuál es la
mitad.
Entonces, de hecho, hay una forma de votar en contra de la
ley, que es el voto por Sí, pero hay dos formas de votar a
favor de la ley: el voto por No y el voto en blanco.
Excepto el voto anulado (una papeleta por el Sí más una por el
No u otra expresión clarísima por el estilo) no hay voto
neutro, porque sólo con votar se está participando en el
total, y por lo tanto aumentando la cantidad de votos de los
cuales los contrarios a la ley deben obtener más de la mitad.
Si votan contra la ley estarán sumando a esa mitad en contra
que buscan los contrarios a la ley, y si votan a favor de la
ley o en blanco, automáticamente estarán sumando del lado de
los que se computan a favor de la ley.
EC - Estas precisiones son importantes porque el voto es
obligatorio.
OAB - El voto es obligatorio, sí.
EC - O sea que el ciudadano está obligado a ir a votar y con
lo que haga al poner el sobre en la urna está incidiendo en el
resultado, salvo que anule claramente el voto.
OAB - Las únicas dos formas de no incidir en el resultado son
anular el voto (una papeleta por el Sí más una por el No
juntas, o un objeto extraño, qué sé yo: un peine) o no ir a
votar; es decir, exponerse a las sanciones, multas, a menos
que se esté fuera del país o de verdad enfermo y debidamente
certificado.
EC - Vamos a ver el sentido político de los votos por Sí, por
No, en blanco y anulados.
***
EC - Ya explicamos cómo incide en el resultado cada uno de los
votos posibles. Vayamos a distinguir ahora entre sentido
jurídico y sentido político de las opciones.
OAB - El sentido político tiene muchísimos matices. Si se
deroga la ley claramente ganan los sectores políticos que
impulsan la derogación de la ley.
Pero si el Sí saca más votos que el No y la ley no se deroga
uno diría que es una especie de empate en doble derrota: es
decir los que impulsan el referéndum tienen más votos que el
oficialismo de la ley, pero no logran el objetivo de derogar
la ley, y ésta se mantiene.
EC - El Sí puede ganarle al No y sin embargo la ley puede
quedar vigente.
OAB – Claro: si el Sí saca el 49 por ciento de los votos
válidos (el No puede sacar el 48 por ciento o el 44 por
ciento, no importa: el resto serán votos en blanco), el Sí le
ganó al No pero la ley se mantiene.
EC - Porque para que la ley se derogue el Sí tiene que superar
el 50 por ciento de los votos válidos.
OAB – En esa situación, el Sí fracasa políticamente. Y, aunque
el No logre el éxito y se mantenga la ley, fracasó
políticamente: el conjunto de grupos políticos que integraron
el gobierno hasta hace poco tiempo, es decir el actual
gobierno más los socios, son derrotados por la oposición de
todo este tiempo, por la izquierda. Desde ese punto de vista
también es una derrota, por eso digo que podría haber una
doble derrota.
Obviamente está el otro resultado: que el No le gane al Sí, en
cuyo caso la ley no se deroga, resulta confirmada por la
ciudadanía. Si el No le gana al Sí y la ley no se deroga, es
una derrota de la izquierda y un triunfo de los partidos
tradicionales.
Hay más matices, pero groseramente se puede decir que no
necesariamente el resultado jurídico y el político van de la
mano en todos los sentidos. Sobre todo si el Sí llega a
ganarle por alguna luz al No y la ley no se deroga, los
partidarios de la ley no pueden festejar porque el No habrá
perdido. Salvo los partidarios de la ley en teoría, en
abstracto, que no estén adheridos a los partidos, estoy
hablando de los que están jugando en la cancha.
EC - Tanto es así que han aparecido algunos que exhortan por
determinadas razones a votar en blanco o anulado. Son
consideraciones que también se están haciendo.
OAB - Sí. Orgánicamente el único pronunciamiento de voto en
blanco ha sido el del Partido Liberal, un partido de ideas muy
fuertemente libremercadista que considera que esta ley es mala
porque Ancap no debería seguir existiendo. Tampoco pueden
votar el Sí porque están en contra de la ley por razones
extremadamente opuestas. Lo que quieren marcar con el voto en
blanco es que prefieren esta ley antes que nada, pero
preferirían que la ley tampoco estuviera.
Al principio hubo alguna gente de izquierda que decía: “Yo soy
partidario de que la ley se mantenga y no quiero votar por No
para no darle el apoyo al gobierno”, pero esto se vio al
comienzo y luego se diluyó. El voto en blanco ha aparecido
orgánicamente más bien para el otro lado, para los contrarios
a la existencia de Ancap.
Pero hay otro dato muy importante. En la encuesta no están
apareciendo muchos votos en blanco y anulados, pero cuando uno
pregunta qué es, es el concepto de voto en blanco y anulado de
una elección nacional de gente que quiere decir: “Yo,
ninguno”, sin idea de que en este caso donde se somete a
votación un proyecto de derogación de la ley, al votar en
blanco se está pronunciando para un lado: el mantenimiento de
la ley. Esa es otro área de confusión: no sólo el cruce de que
quien está en contra vota Sí y quien está a favor vota No,
sino además creer que con el voto en blanco dice “Yo estoy en
contra de todos”.
EC - La única forma de no participar de la resolución de este
diferendo es votar anulado o no ir a votar (en este último
caso, exponerse a las sanciones del caso porque el voto es
obligatorio).
OAB - O una excursión a Livramento.
EC - Ah, claro, para tener la excusa de que se estaba fuera
del país.
OAB - Sí, entre 20 días antes y 20 días después hay que
justificar que se está fuera del país.
***
EC - Vamos a los números de la encuesta más reciente.
OAB – Ahora sí, después de la letra, los números. Corresponden
al cierre del mes de octubre de la Encuesta Nacional Factum,
representativa del 100 por ciento del país, urbano y rural (es
la única encuesta representativa del 100 por ciento del país);
se hace puerta a puerta y en forma permanente.
EC – Los números son los siguientes:
- Voto por Sí, en contra de la ley, 45%,
- voto por No, a favor de la ley, 30%,
- indecisos, 25%.
OAB - Maticemos estas cifras.
EC – Dentro del Sí:
- decidido por Sí, 37%,
- dudoso por Sí, 8%,
- total del Sí, 45%.
Dentro del No:
- decidido por No, 16%,
- dudoso por No, 14%,
- total del No, 30%.
Los indecisos puros, los que no saben para qué lado van a
votar, son el 25%.
OAB - Conviene diferenciar: indeciso es el individuo que en
principio está diciendo “no sé qué voy a votar”; el dudoso es
el que dice “Probablemente vote el Sí”, o “Probablemente vote
el No; todavía no estoy seguro”. Es un matiz importante,
porque en general, cuando no hay hechos muy importantes, el
dudoso mantiene su inclinación en el voto.
En el referéndum de 1992, por ejemplo, cuando el No fue
cayendo hacia el final, los dudosos fueron pasando primero a
indecisos y después al Sí. Pero recordemos que hubo un alud
final, entre otras cosas porque un sector importante como el
Foro Batllista se pronunció a favor del Sí, en contra del
gobierno de Lacalle que tenía el apoyo de Batlle y Pacheco, y
eso provocó un cambio importante.
Si no hay hechos políticos importantes, lo normal –esto pasa
también en las elecciones nacionales– es que los dudosos
afirmen el voto para el lado en que están. Pero las campañas
existen justamente para hacer dudar más al dudoso y si es
posible transformarlo antes que nada en un indeciso. Pero son
dos matices diferentes.
EC - En resumen:
- 45% por Sí,
- 30% por No,
- indecisos puros 25%.
OAB - La evolución ha sido la siguiente:
- En abril ya teníamos 45 para el Sí, y se movió hasta ahora
entre 45 y 46...
EC - Sí, estoy mirando el cuadro y es impresionante la
estabilidad.
OAB - El No había tenido un 36 en abril, cuando el referéndum
todavía no estaba planteado, cuando estaba más la recolección
de firmas (en ese caso no es que un 36 por ciento fuera a
votar por No: la pregunta era si la gente estaba a favor o en
contra de la ley, que es lo que se entiende con claridad);
- en julio tuvo el 33,
- cuando empezó la campaña quedó en el 30 y está entre 30 y
31.
Es decir que, desde que empezó la campaña, hay una estabilidad
de entre 45 y 46 para el Sí y entre 30 y 31 para el No, con un
porcentaje de indecisos oscilando entre el 23 y el 25 por
ciento. En principio es un cuadro estable; por lo que estamos
viendo, se intensifican la campaña, los debates, los
discursos, pero por ahora no se ve un efecto inmediato. Digo
“inmediato” porque estas cosas van sedimentando, no son
palabras al viento: cuando llegue el momento en que la gente
decante –porque tiene que decantar, porque tiene que votar y
el voto es obligatorio– toda esta acumulación de campaña va a
influir. Pero en lo inmediato, como impacto instantáneo, no se
está produciendo.
EC - ¿Hay alguna tendencia de evolución? ¿Se puede sacar
alguna conclusión?
OAB - La conclusión es que no sabemos nada. Hay posiciones
congeladas. En grandes números el Sí está muy cerca, muy en
torno al voto del Encuentro Progresista - Frente Amplio
(EP-FA) y el Nuevo Espacio si le detraemos el peso de Astori,
y el No está más o menos en torno a la suma de votos a blancos
y colorados.
EC - A lo que están dando hoy las encuestas en cuanto a
inclinación de voto por Partido Colorado y Partido Nacional.
OAB - Los indecisos son el resto. No es exactamente así,
porque hay gente blanca y colorada que vota el Sí y gente
frenteamplista que vota No, pero los grandes números
coinciden. Da la impresión de que hay una masa crítica, que es
la que dio el basamento al arranque de estas posturas –que
estaban dadas ya en abril, cuando el referéndum todavía no
estaba en la calle y la oposición a la ley se daba en la
recolección de firmas– y no se ha movido. Lo cual está
marcando que hay que esperar a que se empiece a mover, que los
indecisos empiecen a decidirse; recién ahí veremos para dónde
va la tendencia.
Habíamos dicho que el dato que realmente importa es si el Sí
supera el 50 por ciento. El dato importante, entonces, es si
el Sí (que está en 45-46), supera esa barrera, llega y pasa el
50 por ciento, o si este porcentaje actual –o un poquito más–
es su techo. Ahí está la suerte del referéndum.
***
EC - Vamos a examinar lo que está en juego.
OAB - Este es el tercer referéndum en la historia del país;
casi se puede decir el cuarto porque hubo uno virtual, que fue
el de Antel, en el que no se votó porque uno de los
contendientes se retiró de alguna manera: retirar la ley
cuando estuvieron las firmas fue dar por ganado el referéndum
antes de votar.
En realidad es el tercero de los que se llegó a votar. Hay una
idea de que en Uruguay hay muchísimos referendos; pero lo que
hay son muchos actos de tipo referendario porque ha habido
plebiscitos constitucionales sueltos, muchos plebiscitos
constitucionales en forma simultánea con las elecciones (es lo
que más ha habido) y hubo los actos de adhesión a un
referéndum, lo que ahora se llama la vía corta, que era la
única hasta hace poco tiempo –que llevó a lo que se llamó “el
referéndum de UTE”, por el marco regulatorio del sistema
energético, sobre el artículo 19 de la ley de inversiones–,
hubo algunos intentos que llevaron a esas pre - votaciones que
dieron la idea de que hubo muchos. Que se llegaran a votar,
referéndum contra leyes nacionales, es el tercero.
EC - Recordemos cuáles fueron los dos anteriores.
OAB - Los anteriores fueron: el 16 de abril de 1989, el de la
Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, y el
del 13 de diciembre de 1992 fue el de la Ley de Empresas
Públicas.
Observamos que esos dos tienen un contenido distinto de este,
en cuanto toda la sociedad y todos los actores políticos
vieron los temas como una verdadera cruz de los caminos. La
Ley de Caducidad suponía decidir la forma de terminar una
salida y una transición desde un régimen autoritario hacia el
sistema institucional, y dos posiciones que eran muy lógicas
cada una de ellas dentro de una visión diferente del tema, muy
sólidas, que pueden resumirse en una de los que consideraban
que la salida no podía ser plena sin “verdad y justicia” sobre
lo ocurrido, y otra –que fue la triunfadora– de los que
consideraban que la salida plena necesitaba “pacificación y
mirar hacia delante”, abandonar el pasado. La confrontación
era crucial para el país y las dos posturas eran muy fuertes,
muy sólidas y muy sentidas, la gente participaba del tema, lo
sentía como algo que no le era indiferente.
La Ley de Empresas Públicas de alguna manera fue poner en
juego el cuestionamiento del modelo histórico del Estado
uruguayo, el modelo del wellfare state, del “Estado
benefactor”, que predominó a lo largo del siglo XX, del que
todavía queda buena parte.
EC - También era una cruz de los caminos.
OAB - Una cruz de los caminos, donde las dos partes sentían
que estaba en juego algo sustancial, sobre todo cuando en la
región –particularmente en Argentina– se había producido un
cambio fuerte en el tema, en su magnitud, y la sociedad estaba
entre una posición del gobierno que sostenía que la ley era
crucial y que si no se aprobaba Uruguay se quedaría en el
pasado y no se modernizaría, y una oposición que sostenía que
era esa ley destruiría al Estado en el cual creían los
uruguayos y que era la base de una sociedad igualitaria,
solidaria. Eran dos visiones absolutamente fuertes, una la
idea de la protección, la solidaridad y la igualdad, y la otra
la idea de la modernidad.
EC - Esos son los dos antecedentes, eso era lo que se jugaba
en los dos referéndum que ha habido en la historia política
del país.
OAB - Observamos que este, más allá de los énfasis que intenta
poner cada una de las partes, es muy relativizado por esas
mismas partes.
EC - Es cierto.
OAB - Por ejemplo, entre los partidarios de la ley, los
partidarios del No, si bien muchos están diciendo que si no
hay asociación Ancap desaparece, por otro lado hay muchos
partidarios del No dicen que la ley tampoco resuelve porque no
es fácil encontrar socios, que va a ser difícil encontrarlos,
que lo mejor hubiera sido importar directamente combustible o
abrir el mercado. No es un discurso claro, unívoco, en un
mismo sentido, una misma dirección diciendo “Esta ley es el
futuro de Uruguay en materia de combustible y petróleo”;
dicen: “Esta ley es buena, pero de repente habría otras
soluciones mejores”.
Del otro lado se dice: “Esta ley es mala”, pero no se dice
“toda asociación es nefasta”. Una de las posturas es: “Esta
ley es mala porque este gobierno no nos da confianza en cuanto
a la forma de aplicarla”; otra dice: “La ley es mala porque
habría que hacerle algunas correcciones”. No estamos hablando
de que hay que tirarla, como se decía de la Ley de Empresas
Públicas, sino que sería compartible una asociación con
algunos ajustes.
EC - En definitiva tú dices que la importancia de este
pronunciamiento del 7 de diciembre difiere de la que tuvo el
referéndum sobre la Ley de Empresas Públicas o el referéndum
sobre la Ley de Caducidad.
OAB - Sí, sí. Gran parte de esta situación, de este estado de
opinión pública es que la gente no la está viendo en su
totalidad como una opción dramática del país –dramática en
términos de hito histórico–, como vio a la Ley de Empresas
Públicas y la Ley de Caducidad, en las cuales la gente se
comprometía para un lado o para el otro. Ahora en los
discursos por un lado se trata de levantar la importancia del
tema y luego se rebaja, se dice: “Hay que derogar esta ley”,
“Pero al otro día vamos a negociar”. Si al otro día se va a
negociar quiere decir que el tema no es tajante.
EC - De todos modos prácticamente todos los actores políticos
están muy jugados a esta campaña.
OAB - Están todos jugados. Algunos individualmente están
haciendo mutis, pero están jugados porque... Acá viene la
importancia de lo simbólico, estoy hablando del tema de fondo,
que es en lo que le cuesta a la gente involucrarse.
¿Dónde está lo simbólico? Planteado un referéndum dentro de
los 12 meses anteriores a culminar el ciclo electoral éste
transforma un sistema ya bastante complicado de elección, de
eliminatorias a tres vueltas, en un sistema a cuatro. De
ellas, esta es una especie no sé si de precalentamiento para
marcar lo que rinde cada uno de los equipos cuando entra a
disputar las tres instancias eliminatorias, pero hay algo
absolutamente claro: el panorama político electoral del 8 de
diciembre va a ser distinto del 6 de diciembre. En otras
circunstancias, el Frente Amplio podría perder el referéndum y
quedar como un ganador porque tuvo el 30% en 1994, el 39% en
1999, el 45% en el balotaje, si saca el 48% sigue creciendo.
Pero, con el desplome económico de 2002, saltó en las
encuestas al 54 por ciento, después bajó, ha estado entre 49 y
50 todo el año, y en la cabeza de los uruguayos está eso: el
FA está muy cerca de ganar y tiene la mitad de la gente
consigo; además hay indecisos. Pero si no revalida ese
porcentaje será visto como una derrota, por eso esto aparece
para el FA como una apuesta excesiva, que no sé si era
necesaria.
Para el otro lado, si el FA llega al 50 por ciento será
confirmar que efectivamente las cosas decantan en el sentido
que están dando las encuestas.
Pero por otro lado, si logran frenar al FA, será poner en duda
el resultado de la elección del año que viene: “Miren que la
elección va a ser mucho más competitiva de lo que se cree; el
escenario es otro”.
Nadie lee en forma simplista “El resultado del 7 de diciembre
anuncia el resultado de la elección nacional”, sería absurdo.
Pero tampoco “El 7 de diciembre no va a influir”, sería falta
de sentido histórico. El 7 de diciembre crea un hecho a partir
del cual la carrera electoral se volvió a barajar: las cartas
se distribuyen de otra manera y empieza distinto. Va a empezar
con gente que habrá capitalizado las ganancias o habrá perdido
esa capitalización; el FA va a empezar más arriba o más debajo
de lo que está hoy, no en el nivel que está, y los partidos
tradicionales van a empezar revitalizados o con un estado
difícil cristalizado para ellos.
Uno diría que el 7 de diciembre casi no hay empate desde el
punto de vista de lo simbólico en el sentido de que hay un
barajar de nuevo; quizás pueda haber un empate si les va mal a
todos, es decir si no se deroga la ley, el FA no llega al 50
pero el Sí le gana al No y hay un voto en blanco importante...
A mi juicio ese no es el escenario más probable, el de un voto
en blanco masivo y abrumador. Es claro que después del 7 de
diciembre tendremos un nuevo escenario político.
La importancia de lo simbólico es muy fuerte en relación a la
importancia concreta del tema que está sintiendo la gente. Lo
político, lo que tiene relación con el éxito o no de la
izquierda, con el éxito o no del gobierno, con el éxito o no
de los partidos tradicionales es mucho más importante este 7
de diciembre que el tema propiamente de fondo, que se está
viendo como un tema además muy abstruso, muy difícil de
entender. |