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Ancap, qué dijo la gente
y cómo repercute en el sistema político
Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
En el día después del referéndum, nos acompaña el politólogo
Óscar A. Bottinelli, director de Factum.
ÓSCAR A. BOTTINELLI:
En un día como hoy de hace siete años, el 8 de diciembre de
1996, estábamos analizando el plebiscito de la reforma
constitucional.
EC – No lo tenía presente.
OAB – Reforma que introdujo este régimen electoral que
tenemos, “tan simple y tan corto”.
EC – El sistema que se estrenó en 1999 y que el año próximo
tendrá su segunda performance. Pero ahora tenemos el resultado
de este referéndum de ayer, que terminó siendo un triunfo
cómodo para el Sí a la derogación de la ley de asociación de
Ancap: 62,21% de los votos válidos, contra el 35,42% del No, y
2,38% de votos en blanco.
Tú le llamas “el resultado jurídico”.
OAB – Sí, porque es el que tiene que ver con la ley de Ancap,
y yo diría que, cuando todo el mundo tituló con esas cifras
–incluyendo diarios favorables al Sí— están diciendo que lo
único que ayer importaba era el destino de la refinería y
absolutamente nada más. Porque, si se quiere analizar lo
político (salvo que se le haya quitado la ciudadanía) hubo
4,3% de votos anulados. Pero tampoco olvidemos que hay un
porcentaje nada menor, de prácticamente el 10% de los
uruguayos adultos habilitados para votar, que se quedaron en
la casa.
EC – El porcentaje de participación fue 83,11.
OAB – 83,11% del padrón electoral, es decir de la nómina de
habilitados para votar. El padrón electoral tiene muchas más
personas que los mayores de 18 años que viven en el país. Hay
aproximadamente un 6% de personas que están inscriptas y viven
fuera del país, todos sabemos que este país ha tenido una
fuerte emigración; hay un pequeñisimo porcentaje (menos de 1%)
de falta de depuración del padrón, que siempre va un poco
desfasado. Es decir que el electorado real es algo así como el
92, 93% del padrón. Si votó el 83% quiere decir que no fue a
votar, groseramente, el 10 u 11% del electorado real. Si el 10
u 11% se quedó en su casa, el 4% votó anulado y el 2% votó en
blanco, estamos en que la sexta parte de los ciudadanos no
acompañó la convocatoria de ninguno de los partidos políticos
sentados en el Parlamento.
EC – Y ¿qué significa eso?
OAB – Significa, primero, que se prende una luz amarilla que
el sistema político debería atenderla. Todo el sistema
político: los que perdieron a esa gente y los que no la
ganaron. Porque esta gente votó a alguien hace cuatro años y
hoy no está votando a nadie. Es un dato que hay que atender:
quiere decir que en Uruguay se está ratificando lo que vienen
dando las encuestas de opinión pública de que hay segmentos
del país que están cada vez en mayor asintonía con la
dirigencia política, con los actores de representación en
general.
Dicho eso, dar las cifras sobre los que votaron: 59,6% para el
Sí, 36,1% a favor de la ley (33,9% para el No y 2,2% en
blanco) y 4,3% anulados.
Yendo a las encuestas, y dejando el detalle del mes o de los
últimos dos meses, si hoy hubiera elecciones más o menos la
mitad del electorado hoy votaría al Encuentro Progresista –
Frente Amplio, con un porcentaje alto de indefinidos: 17%. Si
queremos cortar grueso, esos indefinidos nos quedan cerca de
haberse quedado en la casa, haber votado en blanco o anulado.
Las cifras andan por ahí; no digo que sean los mismos pero las
cifras coinciden. Pero esto es cortando grueso. En este 59%
hay algunos blancos y algunos colorados que no han seguido a
sus partidos.
EC – Sobre todo porque, dentro del EP-FA, un sector estaba por
el No. Hay que ver cuánto obedecieron a Danilo Astori los
votantes o simpatizantes de Asamblea Uruguay, pero en
principio dentro del EP-FA había una desobediencia...
OAB – Da la impresión de que fue muy reducida, porque la
encuesta nos daba que los blancos y los colorados que votaban
por el Sí, sumados, eran la misma cantidad que los
frenteamplistas que votaban por el No. Esto, más que de una
convocatoria partidaria, da la idea de los efectos de
independencia que tiene siempre un sector del electorado. Y
nos daba que la mayoría de quienes hoy votarían a Asamblea
Uruguay o a Danilo Astori votaban Sí. Lo cual está marcando
que en este tema no hubo un seguimiento al liderazgo de Astori,
pero también estamos viendo en la última encuesta del fin de
semana anterior que no caía la intención de voto hacia Astori
ni hacia Asamblea Uruguay, sino que ese electorado hacía una
disociación e incluso en una confrontación Vázquez – Astori
votaría a Astori pero, entre el Sí y el No, votaba el Sí:
“Prefiero a Astori pero en esto no lo sigo”. Lo cual no deja
de ser una señal de debilidad para un líder político: que en
una instancia en que se pone en la vereda de enfrente a todo
el sector político al que pertenece, la gente le diga “Te sigo
pero no en la vereda de enfrente”. Creo que es una señal muy
importante, y marca que hay límites a lo que un dirigente
político puede hacer en lo que podría llamarse salir de su
órbita natural.
EC – Pero esto venía a cuenta del 59% que tiene el Sí,
bastante más que la intención de voto por el EP-FA hoy.
OAB – Lo que no quiere decir que a algunos de estos también lo
podría estar captar el EP-FA; porque si hay indefinidos,
alguien capta a los indefinidos más allá de que ha quedado
demostrado que se pueden quedar en la casa o votar anulado. Yo
había dicho el jueves que, si el número de votos anulados y en
blanco era alto, sería un dato importante a tener en cuenta
porque, en Uruguay, desde la restauración democrática la suma
de voto anulado más en blanco nunca pasó del 5%.
Pero además, en las municipales, en las que no fue todo el
mundo, dejó de votar el 6% y acá fue el 10%.
Es decir que tenemos récord de gente que se quedó en la casa,
récord de gente que vota por una de las opciones políticamente
neutras (incluyendo al voto en blanco; no estoy limitándome a
lo jurídico); no está siguiendo a la convocatoria de los
partidos.
EC - ¿Cómo termina llegando el Sí al 59%?
OAB – Porque captó a indefinidos, blancos y colorados, a un
piso elevadísimo como es el 50% del electorado del país.
EC – Una de las señales que proponías para el análisis de los
resultados del referéndum en los días previos era en qué
medida el EP-FA afirma o no ese 50% de intención de votos que
le están dando las encuestas. Esa iba a ser una de las claves
de tu examen de esos resultados.
OAB – Claro. Digo, primero, que hay que tener mucho cuidado
cuando pasan estas cosas con analizar mucho tiempo la cáscara
y dejar fuera las corrientes profundas. Sobre todo en un país
como nuestro, donde la conducta electoral de la gente es muy
estable. “Estable” no quiere decir que no se mueva, sino que
cuando se mueve lo hace elefantiásicamente, con pasos de a
poquito.
Entonces, saquemos la hojarasca. Uno podría hacer una lista
muy larga de cosas diciendo “Si esto no hubiera ocurrido se
beneficiaría este o aquel”. Sí, pero sumemos todo y se moverá
un 1%. Lo otro se viene moviendo desde hace 30 años, y otro se
viene moviendo desde hace 18 o 20 meses.
Veamos entonces lo profundo. Desde que se creó el Estado
moderno y las elecciones fueron perfectamente medibles (desde
fines de la segunda década del siglo pasado hasta 1966), los
partidos tradicionales recogieron el 90% del electorado. A
partir de 1971 comienza el cambio: pasaron del 90% al 52% que
fue voto a Batlle en el balotaje de 1999. Este es un dato que
corresponde a una corriente histórica profunda, y que las
encuestas mostraban hasta mayo de 2002 que algún punto más
también se seguía moviendo.
Pero de mayo de 2002 al presente han pasado cosas muy fuertes
en el país. Digo mayo de 2002 porque, cuando analizamos
encuestas, vimos que ese era un punto muy importante en que,
después de estar congelada la intención de voto durante más de
dos años, la izquierda comenzó a subir y los partidos
tradicionales en su conjunto a bajar (más el Partido Colorado
que el Partido Nacional); el Partido Nacional pasó a ser el
segundo prácticamente a lo largo de todo el 2003, y la
izquierda llegó hasta el 54% en setiembre; después cayó y
oscila entre 49 y 50% todo este tiempo, con alguna caída un
poquito mayor en algún momento (estoy sumado también al Nuevo
Espacio en estas cifras).
Esta es la consolidación de un movimiento profundo, de largo
tiempo (porque en mayo de 2002 no pasó del 1 al 54%, sino que
fue un proceso largo, de muchos años) y luego un envión
producto de todos los sucesos, lo que implicó algunos actos
del presidente de la República que generaron gran
descreimiento, lo que significó la devaluación, la crisis
bancaria, todo eso sumado con recesión, desocupación,
etcétera, etcétera... No fue sólo una reacción frente a una
crisis que ocurrió en el país, sino una decepción frente al
resultado acumulado de políticas de gobierno. No digo que esté
bien ni que está mal, sino lo que uno recoge de lo que siente
esa gente que fue cambiando de posición política.
EC – Tú decías que este referéndum, colocado casi exactamente
un año antes de las elecciones nacionales, coloca a su vez al
EP-FA en la obligación de tener que convalidar esos números
que venían mostrando las encuestas, ahora en las urnas.
OAB – Exacto. Dejemos de lado esas discusiones livianitas, de
si las encuestas aciertan o se equivocan (las encuestas miden
muy bien en nuestro país) hay un hecho que me parece crucial:
una cosa es recoger los estados de opinión pública, lo que la
gente verbaliza (“Si hoy hubiera elecciones”, porque no las
hay, “yo votaría a Fulano”, y no está votando) en general está
indicando un estado de opinión pública. Pero falta el paso que
va del dicho al hecho: pasar de la verbalización a lo
actitudinal, que en este país se llama meter el sobre en la
urna.
El EP-FA, que hizo un desafío formidable con la convocatoria a
este referéndum, y si le iba mal le pudo costar carísimo, como
no le fue mal le salió muy bien y revalidó eso en las urnas.
Entonces ya no es un estado verbal de opinión pública, sino un
acto de la gente y tiene ese piso electoral (un poco más
arriba, un poco más abajo, no estamos hablando de si está en
el 50, el 49, el 52%, sino de que revalidó un apoyo muy sólido
que le da objetivamente las mayores probabilidades de ganar en
las próximas elecciones. Lo que tampoco quiere decir que ya
las ganó anticipadamente.
Porque hay que relacionar el referéndum con las elecciones.
EC – Sí: hubiera sido un problema serio para el EP-FA no
llegar al 50% con la papeleta del Sí.
OAB – Hubiera sido que la gente dice algo en las encuestas
pero cuando llega el momento se asusta.
EC – En cambio, con este resultado de ayer, están esas dos
lecturas que planteabas: la jurídica estricta le da al voto
por el Sí 62%, y la otra es que, si también incluimos en el
total los votos anulados, le da el 59%.
OAB – 59,6, y si le descontamos la gente que se quedó en la
casa y también es parte del electorado, estamos hablando del
54, 55% del total del electorado real, de toda la gente que
vive en el país y está en condiciones de votar.
EC – Entonces, ¿a partir de estas consideraciones...?
OAB – Hay algo que hay que tomar en cuenta: no hay que tomar
con liviandad los resultados de los referéndum o de los
plebiscitos. En 1989 tuvo lugar el referéndum sobre la Ley de
Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. Ganó la
papeleta amarilla por el mantenimiento de la ley, contra la
papeleta verde por la derogación. En noviembre de 1989, la
suma de los votos de todos los grupos que apoyaron el voto
amarillo da igual que el voto amarillo, y la suma de todos los
grupos que apoyaron el voto verde da igual que el voto verde.
Hay una lectura como que hubo una anticipación del resultado
electoral..
Con la ley de Empresas Públicas no fue tan exacto, porque fue
dos años antes de las elecciones, pero fue bastante parecido.
EC – El referéndum fue en diciembre de 1992, y las elecciones
nacionales en noviembre de 1994.
OAB – Pero se dio que los sectores que apoyaron el No tuvieron
un poco más de votos que los que arrojó el referéndum.
En cuanto al plebiscito de 1996, puede decirse en cierto modo
que fue un poco más desajustado. Si recordamos que los dos
partidos tradicionales in totum apoyaron la reforma
constitucional, más el Nuevo Espacio, y la reforma obtuvo el
50,5%, y esos mismos partidos obtuvieron el 59%, encontramos
que el voto en el plebiscito estuvo por debajo de lo que esos
partidos obtuvieron en el plebiscito.
Pero si hacemos este ejercicio y le hacemos ese plus, nos
queda que los partidos tradicionales, en lugar del 34% que
obtuvo ahora el No, estarían en el 37 a 38% de los votos, y el
escenario no cambia para nada.
Es decir que no me parece que esa actitud de afirmar “Esto no
tiene nada que ver con las elecciones” tenga basamento
científico, ni tampoco la actitud que esté esperando la gente
de los dirigentes. Normalmente, la gente pide a la dirigencia
que sepa administrar las victorias y que sepa administrar las
derrotas. Las dos cosas son difíciles de administrar. Jorge
Batlle administró muy mal su victoria en la elección interna
de 1989 y eso lo llevó a la derrota externa (ganó en el
Batllismo Unido y perdió frente al Partido Nacional), cuando
en la noche del 28 de mayo de ese año todos creímos que se
estaba coronando el próximo presidente de la República.
Saber administrar las victorias, y este es un mensaje para el
EP-FA, y también saber administrar las derrotas.
***
EC – Vamos ahora a las consecuencias políticas del resultado,
a nivel del gobierno y de los partidos.
OAB – Dejemos para después lo del gobierno, que se entronca
con varios temas de fondo, de lo económico y social del país.
Yendo a los partidos, este resultado lleva al EP-FA a la
situación de sentirse muy próximo a estar en el gobierno, lo
cual va a implicar que se enfoquen en él y en especial en
Tabaré Vázquez los ojos de muchísima gente del país y del
exterior (inversores, organismos internacionales, y en el
propio Uruguay de empresarios, de la gente, de cada uno de los
sectores) más de lo que estaba hasta ahora, que ya es
bastante, sobre qué va a hacer este futuro gobierno si
consolida estas cifras en las elecciones nacional. Diría que
el EP-FA va a estar en una pecera en todo este período.
EC – Sí; por un lado es una posición muy cómoda para el
arranque de la campaña electoral, es la mejor posición
posible...
OAB – ...la mejor posición posible, y yo decía en una especie
de polémica que se produjo con analistas políticos que
afirmaban que esto no iba a incidir en las elecciones del año
próximo que, si incidir es decir “Acá tenemos el resultado de
la elección sin necesidad de ir a votar”, por supuesto que no.
Pero que obviamente el que salió bien está arrancando en la
“pole position” en términos de Fórmula 1, y que los otros
están en el fondo de la grilla, no hay ninguna duda.
EC – Pero es interesante lo que agregabas: al mismo tiempo
implica una responsabilidad muy grande, un desafío fuerte para
el propio EP-FA.
OAB – Un desafío fuerte, estar en la pecera y mantener este
estado sin generar ningún tipo de frustración. Esto implica
moverse con muchísima prudencia.
Después hay un juego interno. Hablamos de Asamblea Uruguay
pero también hay sectores que podrían capitalizar esta
situación. Cuando se dio todo el proceso final de aprobación
de la ley de asociación de Ancap, el Partido Socialista quedó
como el gran generador de hechos, de ruptura del diálogo, de
rechazo a la ley y luego de impulso al referéndum desde el
punto de vista político. Recordemos que en la polémica se dijo
“Los socialistas son culpables de esto”. Con este resultado,
esa culpabilidad tiene una lectura desde el otro punto de
vista: hoy son los que pueden aparecer como más beneficiados
de este referéndum, como también otro que impulsó muchísimo de
este lado, que fue la 1001, el Partido Comunista. Pero el
Partido Socialista, como primera fuerza parlamentaria del
EP-FA, convalida en este momento su estrategia desde el punto
de vista electoral. Entre las distintas estrategias que hubo
en el EP-FA, que iban desde la más absoluta negociación al
estilo Astori, o una estrategia fuertemente negociadora
inicial de la Vertiente Artiguista (que hizo un giro después
de la resolución de la Mesa Política del FA) y una estrategia
confrontacional planteada por el Partido Socialista, desde el
punto de vista estrictamente electoral y con lo que dieron las
urnas ayer, aparece como exitosa y puede ser un elemento de
capitalización interna.
Desde el punto de vista de los partidos tradicionales, va a
haber muchos juegos pequeños, de cobros de cuentas de unos a
otros. Pero hay que ver primero globalmente que, primero, no
es lo mismo la situación del Partido Colorado y la del Partido
Nacional. Los colorados tienen una situación de cierta
asimetría interna, con un liderazgo mayoritario de Julio María
Sanguinetti, una Lista 15 que estaba muy desflecada y encontró
en el nombre de Alejandro Atchugarry una forma de revivir en
términos electorales, y ambos (la 15 y el Foro) se jugaron por
igual en esta campaña.
EC – De todos modos, quien más espacio ocupó y quien apareció
más comprometido en la defensa de ley fue el Foro con
Sanguinetti a la cabeza.
OAB – No cabe duda; pero me refiero a que estaba el gobierno
detrás, la 15 también se jugó. Quizá la diferencia radica en
que la 15 no tiene una figura de la talla de Sanguinetti;
Atchugarry no es el líder de la 15 sino el referente que está
emergiendo; respecto al presidente de la República hubo
consenso de los defensores del No en que tuviera poca
exposición y por lo tanto se jugó menos, ...
EC – Pero uno podría preguntarse ¿No debió ser Atchugarry la
locomotora de la Lista 15 jugando un papel similar al de
Sanguinetti en el Foro?
OAB – Es probable. Ocurridos estos resultados siempre surge la
pregunta de por qué no se pudo jugar mejor. Hay 20 fórmulas
para que la selección uruguaya que jugó ante Paraguay fuera
distinta a la que armó Juan Ramón Carrasco. Después del 4 a 1
es muy claro.
EC – La otra lectura es que, quizá, se prefirió no someter a
la figura de Atchugarry a un desgaste tan fuerte en este tema.
OAB – Hay dos figuras que aparecieron poco en este tema. Una
es Atchugarry (aunque apareció, aclaremos: hizo giras,
etcétera), y otra que casi no apareció que fue el ministro del
Interior. Por un lado se da explicaciones de tipo
institucional, que es bueno que el ministro del Interior no
participe activamente de una campaña electoral, corresponde a
una tradición del país (que no todos han seguido, pero es lo
es), y hay quien entiende que Stirling quedó como una figura
de reserva por su hay que buscar un recambio en las
candidaturas coloradas.
EC – Concretamente, por si Sanguinetti no es candidato.
OAB – Por si Sanguinetti no es candidato, para cuyo caso se
maneja dos nombres: el de Luis Hierro López y el de Guillermo
Stirling. El primero estuvo en primerísima línea también en
este referéndum, y el segundo quedó en cuarteles de invierno y
podría ser una figura de refresco. Lo que hay que ver ahora es
qué pasos da el Partido Colorado, qué reflexión hace; si la es
mejor el cambio de figura o insistir con figuras fuertes y
probadas como las que ya tiene. Son decisiones muy difíciles,
y hay que tener mucho cuidado con las lecturas simplistas: no
siempre los recambios producen los efectos esperados. Es una
reflexión que cada partido debe hacer, porque un partido puede
decir “No sé si es lo mejor electoralmente, pero como
liderazgo político quiero seguir con esto porque me asegura
determinado tipo de conducción a los efectos...” no sé: “...de
la discusión de los temas del país”.
EC – Pero ¿cómo sale Sanguinett?
OAB – Creo que la consolidación de un Partido Colorado que en
el mejor de los casos es la mitad del voto por no deja a todo
el partido, al presidente de la República y al ex presidente
Sanguinetti en una situación delicada.
EC – Es una lectura que aparece hoy en distintos comentarios
que recoge la prensa: “por primera vez Sanguinetti perdió
frente a Vázquez”. ¿Tiene su importancia?
OAB – Sí: tiene. Yo diría que es la primera vez que Vázquez
gana inequívocamente. Hasta ahora, decir ganar o perder es muy
relativo, porque cuando una fuerza política va creciendo,
siempre va ganando. Más bien se reflejaba en que había perdido
el plebiscito de 1996 (más allá de que también se podía leer
como un éxito que el No estuviera en el 46% al que llegó), y
también que perdió el balotaje aunque obtuvo el 45% con una
fuerza que pocos años antes estaba apenas en el 20%. Siempre
hay dos lecturas, pero lo cierto es que en términos de
resultado frío perdía, y esta vez gana. Lo que se podría decir
es que Sanguinetti no pudo frenar a Vázquez, cuando siempre
había aparecido como el gran freno que operaba contra él.
EC – Eso en cuanto al Partido Colorado pero, decías, es muy
distinta la situación en el Partido Nacional.
OAB – El Partido Nacional tiene una situación más de abanico.
Existe por un lado el liderazgo del expresidente Luis Alberto
Lacalle, que tiene cerca de la mitad de la colectividad
adhiriendo a su candidatura presidencial. Y tiene una opción
que se jugó muy fuerte por esta ley, y que también aparece
como una renovación partidaria del punto de vista de los
liderazgos, como lo pueden encarnar el senador Francisco
Gallinal o el ex ministro Sergio Abreu. Sobre todo Gallinal se
jugó muchísimo por esta ley; hay una fuerte participación
personal suya en esta ley. Y siguen siendo grandes defensores
de la permanencia del Partido Nacional en la coalición de
gobierno (ellos votaron negativamente y consideraron un error
el retiro del Partido Nacional de la coalición).
Por otro lado aparece Larrañaga, que votó esta ley, que
inicialmente hizo una especie de mini – campaña hacia el No, y
luego más bien hizo mutis. Hay que esperar que decante un
poquito, pero una pregunta es si este resultado golpea por
igual a todos los sectores del Partido Nacional; porque no es
fácil salvar una parte cuando es golpeado el todo. La otra
pregunta es si se golpeó al grueso del partido pero esa opción
está en una posición distinta y es la oportunidad para que
pase a la ofensiva, a tratar de generar un recambio. Es lo que
hay que ver, viendo cómo reacciona la opinión pública
nacionalista en los próximos días y semanas y cómo se mueven
los distintos actores, para ver cuál de los dos efectos se
genera sobre Larrañaga. Pueden ser los dos, y eso va a
depender mucho en primer lugar de cómo se mueva él, y en
segundo lugar cómo se muevan los demás.
EC – Un dato indiscutible es el resultado en Paysandú, que es
su cuna política, el departamento del cual es intendente su
delfín político, Álvaro Lamas, quien casualmente se pronunció
por el Sí. Mientras Larrañaga se definía por el No, hacía una
campaña breve y después pasaba casi al silencio, Lamas hizo
campaña por el Sí y en Paysandú se obtuvo el mayor triunfo del
Sí: 71, 72%.
IAB – Exacto. Los números del Partido Nacional son medio
complicados para leer, porque ganó la Intendencia con ...no
recuerdo si el 37 o 38% del electorado, pero en la elección
parlamentaria había obtenido el 21, 22, 23%. ¿Cuál es ele
electorado al que llega el Partido Nacional: el que sacó en
octubre o el que sacó en mayo? En algunos departamentos se nos
plantea el problema de la disparidad fenomenal que tuvo el
Partido Nacional entre una elección y otra. El EP-FA también:
tuvo entre el 31 y el 40%, pero recordemos que a nivel
parlamentario ya había ganado y donde dentro del Partido
Nacional está la opción más opositora, tanto por lo que
encarnó Larrañaga como por lo que encarnó Lamas. Lo que pasa
es que cuando analizo la figura de Larrañaga no estoy
analizando al caudillo departamental sino a la figura que está
compitiendo a nivel presidencial.
EC – Te lo mencionaba porque da la impresión de que Alianza
Nacional jugó a dos puntas.
OAB – No diría que a dos puntas, porque da la impresión de un
juego deliberado estratégico, pero tuvo dentro de sí
posiciones en abanico, con gente por el No, gente por el Sí y
gente a la que no le gustaba ninguna de las dos. Las
diferencias del referéndum pasaron por dentro de Alianza
Nacional. Incluso la campaña de Lamas puede calificarse como
relativamente “light”, en parte por cierto pacto que se
atribuye en el sentido de que Larrañaga bajaba su perfil y lo
bajaba todo el conjunto de Alianza Nacional.
EC – Quedaba por analizar las repercusiones políticas dentro
del gobierno.
OAB – El gobierno queda bastante frenado en lo que pueda
pretender como reformas audaces. Primero, porque habló mucho
de reformas audaces pero planteó muy pocas. Y una de las pocas
que no era nada audaz era esta de Ancap.
Habría que ver qué pasos da el gobierno, pero va a estar con
los problemas de lo que esto lo golpea. Recordemos los giros
que hizo el presidente Lacalle después del referéndum de la
Ley de Empresas Públicas, cuando frenó todo un camino aunque
siguió haciendo determinado tipo de reformas en áreas menos
conflictivas que las que generó el referéndum de 1992.
En segundo lugar, hay que analizar (esto daría para un
análisis especial) cómo se va a leer todo esto por los
inversores extranjeros, cuando por un lado va a estar la
lectura del referéndum, por otro la lectura de lo que empiece
diciendo el doctor Tabaré Vázquez (digo de lo que empiece,
porque va a importar mucho lo que diga hoy y lo que diga en
meses siguientes, y el nivel de coherencia que exhiba en temas
considerados clave para los inversores).
Como tercer apunte, suena un poco preocupante esta reacción de
los empresarios contra la mayoría de la ciudadanía, expresando
algo así como que el país está perdiendo la oportunidad de
modernizarse... Hay que tener cuidado; los empresarios y
cualquiera deben tener claro que, si un pueblo se equivoca o
no, eso se sabe mucho tiempo después y los que pueden saberlo
no son los analistas políticos sino los historiadores. En lo
inmediato, siempre es muy difícil. Los pueblos, además, tienen
todo el derecho de equivocarse y sufrir las consecuencias y
acertar y sufrir los beneficios de hacerlo. El problema es que
en lo inmediato no es bueno que los dirigentes empresarios
tengan una asintonía con una manifestación tan fuerte de la
mayoría del electorado, cuando además se expresó en una forma
inequívoca. Porque si estuviéramos hablando, como en el
plebiscito de la reforma constitucional de 1996 cuando a las
dos de la mañana estábamos viendo si eran 50,5 o 49,9, vaya y
pase: pero estamos hablando de que una mayoría absoluta, clara
y holgada, manifiesta una posición que implica una fuerte
adhesión al Estado (después se podrá leer qué quiere decir ese
estatismo y hasta dónde va), hay que entender que ese el
estado de opinión del país, que no es coyuntural, que no es un
berrinche que se le ocurrió a la gente porque se levantó mal
el domingo, y que esos empresarios van a actuar en este país,
con esta sociedad.
Entonces, es bueno que la lectura sea cómo conjuga la acción
empresarial y de dirigencia empresarial en una sociedad que
piensa como lo manifestó ayer. Tendrán todo el derecho a
pensar que la mayoría está equivocada; ese es otro tema. Pero
tienen que convivir con esta sociedad y con una ciudadanía que
se expresa de esta manera. Cuando se piensa distinto, los
caminos son o el divorcio, que puede llevar a la
confrontación, o buscar los puentes y los puntos de contacto.
El primer puente que se puede trazar es tratar de entender por
qué la gente votó lo que votó.
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