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El nuevo gobierno.
Los miles de cargos y los juegos de poder
Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
Instalar un nuevo gobierno es complejo, porque no sólo hay que
programar medidas, sino que hay que formar un elenco, un gran
elenco. Hay que elegir gente, y en la selección de ese
personal no sólo juegan ambiciones personales sino también
juegos políticos que inciden, y vaya si inciden. “Los miles de
cargos y los juegos de poder en el nuevo gobierno” es el tema
que nos propone hoy el politólogo Oscar Bottinelli, director
de Factum.
***
EC - ¿Cuántos son los cargos que hay que nombrar?
OSCAR A. BOTTINELLI:
Cargos de distinto tipo, de distinta naturaleza; la cifra es
grande, más de 2.000.
EC - Qué impresionante…
OAB - Es impresionante. Esto es porque en Uruguay se fue
creciendo en la creación de distintas formas de cargos de
discrecionalidad del gobierno, desde cargos propiamente
políticos a cargos de particular confianza y otro tipo de
figuras que terminaron creando una estructura muy grande fuera
de las carreras funcionales y que cambian con los cambios de
los elencos de gobierno.
Es muy importante marcar que hay bastante confusión en cuanto
a las formas de designación, que no son sólo un problema
jurídico sino también político. Hay en principio tres grandes
formas.
EC - Veamos cuáles son.
OAB - Una son los cargos que nombran el presidente de la
República o el Poder Ejecutivo, entre los cuales tenemos que
distinguir entre los que designa exclusivamente el presidente
de la República, que son el prosecretario y el secretario de
la Presidencia, obviamente su staff privado, y el ministro del
Interior. Los demás son designados por el presidente de la
República en acuerdo con un ministro, con varios ministros o
con el Consejo de Ministros, lo que llamamos Poder Ejecutivo.
Algunos, ya por delegación de funciones, son designados por
los propios ministros, son los cargos que están más abajo en
el escalafón. Estos cargos nombrados por el Poder Ejecutivo y
el presidente son el grueso, lo más abundante.
Una segunda rama son los cargos que designa el Poder Ejecutivo
junto con el Parlamento, es decir con venia del Senado. Son
todos los directores de entes autónomos, de servicios
descentralizados, que si bien no son tantos –estamos hablando
de un centenar–, son de mucho peso político. En algunos casos
estos entes autónomos a su vez designan otros cargos; por
ejemplo del Banco República y el Banco de Previsión Social
surge la designación de República AFAP.
Luego tenemos un tercer tipo de cargos en cuya designación no
intervienen para nada ni el presidente como tal ni el Poder
Ejecutivo, sino que son designados o elegidos exclusivamente
por el Parlamento. Son por un lado los cargos propiamente
parlamentarios, como secretarios, prosecretarios de las
cámaras, miembros de la Comisión Administrativa del Poder
Legislativo, y también los mal llamados organismos de
contralor, el Tribunal de Cuentas, que sí es un organismo de
contralor, y la Corte Electoral, que es un poder del Estado,
es otro tipo de Poder Judicial, es la cabeza de la Justicia
Electoral. El presidente de la República no tiene nada que
ver; otra cosa es que el doctor Tabaré Vázquez, líder del
Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), intervenga en esa
calidad, como han intervenido en las negociaciones todos los
líderes políticos –Julio María Sanguinetti, Luis Alberto
Lacalle, en fin–. Jurídica y formalmente son elegidos por el
Parlamento, el Tribunal de Cuentas por dos tercios de la
Asamblea General y en el caso de la Corte Electoral cinco de
sus nueve miembros son elegidos por la Asamblea General por
dos tercios de votos –recordemos que la Asamblea General es la
reunión de las dos cámaras en forma conjunta– y los cuatro
restantes por representación partidaria y por proporcionalidad
entre los partidos. Son los únicos cargos en todo el Estado no
electivos o electivos en segundo grado en los que esta
elección se realiza por partido y por proporcionalidad entre
partidos. Proporcionalidad en base a los votos de los
legisladores, no en base a los votos obtenidos en las
elecciones.
Entonces el primer tema que tenemos es entender que hay
distintas vías de designación.
EC - ¿Cuáles son los cargos con representación partidaria y
ajuste matemático, por decirlo de alguna manera?
OAB - Desde el punto de vista formal únicamente estos cuatro
cargos de la Corte Electoral. Lo que ocurre es que los cargos
que nombran el Poder Ejecutivo y el presidente son designados
libremente, es un criterio político. Normalmente el criterio
seguido es buscar que haya apoyo parlamentario, que además es
lo que orienta la Constitución de la República.
En la medida en que el EP-FA tiene mayoría parlamentaria
propia puede nombrar todo de sí mismo o abrir el juego, pero
con mucha libertad, ya que no hay ningún condicionamiento
externo para tener que designar gente de fuera de su espectro
político.
En los entes autónomos y servicios descentralizados es
diferente, aquí sí se requiere venia con 18 votos en el
Senado, y el FA no los tiene, tiene 17 votos. Obviamente le
quedan dos caminos. Uno es conseguir el voto 18 –que puede
conseguir– e ir a una confrontación entre la mayoría y la
minoría en el Parlamento, que de alguna manera fue lo que
recibió, porque el FA fue excluido de los entes autónomos en
los últimos tres gobiernos; la última vez los directores de
los entes autónomos fueron designados apenas con los votos
justos para excluirlo, con 19 votos.
El otro camino es el que está transitando –que es volver al
esquema que existió en Uruguay entre 1985 y 1990–, que todo el
sistema político esté representado en los entes autónomos. Ya
no es un tema matemático sino un tema de diálogo y amplitud
política para tener un mejor manejo en las relaciones
gobierno-oposición.
EC - Sí, incluso ha trascendido que en los directorios de los
entes podría manejarse la proporción exacta del resultado
electoral, o sea para el EP el 50 por ciento, para el Partido
Nacional (PN) el 30 por ciento, para el Partido Colorado (PC)
el 10, e incluso algún cargo para el Partido Independiente (PI).
OAB - Sí, se ha dicho eso, pero la proporción exacta es un
poco distinta; como se maneja sobre votos válidos estaríamos
hablando de 52 por ciento para el FA, casi 35 por ciento para
el PN, 10 casi 11 para el PC y 2 para el PI.
Pero aquí viene un tema que hemos analizado en varias
oportunidades a lo largo de los años aquí En Perspectiva. Es
el famoso tema del reparto político. El problema es que cada
vez que se sale del reparto político –palabra que se usa en
forma muy despectiva– se complican los criterios de
designación. Este gobierno en principio va camino a dos
criterios diferentes, el de reparto político con ajuste
matemático perfecto entre los partidos, pero sin reparto
político con ajuste matemático perfecto dentro de la mayoría.
EC - Dentro del EP.
OAB - Dentro del EP-FA-NM. ¿Qué quiere decir esto? Esto
habilita complicaciones, porque cuando se dice “hay que llevar
a los cargos a los más capaces” el problema es que rara vez
hay una única persona capaz para un cargo, generalmente hay
más de una; ¿por qué se elige más a uno que a otro? Primero,
este criterio no se va a aplicar fuera del EP, vale decir: si
se considera que el más capaz para UTE o Antel es un blanco o
un colorado el criterio no se va a aplicar, ahí va a ser el
criterio matemático de mayorías, minorías, cinco, tres, uno.
Dentro del EP-FA se dice “vamos a buscar el más capaz”, pero
ya están apareciendo algunos gruñidos de los que dicen “nos
tocan pocos cargos”. Algo de esto hay en estos rechines que ha
provocado José Mujica en estos días.
¿Qué quiere decir pocos cargos? ¿Por qué pocos? ¿Por qué
pueden ser pocos uno o dos ministros para el MPP cuando no hay
ninguno para el 26 de Marzo? ¿Qué es lo que diferencia a uno
del otro? ¿La cantidad de gente capaz? No sé, podría nombrarse
un tribunal para ver quién tiene más gente capaz, pero lo
obvio es que lo que los diferencia es la cantidad de votos. Es
un criterio que la izquierda nunca quiso asumir explícitamente
y que tiene que ver con la realidad de que los votos son el
respaldo popular que tiene cada uno y la democracia en
definitiva es el juego de eso. El problema es que la izquierda
ahora se encuentra con que está obligada a aproximarse a un
criterio que criticó muchísimas veces.
***
EC - Para cerrar, ¿cómo se va a dilucidar esto, además
teniendo en cuenta el estilo personal del doctor Tabaré
Vázquez?
OAB - Tenemos el siguiente problema: mientras los partidos
tradicionales tenían reglas de juego previas claras,
implícitas o explícitas, aquí faltan reglas, por lo tanto algo
que habilita que haya conflictos es que las reglas se vayan
creando sobre la marcha. Hay falta de experiencia en los
manejos, esto se vio en que se arrancó hablando de cambios
institucionales en la estructura del gabinete que
aparentemente eran menos pensados de lo que se suponía y
enredarán bastante la conformación del nuevo gabinete. Es
bastante complicado designar un gabinete que todavía no se ha
diseñado y cuyos cambios requieren todo un trámite y un
proceso legislativo. Eso complicó bastante.
Además en este recambio de gabinete hay aspectos técnicos,
como por ejemplo la creación de un ministerio de políticas
sociales, que puede ser transformación de otro, o el famoso
ministerio de la producción que, como todo indicaba, iba
camino a una especie de ministerio de economía competitivo y
por lo tanto ya no era un tema de diseño del gabinete sino un
tema muy claro de juego de poder.
En general, a título de inventario y a cuenta de otro
análisis, decimos que en los juegos de poder hay un montón de
elementos de conflicto.
Un elemento es el estilo personal de Vázquez, que es muy
individual, muy reservado, no maneja fluidamente el diálogo ni
ha ido elaborando colectivamente las decisiones. Elaborar
colectivamente no quiere decir, como alguien ha dicho por ahí,
colegializar el gobierno, porque Sanguinetti nunca lo
colegializó pero tuvo un diálogo bastante fluido con el resto
de su partido y en el segundo gobierno en el cogobierno que
tuvo con el PN. Ese estilo personal lleva a que muchas veces
el rechine público sea la respuesta a la falta de diálogo en
privado.
Otro elemento es la búsqueda por parte de los distintos
sectores de dominio o control de áreas específicas del
gobierno, cuando hay una postura de Vázquez de no querer que
haya “chacras”, es decir que haya un grupo dominando un área,
“éste la economía, éste lo social, éste tal cosa, éste tal
otra”.
Por otro lado está creciendo –se ve en el conflicto sobre el
agua– una lucha ideológica o entre modelos. Claramente aparece
Astori en una concepción de gobierno, la Vertiente más o menos
en la misma, y está apareciendo una línea fuertemente opuesta
capitaneando en el Espacio 90 y la 1001.
En tercer lugar hay una lucha por el poder, por el mayor peso
o por mejorar la correlación de fuerzas entre los distintos
sectores o por lograr expresar lo que tuvieron en el plano
electoral en peso en los cargos de gobierno. Eso está
fuertemente planteado.
Por otro lado hay lucha de liderazgos. Detrás de estos
rechines de José Mujica hay no sólo un tema de defensa de
espacios para la 609, una búsqueda de espacios de poder, una
búsqueda de mayor peso, sino también un juego de empezar a
manejar la relación Mujica-Vázquez en un plano diferente del
de los otros líderes de sectores con Vázquez. Mujica está
tratando de plantarse en un igual a igual con el presidente
electo, que de alguna manera también es la forma en que se
está manejando Danilo Astori. Esto va a crear muchas
complicaciones en los juegos de poder futuros.
Todo esto requiere un análisis mucho más minucioso y
desagregado. |