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Entre el progresismo y el frenteamplismo
Oscar A. Bottinelli.
EMILIANO COTELO:
Hoy varios son los desafíos que afronta la izquierda en su
nueva etapa como gobierno. Uno de ellos, que no es tan menor
como podría parecer, es el de definir un nombre oficial y
claro para la fuerza política, denominada hoy con el largo y
complicado título de Encuentro Progresista-Frente
Amplio-Nueva Mayoría. El politólogo Oscar
Bottinelli, director de Factum, analiza este problema a
partir del dilema entre el progresismo y el frenteamplismo.
***
Oscar, ubiquemos el problema.
OSCAR A. BOTTINELLI:
El problema es que un nombre de esta naturaleza es casi no
tener nombre. Esta largura que tiene la denominación,
compuesta además por tres conceptos, cada uno de los cuales
de dos palabras, lleva a que luego cada uno elija aquel en
el que quiera poner más énfasis. Rafael Michelini habla de
“Nueva Mayoría", Las dirigencias de “Encuentro Progresista”
y la gente de “Frente Amplio”. ¿Cuál
es la fuerza política? Al final uno termina hablando del
gobierno “de la izquierda”, como un resumen, o antes antes
de incorporarse la Nueva Mayoría, usar Encuentro Progresista-Frente
Amplio, pero ahora agregarle Nueva Mayoría
hace demasiado larga cada frase que uno quiera pronunciar.
EC - Los periodistas hacemos lo que podemos, algunas veces
decimos Encuentro Progresista, algunas veces decimos Frente
Amplio, otras veces decimos Encuentro Progresista-Frente
Amplio... Hay variantes según cómo ande uno de espacio.
OAB - Exacto, además en cada frase uno no puede decir “el
Partido Colorado, el Partido Nacional y el Encuentro
Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría”, cuando termina de
decir la frase ya ni siquiera pronuncia las palabras como la
gente. Lo que vemos de un lado es que el nombre Encuentro
Progresista desde
hace 11 años viene siendo la referencia al conjunto que
hacen casi todos los dirigentes de esa fuerza política,
hablan del Encuentro Progresista, se reunió el Encuentro
Progresista, el Encuentro Progresista va a hacer tal cosa.
La propaganda oficial de la fuerza política –lo vimos en las
campañas hacia octubre y hacia mayo– habla del progresismo,
del voto progresista, recordemos que en una de las
elecciones los carteles que se distribuían decían “casa
progresista”, “auto progresista”. En las dos últimas
campañas centrales, es decir las que hizo la candidatura
central, la fuerza política central, la de octubre y la
municipal, uno vio que fue muy colorida, variopinta, de una
gama de colores, nunca aparecieron los colores rojo, azul y
blanco, salvo al final en Montevideo, cuando se vio que la
izquierda iba a tener una caída muy grande si no rescataba
la identidad y tiraba al candidato hacia la simbología
central. Se usaron muchos símbolos, muchos de ellos
complejos, el de la “F” y la “A” entrelazadas no apareció en
ningún momento en la propaganda central, no se mencionó el
frenteamplismo y se apeló al progresismo. Al punto que hubo
un aviso que fue bastante exótico y, según lo que hemos
visto, a la gente común le costó interpretar qué quería
decir, que era una apelación a que en todos los
departamentos se votaran candidatos progresistas.
La excepción a esta regla fueron algunos sectores que
apelaron al rojo, azul y blanco, incluyendo algunos sectores
no frenteamplistas que usaron los colores rojo, azul y
blanco y buscaron lograr un puente con una masa que al
frenteamplismo le importaba.
EC - ¿A quiénes aludes?
OAB - Se vio por ejemplo el uso en algunos elementos del
Nuevo Espacio. Entonces acá tenemos un planteo qué es lo que
pasa con las dirigencias y vemos que la gran mayoría de los
periodistas y de los analistas políticos usa exclusivamente
la expresión Encuentro Progresista, al extremo de equivocarse. En las
transmisiones del 31 de octubre y 8 de mayo escuchamos decir
“estamos en la casa del Encuentro Progresista” cuando estaban en la sede del
Frente Amplio
en la calle Colonia. O hemos oído decir “se reúne el
plenario del Encuentro Progresista”, a tal punto que a órganos exclusivamente
del Frente Amplio tampoco se les menciona como Frente
Amplio.
EC - Porque siguen funcionando por un lado los organismos
del Frente Amplio y por otro los del Encuentro Progresista, más allá de que con la
Nueva Mayoría hay
instancias de coordinación.
OAB - Hay algunas instancias de coordinación, ese es todo
otro tema, e incluso el otro día se instaló la Agrupación de
Gobierno del Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva
Mayoría, ahí se supone que están todos, y más
que todos, porque apareció integrando ese grupo el ministro
Jorge Lepra que se supone que ni siquiera votó a Vázquez a
la Presidencia. Esto es lo vemos en el planteo del problema
y la postura de la dirigencia, periodistas y analistas.
EC - ¿Cuál es la actitud de la gente?
OAB – La actitud de la gente fue notoria. En octubre y mayo
en todo el país los actos, las caravanas, los gritos
emblemáticos de la gente estaban referidos al
frenteamplismo. Esto es algo que cualquiera puede comprobar,
no creo que nadie haya escuchado que en la calle se gritara
“¡viva el Encuentro Progresista!” En la caravana alguna solitaria presencia de
una bandera encuentrista se vio, en los festejos de
Maldonado, por ejemplo, creo que no se vio ninguna.
Analicemos las encuestas cuando se exploran dicotomías. Por
ejemplo, entre frenteamplsitas y progresistas, el 93 por
ciento de los votantes o simpatizantes de esta fuerza
política hoy oficialista se define como frenteamplistas;
como progresistas, el 7 por ciento. Si hacemos la dicotomía
entre frenteamplistas y encuentristas... Frenteamplista se
define el 98 por ciento y encuentristas, el 2 por. Si
ponemos las tres opciones el 93 por ciento se define
frenteamplista, el 5 por ciento progresista y el 2 por
ciento encuentrista. La gente que no vota, ahí hay un
ejercicio interesante, cuando se le pregunta cómo se llaman
los tres grandes partidos de Uruguay, contesta “Partido
Colorado, Partido Nacional y Frente Amplio”, eso es lo
contesta la gente. Es una rarísima excepción que aparezca
alguien diciendo Encuentro Progresista en lugar de Frente
Amplio. Es muy excepcional que en una encuesta la gente
común conteste “Encuentro Progresista”. Más aún, si a la
gente se le hace el ejercicio de si conoce al Encuentro
Progresista hay un
porcentaje elevado de gente hablando. Cuando se le pide que
identifique los candidatos la sorpresa que se puede
encontrar es que a intendentes que la gente considera que
hicieron mucha obra en su departamento se los considera progresiats, sean blancos, sean colorados, sean
frenteamplistas, sean de izquierda o sean de derecha. Lo
curioso del aviso que mencionamos de “vote candidatos
progresistas”, es que la gente lo sintió como algo así como
votar a la gente honrada, gente que se preocupe por los
demás, gente que haga obra, no apareció como invocación a
votar a un partido político determinado.
EC - ¿Qué es lo que indica esto entonces?
OAB . Indica la importancia de lo que es la identidad. La
identidad no es algo menor. El sentirse perteneciendo a un
grupo es una necesidad del ser humano, el sentir ser parte
de una misma cosa con otras personas, con las que se
comparten emociones, valores vivencias. El no haber
entendido la fuerza de la identidad fue sin duda una de las
causas del fracaso de la vieja dirección comunista cuando
quiso romper con la identidad, fue uno de los elementos que
la llevaron a la pérdida de la conducción del partido. La
izquierda uruguaya construyó una identidad en torno al
Frente Amplio y,
como identidad, en torno a los símbolos que expresan esa
identidad: la bandera tricolor, la “F” y la “A”
entrelazadas, los colores rojo, azul y blanco como
emblemáticos. A lo largo de toda su historia, desde su
nacimiento, el Frente Amplio vio permanentemente cuestionada su
identidad, su naturaleza y su existencia. Y por otro lado
aparece un fenómeno social que fue creado por la gente y
muchas veces forzado y a contrapelo de las propias
dirigencias.
EC - ¿Cómo se explica esa conducta de los dirigentes?
OAB - Hay tres o cuatro explicaciones. Una que uno diría que
es la más vieja, la que tiene el origen, que adhiere al
Frente Amplio
como una concepción y no como un partido. Si uno ve que es
una coalición, un bloque de fuerzas independientes que
pactan para un período determinado, un bloque no tiene
identidad, es algo coyuntural, las identidades son las
partes componentes. Este origen, al cual adhieren muy
fuertemente algunos componentes o muchos componentes del
Frente Amplio,
es el que lleva a no sentirse identificado.
En segundo lugar, no del todo contradictorio con lo
anterior, está la teoría de una izquierda que crece por
agregaciones y por etapas, sumando partes, sumando conjuntos
separados. Una primera etapa se llamó Frente Amplio, una segunda
Encuentro Progresista y
algunos aspiraban a que la tercera se llamara Nueva Mayoría, cada una
sustituyendo a la anterior, entonces se ve que cada etapa
tiene un nombre y que no hay una identificación en
particular con cada una sino con ideas, propósitos,
programas, objetivos o sensibilidades.
Hay una tercera de que las denominaciones son episódicas. La
expresó en diciembre de 2003 Mujica cuando dijo que los
nombres se cambian como la ropa que cuando está vieja se
puede tirar y poner otra, que no hacen a la cosa.
Y podemos agregar otra: que en determinado momento el
frenteamplismo quedó identificado con el general Seregni, la
lucha por el cambio de liderazgo hacía que se viera al
Encuentro Progresista
como lo apegado a Tabaré Vázquez y el Frente Amplio como lo apegado a
Seregni. Esto desapareció a partir de 1996, 1997, 1998, pero
le dio fuerza a la oposición, a la dicotomía Frente
Amplio-Encuentro Progresista.
EC - ¿Esto puede seguir así?
OAB - Ya hay dos lustros y pico de una dirigencia dispuesta
a sustituir al frenteamplismo por otra cosa, por el
progresismo, sin duda hubo un esfuerzo formidable desde la
centralidad de las campañas electorales por que el
frenteamplismo no apareciera, por sustituir al Frente Amplio por el
Encuentro Progresista
u otra cosa. Repito: ha hecho mucho el periodismo, han hecho
mucho los analistas políticos por tratar de hablar de
Encuentro Progresista y
no de Frente Amplio. El resultado es que este esfuerzo central no pudo
con una identidad, un sentimiento y un conocimiento
populares. Alguna vez dijimos que fue el fracaso de
marketing más estruendoso del mundo no poder imponer una
marca contra la marca sentida por la gente.
Esta es la realidad que tiene la izquierda que genera una
crisis de identidad a la larga, una crisis de denominación,
de pertenencia, de simbología, y esto necesariamente tiene
que ser saldado porque una disociación de esta naturaleza,
que se agravó con el agregado de Nueva Mayoría, no resiste demasiado
tiempo. Probablemente la resolución esté muy ligada a otro
tema, que es la resolución del aspecto estructural y
orgánico de la fuerza política, sobre el cual se empieza a
discutir en estos días.
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