|
Uruguay y Argentina: del 10 de marzo al 5 de abril
Oscar A. Bottinelli.
Versión no corregida por
el expositor
EMILIANO COTELO:
La suspensión de dos encuentros presidenciales y los
diferendos del gobierno con Botnia crean una nueva situación
en esta crisis entre Argentina y Uruguay. El politólogo
Oscar Bottinelli, director de Factum, toma hoy este tema
para su análisis de los viernes. El título: “Uruguay y
Argentina: del 10 de marzo al 5 de abril”.
***
Oscar, es un tema difícil de analizar.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Sí, es difícil el tema en sí mismo. Por un lado porque
siempre hay una parte reservada pero sobre todo porque
tomando todo lo que es público en Argentina y Uruguay, hay
diferencias de lectura, porque lo que se lee del lado
argentino son cosas muy diferentes de las que el gobierno
uruguayo expresa leer del lado argentino. Cuando uno ve lo
que sale en televisión, en los diarios, sobre todo en
informes de analistas políticos, la visión no coincide con
la que el gobierno uruguayo trasmite de lo que ve sobre
Argentina. La percepción es que en algunos de los
cortocircuitos en Uruguay falta alguna lectura fina, algún
análisis y alguna comprensión profunda del otro, de cuál es
su contexto y que pueden ocurrir diagnósticos equivocados.
Sobre el último cortocircuito que dio lugar a la suspensión
de la reunión en Anchorena esta semana hay algunas lecturas
en Argentina que consideran que ya había una decisión de
Kirchner de no hacer el encuentro antes de saber que Botnia
suspendía sólo por diez días.
Hay que tener claro cuando se analiza que una cosa es la
diferencia de opciones políticas, eso entra en el juego
político, se puede considerar que el país debe ser más
blando o más duro, pero otra cosa es la claridad en ver los
caminos, los aciertos o errores en la aplicación de una
política, que no es un tema ideológico, es técnico. Lo que
es político-ideológico es elegir el camino, pero luego cómo
recorrerlo es un tema técnico.
En cuanto a los aciertos o errores en el diagnóstico, me
venía a la memoria una frase de un director de la CIA de
hace muchos años, que escribiendo unas memorias decía: “El
90 o el 95 de la información que maneja la CIA es pública,
el tema está en saber analizarla y procesarla, tener buen
diagnóstico”.
EC - Tú proponías un diagnóstico concentrado en un período
de tiempo, del 10 de marzo al 5 de abril. Empecemos por
ocuparnos de cómo se veía esta situación al 10 de marzo.
OAB - El 10 de marzo fue el viernes previo a la asunción de
Michelle Bachelet como presidenta de Chile.
EC - Por eso elegiste esa fecha.
OAB - El viernes sale el presidente Tabaré Vázquez de
Uruguay y en Carrasco ratifica contundentemente la tesis que
hasta ese momento era única y unánime en Uruguay.
Había dos tesis. Una tesis argentina de que aquí había dos
temas interrelacionados –que de alguna manera es de lo que
se sigue hablando–, de un lado piquetes que cortan los
puentes y del otro plantas que se están construyendo, y para
Argentina debía haber un intercambio de gestos. La posición
uruguaya hasta ese momento era: acá hay dos temas, el de las
plantas se verá después, pero hay uno previo que es el
bloqueo internacional de un país, mientras esto no salga no
puede haber negociación sobre el segundo tema. Esa fue la
posición uruguaya clara e inequívoca hasta el 10 de marzo.
Vázquez el 10 de marzo estaba en la cúspide de su mandato,
realmente tenía todo un país atrás, había un estado de la
sociedad de apoyo al presidente, todo el sistema político,
los sindicatos, los empresarios, en una línea absolutamente
clara y firme, todo el que hablaba en Argentina –nos tocó
muchísimas veces a nivel de analistas– siempre expresaba que
la posición uruguaya era muy sólida y muy clara.
Con respecto al acuerdo en Santiago de Chile con Kirchner,
recordemos que toda esa semana se negó el acuerdo, pero
luego todos los pasos posteriores lo han confirmado, hubo
efectivamente el intento de gestos, de cambiar piquetes por
detención de las plantas. El embajador Bustillo fue muy
claro, inequívoco en Telenoticias, cuando se levanta el
piquete en Gualeguaychú inmediatamente dice: “Bueno, ahora,
como se acordó, tiene que venir el gesto de las plantas”. Y
en Argentina siempre se creyó que había habido un acuerdo, y
si no lo hubo lo importante es que del otro lado se creía
que había. Esa era la situación al viernes.
EC - ¿Y cómo ves que queda la situación ahora, al 5 de
abril?
OAB - Estamos manejando el 5 porque la cosa es dinámica. Al
miércoles, anteayer, producido el cortocircuito de la no
realización de la cumbre presidencial en Anchorena, había
habido dos sucesivos fracasos de encuentros presidenciales,
y el retorno a los cortes.
La foto hoy es de un país dividido, claramente el Uruguay de
hoy no es el del 10 de marzo, hay mucha menos confiabilidad
en el presidente, por lo pronto medio país está en una
actitud de discrepancia y falta de confianza en este tema.
Pero además hay muchos elementos de que gente que apoya al
oficialismo, que votó al oficialismo, no tiene hoy confianza
en o tranquilidad por lo que está haciendo el gobierno.
Además en este período se están confirmando muchos desgastes
de piezas del gobierno. Hay un claro desgaste del canciller;
hay una pieza clave, que es el secretario de la Presidencia,
que ya sea por la negociación en sí misma y los
cortocircuitos que tuvo por los errores de apreciación
jurídico-diplomática en algunas soluciones que propuso –como
hacer juicios en Argentina, como adjudicar públicamente a
Botnia la responsabilidad–, que ha sufrido un importante
desgaste, sin duda hoy el secretario de la Presidencia tiene
un desgaste que no tenía el 10 de marzo. Y el gobierno ha
sufrido el desgaste del vicepresidente, debería ser otro
tema, pero recordemos que también ayudó alguna intervención
sobre el conflicto uruguayo-argentino. Y la eficacia en los
pasillos del embajador en Buenos Aires está cuestionada.
EC - Esto en cuanto a cómo están las cosas al 5 de abril del
lado uruguayo.
OAB - Del lado argentino se observa con mucha claridad -no
es cuestión de tener micrófonos ocultos para ver qué dicen
en Casa Rosada, sale en los diarios, sobre todo en las
publicaciones especializadas, lo manejan los analistas
políticos– que la lectura es que Uruguay efectivamente hoy
está dividido, que en Uruguay ha crecido un nacionalismo
exacerbado y que el presidente está acosado por ese
nacionalismo, por la oposición y por las divisiones y es
débil.
Esto es importante, en toda negociación está el peligro de
esa línea delgadísima que separa la flexibilidad de la
debilidad. Hace pocos días fue citada en un canal de
televisión aquella entrevista entre el enviado del
presidente Kennedy, John Goodwin, y el Che Guevara, que se
hizo acá en Montevideo en un apartamento en avenida Brasil,
donde Guevara, que estaba muy preocupado por el giro hacia
la órbita soviética de Cuba, trasmite, en nombre del
gobierno cubano, tres ofertas a Estados Unidos para poder
bajar la tensión y solucionar los problemas. Pero, lejos de
un acuerdo, eso fue leído por el gobierno estadounidense y
por el presidente Kennedy como una debilidad y fortaleció la
línea más dura contra Cuba. Este es un problema, cuando
Uruguay flexibiliza hay que ver si se está entendiendo que
es una flexibilización o si se está entendiendo que es un
debilitamiento.
EC - ¿Hay algún otro episodio que valga la pena destacar?
OAB - Sí, uno es el de Ámbito Financiero, que ya salió en
algunos medios de prensa, que señala algo que estaba en los
rumores en los días siguientes al 4, 5 de abril, que es el
que texto de acuerdo entre Uruguay y Argentina había sido
otra vez rechazado básicamente por la cancillería argentina,
que había convencido al presidente, y que había una decisión
de no hacer la cumbre de Anchorena ya antes de saberse lo de
Botnia, que lo de Botnia fue tomado como “qué bien que nos
viene ahora para trasladar a la empresa la responsabilidad
de una cumbre que no queremos hacer”. Esto es lo que se está
trasmitiendo, hay una línea de versiones en Argentina sobre
esto, que coincide con esa visión gruesa del canciller
Taiana que no es de dureza por se, sino que considera que es
mucho mejor para Argentina recurrir a La Haya que a una
comisión mixta, salvo que esta, más que un carácter de
comisión técnica, tuviera una postura arbitral que obligara
a Uruguay a sus conclusiones.
EC - Esa visión es muy distinta de la que quedó de
manifiesto en la conferencia de prensa del doctor Gonzalo
Fernández el martes. En esa oportunidad el argumento
principal que manejó Fernández fue que Botnia no se avenía a
suspender las obras hasta 45 días, que era lo que se estaba
reclamando del lado argentino y por eso la cumbre fracasaba.
Fue muy insistente en la crítica a Botnia.
OAB - Eso tiene un segundo aspecto, pero lo importante es
que todo el mundo coincide en que Argentina trasmite esa
versión a Uruguay. Pero una cosa es lo que Argentina
trasmite a Uruguay y otra cosa es si efectivamente esa era
la única causa de la negativa argentina. Son dos temas
diferentes.
EC - Había otro tema conectado con la forma como se manejó
el doctor Gonzalo Fernández el martes.
OAB - Gonzalo Fernández, que está actuando en un rol que no
es el de secretario de la Presidencia sino, efectivamente,
el de una especie de primer ministro, por lo menos un primer
ministro en un área determinada o un equivalente al jefe de
gabinete en la estructura argentina, hace una dura
calificación de una inversión importantísima en Uruguay. Por
otra parte se notó la ausencia del ministro de Economía, en
un tema tan importante para la política económica de este
gobierno, que ha marcado como una prioridad las inversiones
extranjeras, se hace una calificación como la que hace el
gobierno a través del secretario de la Presidencia y no
aparece el ministro de Economía.
Otra cosa es que inmediatamente empezaron canales reservados
hacia Botnia que terminaron en la reunión de ayer hablando
como en una especie de estallido. En los gobiernos no puede
haber estallidos, los gobiernos dan señales públicas, y el
hecho de que aplaque con Botnia no deja tranquilo a todo el
mundo. Es notorio que en este momento algunas inversiones en
Fray Bentos no tienen el ritmo que tenían hace un mes,
porque se han generado muchas dudas sobre el tema.
Y ha aparecido un gobierno manejando temas, como este de las
inversiones, en compartimentos estancos, unas eran las
señales que daba al país y al mundo el secretario de la
Presidencia pero al mismo momento era otro el discurso que
estaba haciendo el ministro de Economía en Brasil, como si
no tuviera ningún tipo de coincidencia y sin ver el clima
que se está generando en Fray Bentos de cierta incertidumbre
y temores por todo este tema.
***
EC - ¿Algunas conclusiones?
OAB - Más allá de que está en juego una nueva propuesta
uruguaya, camine un poco más esto, camine un poco menos, lo
cierto es que todo este tema y este conflicto van a durar
con mayores decibeles o menores decibeles. Se ve como que
estamos en un cambio a través de etapas, un cambio de etapa
fue entre el 10 y el 11 de marzo y se está en un nuevo
cambio de etapa, donde la etapa que viene tiene que ver con
esta situación de las plantas de celulosa y con todo el
manejo de la política exterior y la inserción internacional
de Uruguay. Da la impresión de que al propio gobierno, al
presidente de la República, les conviene, y al país le
conviene, para dar una imagen más de fuerza y de unidad
–como tenía al 10 de marzo–, bajar la pelota al piso.
No sólo hay que rediseñar la estrategia de relacionamiento
con Argentina y de inserción internacional; además Uruguay
está necesitando repensar los métodos de acción en materia
de relacionamiento internacional, un cambio sustancial de
procedimiento, porque es notorio que ha habido muchos
cortocircuitos del lado uruguayo en los procedimientos que
emplea. Por ejemplo, no puede haber estas declaraciones en
caliente, y no estoy hablando sólo del secretario de la
Presidencia, sino también del presidente de la República, de
aquellas negaciones con énfasis total que hizo de las
declaraciones conjuntas con Kirchner, estos zigzagueos que
en política internacional cuestan y mucho, y la necesidad de
reunificar al país, de transformar estos temas en causa
nacional. Le sirve al presidente, no sólo al país, abrir el
diálogo en forma más fuerte con toda la oposición y llevar
esto como una política de Estado, que era lo que parecía que
se iba manejando entre el verano y el mes de marzo.
A Uruguay le cuesta mucho, es la lectura que se hace, cuando
aparece como un país dividido con fuertes controversias y
cuestionamientos en la política exterior, el gobierno
uruguayo para tener fuerza tiene que tener al país atrás,
algo que en general ha ocurrido en los grandes temas, con
una serie de excepciones que en su momento habrá que listar,
pero lo tuvo desde 1985 en adelante, se manejó en general
con políticas de Estado, salvo, por supuesto, algunas cosas,
como la declaración oficial sobre la guerra de Irak o la
ruptura de relaciones con Cuba, para señalar un par de
hechos en los que claramente no hubo una posición única del
país.
|