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Los procesamientos con prisión de Juan María Bordaberry y
Juan Carlos Blanco.
¿Un punto de inflexión en el proceso posdictadura?
Oscar A. Bottinelli.
Versión no corregida por
el expositor
EMILIANO COTELO:
“Los procesamientos con prisión de Juan María Bordaberry y
Juan Carlos Blanco. ¿Un punto de inflexión en el proceso
posdictadura?” Ese es el título del análisis que nos propone
el politólogo Oscar A. Bottinelli.
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Oscar, difícil agarrar este tema en caliente y cuando
todavía falta tanta información.
OSCAR A. BOTTINELLI:
Es demasiado prematuro para llamarle análisis, son apenas
unos bosquejos medio deshilvanados.
EC - Algunos apuntes. Empecemos por el tipo de salida que
eligió Uruguay de la dictadura a la democracia.
OAB - Este tema fue objeto de algunos análisis nuestros, sin
duda Uruguay logró una salida consensuada –hay que leer
muchos libros publicados de uruguayos y de analistas
extranjeros–, cerró el pasado y la transición terminó
definitivamente el 16 de abril de 1989. Pero hace seis años
empezamos a ver que no estaba cerrada, que se empezaba a
remover y lo que ocurrió ayer marca un hito. Hay que
cuidarse mucho de decir cuál es el hito, porque todos
dijimos que había sido cuando procesaron al grupo de
militares. Son hitos, y quizás este es mucho más simbólico e
importante porque marca una línea diferente de la salida que
eligió Uruguay en un tiempo histórico diferente, con
generaciones distintas predominando en la vida del país.
Eso es lo primero que tenemos que ver, lo cual abre todo un
interrogante, porque las reacciones que ya se venían viendo
de antes, y algunas de ahora marcan que hay por un lado un
espíritu dominante de cierta alegría, independientemente de
que esté bien o mal el fallo, de que haya una pena, por más
simbólica que pueda ser, a quien fue el máximo responsable
del golpe de Estado, y por otro lado voces que alertan que
tienen temores.
EC - Estamos ante un fallo que implica el procesamiento con
prisión de Juan María Bordaberry y Juan Carlos Blanco por
coautoría de homicidio especialmente agravada con cuatro
muertos: Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario
Barredo y William Whitelaw, los hechos del año 1976. Un
parte que hasta ahora es muy breve y sin detalles sobre los
argumentos y sobre las razones del juez.
OAB - Todo un tema –no es el mío– es el debate jurídico que
se va a abrir a partir de este momento. Para eso se necesita
conocer el auto de procesamiento. Recordemos que hay una
distinción muy grande entre lo político y lo jurídico, desde
el punto de vista jurídico un procesamiento no implica
demasiadas cosas más que que hay semiplena prueba para abrir
un proceso, pero desde el punto de vista político es
recibido como un síntoma de culpabilidad decretada. Tenemos
que ser claros en que la reacción política de la sociedad es
mucho más fuerte que lo que jurídicamente implica un
procesamiento.
EC - Estamos hablando de un procesamiento, no de una
condena.
OAB - Después tiene que venir el juicio de primera
instancia, una apelación, etcétera, y la condena definitiva.
Políticamente las sociedades reaccionan sin esperar las
condenas y los juicios están dados generalmente por el auto
de procesamiento.
Lo que habría que ver del fallo analizado políticamente es
por qué línea incursionó el juez, si estos son
procesamientos normales, es decir, se descubrió que hay
pruebas de que él fue el autor intelectual y ordenó la
muerte, o si se va más a las doctrinas internacionales tipo
Nüremberg o los tribunales sobre la ex Yugoslavia, que
apuntaban a las responsabilidades objetivas, a las
responsabilidades políticas, “creó los hechos para que tal
cosa se produjera”.
Esto es políticamente muy importante. Cualquiera de los dos
caminos va a dar lugar a una controversia jurídica
fenomenal, pero eso es tema de juristas. Desde el punto de
vista político el ir por el camino conocido como la doctrina
de Nüremberg estaría implicando un cambio muy fuerte en la
concepción penal en Uruguay.
EC - ¿Qué pasa de ahora en adelante? ¿Qué implica esta
decisión para el futuro?
OAB - Primero, esto como los procesamientos de los
militares, como la aparición de los restos totales o
fragmentos de algunos considerados desaparecidos, está
implicando un éxito muy grande del presidente de la
República. Así lo ve un segmento muy importante del país,
posiblemente mayoritario, y es un nuevo hecho que fortalece
al presidente. Políticamente es un dato bastante nítido.
Segundo, esto plantea qué pasa, si esto es realmente un
reabrir el pasado y, como temen algunos, Uruguay de ahora en
adelante se agita en un nuevo debate sobre lo que pasó en
los años sesenta y setenta, o si es un segundo camino que
clausura el tema, una vez establecida una responsabilidad
máxima sobre unas muertes que son consideradas simbólicas,
que engloban toda la persecución que hubo y cierra el tema.
Algunos consideran que esto es el comienzo, que no puede
quedar así. Ya lo venían sosteniendo con los militares
procesados: hay muchas responsabilidades, muchas muertes,
muchos desaparecidos, pero además hay torturados, prisiones
arbitrarias o en condiciones violatorias de los derechos
humanos, y esto implicaría la necesidad de continuar con
muchos más juicios. Es decir que se abre un abanico
realmente muy extenso.
EC - Dentro del cual figura incluso la campaña que ahora se
va a lanzar para anular la ley de caducidad.
OAB - Efectivamente, yo estaba analizando las reacciones
políticas. Obviamente está el tema de los instrumentos
jurídicos, que es una discusión muy complicada, si una ley
puede ser anulada o no. En general se sostiene que las leyes
son derogadas, pero si una ley es derogada no genera efectos
retroactivos, por lo tanto la amnistía que vino a generar,
la caducidad del delito, ya operó. Son muchos los temas
jurídicos que van a estar de por medio. Una de las tesis que
sostienen los defensores de la ley de caducidad, sobre todo
desde el ángulo político, es que la caducidad ya operó y por
lo tanto se está violentando la legalidad. Desde el punto de
vista formal, jurídico, la discusión va a ser muy grande,
pero desde el ángulo de nuestro análisis Uruguay ahora se
apronta a un gran debate en el que se da esta circunstancia:
quedan mucho mejor parados los que defienden esto que está
ocurriendo, porque a aquellos que cuestionen la reapertura
del pasado eso les va a significar que se los vea como
solidarios con esos hechos del pasado. Una de las
debilidades que tienen quienes sostienen que esto reabre el
debate, que el país se divide, que no se mira el futuro, es
que mucha gente los va a ver como que están defendiendo la
dictadura, cuando efectivamente no implica necesariamente
eso, se puede estar totalmente en contra de la dictadura y
estar de acuerdo en cerrar. Es un debate que comienza medio
desigual.
Por otro lado, los sectores que dicen que esto empieza y no
termina crean el riesgo para el gobierno –que ha tenido un
gran éxito con todo esto– de no tener forma de poner punto
final y verse arrastrado a una continuidad de hechos aunque
no lo quiera. A partir de este procesamiento, que pasa a ser
uno de los grandes hechos políticos de este año, queda muy
abierto el futuro inmediato.
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