EMILIANO COTELO:
El viernes pasado el
politólogo Oscar A.
Bottinelli, director
de Factum, inició
una serie de
análisis sobre los
actores políticos,
con vistas al
segundo ciclo
electoral del siglo
XXI, o sea, al
proceso electoral
que ahora se viene.
Hoy se detiene en la
arquitectura
electoral de estos
comicios que se
aproximan y el
título que nos
propone es: “Hacia
una competencia
electoral
bipartidista, el
diferente rol de los
partidos”.
***
¿Cómo empezaron el
viernes pasado? Yo
no estaba,
recordanos.
OSCAR A. BOTTINELLI:
El viernes pasado
iniciamos esto,
buscando un análisis
más profundo -no
meramente quedarnos
en la anécdota de la
carrera electoral- y
se hizo un análisis
del papel del
Partido
Independiente.
Pero antes de
proseguir los
análisis es
necesario estudiar
la actual
arquitectura de
partidos en Uruguay,
es decir el formato
de partidos.
EC – Capaz que el
término arquitectura
de los partidos
asusta un poco a los
oyentes ¿de qué se
trata?
OAB – Bueno, saber
cómo está
construida, cuál es
el diseño del
sistema de partidos.
Uruguay tuvo un
sistema bipartidista
desde la
instauración del
Estado moderno,
puede decirse
incluso desde antes
del Estado moderno;
pero desde el Estado
que se construye
entre 1910 y 1925
hasta comienzos de
1972, cuando se
instala un
parlamento donde ya
no es bipartidista,
producto de las
elecciones del 71.
Bipartidismo no
quiere decir que hay
solo dos partidos,
sino que solo hay
dos partidos que
disputan el gobierno
y representan más o
menos cerca del 90%
del electorado o de
las bancas. En
Uruguay es lo mismo
hablar de bancas que
votos porque tenemos
un sistema de
proporcionalidad
pura donde un 1% de
votos es un 1% de
diputados.
En el auge de aquel
bipartidismo
blanco-colorado no
hubo sólo dos
partidos, hubo
siempre no menos de
cuatro o cinco
partidos: la Unión
Cívica del Uruguay,
el Partido
Socialista, el
Partido Comunista en
una época, en otra
el Partido Demócrata
Cristiano, la Unión
Popular, el Frente
Izquierda de
Liberación, o
solamente el PVC y
el Fidel.
Normalmente hay un
indicador, se llama
el número efectivo
de partidos que
construyeron
Taagepera & Laakso que
proporcionando el
peso de los partidos
mide cuál es el
número real o
efectivo y Uruguay
no se movió siempre
del 2,3 o 2,4 que es
una definición del
sistema
bipartidista.
Luego, roto el
bipartidismo,
tuvimos cinco
elecciones y los
consiguientes
períodos de gobierno
de más de dos
partidos: en el 71,
84, 89, 94 y 99 se
puede decir que
tuvimos de dos y
medio a tres
partidos efectivos.
El indicador éste ya
iba de 2,7 a 3,3, el
tope precisamente
fue en la elección
de 1989, fue la más
tripartidista desde
el punto de vista
cuantitativo.
Ahora, desde la
última elección se
ha vuelto a otro
bipartidismo. Se
pasó de un
bipartidismo
fundacional
colorado-blanco a lo
que apunta a ser un
nuevo bipartidismo
frenteamplista-blanco.
Precisamente, el
número efectivo de
partidos de hoy,
2,4, es el mismo que
había en la época
del bipartidismo
blanco-colorado.
Se llega a este
bipartidismo, yo
diría que una cosa
nunca imaginada,
porque cuando por
ejemplo, el general
Seregni, desde el
ángulo del Frente
Amplio que quería
plantear un
escenario binario a
la opinión pública,
hablaba de dos
grandes países, un
país con dos grandes
corrientes, se
enojaba el Partido
Nacional y se
enojaba Wilson
Ferreira Aldunate
porque sostenía que
sugería la
desaparición del
Partido Nacional, y
sin embargo, el que
desaparece como uno
de los grandes
partidos en la
última elección es
el Partido Colorado
y no el Partido
Nacional, esto sería
quizás lo
sorprendente del
bipartidismo al que
se arriba.
EC – ¿Qué más si
seguimos avanzando
en esto de la
arquitectura de los
partidos en Uruguay?
OAB – El tema es
que, por otro lado,
pese a que Uruguay
tuvo un bipartidismo
a lo largo de buena
parte del siglo
pasado, ha sido un
país de mayorías
relativas y no de
mayorías absolutas,
las excepciones han
sido las mayorías
absolutas. En los
últimos setenta años
sólo en cuatro
elecciones el
partido ganador pasó
el 50%.
EC – Estamos
justamente en uno de
esos casos ahora.
OAB – Estamos en uno
de esos casos.
Fueron en el 42 con
el 57%, en el 50 con
el 52%, en el 54 con
el 50,6%.
EC – En esos tres
casos fueron
triunfos del Partido
Colorado.
OAB – Claro, todo un
período de dominio
colorado. El Partido
Nacional nunca tuvo
mayoría absoluta y
ahora el Frente
Amplio con el 51,7%
que, dicho sea de
paso, no es el
porcentaje más alto,
sino el tercero en
el ranking de
porcentajes más
altos de los últimos
setenta años.
EC – Claro, tú
estabas recordando
que en el 42 el
Partido Colorado
tuvo 57,2%.
OAB – Exactamente,
pero en el 50
también tuvo 52,3%.
Pero en bancas, ahí
sí, se produce
alguna
desproporcionalidad.
Hubo otras dos
elecciones en que sí
hubo mayoría
absoluta de un solo
partido, aunque no
haya habido mayoría
absoluta en votos,
que fue el Partido
Nacional en el 58
-que ahí obtuvo 51
diputados- y el
Partido Colorado en
el 66 -que obtuvo 50
diputados-.
Esta elección del
2004, en que el
Frente obtiene 52
diputados, es la
primera mayoría
absoluta en bancas
de casi cuatro
décadas y en votos
de medio siglo de
distancia.
Esto es para marcar
cómo en Uruguay la
mayoría absoluta de
votos y de bancas no
es lo normal ni lo
excepcional, aún en
bipartidismo.
EC – Volviendo a lo
que nos ocupa en
este ciclo de
análisis que tú has
iniciado, lo que se
viene, esta
competencia
electoral que se
acerca ¿va a ser
entonces una
competencia
bipartidista?
OAB – Las encuestas
indican que se está
consolidando un
bipartidismo: dos
partidos que sumados
están arriba o
entorno al 80% y, a
una distancia
enorme, un tercer
partido por debajo
del 10%. Al menos
las tres encuestas
de más peso en el
país coinciden en
eso.
La diferencia con
otros momentos
históricos del país
es que hoy no se
nota una aceptación
total de parte del
Partido Colorado de
el lugar en que está
ubicado y le parece
que es una
minusvaloración
decir que en Uruguay
hay un bipartidismo,
porque es un cambio
histórico en su rol
que analizaremos el
viernes próximo.
Pero también no
confundir con que
bipartidismo quiere
decir que hay dos
partidos que
importan y los demás
son accesorios.
Porque los otros
partidos tienen, en
un país justamente
donde es difícil la
mayoría absoluta,
papeles altamente
significativos.
La Unión Cívica en
Uruguay fue
funcional al
gobierno de
presidencia de Luis
Batlle del 47 al 51
para que pudiera, en
determinados
momentos en la
aprobación de
determinados
instrumentos, tener
mayoría absoluta,
porque tenían 47
diputados y
necesitaba 50 que
los aportaba la
Unión Cívica.
Lo mismo pasó con el
Partido Demócrata
Cristiano en el
período 63-67, el
Partido Nacional
tenía solo 47
diputados. El PDC es
decisivo en
determinados
momentos, tanto para
elegir la
presidencia de la
cámara, como para la
aprobación de normas
presupuestales.
Luego, ya tenemos en
el 90-95, 95-2000,
2000-2005 que
Partido Colorado y
Partido Nacional –es
verdad, estábamos en
un bipartidismo-
forman coaliciones o
entendimientos de
gobierno donde no es
un sólo partido el
que gobierna.
Para un gobierno no
frenteamplista, por
más que estemos en
una arquitectura
bipartidista, es
decisivo el Partido
Colorado, porque lo
que parece muy claro
es que el Partido
Nacional por sí solo
es muy difícil que
pueda obtener la
mayoría absoluta de
las bancas y de los
votos. Ahí el
Partido Colorado es
decisivo tanto en un
balotaje, como en
una conformación de
gobierno. Y el
Partido
Independiente
también puede llegar
a tener un rol
decisivo en la
conformación de
mayorías del tipo
que fuere.
Es decir, no hay que
confundir que una
cosa es un sistema
bipartidista donde
hay dos grandes
actores relevantes
-que ese es un tema
cuantitativo y no
necesariamente de
gusto-, y por otro
lado, que los
partidos que no
integran ese
bipartidismo no son
partidos auxiliares.
Según como se den
los resultados
electorales pueden
ser partidos
altamente decisivos.
Pensemos que, no
para formar mayorías
de gobierno, pero sí
para que hubiera o
no dos tercios en el
país, fue decisivo
el papel del Nuevo
Espacio en la
legislatura que fue
del 1995 al 2000.
Era el cuarto
partido que pasaba a
ser decisivo, según
se aliara con unos o
con otros, en que
hubiera dos tercios
en la Asamblea
General.
***
EC – Continuamos con
este ciclo el
viernes próximo ¿de
qué manera, cuáles
son los próximos
capítulos?
OAB – La idea es el
próximo viernes ya
entrar, a partir de
esta ubicación, en
el análisis del
Partido Colorado, el
esfuerzo que tiene
que hacer, no sólo
para crecer, sino
para tratar de ver
si este bipartidismo
no se consolida, o
sino, cómo adaptarse
a un juego
bipartidista que es
diferente a su papel
tradicional.