EMILIANO COTELO:
Uno de los hechos
destacados de esta
campaña electoral,
además de la tercera
candidatura en el
Frente Amplio, ha
sido, en estos días,
en el Partido
Nacional la
presentación de los
economistas o
equipos económicos
de los dos
precandidatos
principales.
El politólogo Oscar
A. Bottinelli,
director de Factum,
va más atrás y nos
propone analizar la
relación entre
economistas y
política. El título:
“En la era de los
economistas como
elemento esencial en
la política
uruguaya”.
***
EC – ¿Por dónde
empezamos?
OSCAR A. BOTTINELLI:
Empecemos un poco
lejos, con
anterioridad al
Golpe de Estado;
varias décadas
anteriores rara vez
se oía hablar de los
economistas como un
elemento central de
la política. Los
economistas eran una
rara avis técnica,
se hablaba más,
incluso, de los
políticos
hacendistas, una
palabra que se usaba
mucho -los
dominadores de la
hacienda pública,
del manejo de los
presupuestos, de los
impuestos, de los
que manejaban las
finanzas-.
Recordemos que el
Ministerio de
Economía se llamaba
Ministerio de
Hacienda.
Y cuando se usaba el
término economista,
se hablaba de un
economista que casi
siempre se hablaba
de algún abogado
ducho en economía,
como Carlos Quijano,
como Eduardo Acevedo
Álvarez, o de
hacendista un
escribano Ledo
Arroyo Torres.
Además, la profesión
de economista fue
muy tardía en este
país y los primeros
economistas en
política mencionados
como tales: “el
economista”, eran
todos contadores de
título: César
Charlone. El término
economista a
Charlone se le
empieza a aplicar en
la segunda etapa de
él, ya en los años
60; a Juan Eduardo
Azzini, Enrique
Iglesias, Samuel
Lichtenstein,
Alberto Couriel. Más
hacia el final del
período Danilo
Astori, Ricardo
Zerbino, para
mencionar algunos de
estos contadores
economistas.
También es verdad
que tampoco se
discutía demasiado
economía en los
debates políticos y
en las campañas
electorales. A nadie
se le ocurría
preguntarle a un
candidato –como se
hace ahora-: “Bueno,
todo muy bien, pero
a quién tiene usted
en Economía”; sonaba
muy raro. Y si se
tocaba algo que
tenía que ver con la
economía, se lo
consideraba más
desde lo
estrictamente
político o cuasi
filosófico.
Para dar un ejemplo:
una reforma
estructural como la
reforma cambiaria y
monetaria de 1960,
se discutía sobre la
base si terminaba o
no el modelo
batllista, si
suponía o no la
sujeción al
imperialismo y al
Fondo Monetario
Internacional. Es
decir, la discusión
económica de fondo
por supuesto se daba
y se realizaba en el
Parlamento, aunque
era como una cosa
técnica que no era
de dominio público,
no era lo que
llegaba a la opinión
pública.
También, para no
mirar sólo afuera,
sino en casa, en
aquella época
tampoco se hablaba
de sociólogos ni
encuestadores y
mucho menos de
politólogos.
EC – Pero ahora las
cosas no son así.
Entonces, ¿cuándo o
cómo empezó este
cambio, cuándo
apareció el papel
creciente de los
economistas en el
debate político?
OB – Primero, la
salida del período
de facto significó
un papel central
para los economistas
y también,
probablemente, para
tomar conciencia de
la importancia de lo
económico en la
política, que no se
tenía con esa
claridad antes.
Además, antes de la
salida
institucional, en un
país que no se podía
hablar abiertamente
de política, se
hablaba de política
desde la economía,
es decir,
economistas que al
hablar de economía
subrepticiamente
hacían política…
EC – …Era una de las
formas para eludir
la censura…
OB – …De las tantas,
pero una que
determinó la
aparición en nivel
central de los
economistas como
personajes
políticos. Y además
–repito- tomar
conciencia de la
importancia de la
economía sobre la
política.
En segundo lugar
porque uno de los
cambios fue pasar de
las grandes ideas o
modelos de sociedad,
esas discusiones más
genéricas a más
concreto (qué se
hace con el empleo,
la inflación, el
comercio exterior,
los impuestos, el
Estado y demás
cosas). Es decir,
también hay un mayor
aterrizaje en el
debate político a la
etapa anterior.
Entonces empezaron
dos cosas: lo
primero, que ningún
candidato de un
partido o sector
empezó a animarse a
presentarse en
público sin un
economista al lado.
Lo segundo: que los
economistas
empezaron a tener un
papel directo en la
política misma como
políticos. Es un
tema para estudiar
que este
protagonismo es
paralelo al
creciente descenso
de la participación
de los abogados en
los cargos
electivos, que es un
tema también muy
interesante.
EC – ¿Y cuándo se
acentuó este
fenómeno? No es
estrictamente de
ahora, ¿no?
OB – No, empieza
durante la dictadura
y la salida; ya en
la campaña de 1984
empiezan las
conferencias y mesas
redondas de los
políticos, por un
lado, de los
economistas de cada
partido por el otro.
Elección tras
elección su
participación es más
fuerte y en este
sentido es muy
importante el rol,
por ejemplo, que
cumple Astori al
pasar en 1989 del
papel de técnico al
de político. Ese año
fue candidato a
vicepresidente de la
República y primer
candidato al Senado
de todas las listas
del Frente Amplio y
en 2004 la famosa
jugada de Tabaré
Vázquez cuando pocos
días después de las
elecciones
preliminares
sorprende al
anunciar la
designación de
Astori como futuro
ministro de Economía
para el caso de
ganar la elección.
EC – De a poquito
has ido llegando a
las fechas actuales,
estás llegando a la
campaña electoral ya
vigente y al tema
que mencionábamos en
la introducción: la
presentación de los
economistas y
equipos económicos
por parte de los
precandidatos.
OB – Efectivamente.
En el Frente Amplio
esto viene retrasado
o parcialmente
retrasado.
Obviamente Astori no
necesita presentar a
su economista,
aunque no sólo es él
el economista, sino
también es
economista su
director de campaña,
uno de los números
dos de su equipo
económico en el
Ministerio como es
Fernando Lorenzo…
EC – …Sí, de todos
modos, Astori,
cuando se lo
preguntamos esta
semana, rechazó
contestar sobre este
punto y descartó
confirmar que
Fernando Lorenzo
pudiera ser su
ministro de
Economía.
OB – Claro, pero es
un equipo que tiene
a Astori de
economista, Fernando
Lorenzo de
economista, Mario
Vergara, que no
puede hacer política
pública, también
como economista; la
pregunta ahí está
demás.
Ahora, lo suyo es
relevante: se dieron
casi simultáneamente
en todo el Partido
Nacional en los
primeros días de
febrero, en donde,
además, empezó un
juego de
contrapuntos en la
materia económica.
Por un lado, Jorge
Larrañaga presenta
oficialmente como su
economista a Javier
De Haedo. Recordemos
que muy joven ocupó
los cargos de
relevancia en el
último gobierno
blanco como
viceministro de
Economía primero,
después ya en el
gabinete como
director de
Planeamiento. De
Haedo, además, se
incorpora a un grupo
en el que además
aparece Sergio
Abreu. Recordemos
que Abreu es el
parlamentario de
Alianza Nacional que
maneja los temas
económicos y la
figura que en la
campaña electoral
aparecía debatiendo
en el rol del
economista.
También la figura
joven que apareció
en la campaña pasada
de una persona del
staff directo de
Larrañaga como
Washington Ribeiro.
Luis Alberto Lacalle,
por su lado,
presentó un equipo
de alrededor de 15
técnicos ligados a
la economía y las
finanzas.
Para mencionar los
más conocidos
públicamente o ya
ocuparon cargos de
gobierno: José Luis
Puig, Jorge Caumont,
Gustavo Licandro,
Andrés Pieroni,
Rosario Patrón, Ana
María Acosta y Lara,
y el caso de Fanny
Trilesinsky, que
proviene del Partido
Colorado y
anteriormente del
Nuevo Espacio.
EC – Pero tú decías:
no es solamente un
tema de nombres, hay
también otro tipo de
contrapuntos.
OB – Son
contrapuntos
variados sobre temas
de fondo, es decir,
más allá de la
contraposición de
cada uno presentar
su equipo, su o sus
economistas. Y este
contrapunto tuvo un
punto alto en el
tema de las
relaciones con el
Fondo Monetario
Internacional.
Lacalle y su gente
marcaron la
necesidad de Uruguay
de recurrir al FMI.
Según el sector de
Unidad Nacional,
según Lacalle, es el
mejor auxilio cuando
los números
demuestren que se
gastó todo lo ganado
en estos años de
bonanza y haya que
enfrentar la crisis
fiscal; esa es la
tesis que expone.
Y por el lado de
Larrañaga, Javier De
Haedo manejó una
línea opuesta en
cuanto a la
solución, también
hablando de los
riesgos que se va a
enfrentar cuando
empiece a golpear la
crisis, pero rechazó
recurrir al FMI
diciendo que eso
puede ser sólo en
última instancia,
como el último de
los recursos. Y ahí
hubo un contrapunto
muy fuerte con dos
posturas de
estrategia económica
muy diferentes entre
los dos
precandidatos, que
también se vio en
algunos
chisporroteos de
otros temas.
EC – Sí, el centro
del debate fue qué
condicionamientos
implica recurrir al
FMI, ¿no?
OB – Claro, y
también hubo
diferencias sobre la
evaluación de los
números fiscales e
indicadores que
presenta el
gobierno, etcétera.
Fue un contrapunto
variado, hemos
tomado un ejemplo.
EC – Para terminar
volvemos al Frente
Amplio…
OB – …Lo que queda
claro es que este
juego de
presentación o de la
gran figura, o de un
gran equipo que se
dio en el Partido
Nacional, marca un
contrapunto que
parecería que tendrá
su espejo en el
Frente Amplio, donde
ya hablamos de lo de
Astori,
particularmente a
José Mujica y Marcos
Carámbula se les
requiere responder
esta inquietud de a
quién tienen en
Economía. Eso sale
de la gente, de los
periodistas, y allí
deberán exhibir a su
economista o a su
equipo de expertos
en economía y
finanzas, o, lisa y
llanamente, salir a
embestir contra el
tema; también cabe
esa posibilidad,
contra el papel
estelar de su
economista. Es
decir, lo que
importa es quién
traza el rumbo del
país en general y
después se verá
quién es el técnico
que se elige para
cada cosa.
Está abierto el
juego, pero, sin
duda, en algún
momento van a
empezar a aterrizar
las preguntas por
este lado.