EMILIANO COTELO:
El viernes pasado,
al presentar y
analizar la última
Encuesta Nacional
Factum, el
politólogo Oscar A.
Bottinelli destacó
el hecho inédito de
que a un mes de las
elecciones crezcan
los indecisos cuando
la tendencia normal
es la contraria, o
sea un proceso de
permanente
reducción.
Hoy, el director de
Factum analiza cómo
son esos indecisos y
propone como título:
“Esos molestos y
decisivos
indecisos”.
***
EC – ¿Por dónde
empezamos?
OSCAR A. BOTTINELLI:
Primero el volumen
de los indecisos.
Vamos a llamar
indecisos a la suma
de los indefinidos,
a la gente que no
tiene una
orientación, una
definición hacia
ningún partido
político, y
pondremos en la
bolsa los votos en
blanco y anulados –a
esta altura no está
del todo claro si el
que dice “blanco” o
“anulado” va a votar
en blanco o si
todavía es un
indeciso. Todo lo
que no es un voto
afirmativo hacia un
partido político es
el 10,5% del país.
Vamos a describirlo
brevemente en
porcentaje sobre el
total del
electorado. En
Montevideo vive el
3,9% de los
uruguayos indecisos
y en el interior el
6,6%, está casi 2 a
1. Por edades, entre
los jóvenes está el
2,8% de los
indecisos; en los
adultos medios el
3,6%; en los mayores
el 4,1%. Como en
este tramo de edad
son más o menos
parejos en cantidad
de gente, a mayor
edad hay más
indecisos. Acá es
interesante que en
los hombres está el
3,5% de los
indecisos y en las
mujeres el 7%; si
bien es verdad que
hay más mujeres
votantes que hombres
-alrededor de 55-45%
es la proporción- en
los indecisos es 2 a
1, hay mucho más
mujeres indecisas.
Y por educación
tenemos que en la
gente que hizo
exclusivamente
educación primaria
está el 3,3% de los
indecisos; la mitad
de los indecisos
está entre la gente
que hizo
exclusivamente
secundaria, 5,3%; y
los menos entre la
gente que ha hecho
educación terciaria,
universitaria
–completa e
incompleta–, que es
el 1,9% de los
indecisos.
Entonces como
resumen tenemos que
el indeciso es, en
una forma
prevalente, mujer,
vive en el interior,
es de educación
media, y hay más
indecisos a mayor
edad.
EC – ¿Y qué pasa con
ese 10,5% de
indecisos si lo
estudiamos desde el
punto de vista de
las simpatías o de
los orígenes
políticos?
OAB – Acá es muy
interesante el tema.
Hay muchas maneras
de mirar al
indeciso, pero
básicamente es
importante primero
mirar qué simpatía
está manifestando
hoy hacia partidos o
candidatos o si no
manifiesta ninguna
simpatía hacia lo
qué votó hace cinco
años. Entonces
encontramos que el
5,7% de los
indecisos está entre
los que manifiestan
simpatía por el
Frente Amplio, por
Mujica-Astori o
votaron al Frente en
2004; la mayoría de
los indecisos son de
origen o simpatía
frenteamplista.
Con simpatía por el
Partido Nacional,
por Lacalle, o
Larrañaga o que
votaron al Partido
Nacional en 2004, es
el 2,7% de los
indecisos.
Partido Colorado,
Bordaberry, o
votaron colorado en
la elección
anterior, 1,3%.
Los “irreductibles”
son el 0,8% –casi
todos nuevos
votantes–, no
manifiestan simpatía
por nadie y son los
más ocultos en la
radiografía.
Hay que prestar
atención a que
cuando uno dice que
la mayoría son
“originarios” del
Frente Amplio no
quiere decir que su
destino sea el
Frente Amplio. Si
tiene simpatía por
el FA o lo votaron
-se puede decir que
pertenece a una
cultura
frenteamplista, o a
una cultura blanca o
a una cultura
colorada- pero tiene
desencanto o enojo
con ese origen, por
algo está indeciso,
y a su vez tampoco
lo está atrayendo
otro. Esto hay que
tenerlo claro para
no decir que
entonces “los
votos se suman a...”.
Por ahora hay que
ver qué decanta, si
la atracción por esa
cultura de la cual
viene o el
desencanto o el
enojo que tiene
hacia ese lado.
EC – Vamos a ir
viendo cada uno de
esos grupos de
indecisos. En el
caso de los
indecisos de origen
frenteamplista, ¿por
qué están indecisos?
OAB – Todo indeciso
es un desencantado
de una lado y un no
encantado por el
otro, esto hay
tenerlo siempre en
cuenta. ¿Acá dónde
está su desencanto?
Fundamentalmente los
que aparecen con
mucha fuerza son:
seguridad pública,
hay una
insatisfacción
generalizada de la
población con el
estado de la
seguridad pública y
lo que ha hecho el
gobierno en la
materia; con el IRPF
pero más
genéricamente uno
diría que el IRPF es
la expresión de
desencanto de un
sector que siente
que este gobierno lo
perjudicó o no lo
benefició o lo
desalentó, que se
considera el sector
más dinámico y
capacitado de la
sociedad, integrado
por profesionales,
pequeños y medianos
emprendedores, altos
ejecutivos o
trabajadores
capacitados, muy
dinámicos. Sobre
todo está la idea de
que cuando el Frente
Amplio habló de que
el que gane más
pague más, la gente
se imaginó un
triángulo invertido:
cuanto más se iba
ganando, más se iba
a pagar. Y la
reforma resultó un
rombo: hasta
determinado nivel,
que es básicamente
la clase media, paga
más y después viene
una serie de
regímenes,
exenciones,
promociones,
devoluciones de
impuestos que puede
llegar a que cuanto
más poderoso sea el
contribuyente menos
sea lo que
proporcionalmente
pague. Esto es uno
de los elementos más
fuertes de
disconformidad que
ha generado el IRPF.
Y después están
también -pero es un
tema que lo
analizamos en otra
pregunta- los miedos
a Mujica.
EC – ¿Y qué hace el
Frente Amplio para
intentar recapturar
a esos indecisos de
origen
frenteamplista?
OAB – Yo diría que
lo lleva al límite
de su lealtad, más
bien busca
expulsarlos, porque
le habla de las
bondades de este
gobierno en materia
de seguridad
pública. Acá es
importante el cambio
operado. Cuando la
jornada de Factum,
Deloitte y El
Espectador en el
Radisson, en el
primer folleto que
lanza el Frente
Amplio la línea era
entender la reacción
de la gente y
responder a eso.
Luego hubo una
arremetida, una
protesta de Tabaré
Vázquez y los
socialistas que
sintieron que no se
valoraba lo que
había hecho el
gobierno. El Frente
cambió el discurso y
ahora quiere
demostrarle a la
gente todo lo bueno
que hizo en materia
de seguridad
pública, lo cual
podrá ser correcto
-eso es otro tema-
pero la gente
considera que no lo
fue. El Frente le
está diciendo a la
gente que está
desencantada con la
seguridad pública
que hizo las cosas
bien, por lo tanto
la gente piensa que
va a seguir
haciéndolas igual y
por lo tanto no
espere nada del
Frente en seguridad
pública. Eso es lo
que piensa el
indeciso.
Y lo otro es que
habla de las grandes
bondades de la
Reforma Tributaria,
es decir, si no le
gusta la sopa, dos
platos. Y para colmo
“ningunea” a la
clase media porque
dice que no existe,
que no se sabe lo
que es. Son formas
de tratar que ese
indeciso de cultura
frenteamplista se
vaya del todo
empujado desde el
Frente Amplio.
¿Por qué no se van a
los partidos
tradicionales si
pasa esto? Porque
tienen una imagen
negativa de ellos y
en particular muy
acentuada en la
forma de hacer
política por parte
de los partidos
tradicionales.
EC – ¿Y qué hace el
Partido Nacional
para tratar de
capturar a esos
indecisos con
inclinación
frenteamplista o con
simpatía
frenteamplista?
OAB – En seguridad
pública diría que no
hace las cosas ni
bien ni mal, en
general tiene un
discurso que puede
atender a la
preocupación de esta
gente, no aparece
demasiado
convincente, con
planes concretos,
realizables sino con
ideas fuertes y
vagas. En cuanto al
IRPF, ha sentido que
le han dicho que
queda, que algún
día, cuando las
cuentas lo permitan,
comenzará a ser
modificado. Por lo
tanto le dice que “es
un árbol del paisaje”,
y en el momento de
decidir el voto el
indeciso empieza a
pensar en otras
cosas y ya no en
este; el IRPF le
podrá servir como
enojo pero no como
solución.
Últimamente también
hay algunas señales
dadas por el Partido
Nacional que lo
posicionan más como
un partido de clase
alta y por lo tanto
que no sintoniza
tanto con la clase
media, donde podría
sintonizar con mucha
facilidad.
Luego está el tema
de los ataques a
Mujica. Para este
indeciso de origen
frenteamplista, los
ataques a Mujica
suenan a comunicado
de las Fuerzas
Conjuntas, a las
marchas militares.
Porque el temor que
la gente tiene con
Mujica –y esto es lo
importante– no es
que Uruguay se
convierta en
Venezuela ni que sea
otro Chávez ni que
el país pase a ser,
para citar una
palabra del
candidato blanco, “una
republiqueta
soviética”.
El temor que le
tiene a Mujica es
otro, y lo insinuó
Larrañaga cuando
dijo “no
me preocupa el
Mujica de ayer sino
el de hoy y el de
mañana”, el
Mujica que como dice
una cosa dice la
otra, el que pueda
provocar conflictos
internacionales por
hablar de más. Le
teme que sea una
especie de redición
de una faceta muy
fuerte de la
personalidad de
Jorge Batlle que se
vio en el gobierno
pasado, por ahí está
el temor y no por el
lado del
guerrillero,
tupamaro, chavista,
le están errando a
la línea de ataque.
***
EC – ¿Qué pasa con
los indecisos de
origen blanco y
colorado?
OAB – El Partido
Colorado comenzó a
acomodar el cuerpo,
recordemos que
empezó a hablar
-esto fue muy nítido
en la jornada que
hicimos Factum,
Deloitte y El
Espectador- con un
mensaje que a
nosotros nos pareció
un poco desenfocado
de pretender ser un
actor en el
balotaje. Ahora
tiene un discurso
más realista,
abierto, flexible,
tolerante, y
apelando a un voto
parlamentario.
Entonces el Partido
Colorado está
sintonizando con esa
flexibilidad, esa
apertura, esa
tolerancia, más con
un indeciso que está
también moviéndose
con mucho
desconcierto.
El problema más bien
lo tiene el Partido
Nacional, que no ha
hecho un diagnóstico
de por qué la gente
de su origen
político está
indecisa. No logra
entender dónde está
el desencanto. Y uno
diría que en gran
medida está en la
forma de hacer
política: el
clientelismo, la
política menor, la
disputa por los
cargos. Por ejemplo,
en las últimas
semanas se exhibió
con mucha fuerza el
episodio de Perdomo,
que se iba de
Alianza Nacional, se
habló de que hasta
podía haber fractura
en la fórmula
presidencial, que no
se iba a permitir
que se acumularan
los votos al Senado
con Unidad Nacional.
Después todo el lío
de los pactos para
armar la lista, no
armarla, los
criterios del
armado, es decir
todas las señales
que han generado
desencanto hacia los
partidos
tradicionales. El
Partido Colorado ha
entrado en un
proceso muy claro de
renovación y el
Partido Nacional
está exhibiendo esa
forma de hacer
política.
A esto se suma la
política del ataque,
de la crítica, hasta
de la difamación; la
política de
propuesta y
convocatoria aparece
y desaparece a lo
largo de la campaña
electoral. Entonces
por ahí hay una
desilusión y todos
estos mensajes están
reforzando esa
desilusión hacia el
Partido Nacional o
hacia los partidos
tradicionales como
un conjunto de este
segmento de los
indecisos.
EC – ¿Y por qué el
Frente Amplio no
capta a esos
indecisos de origen
blanco y colorado?
OAB – Por muchas
razones, unas
cuantas similares a
las que generan
desilusión en los
propio originarios
del Frente Amplio.
El tema seguridad
pública, el tema
reforma tributaria,
a lo que hay que
agregar las
inseguridades que
genera Mujica, lo
que consideran
soberbia de Astori y
distanciamiento suyo
con la clase media.
También hay que
hablar del
corporativismo que
disgusta y asusta
mucho -entendido
como la acción de
sindicatos, de
grupos de interés
que presionan y
obtienen cosas del
gobierno-, también
lo que muchos ven
como un estilo que
consideran
demagógico y
facilista de Tabaré
Vázquez. Por ahí
están los rechazos
hacia el Frente
Amplio de estos
indecisos
desencantados con su
propio origen.
Y no hay nada en el
discurso del Frente
Amplio que combata
esas visiones
negativas. Vimos que
el Frente Amplio no
hacía ese discurso
para recapturar a
los suyos y menos lo
hace para captar a
los que vienen desde
el otro lado al
suyo.
EC – Para terminar,
¿las conclusiones
cuáles son?
OAB – Los indecisos
se van a definir,
sin duda. En un país
de voto obligatorio
y de tradición
contraria al voto en
blanco -que la gente
considera un voto
perdido-, se van a
definir. Cuando
decidan van a
definir y van a
definir el destino
del país, el 25 de
octubre van a
definir el
Parlamento, van a
definir si ese día
hay o no presidente
o si va a haber
balotaje, y si hay
balotaje el 29 de
noviembre van a
definir el
presidente, eso no
cabe duda. Pero van
a decidir pese al
enorme esfuerzo de
cada grupo político
para volcarlo en
contra suyo y a
favor del
adversario.
Realmente es una
campaña bastante
insólita, es la
campaña electoral
más negativa, de más
bajo nivel del
último cuarto de
siglo o medio siglo,
y uno está viendo
también que es la
más chapucera, la
que tiene mayor
cantidad de errores
cometidos por los
partidos y los
candidatos. Estos
sin duda son
elementos que llevan
a que aumente el
número de indecisos
cuando se acerca la
elección, al
contrario de lo
normal. Es el
proceso inverso.