El
Frente, Montevideo y el interior
Oscar
A. Bottinelli
A tres meses de las próximas
elecciones (de la segunda vuelta del ciclo
electoral 1999-2000) la Intendencia Municipal de
Montevideo ha iniciado una ofensiva comunicacional
tendiente a generar la imagen de que el gobierno
nacional discrimina a Montevideo, o que el gobierno
discrimina a la Intendencia Municipal de
Montevideo. Paralelamente, la comuna capitalina se
apresta a fortalecer una línea persecutoria
de los vehículos matriculados en el interior
que circulan en Montevideo. Independientemente de
la intención que tuvieren quienes deciden
estas estrategias, el momento en que se desarrollan
determina que impacten directamente sobre la
contienda electoral. Pasan pues a ser estrategias
electorales del Frente Amplio en su
confrontación con los otros partidos; no
importa si la intención no fue impactar en
la contienda ni tampoco importa si la
decisión fue tomada por la cúpula
municipal; tampoco interesa si la conducción
frenteamplista tomó conocimiento o estuvo de
acuerdo. Los hechos objetivos afectan la estrategia
global del Frente Amplio.
El primer tema, el de la
discriminación, tiene a su vez dos aspectos.
Uno de ellos es si efectivamente existe esa
discriminación o tratamiento diferencial, de
ser así cuál es su entidad, si es
justa o injusta, y en particular si es una
discriminación contra las dos últimas
administraciones comunales por ser frenteamplistas,
o es una discriminación que afecta diversas
administraciones, tanto frenteamplistas como
coloradas. En principio cuando se habla de
discriminación se refiere a la existencia o
inexistencia de subsidios o transferencias del
gobierno central hacia una administración
municipal; y el asunto es muy complejo, porque se
podrá concluir que existe tratamiento
diferencial según la regla que se tome para
medir los subsidios que deberían otorgarse:
si por la población, la superficie o en
razón inversa a su producto bruto. Pero el
segundo aspecto de este tema parece más
relevante políticamente: analizar si el
gobierno central discrimina a los pobladores de
Montevideo o exclusivamente a la Intendencia
Municipal. Lo que no es lo mismo. Existe una
tendencia a nivel municipal de asociar Montevideo
con la Intendencia, confusión avalada por el
uso crecente de la expresión gobierno de
Montevideo como sinónimo de
administración municipal. Porque en la
población la percepción dominante es
que cuando se dice gobierno de Montevideo se
está diciendo gobierno nacional. Pero,
además, todas las intendencias son
responsables de un área significativamente
reducida de la acción estatal en cada
departamento: en la acción del Estado en un
departamento es minoritario el impacto de la
gestión propiamente municipal. Entre las
intendencias de Montevideo e interior hay una
diferencia psciológica o sociológica:
la población del interior pone en la
Intendencia la función de embajadora o
representante de los interes departamentales ante
el gobierno de Montevideo, el gobierno central, sea
o no el tema de incumbencia municipal. En la
capital, por el contrario, nadie considera que la
Intendencia es quien intermedia entre la
población y el gobierno central en asuntos
no municipales.
El segundo tema es tan controversial como el
primero. En Uruguay rige el principio de
múltiple domicilio, la gente puede vivir
varios días en un departamento y otros
días en otro, o tener su residencia
principal en uno y su trab ajo en otro; los
vehículos pueden circular más
quilómetros en un lugar en menos
días, y recorrer menos quilómetros en
más días en otro lugar. En fin, la
discusión de criterios es tan larga como
aldeana, porque en esencia de lo único que
se trata es de un juego por la captación de
recursos. Lo demás son argumentos
retóricos para fundamentar la
pretensión de tirios y troyanos por una
mayor parte de la torta impositiva.
Ahora bien, sobre los temas de fondo las
opiniones pueden ser tan variadas como criterios
previos se determinen, o como razones
políticas haya para una u otra tesis.
Políticamente lo más trascendente es
otra cosa: la estrategia municipal tiene por efecto
asociar al Frente Amplio con Montevideo y enfrentar
al Frente Amplio con el interior. ¿Es esto
conveniente para el Frente Amplio, para sus propios
intereses de crecimiento? En las elecciones de
abril obtuvo dos de cada tres votos en la capital y
uno en el interior; su participación en la
capital fue de nueve votos de cada veinte y en el
resto del país de cuatro votos de cada
veinte.. Es bastante claro, y hay evidencia
empírica nacional y comparada para
demostrarlo, que cuando se llega a un nivel tan
alto como el que registra en Montevideo, existe
cierta dificultad para el crecimiento, sobre todo
porque el margen para el incremento se topa con los
pisos, con las pertenencias, con los votos
básicos o firmes, de los demás
partidos. En el interior, en cambio, la posible
volatilidad es mucho mayor, el área de
captura es sustancialmente más elevada. Para
decirlo llanamente, cada nuevo voto en Montevideo
cuesta el doble o el triple de esfuerzo que un voto
en el interior. Más aún, en todas las
declaraciones públicas, más los
hechos subsiguientes, demuestran que los candidatos
y dirigentes del Encuentro Progresista-Frente
Amplio han privilegiado la captación de
votos en el interior. Por ello, la estrategia
municipal resulta por demás curiosa.
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