Ley
de Lemas y
Doble Voto Simultáneo
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo
EMILIANO COTELO:
Como ya puntualizamos, realizaremos
emisiones especiales del espacio La
Opinión Pública para ir
difundiendo las encuestas en la medida en
que están prontas y daremos paso al
análisis a propósito de
alguno de los capítulos que se
están debatiendo. El
miércoles a esta hora volcaremos
los números del último
sondeo realizado el fin de semana pasado,
adelantándonos, porque los
estábamos divulgando los
viernes.
OSCAR BOTTINELLI:
Exactamente. El miércoles vamos a
dar ya el sexto estado de situación
de la opinión pública y
penúltima encuesta con
relación al plebiscito del 8 de
diciembre.
E. C. - Hoy el tono es el del
análisis, y tú nos
proponías el título de "Ley
de lemas y doble voto
simultáneo".
O. B. - Exactamente.
E. C. - Es útil, porque ha sido uno
de los puntos en discusión en estos
días. Se ha sostenido que la Ley de
Lemas queda vigente, que no se toca para
nada. Vamos a empezar a aclarar qué
es la Ley de Lemas.
O. B. - Primero vamos a tener que hacer
una distinción entre el buen y mal
uso del término. También
apareció un periódico
partidario del SI diciendo que era un
disparate decir que la Ley de Lemas se
derogó, porque no existe. Pero
sí existen y con ese título
expreso hay dos del año 34 y 39. En
general, nosotros decimos que son cuatro
agregando otras dos, una del 42 y otra del
89. Las leyes de lemas son las que tienen
que ver con la regulación del uso y
propiedad del lema y de distintos
elementos realcionados con el mismo.
Lo que ocurre es que desde hace unas
cuantas décadas -no es fácil
el rastreo- se empezó a usar el
término Ley de Lemas, incluso lo
usó un catedrático de
Derecho constitucional como título
de un libro, como sinónimo de algo
que no tiene nada que ver con la Ley de
Lemas, que es el sistema del
múltiple voto simultáneo.
Ese sistema tiene dos variantes: el doble
voto simultáneo y el triple voto
simultáneo. Permite que para
presidente se vote por un partido y dentro
de un partido se elija más de un
candidato o que para el Parlamento se vote
por un lema, dentro de él se vote
por un sublema y dentro de él se
elija una lista de candidatos.
Para no entrar en confusiones ni usar
términos demasiado exquisitos,
llamémosle de una manera
intermedia: "el sistema del lema", que es
como le llama un catedrático
alemán. Ese sistema nació en
Uruguay en 1910 a raíz de una
propuesta de un constitucionalista
francés hecha en 1872 y se
aplicó en el Parlamento desde 1910
hasta ahora. La reforma hace una
pequeñísima
modificación para la
elección de diputados (que
después veremos), pero se
mantendría el sistema .
Para presidente de la República y
en alguna época Consejo Nacional,
se aplica el doble voto simultáneo,
se vota por el partido y dentro del
partido está la posibilidad de
votar a más de un candidato. Alguna
gente ve el sistema al revés,
diciendo que se vota por distintos
candidatos que suman sus votos entre
sí. Bueno, ésta es una
visión que puede tener alguna
lógica, pero que no es del todo
correcta, porque se vota por partidos
primero y dentro del partido se elige
candidato.
¿Cuál es el cambio que hay,
qué es lo que continúa y
cómo se ha aplicado en Uruguay?
Sobre todo porque ahora se ha entrado en
una discusión en términos
horribles, primero se discute si se deroga
o no la Ley de Lemas, cuando no es una ley
lo que se está discutiendo sino un
sistema que está metido dentro de
la Constitución. El debate es sobre
si se elimina o no ese sistema, no leyes.
Entonces unos dicen que se elimina y otros
dicen que no. El problema es el siguiente:
en el fondo, cada uno tiene razón
según de qué estemos
hablando y según qué es lo
que se considere principal o
accesorio.
Es muy distinto el sistema y sus efectos
si estamos hablando de elegir 99 o 30
miembros (como es el caso de la
Cámara de Diputados y de la
Cámara de Senadores, que se eligen
en forma proporcional), que si el sistema
se está aplicando a la
elección de un solo cargo, porque
compiten un montón de candidatos
pero sólo uno puede ser elegido.
¿Por qué es diferente? La
respuesta puede ser muy simple. Veamos el
Senado: en 30 senadores, más o
menos, se necesitan casi 70 000 votos por
cada banca. Uso la visión
más simple del sistema, que no es
la más exacta: se vota por varias
listas que suman los votos entre
sí. Si uno analiza qué pasa
si los votos se suman y si se dejan de
sumar, casi no hay efectos, casi no hay
diferencia. Es muy poco lo que puede
ayudar el que más de una lista sume
o deje de sumar los votos. El reescrutinio
del 42 a la fecha da lo mismo, porque es
proporcional, entonces cada cual tiene que
acercarse a un número determinado
de votos.
En cambio, si la elección es de un
único cargo, la cosa cambia. Porque
si un candidato tiene 20 000 y hay dos de
15, y estos dos de 15 se suman, el
resultado es 30, por lo tanto le ganaron
al de 20. El efecto está.
Acá puede cuestionarse si el efecto
es tan así o no, es decir, si el
partido con un solo candidato saca los
mismos votos o menos. Esa es una
discusión que puede darse durante
mucho tiempo y que requiere otro
análisis.
Entonces, detengámonos en tres o
cuatro detalles de la elección del
Parlamento. Primero, nuestro sistema de
doble o triple voto simultáneo para
Parlamento no difiere demasiado en su
concepto de otros sistemas que hay en el
mundo. Hay un problema: cuando uno
está eligiendo Parlamento,
está eligiendo mucha gente, y
generalmente el número de partidos
es muy reducido. En general se considera
que es deseable que sea reducido. Cuando
los sistemas tienen muchos partidos, son
muy fragmentados.
En muchos países se ha buscado
evitar un problema muy serio que se ve
desde hace más de un siglo: por
ejemplo, si hay tres partidos y tengo que
elegir 30 senadores, resulta que elijo al
partido A, B o C. Una vez que elegí
un partido, el mismo me presenta una lista
de candidatos de un montón de
miembros y yo voto a todos esos o voto a
otro partido. No tengo elección. Me
gusta el partido A pero no me gustan estos
candidatos. Me gustarían otros.
Esto se ha buscado con distintas formas:
una es que las listas van con una serie de
nombres y la gente les marca cruces, les
pone numeritos. Es decir, elige nombres
dentro del partido. Otro sistema es el
nuestro, donde dentro del partido hay
distintas listas, distintas canastas de
opciones y cada cual elige una.
Esto último, que es el sistema del
lema aplicado al Parlamento, se mantiene.
Es decir que lo que se mantiene es un
sistema en el que hay más de una
lista por partido, donde el elector puede
elegir más de una lista. Esto
ocurre desde hace 25 o 30 años en
Uruguay, y es de aceptación
universal. Todos los partidos están
de acuerdo en que es conveniente mantener
este sistema. A nosotros, desde el punto
de vista académico, nos ha
extrañado que haya aparecido ahora
en la discusión de la reforma, que
alguien diga: "No se elimina todo". Porque
el mantenimiento de esto ha sido apoyado
por todos los partidos, al punto que en
1989, cuando el Frente Amplio
perdió la calidad de lema
permanente porque se fue el PDC, que era
propietario del lema, el Frente Amplio
quedó obligado a presentar una
lista única de candidatos al
Parlamento.
El Frente Amplio reclamó con mucha
firmeza y obtuvo que se aprobara una ley
especial para darle al Frente Amplio el
lema Frente Amplio y poder presentarse con
multiplicidad de listas.
Está realmente fuera de
controversia que el sistema del lema siga
para el Parlamento. Lo que puede
discutirse más es la existencia de
los sublemas, es decir, la existencia del
triple voto simultáneo.
Realmente, el debate en la campaña
electoral se ha complicado un poco en uno
de los temas que uno diría que
estaban fuera de debate. Porque todos los
partidos y todos los grupos están
de acuerdo (en la teoría y en la
práctica), en la forma como lo
ejercen ellos, en el múltiple voto
simultáneo para el Parlamento (o
sea, el sistema del lema para el
Parlamento).
En cambio, la discrepancia que
venía en el Uruguay con mucha
fuerza, de mucho tiempo, era la existencia
o no del múltiple voto
simultáneo para presidente y para
intendente, donde el Frente Amplio y el
Nuevo Espacio estaban encarnando, en el
tiempo actual, una postura en general de
la izquierda y de los partidos menores, en
contra del múltiple voto
simultáneo, que sí
defendían los partidos
tradicionales.
El tema es que los partidos se presentan
con más de un candidato a
presidente. Promedialmente, son candidatos
significativos. Porque acá hay que
hablar de cosas significativas, porque
también se puede decir que en
Uruguay, en la última
elección, se presentaron 13
partidos, lo que no es serio. Mucho
más cuando de los 13 partidos hubo
seis que anduvieron en el centenar de
votos. Hablando de cosas significativas,
en Uruguay, el promedio es de dos
candidatos y medio por cada uno de los
partidos tradicionales, tomando en cuenta
el período del 42 a la fecha, donde
hubo alguna máxima con seis
candidatos y alguna mínima de
dos.
Algo por lo que en general se ha atacado a
este sistema es considerar que el voto
puede generar efectos distintos a los del
elector. El elector vota a un candidato
conservador y le sale uno muy de
izquierda, y al de izquierda le sale uno
conservador. Y esto podría estar
distorsionando el resultado electoral.
Esto es, en general, digamos, la
crítica fundamental.
Lo cierto es que el año pasado se
dio un paso muy grande en el país,
cuando ambos partidos tradicionales
resolvieron abandonar su defensa del
sistema del lema para la elección
de presidente y sumarse a la postura y los
reclamos que hacían el Frente
Amplio y el Nuevo Espacio, así como
consagrar en la Constitución la
eliminación del sistema del lema,
que decide el candidato único. Y
eso se hizo a través de un
mecanismo que es éste, que presenta
dos pasos. El primero es una
elección interna, porque el
problema es que el candidato único
crea en Uruguay una novedad. Hasta ahora,
en el mismo momento, en noviembre, se
dirimía no sólo qué
partido ganaba sino qué pasaba
dentro de cada partido. Había como
una elección interna y una
elección general a la vez.
Si el candidato es único, alguien
tiene que decir quién es el
candidato del Partido Nacional -en este
momento se avizoran varios: Lacalle,
Ramírez, Volonté- y
cuál va. Había muchos
métodos para elegir y se
optó por uno: las elecciones
internas abiertas. Es decir que en abril,
la ciudadanía va a unas elecciones
que son iguales a las nacionales, en urnas
donde todos los que están dentro de
determinada serie de credencial y de tal a
tal número van y votan. Y al votar
en un cuarto secreto pueden elegir que
votan dentro del Partido Nacional, del
Partido Colorado, del Frente Amplio, del
Nuevo Espacio, y dentro de cada partido
eligen al candidato que quieren que sea
presidente.
Definido así, en las elecciones de
octubre cada partido presenta un solo
candidato, y compiten candidato contra
candidato.
Después viene cómo se define
la elección presidencial, pero ese
es el tema del balotaje, que es otro tema.
Queremos hablar del sistema del lema. Es
decir que lo que compite es cada partido
con un único candidato. Y
acá sí, si usted es blanco y
no le gusta el candidato blanco, tiene que
elegir qué le importa más,
si ser fiel a la tradición blanca y
votar un blanco, o su rechazo a ese
candidato y cambiar de partido. (Lo mismo
si es colorado o frentamplista, por
ejemplo). No puede decir: "Yo voto a mi
partido pero a otro candidato, porque
éste no me gusta".
Hay una cosa que hay que tener en cuenta,
porque en una campaña electoral
siempre se usan palabras muy altisonantes,
y para defender una medida a veces se
dice: "hay que defender la libertad del
elector", o "las elecciones tienen que ser
transparentes". Hay una regla que tenemos
que tener clara cada vez que evaluemos
cosas de sistemas electorales: si queremos
que las cosas sean simples y claras, lo
más probable es que el elector
tenga muy poca libertad. Porque cuando se
le da libertad al elector, entonces el
elector dice: "sí, yo quiero a este
presidente, pero con este partido y con
este diputado que es de este otro partido,
y voto a este senador"... Cuanta
más libertad de elegir tiene el
elector, más complicado es el
sistema electoral. Esto es una regla
general.
Y este proyecto de reforma constitucional,
no hay ninguna duda de que en la
elección de presidente de la
República elimina el sistema del
lema, al consagrar candidato único.
Ahora eso es algo aceptado,
también, por todos los partidos. No
lo era así hasta hace dos
años, cuando los partidos
tradicionales tenían una
línea diferente en esta
materia.
Y lo último que queda, es que el
sistema del lema se mantiene. Acá,
yo diría que de toda esta
discusión, en lo único que
realmente hay discrepancias entre dos
posturas tiene que ver con la
elección de intendente. Es un caos
donde se mantiene el sistema del lema. No
se mantiene en forma abierta, libre, en
que puede presentarse cualquier cantidad
de candidatos, pero sí hay la
posibilidad de hasta dos candidatos por
lema para intendente municipal en cada
departamento. Acá sí se
puede dar el fenómeno de un partido
compitiendo con un candidato único,
contra otro partido compitiendo con
más de un candidato, cuyos votos,
obviamente, se suman entre sí,
porque son votos que se emitieron para ese
partido.
La elección de intendente es la que
uno, fríamente, desde el punto de
vista académico, diría que
es lo único en que el sistema del
lema subsiste, habiendo discrepancia de
fondo entre los participantes de esta
contienda electoral.
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