Ante la
Nueva Constitución (I)
Los
principales impactos
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo
EMILIANO COTELO:
En este espacio que llamamos La
Opinión Pública, algunas
veces los protagonistas son los
números, y otras son
análisis políticos a cargo
de Oscar Bottinelli.
Oscar, para hoy nos proponías el
tema de la nueva Constitución y
varios de los desafíos que hay que
encarar ahora que se sabe que la reforma
fue aprobada. El tema ha estado dando
vueltas en estas primeras semanas del
año, luego de la
proclamación del resultado por la
Corte Electoral. Los partidos
políticos han iniciado las
discusiones al respecto, ya se habla de
algunas leyes reglamentarias, por ejemplo,
y se habla, también, de una nueva
cultura que los dirigentes de los sectores
y los partidos deben ir conformando para
adaptarse a este nuevo marco.
También hay dudas sobre el
contenido. Está la crítica a
algunos aspectos de la redacción,
que son confusos. Creo que tenemos
bastante para charlar en los
próximos viernes en esta
materia.
OSCAR BOTTINELLI:
Exactamente. Vamos a hacer un ciclo,
duratne este mes de febrero, que hemos
titulado "Ante la nueva
Constitución". Este título
es un plagio, porque es el título
de un libro que Martín C.
Martínez escribió en 1918,
en el que analizó, estudió y
desmenuzó la otra
Constitución que revolucionó
el sistema político uruguayo, que
fue la de 1918.
Decimos esto porque nosotros siempre
habíamos definido a esta
Constitución como algo muy distinto
a las reformas anteriores. Uruguay tuvo un
primer sistema político en que el
aspecto constitucional fue el menor, que
es el que rigió a lo largo del
siglo XIX y principios del XX. Luego
tenemos una segunda etapa, que podemos
llamar de la segunda República o de
la República moderna, que tiene
como un elemento central a la
Constitución del 18 y que se va
modificando. La del 34, la del 42, la del
52, la del 67 y reformas menores incluso.
Porque además de esas, hubo dos en
el 38 y las últimas dos, conocidas
como "reforma de los jubilados", la del 89
y la del 94, pero que se manejaron dentro
de un mismo esquema de sistema
político.
Esta reforma inaugura una nueva etapa en
la vida del país en materia de
sistema político, de competencia
política, que no va a producir
cambios muy fuertes ni inmediatos de
aquí al 99, pero que a lo largo de
una década y media puede producir
cambios muy fuertes en la
conformación del sistema
político uruguayo. Esto lo
veníamos diciendo desde
muchísimo antes, desde que se
empezó a hablar de este tema, hace
dos años, en el verano del 95.
Una primera cosa que importa es que ahora
ya bajó todo el clima de la
campaña electoral y bajaron los
efectos que podía tener lo que
decía la gente por el SI y por el
NO, que hay mucha cosa que se
manejó en la campaña
electoral que quedó en la
campaña electoral, como argumentos
efectistas en busca del voto por el SI y
por el NO, pero que no tienen nada que ver
con la reforma. Para señalar
algunos, a modo de ejemplo, el otro
día vi un pegotín en la
parte de atrás de un auto que
decía: "Contra la
corrupción, vote SI".
E. C. - Sí. Y también se
argumentó: "Contra la
corrupción, vote NO".
O. B. - La corrupción, en los
niveles en que exista, no sube ni baja, ni
desaparece porque haya una nueva
Constitución. Tampoco algunas cosas
a las que se dio mucho énfasis en
la campaña electoral cambian con la
nueva Constitución. Uno es el tema
de protección al medio ambiente. Lo
que hay es un avance, es claro que lo hay,
en cuanto a que Uruguay asume en su
declaración programática,
que está contenida al comienzo de
la Constitución, por ejemplo, el
derecho a la vida, el derecho al honor, el
derecho al trabajo. Ahora proclama el
derecho a la protección del medio
ambiente. Es importante tenerlo, pero
queda en el plano declarativo. El hecho de
que el derecho al trabajo sea un derecho
constitucional no impide que tengamos un
índice alto de desocupación,
por ejemplo.
Y en materia de descentralización,
que fue un elemento central de la
campaña electoral por el SI, la
Constitución, en el fondo,
también avanza en forma
programática. Es decir, la
Constitución uruguaya quiere que se
avance hacia la descentralización,
pero habrá o no
descentralización, mayor o menor,
según las medidas que se vayan
adoptando por leyes, por la
política del Poder Ejecutivo, por
las negociaciones del Congreso de
Intendentes con el gobierno. Es decir, la
Constitución en sí misma no
genera efectos.
Lo mismo con argumentos del NO. Uno de
ellos: el 9 de diciembre el presidente va
a tener super-poderes. Llevamos ya casi 30
días de la nueva
Constitución y se observa que el
presidente no ha cambiado los poderes que
tiene, lo que se va a seguir observando.
Las que cambian son algunas formas del
funcionamiento del sistema político
que vamos a analizar en los
próximos programas.
Lo que tenemos que ver es cuál es
el contenido sustancial de la reforma que
difiere del contenido de la campaña
electoral. Por ejemplo, los cambios de
reglas de juego electorales en sí
mismos cambian las reglas de juego
electorales. Pero otros (y eso
también lo queremos analizar a lo
largo de este ciclo), como tú
mencionabas al comienzo, van a implicar
cambios de cultura política. No
basta con decir que la Constitución
apunta a un funcionamiento más
unido de los partidos, es decir, que
predomine más el partido que la
fracción, que es lo que venimos
viendo desde hace muchas décadas.
El juego político opera más
entre los sectores que entre los partidos
y la Constitución nueva apunta
más a un juego entre partidos, pero
esto va a depender muchísimo de
cambios de fondo en la cultura
política que hay que analizar
detenidamente, porque no basta con
resumirlo en una sola frase.
Entonces, los contenidos importantes
apuntan, primero, a que hay algunos
cambios importantes en las reglas de juego
del sistema político. Eso le da
más flexibilidad al gobierno en el
manejo, entre elección y
elección, a los efectos de armar
coaliciones y de enfrentarse ante el
desarme de una coalición que lo
sustente, o los apoyos políticos o
parlamentarios que lo sustenten. Este es
un tema importante.
Un segundo tema muy importante es el
cambio de reglas de juego de la
competencia política, de la
competencia electoral en particular.
Acá tenemos dos grandes cambios en
la Constitución. Y un tercero es el
que tiene que ver con el sistema de
partidos en sí mismo y el
funcionamiento de los partidos.
En síntesis: primero hay un impacto
formidable sobre la competencia electoral.
Uruguay tiene un sistema de competencia
electoral diseñado entre 1910 y
1925 que generó toda una cultura
política de los dirigentes
políticos, de los partidos, de lo
que llamamos actores políticos, en
la gente, en los votantes, en la
opinión pública, en el
electorado. Un sistema genera formas de
comportamiento, formas de razonar, formas
de pensar. Para decirlo en términos
muy simples y muy claros para todo el
mundo, no es lo mismo cuando un campeonato
se juega por puntos que cuando se juega
por eliminatorias. Ya toda la mentalidad
sobre cómo debe jugarse el
campeonato es completamente distinta. Lo
mismo pasa en la competencia
electoral.
Acá, el salir de esa
elección única en que se
definía todo, donde se jugaba una
competencia entre partidos y una
competencia al interior de los partidos a
la vez, con juegos múltiples, donde
el voto a uno podía determinar que
ese partido ganara, pero ganando el
candidato contrario al que uno
quería, se sustituye, en principio,
a escala nacional por tres grandes
elecciones: la interna, la elección
nacional, básicamente parlamentaria
y de predefinición presidencial, y
la elección presidencial.
Esto cambia toda la forma de la
competencia electoral entre los partidos y
dentro de los partidos, que va a obligar a
análisis muy cuidadosos de cada uno
de los partidos, de cada uno de sus
sectores políticos, sobre sus
estrategias, porque van a ser diferentes a
lo que han sido hasta ahora.
Una segunda cosa es que este cambio de la
competencia electoral implica un cambio
muy fuerte para el elector, que a lo largo
de poquito más de un año -un
año y dos semanas- se va a
enfrentar a cuatro instancias
eleccionarias donde van a competir los
mismos partidos. En una de ellas, que es
el balotaje, no todos -sólo dos-,
pero cada vez va a optar entre esos
partidos y, en algún momento, no
van a estar los partidos que él
prefirió, como es el caso del
balotaje. Entonces, puede ir generando
culturas diferentes el modo como se ejerce
el voto, la relación con los
partidos y las propias pertenencias
partidarias.
Tercero, el juego ya deja de ser tan
simple entre partidos, y pasa a ser un
juego en que los propios partidos que
compiten en una instancia, en otra
instancia tienen que apoyarse mutuamente
dentro del plano electoral. Me refiero al
balotaje. Esto puede abrir las puertas a
cambios en los partidos que tenemos, en
cuántos son y cuáles son
esos partidos, leído esto
históricamente, leído como
un proceso de varios lustros.
En cuarto lugar, va a generar impactos
importantes en el manejo del gobierno en
cuanto a que, si bien el presidente de la
República por un lado necesita
apoyo parlamentario, el Parlamento no
puede formar una coalición en
contra del presidente, entonces tenemos un
presidente que a partir del 2000 va a
tener una legitimación electoral
distinta a la actual. Va a salir con
mayoría absoluta y ese es un dato
no menor. El otro, que ese presidente y el
Parlamento van a tener mucha más
flexibilidad que hoy para jugar los
armados, desarmados y rearmados de
coaliciones y apoyos políticos
parlamentarios, es un tema que va a haber
que analizar detenidamente, porque
también va a generar cambios en
nuestra cultura política, en un
régimen que, por un lado, apunta a
un presidente con más poderes y,
por otro lado, también les da a los
partidos políticos expresados en el
Parlamento un mayor juego que el que hay
actualmente.
Para concluir le diría que tenemos
una nueva Constitución, que a unos
les gustará y a otros no, pero es
ya la nueva Constitución de la
República. Esta nueva
Constitución genera impactos mucho
más fuertes y muy diferentes a las
reformas anteriores porque es, sin duda,
una reforma tan trascendente como la que
tuvo Uruguay en el 18. Muchos de los
impactos van a tener que ver con el hecho
de si cambian o no las formas de actuar,
la cultura política en general del
país, de los dirigentes
políticos, de los actores
políticos y de la propia gente,
también. Y por supuesto, algo de
esto se va a ir viendo ya, cuando tengan
que diseñarse y votarse las leyes
que desarrollan y reglamentan la
Constitución de la
República. Y cuando en este caso,
además, traten de enmendar los
graves errores de redacción que
tiene esta Constitución, que
así como uno puede decir que es de
un formidable impacto, también
puede decir que es la peor redactada que
ha tenido Uruguay.
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