Ante la
Nueva Constitución (III)
Lo
que cambia y lo que queda en
la competencia entre sectores
Oscar
A. Bottinelli - diálogo con
Emiliano Cotelo
EMILIANO COTELO:
Iniciamos ahora el espacio La
Opinión Pública, que desde
octubre de 1992 está en el aire,
que inauguró en Uruguay la
difusión de encuestas por radio. Ya
van casi cuatro años y medio en los
que La Opinión Pública ha
girado en dos grandes modalidades, unas
veces destinado a divulgar el estado de la
opinión pública, a presentar
las encuestas de Factum, y otras veces ha
entrado en el análisis
político a cargo del
politólogo Oscar Bottinelli.
Ahora, cuando termina el verano, cuando
estamos por reanudar la actividad normal
del Uruguay y en el comienzo de marzo, En
Perspectiva y Factum les anuncian un
cambio, una renovación de su
material. Desde marzo vamos a desdoblar el
espacio La Opinión Pública y
vamos a cambiarlo de día y de hora.
Los días martes a las 8.50, con el
viejo nombre La Opinión
Pública, vamos a estar difundiendo
las encuestas de Factum que recogen la
opinión de los uruguayos sobre la
actividad política, la
conducción del Estado, los grandes
temas nacionales. Y los jueves,
también a las 8.50, con el nombre
de Análisis Político, vamos
a dedicarnos a los análisis del
politólogo Oscar Bottinelli sobre
la política nacional, regional e
internacional. Estos son los cambios que
comenzarán a implementarse a partir
de marzo.
Ahora ,en el horario tradicional y que
vale por unos días más,
continuamos con el ciclo "Ante la nueva
Constitución", que se centra en el
examen de los impactos de la nueva Carta
Magna sobre la competencia
política. El viernes pasado
tú analizabas lo que ocurre con la
competencia a nivel presidencial, entre
los partidos y al interior de los
partidos. Quedaba para hoy hablar sobre la
competencia al interior de los partidos
entre sectores y entre las fracciones.
OSCAR BOTTINELLI:
Exactamente. Es muy difícil
analizar cuándo se constituyeron
los partidos uruguayos. Los dos partidos
tradicionales tienen una vida en un Estado
premoderno a lo largo del siglo IXX, pero
desde que se instituye el Estado moderno
que puede ubicarse entre 1910 y 1920,
tenemos en Uruguay un sistema
múltiple de competencia, donde por
un lado tenemos una competencia entre los
partidos y simultáneamente una
competencia al interior de los partidos.
Esta se refleja a su vez en dos planos: el
plano presidencial y el plano de sectores
o fracciones, que opera generalmente como
elemento central, pero no único con
la competencia en el nivel
parlamentario.
En los partidos tradicionales, sobre todo
en los últimos tiempos, se da una
relativa coincidencia entre las
fracciones, los sectores y las
candidaturas presidenciales. Hay que hacer
dos salvedades: una es que no siempre fue
así. Eran sectores muy estables,
con mucha identidad, que no necesariamente
giraban en torno a un líder, y por
lo tanto la competencia presidencial
dentro del sector no necesariamente estaba
implicando que ese sector luego se
dividiera en función de la
candidatura de uno o de otro. Pensemos en
los colorados independientes, en el
nacionalismo independiente o en la vieja
Lista 14.
Modernamente, se sigue produciendo este
fenómeno, cuando el sector del
titular de la Presidencia de la
República, al no tener
reelección, tiene una competencia
interna por la candidatura presidencial
que no necesariamente pasa por la
competencia por el liderazgo sectorial.
Desde 1918 al 94 tenemos que hay una
competencia entre sectores que tiene una
expresión muy nítida en la
elección general de noviembre. Esto
tuvo dos etapas.
Durante la Constitución del 18 era
bastante complicada la competencia, ya que
cada cuatro años se realizaban tres
elecciones. Es decir que había un
solo año en que no había
elecciones. En algunos casos, había
elección de presidente, y en otros,
de Consejo Nacional de
Administración -no hay que olvidar
que teníamos en aquella
época dos Poderes Ejecutivos-, y en
otros, de Cámara de Diputados. El
Senado lo dejamos de lado, porque eran
reglas muy especiales. Además
estaban las autoridades municipales, las
Asambleas Representativas y los Consejos
Departamentales.
Esto implicaba que prácticamente
todos los años había una
medición, un especie de flujo
continuo de seguimiento de la competencia
entre los sectores que coincidió
además con un período muy
estable de la vida del país, del
comportamiento electoral, con cambios muy
tenues. Esto lo tenemos desde la
Constitución del 34 hasta el 94, 60
años de corrido, tenemos una
elección general única,
donde se da competencia entre los partidos
pero también al interior de los
partidos. Y entonces aquí,
¿cómo se expresan las
fracciones? A veces por los candidatos
presidenciales, sin ninguna duda por los
sublemas y listas a la Cámara de
Senadores y en cada uno de los 19
departamentos por las distintas listas y
sublemas a la Cámara de
Diputados.
Esto acá produce dos o tres tipos
de resultados: un resultado en votos donde
se expresa la fuerza electoral de cada
sector, otro en bancas, que no
necesariamente coincide con la
proporción de votos, ya que la
banca al ubicarse al interior de los
partidos, departamento por departamento,
generalmente el grupo más votado, o
el que tuviere mejor distribuidos los
votos en todo el país, los tiene
más uniformes, tiende a quedar
sobre-representado, a quedar con
más bancas que los otros. Y una
tercera forma en que se manifiesta esta
competencia es que, sobre todo los
partidos tradicionales -pero en la
última elección
también rigió, en parte,
para el Frente Amplio-, es en la
conformación de la
Convención o Plenario Nacional. Es
decir, la máxima autoridad
partidaria interna, que no necesariamente
coincide con la representación
parlamentaria ni con la proporción
de votos, ya que, en el caso de los
partidos tradicionales, los convencionales
se eligen departamento por departamento,
lo que genera algunas desproporciones y en
el caso del Frente hay unos mecanismos de
ajuste y de piso de representación
por sectores que sesga bastante la
proporcionalidad.
Este es el esquema actual. Vamos a ver
qué queda y qué cambia en
esta competencia entre los sectores con la
nueva Constitución.
Decíamos recién cómo
era la competencia en estos más de
60 años entre los sectores. Hay
cambios muy fuertes en esta nueva
Constitución, porque en esta
competencia tenemos tres instancias en que
los sectores dirimen fuerza entre
sí. Vamos a manejar las fechas del
próximo ciclo electoral: en abril
del 99 están las elecciones
internas, en octubre las elecciones
parlamentarias y en mayo del año
siguiente las municipales. En abril se
eligen tres cosas. Importan dos de ellas:
por un lado, los candidatos a presidente,
lo que importa en la competencia
sectorial, aunque es esencialmente una
competencia personal, y luego la
elección de las convenciones, la
Convención Nacional y las
convenciones departamentales. Acá
es la primera vez, desde la
elección anterior, en que todos los
grupos miden su fuerza entre
sí.
Tomemos por ejemplo el panorama del
Partido Nacional. Va a haber una
competencia presidencial que, por ahora se
avizora, entre Volonté,
Larrañaga, Ramírez, Luis
Alberto Lacalle y todavía no
está definido del todo el panorama,
pero están más o menos
lanzadas estas cuatro precandidaturas.
Pero luego hay más sectores,
está el Movimiento de Rocha que
aparentemente no tendría su propio
precandidato presidencial, que
podría apoyar a uno u otro.
Está Propuesta Nacional marcando un
perfil distinto a Manos a la Obra. Y
además, dentro de los sectores
están las listas. Por ejemplo, en
la elección pasada, el Herrerismo
de Montevideo tenía al grupo que
encabezaba Luis Alberto Heber, el que
encabezaba Jaime Trobo... Están las
diferentes listas que compiten entre
sí, lo que implica dos tipos de
resultados: la medición de fuerzas
en el plano estrictamente departamental,
que es lo que importa mucho en las listas,
que oficia, en parte, de ensayo para la
elección parlamentaria, y
está la competencia entre los
grandes sectores, entre las grandes
fracciones nacionales.
La gran novedad es que en octubre se
replantea la competencia entre los
sectores en la lucha parlamentaria. Y
acá tenemos un tema que
habíamos analizado mucho cuando se
habló en este país de la ley
de partidos antes de las elecciones del 89
e inmediatamente después.
Podría darse que el resultado de la
competencia interna no fuere exactamente
igual en abril que en octubre. Pueden
ocurrir hechos, entre otros quién
ganó la candidatura presidencial,
los impactos que esto genera que cambien
la situación interna. Si medimos
encuestas, por ejemplo, nosotros
encontramos que en el 89 la
situación interna del Partido
Colorado era muy distinta en abril o mayo
que cuando fue la elección
nacional. En abril o mayo, lo que en aquel
momento era el Batllismo Unido, que
juntaba todo lo que sería
Sanguinetti, Tarigo, Batlle, más
que duplicaba al Pachequismo. Sin embargo,
en la elección nacional terminan
casi en un empate. Apenas gana el
Batllismo Unido sobre el Pachequismo. Hubo
sucesos importantes que tuvieron que ver
con las candidaturas presidenciales y
rupturas de sectores que desembocaron en
este resultado.
Acá tenemos un primer cambio que
puede producirse y como terminen
dictándose estas nuevas leyes
reglamentarias de la Constitución
se podrá arrojar luz sobre algunas
incógnitas. Vamos a señalar
rápidamente varias: la primera es
que si esta Convención que se elige
en abril va a ser solamente una especie de
colegio elector de presidente y de
vicepresidente, que puede ser una de las
funciones, de alguna manera es la que
surge de las disposiciones transitorias de
la Constitución, o va a ser la
autoridad permanente del partido por cinco
años.
Si es así, podría darse que,
apenas seis meses después de la
elección interna, esta
Convención estuviera representando
una realidad partidaria diferente a la que
se expresó en octubre y empiecen a
generarse dudas de legitimidad sobre el
resultado, porque resulta que en abril
quedó muy fuerte un sector y fue
derrotado internamente en octubre, y va a
tener una mayoría en la
Convención. Sin embargo, el
resultado electoral de octubre y la
representación parlamentaria van a
expresar otra realidad, lo cual no deja de
ser un peligro sobre este intento de
fortalecimiento del funcionamiento
partidario al que apunta la nueva
Constitución.
Un segundo apunte es que no se sabe
cómo van a ser las reglas de juego
para abril. Se están discutiendo.
El Partido Colorado es el que más
ha avanzado en un anteproyecto a lo largo
de este mes de febrero y habla de que esta
elección sería sin doble
voto simultáneo, es decir, una
elección en la que no
operarían los sublemas, cada lista
compite entre sí. En octubre, en la
elección parlamentaria para
diputados, no operaría la
acumulación por sublemas y en
cambio sí para la elección
para Senadores. Es decir que tenemos
distintas competencias con distintas
reglas de juego, lo cual no sólo
puede producir resultados diferentes sino
que, en la propia forma de presentarse la
competencia, la lucha entre los sectores
va a ser diferente y a plantearse de
manera distinta ante la opinión
pública.
Este es un tema que aparecía como
no muy fuerte en la campaña
electoral. Sin embargo, es uno de los que
más impactos puede generar sobre el
funcionamiento dentro de los partidos y en
la conformación del sistema de
partidos en su conjunto.
|