El
Parlamento y su función
política
Oscar
A. Bottinelli
1 -
INTRODUCCIÓN
La
institución parlamentaria aparece
asociada a la democratización de
las sociedades. El fortalecimiento y
democratización del parlamento es
un proceso paralelo al fortalecimiento y
extensión de la democracia, en
todos los países
políticamente desarrollados. Ello
se da a través del incremento de
sus funciones, la universalización
del voto para la elección de sus
miembros y la ampliación
política de su integración
(a través de la
representación de las
minorías o del establecimiento de
la proporcionalidad)
La asociación entre
parlamento y democracia política
adquiere su mayor relevancia en la
simbolización emergente de una de
las formas más comunes de golpe de
Estado: la disolución de la
cámaras legislativas
Sin embargo, a casi once años
de la restauración
democrática, la institución
parlamentaria sufre en Uruguay la
disminución de su peso
político y la afectación de
su prestigio (esto, al menos como
percepción de la opinión
pública sobre la eficiencia de la
institución).
En principio, analizado desde un
punto de vista politológico, el
parlamento presenta tres grandes
funciones, o áreas
funcionales:
a) la propiamente legislativa, es
decir, el ser la instancia fundamental en
el proceso de creación de normas
jurídicas de jurisdicción
nacional, y asociado a ellas, otras
diversas en relación al Estado,
como las de contralor administrativo,
jurisdiccionales y electorales;
b) la función
político-jurídica de
sostén gubernativo, ya fuese por el
procedimiento explícito de voto de
confianza al gabinete, ya por la
vía opuesta de la censura
ministerial; y
c) la función política
por excelencia, que deriva de la
naturaleza de la institución y del
rol que legisladores y electores le han
asignado (esta función
política es en la que centraremos
el trabajo).
Si lo que se pretende analizar son
las percepciones de la ciudadanía,
es necesario registrar la fuerte
asociación que aparece en los
estudios de opinión pública
entre la imagen del partido, la imagen de
la institución partidos
políticos y la imagen de los
políticos
2 -
ALCANCES Y VARIANTES DE LA FUNCIÓN
POLÍTICA
2.1 - LAS
CUATRO FUNCIONES
POLÍTICAS
La función política
del parlamento y de los parlamentarios, de
la institución y de sus miembros,
puede describírsela en cuatro
dimensiones:
Uno. Las cámaras como centro
fundamental del debate de ideas, programas
y concepciones políticas.
Función que oscila entre lo
teórico-académico y la
competencia lúdica.
Dos. Las cámaras como "caja
de resonancia popular", es decir, como
lugar de recepción,
amplificación y debate de las
demandas colectivas. Y eventualmente como
lugar de resolución de dichas
demandas
Tres. El legislador como
representante de las demandas de
carácter local (individuales o
colectivas), como intermediario entre el o
los individuos y el Estado.
Cuatro. Los cuerpos parlamentarios y
los legisladores como escenario central
para el desarrollo de la carrera
política. Donde se hace conocer en
una dimensión diferente a la de
candidato, donde es evaluado por los
aparatos partidarios y por el electorado
en general. En definitiva, donde es
analziado y juzgado como profesional de la
política.
2.2 - EL
DESCAECIMIENTO DE LOS DEBATES
PARLAMENTARIOS
El desenvolvimiento
político del Uruguay posterior a la
restauración institucional, y
más acentuadamente en el
último quinquenio, presenta
diferencias fuertes con el país
anterior al golpe de Estado. Uno de esos
contrastes ocurre en el eje
pragmatismo-ideologismo.
Con diferentes ejes de debate, desde
la construcción del Estado moderno
hasta la interrupción institucional
la discusión política tuvo
una fuerte carga ideológica. Sus
ejes fueron de distinto tipo:
institucionales, filosóficos,
sociales, internacionales. El colegiado,
la separación entre la Iglesia y el
Estado, la laicidad en la
enseñanza, el nazi-fascismo, la
expansión norteamericana, el papel
de Europa, la Revolución Cubana, la
reforma agraria, el comunismo, fueron
grandes temas polémicos, con gran
carga ideológica y emotiva.
Un análisis de los programas
de gobierno y plataformas electorales
desde los años veinte hasta la de
1971 inclusive, permite ver documentos
omnicomprensivos, definitorios de grandes
principios políticos y descriptores
de modelos societales. En mayor o menor
grado, todos los actores apelaron a formas
de utopía.
El país de la
restauración institucional presenta
una cara de mayor pragmatismo e
inmediatismo. Aún temas de la
envergadura del papel de Estado se
discuten más a partir de sus
efectos que de grandes moldes
ideológicos. Este giro del
ideologismo al pragmatismo aparece con
fuerza a partir del fin de la
transición institucional o de la
restauración democrática,
concomitante con el doble fenómeno
de las profundas transformaciones en
Europa del Este y el desarrollo del
proceso al que se ha llamado "el fin de
las ideologías", que con más
prudencia podríamos definir como de
disminución del papel de las
ideologías.
La institución parlamentaria
no sólo no ha sido ajena al cambio,
sino que más bien lo simboliza. Los
debates parlamentarios de las diferentes
décadas, de los veinte a los
setenta, marcan la importancia del debate
como un fin en sí mismo, como un
torneo verbal en que se exhiben virtudes y
técnicas. La oratoria parlamentaria
puede ser la tribuna de divulgación
de la labor o argumentaciones del
gobierno, la tribuna de denuncia de la
oposición, o la polémica
cuyo objetivo es la confrontación
de proyectos e ideas.
Para situarnos en el final de dicha
época, cabe mencionar dos tipos de
episodios:
Uno, las maratónicas sesiones
de la Asamblea General (muchas de ellas
sin quórum, y por tanto sin
capacidad de adoptar resoluciones)
centradas primero en la discusión
de las medidas prontas de seguridad
implantadas por la administración
Pacheco Areco, y luego en otros institutos
restrictivos como la suspensión de
la seguridad individual o la declaratoria
del estado de guerra interno. En
ningún momento la oratoria tuvo por
objeto incidir sobre la decisión
final, ni siquiera impedir o retardar las
decisiones. Pero ese papel testimonial, de
largas batallas oratorias y
polémicas, fue sentida por sus
protagonistas como una necesidad de
representación de sentimientos e
ideas.
Dos, las interpelaciones fuertes
realizadas con el doble propósito
estratégico de debilitar al partido
de gobierno y potenciar la figura del
interpelante con fines de candidatura
presidencial.
Esa concepción
ateneísta hoy no es de recibo. Por
el contrario, sesiones prolongadas,
oratorias extensas, además en horas
de la noche y la madrugada, sumergen a la
opinión pública en la
incomprensión. En general no se
entiende para qué se discute, ni
qué valor tiene esa
exhibición argumental.
La existencia hoy de
parámetros de mayor pragmatismo, la
apreciación en particular de
realizaciones concretas, ha otorgado mayor
significación a los cargos
políticos de carácter
ejecutivo, en que el titular es capaz de
tomar decisiones traducibles en obras
concretas. Ello ha llevado a la creciente
valoración de las intendencias
municipales y de los entes
autónomos, en particular de sus
presidencias.
Este cambio de valoración de
la actitud de parlamentar es sin duda un
punto fuerte de afectación del
parlamento como
institución.
Cabe precisar que el cambio no fue
radical, como puede aparecer en el
contraste relatado. No se pasó de
una legitimación plena en 1973 a un
descaecimiento total en 1985. El proceso
fue lento: ya en los comienzos de los
años sesenta aparecen indicios de
una cierta incomprensión ciudadana
sobre el papel de las cámaras y la
función del legislador. La
restauración democrática
exhibe un breve período de signo
inverso, de revalorización del
parlamento, como consecuencia de la
paralela revalorización de la
política y de los partidos. Pero si
se traza una gráfica
hipotética de los años
veinte a hoy (gráfica elaborada en
base a percepciones, sin datos
empíricos que la respalden), uno
registraría una clara curva
descendente.
2.4 - LA
DISMINUCIÓN DE LA
REPRESENTACIÓN DE
DEMANDAS
Paralelamente opera la
disminución del papel de
representación de demandas.
Por un lado, ello fue un producto
deliberado de la Constitución de
1967, a través de diversos
instrumentos, de los cuales cabe
señalar como fundamentales la
modificación de la estructura
presupuestal (la instauración del
presupuesto por programa) y la
extensión de la iniciativa
privativa del Poder Ejecutivo.
Por otro, fue la consecuencia
lógica del fin del welfare-state.
La representación de demandas se
legítima cuando exhibe resultados;
y esos resultados pueden existir en un
estado con amplia capacidad redistributiva
. Agotada esa capacidad, llegado a sus
límites el estado de bienestar, la
representación de demandas no
ofrece resultados, y sólo es
posible ejercerla en su forma testimonial,
como confrontación de actores
(opositores) que defienden y representan
grupos, corporaciones o aún el
presunto universo global, frente a otros
actores (gubernativos) que se oponen a
satisfacer esas demandas. Pero esta
variante entra ya dentro de los juegos de
competencia político-electoral, en
que el parlamento cumple un rol, que ya no
es ni único ni principal.
Pero, además, ocurre un
fenómeno, que puede leerse desde
dos ángulos: o un mayor
disciplinamiento de los legisladores
oficialistas; o una menor incidencia en la
toma de decisiones gubernativas. Para
ejemplificar, dos épocas:
Una. En los años cuarenta,
cincuenta y primera mitad de los sesenta,
el gobierno debía realizar una
minuciosa labor negociadora con los
legisladores de su propio partido y de su
propio sector, en un juego de contemplar
demandas; a la vez, los legisladores
aún del gobierno, mediante la
amplificación parlamentaria de los
planteos, generaban presiones sobre el
mismo gobierno.
Dos. En la actualidad, los gobiernos
llevan adelante sus decisiones,
particularmente las de carácter
económico y financiero, con poco
juego en la negociación interna. La
presión de los legisladores del
partido y el sector de gobierno debe ser
mancomunada y centrada en pocos puntos,
para lograr su éxito; y más
por la negativa, por impedir, que por
lograr. El otro ángulo es la
disminución del papel de los
legisladores oficialistas en la toma de
decisiones.
La representación y
satisfacción de demandas
individuales decae con mucha más
facilidad. Por un lado, porque el aumento
de eficiencia de algunas áreas del
Estado, particularmente en el campo de las
empresas públicas, disminuye la
necesidad de dicha intermediación
(aunque el nivel de eficiencia alcanzado
todavía deja sectores, aún
en las empresas consideradas más
eficientes, en que la
intermediación cumple un rol). Y
por otro, porque la demanda por
excelencia, la fuente estatal de trabajo,
es el recurso que más
rápidamente se fue agotando, por
las mismas razones en que el Estado
alcanza los límites de su
expansión.
La limitación de este papel
del legislador no es simétrico. Es
más acentuado para el legislador
montevideano que para el del interior. El
parlamentario del interior tiene una
función de representación de
intereses departamentales o locales
(generales o corporativos, de grupos
más grandes o más
pequeños) que se expresa pocas
veces en el plano legislativo o de la
función propia del legislador, y
más en la función de "lobby"
ante Ministerios y Entes Autónomos.
Algunos estudios de opinión
pública permiten aseverar que una
de las variables más significativas
para los electores del interior, en el
juzgamiento de la actuación de los
diputados por el departamento, es el grado
de atención a dichas demandas y, en
mucho menor grado, el desempeño en
el ámbito parlamentario.
2.4 - LA TOMA
DE DECISIONES
POLÍTICA
¿Cómo ve hoy el
electorado la toma de decisiones
políticas, aún
aquéllas en que la
resolución formal corresponde al
Parlamento? Como un juego político
ejecutado por los actores principales
(líderes partidarios o sectoriales,
cúpulas partidarias o sectoriales),
en que la representación
parlamentaria opera como la fuerza que
cada cual puede exhibir.
Según el momento, son las
cabezas de los partidos políticos o
los líderes de los sectores,
quienes negocian entre sí y con el
presidente de la República. El
parlamento es un doble telón de
fondo: como el escenario donde se ejecutan
las principales decisiones la
decisión tomadas en el
ámbito lideral (y no todas las
principales decisiones), y como el
número de efectivos que cada
líder cuenta para hacer valer su
fuerza. Apelando a las teorías de
juego, digamos que la fuerza que un
líder es capaz de exhibir puede ser
meramente cuantitativa (la cantidad de
votos en cada cámara), cualitativa
(el papel crucial de un sector en la
articulación de un acuerdo) o
cuali-cuantitativa (el papel decisivo de
un número de legisladores,
aún reducido, para la
conformación de las mayorías
necesarias).
3 -
LA CARRERA POLÍTICA Y LA
RENOVACIÓN
PARLAMENTARIA
3.1 - LA
PROFESIONALIZACIÓN
POLÍTICA
El tema de la
profesionalización política,
de las jerarquías políticas
y de la ubicación de los
parlamentarios en el escalafón
político, son temas
esenciales.
En primer lugar un afirmación
fuerte: con excepción de los
líderes partidarios, o
líderes de las macro-fracciones
(quienes pueden o no ocupar funciones en
el Estado), existen dos grandes niveles
políticos: uno constituido por los
que ocupan cargos en el Estado, y otro
nivel (inferior o de menor incidencia)
conformado por quienes no ocupan cargos en
el Estado. En principio, un ministro,
legislador, director ministerial o
director de ente, es alguien que ocupa
cargos políticos y se encuentra en
actividad política. Un miembro del
Comité Ejecutivo del Partido
Colorado o del Directorio del Partido
Nacional, que no ocupe cargos en el
Estado, es considerado como un retirado
político, o un desocupado
político. El perteneciente al
primer círculo es un profesional
político en actividad, el
perteneciente al segundo círculo es
una especie de aficionado o un profesional
retirado.
Y esto va hasta en lo
económico. En Europa (y en Uruguay
en algunas organizaciones de izquierda) es
común la existencia de dirigentes
políticos que realizan su
función en forma "full-time" en la
estructura partidaria, retribuida por los
partidos políticos. En Uruguay (y
la experiencia de la izquierda es
aleccionante) se generan ciertos problemas
de legitimidad y prestigio en cuanto al
desarrollo de la actividad política
desde el punto de vista profesional, si
ella no va asociada a cargos
estatales.
En este aspecto, el legislador
aparece en un nivel de
convalidación. Es un profesional de
la política, en actividad en la
misma, con una función
legítima y una retribución
de origen no cuestionado, como lo es el
Estado.
Pero por otro lado, la posibilidad
de profesionalización
política queda limitada a la
posibilidad de ocupar cargos estatales, ya
fuere por vía electoral, ya por
designación gubernativa.
3.2 - LAS
JERARQUÍAS
POLÍTICAS
Ahora bien, el otro punto
relacionado es el de las jerarquías
políticas, el escalafón
entre quienes ocupan cargos en el
Estado.
El análisis de una muestra de
carreras políticas de los
años cuarenta y cincuenta,
válido para los partidos con
participación en las
administraciones nacionales o municipales,
permite groseramente trazar este
escalafón político:
Presidente de la República o
consejero nacional de Gobierno
Ministro de Estado - Líderes
senatoriales
Senador
Diputado
Subsecretario de Estado (hasta 1967)
- Director de Ente Autónomo
Intendente municipal del
interior
Si el director de ente
autónomo lo es de un banco oficial,
o presidente de un organismo importante,
su jerarquía puede superar a la de
diputado. El intendente municipal de
Montevideo aparece normalmente en un nivel
pre-presidencial, o
post-presidencial
Los subsecretarios de estado
cambiaron efectivamente de
jerarquía con la
Constitución de 1967, que les
otorgó representación
directa del Poder Ejecutivo ante las
comisiones parlamentarias (anteriormente
debían concurrir siempre
acompañados del titular de la
cartera). Además, la mayor
valoración de las funciones
ejecutivas y gubernativas, también
contribuyó a la inversión de
niveles entre diputado y subsecretario.
Hasta 1966 fue excepcional que un diputado
suspendiese su investidura para asumir una
subsecretaría de Estado
Hoy, el análisis de las
carreras políticas obliga a
realizar cuatro variantes de
entidad:
a) el intendente municipal del
interior aparece en el mismo rango que
senador; quizás por encima de la
mayoría de los senadores y por
debajo de los líderes
senatoriales.
b) los subsecretarios de Estado se
ubican en general por encima de los
diputados;
c) la jerarquización de las
direcciones generales de departamento en
la Intendencia Municipal de Montevideo,
operada bajo las administraciones
frenteamplistas, ubica a estos cargos en
jerarquías similares o a
subsecretario de Estado o a
diputado.
d) los presidentes de entes
autónomos presentan
jerarquías equivalentes a ministro
de Estado (en los principales organismos)
o a senador
3.3 - LAS
CARRERAS POLÍTICAS - LOS DESTINOS
MAS ALTOS
La misma diferencia del papel del
parlamentario aparece en el
análisis de las carreras
políticas:
Uno. En la composición actual
del Senado, de 31 miembros titulares,
menos de la mitad (14) ocuparon bancas en
la Cámara de Representantes con
anterioridad a su ingreso en la rama alta.
En cambio, en la XXXVIa. Legislatura,
producto de las elecciones de 1950, el
número de senadores que previamente
fueron diputados se eleva a 22. El
porcentaje bajó pues del 70% en
1950 a 45% en la actualidad. La banca de
diputado como escalón previo a la
rama alta ha retrogradado.
Dos. Entre las elecciones de 1942 y
la de 1962 no aparecen casos de diputados
que en la titularidad de la banca se
postulen como candidatos a intendente
municipal o, posteriormente, concejal
departamental. En las elecciones de 1994
fueron cinco los diputados y un senador
quienes se postularon a intendente
municipal Más aún, a
consecuencia de los comicios de 1989, un
senador electo renunció a la
convocatoria parlamentaria para asumir la
intendencia municipal de su
departamento
Tres. Tres de los cuatro candidatos
presidenciales más votados en 1950
fueron anteriormente senadores y diputados
(ambos cargos); el que no ocupó
cargos legislativos, fue anteriormente
ministro de Estado. En 1994, de los cuatro
candidatos más votados, ninguno
ocupó anteriormente bancas en ambas
cámaras legislativas: uno fue
anteriormente diputado y otro fue senador;
los otros dos fueron uno intendente
municipal y el otro presidente de ente
autónomo.
Cuatro. De los nueve miembros
elegidos en 1952 para integrar el primer
Consejo Nacional de Gobierno, seis
ocupaban en ese momento una banca en la
Cámara de Senadores, dos no
habían sido legisladores y el otro
ocupaba el cargo de presidente de la
República, habiendo sido
anteriormente diputado y senador.
Cinco. En la última
elección, de los ocho candidatos
presidenciales postulados por sectores con
representación parlamentaria,
solamente dos ocupaban una banca
parlamentaria, ambos en la rama
alta.
Seis. Como contrapartida, con la
excepción del general Oscar D.
Gestido, todos los que han ocupado la
presidencia de la República en
forma constitucional desde el año
1946, fueron anteriormente legisladores,
al menos en una cámara.
3.4 - LA
RENOVACIÓN
PARLAMENTARIA
Otro aspecto que tiene
relación con la función
política del legislador, es la poca
estabilidad de la carrera política.
O más exactamente, la alta
probabilidad que la carrera resulte
trunca. Veamos algunos datos:
Uno. En las dos renovaciones
parlamentarias habidas desde la
restauración institucional, la tasa
de renovación de la cámara
de diputados se situó en el 70%.
Este dato contrasta con las tasas de las
décadas de los años cuarenta
y cincuenta, todas ellas inferiores al
50%, alguna incluso cercana al
30%.
Dos. De los noventa y nueve
diputados titulares en la actualidad,
solamente ocho han ocupado bancas
parlamentarias en forma ininterrumpida
desde la restauración
democrática, es decir, se
encuentran en su tercera legislatura. De
ellos:
a) uno cumplió su primera de
estas legislaturas en el Senado, y las dos
últimas en Diputados (antes de la
interrupción institucional
cumplió una legislatura en cada
cámara; totaliza pues cinco
legislaturas como titular).
b) dos cambiaron de lema: uno fue
elegido por un lema en 1984 y por otro en
las dos elecciones siguientes: otro fue
elegido bajo un lema diferente en cada una
de las tres elecciones
c) un diputado cambió de
departamento: representó al
interior en 1984 y 1989, y a Montevideo en
1994
d) cuatro diputados se encuentran en
la tercera legislatura elegidos siempre en
la rama baja, por el mismo lema en el
mismo departamento
Tres. De los treinta y un miembros
titulares de la Cámara de Senadores
(incluyendo al vicepresidente de la
República), once cuentan con
más de dos legislaturas en alguna
rama parlamentaria, con la siguiente
discriminación:
a) tres se encuentran como
mínimo en la tercera legislatura
consecutiva en la cámara alta (uno
de ellos en su quinta legislatura como
senador y en la sexta en total; otro en su
tercera legislatura en la rama alta,
aunque dos como senador y una como
vicepresidente, y en total registra seis
legislaturas)
b) dos han cubierto consecutivamente
las tres legislaturas, pero en una de
ellas como diputado (en los dos casos, su
antigüedad parlamentaria es muy
extensa: en un caso se encuentra en la
sexta legislatura y en otro en la
octava).
c) uno se encuentra en la cuarta
legislatura parlamentaria, de forma
alternada (dos consecutivas como diputado,
dos fuera del parlamento, una como
senador, otra fuera del parlamento y
nuevamente como senador)
d) cuatro se encuentran en la
tercera legislatura consecutiva contando
ambas ramas (uno ha sido una vez diputado
y dos senador; los otros tres, dos veces
diputado y una senador)
e) uno se encuentra en su tercera
legislatura consecutiva como senador, pero
en la primera ingresó avanzada la
legislatura.
La alta tasa de renovación
parlamentaria parece explicada, en sus
rasgos más gruesos, por dos
fenómenos:
Uno. El crecimiento de la
volatilidad electoral al interior de los
lemas, prácticamente su
duplicación en el período
1971-94 en relación al
período 1942-66. La volatilidad a
nivel de familias políticas no ha
tenido variaciones de entidad en el
último medio siglo, pero al efecto
de la competencia personal, lo más
trascendente es la estabilidad o
volatilidad del voto a nivel de
sub-familias, o sub-agentes electorales,
es decir, en la competencia al interior de
los lemas, que es donde se produce la
lucha personalizada.
Dos. El doble efecto de la
tripartidización de la competencia
en el interior puro y el desplazamiento
demográfico, ha generado un
fenómeno significativo: la
totalidad de las bancas del interior puro
se disputan en competencias de formato
uninominal; es decir, los candidatos
compiten por la única banca del
lema en el departamento La regla de
decisión por efecto de la magnitud
de la circunscripción pasa a ser
pluralitaria, o mayoritaria simple. En una
competencia de estas
características, el juego de los
sublemas adquiere un papel decisivo en la
conformación de entendimientos
políticos, los que en línea
general juegan en contra del titular de la
banca.
4 - A
MANERA DE
CONCLUSIÓN
Primero. Las razones por las cuales
ha descaecido el peso del parlamento en su
función política son en su
mayoría de carácter cultural
y validez universal, o al menos universal
en cuanto a general a sociedades
políticamente
desarrolladas.
Segundo. La pérdida del peso
político de los parlamentarios en
la toma de decisiones es reversible, pero
no en un proceso exclusivo de
corrección de procedimientos
parlamentarios, sino en el marco
más amplio de re-examen del
funcionamiento de los partidos
políticos. El hecho que quienes
ocupan cargos estatales aparecen con mayor
legitimación social, beneficia la
potenciación de estructuras
partidarias del tipo de la
Agrupación de Gobierno en el
Partido Colorado, o de la
Agrupación Parlamentaria en el
Partido Nacional y en el Frente
Amplio.
Tercero. El problema de los
ámbitos de decisión
política también es
reversible. A corto plazo, mediante
mecanismos que potencien la
negociación en el ámbito
legislativo. Aunque la mayor
reversión es a mediano plazo, y
sólo opera si los líderes
principales de los partidos y sectores
más representativos se sientan
ellos mismos en el parlamento.
Cuarto. La potenciación en el
escalafón político de los
cargos ejecutivos y, como consecuencia, la
disminución del valor de los cargos
parlamentarios, no parece reversible en el
corto plazo.
Cinco. La tasa de renovación
parlamentaria puede disminuirse a
través de mecanismos de reforma
electoral:
a) la eliminación del triple
voto simultáneo para la
elección de diputados en el
interior puro (también, aunque es
de difícil implementación,
el cambio de la magnitud de las
circunscripciones en dicha área);
y
b) la paralela disminución de
la fraccionalización, mediante la
reducción de las circunscripciones
de magnitud macro.
Pero además, requiere de
cambios en los comportamientos
políticos: el mayor cambio que se
produce en los resultados electorales, al
interior de los lemas, es la
modificación de la oferta. No hay
dos elecciones consecutivas en que un
mismo lema presente la misma
oferta.
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