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La
reforma electoral y sus
efectos
IV - A manera de
conclusión
Oscar
A. Bottinelli
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El tema es muy extenso, y el
artículo no analiza modificaciones
en la representación parlamentaria.
A manera de conclusión, al
promediar el segundo semestre de 1995, se
señala:
Esencialmente, las conclusiones de
lo avanzado hasta el momento son:
Uno. De todo lo discutido y
conversado a lo largo de 1995, queda como
elemento central de la reforma, como un
cambio realmente sustantivo en el sistema
político, la modificación al
sistema de elección presidencial:
la posibilidad de eliminación del
doble voto simultáneo y de
introducción de la segunda
vuelta.
Dos. Aunque la forma más
probable para la segunda vuelta es el
balotaje presidencial francés, y
por consiguiente la implantación
del principio de mayoría absoluta
para la decisión electoral, de los
antecedentes de la discusión surge
que el objetivo perseguido no es en
sustancia el principio de la
mayoría absoluta. En otras
palabras, en las discusiones reformistas
de 1986 y 1987, el objetivo declarado de
los propulsores de la reforma era dotar al
presidente de la República de la
legitimidad emanada de una mayoría
absoluta. En esta oportunidad no es ese el
objetivo, aunque la consecuencia sea la
misma.
Tres. El objetivo que sí
aparece es cambiar la forma de la
competencia electoral: Establecer un
mecanismo que elimine el factor azar en el
resultado electoral, como de alguna manera
fue o pudo ser el resultado del pasado 27
de noviembre, en donde la elección
de definió por un 1% de diferencia
entre el primero y el segundo, y por menos
del 2% entre el primero y el tercero. Una
segunda vuelta, fueren cual fueren las
condiciones y características de la
misma, permite barajar y dar de vuelta, y
con ello evitar resultados no deseados
para la mayoría.
Cuatro. Otra forma de ver el mismo
objetivo (cambio en las formas de la
competencia electoral presidencial):
Definir la elección a través
de sucesivos escalones de competencia
simplificada. Primer escalón:
elecciones primarias al interior de los
partidos, de competencia directa y simple
de candidatos entre sí. Segundo
escalón: elecciones entre todos los
partidos, con un candidato cada uno; o lo
que es lo mismo, competencia entre varios
candidatos, para que de ellos queden dos
para la instancia final. Tercer
escalón: elección
definitoria binaria, o bipolar: uno contra
otro.
Cinco. Una de las obvias
consecuencias del nuevo esquema es pasar
de una elección cada cinco
años, a realizar elecciones
solamente un año cada cinco, pero
con tres elecciones en el mismo
año, todas de carácter
presidencial (primarias, interpartidarias
y la segunda vuelta binaria).
Seis. Para unos (dirigentes de
partidos tradicionales, la mayoría,
pero no todos), el objetivo es
obstaculizar un triunfo de la izquierda.
El supuesto es que un candidato o
fórmula de izquierda tiene
más probabilidades de ganar en una
elección tripartita o tetrapartita
(resultado que puede lograr con apenas un
tercio del electorado). Y que tiene
más dificultades si requiere
alcanzar más del 50% de los
sufragios.
Siete. Para otros (dirigentes de
izquierda, particularmente en torno a
Tabaré Vázquez, con la firme
oposición de otros), una
elección binaria lleva al
"bipartidismo real" que confronta dos
modelos de país: el de la
coalición blanca-colorada de un
lado, el de la propuesta de cambio del
Encuentro Progresista de otro. Y ese
escenario de "bipartidismo real"
acrecienta las posibilidades de la
"opción de cambio"
Ocho. Otra conclusión obvia
es que si todos coinciden en que la
reforma tiende a favorecerlos, es el
momento propicio para que esa reforma se
realice.
Nueve. Los obstáculos
aparecidos dentro del Frente Amplio y
manifestaciones discordes en el Partido
Nacional generan todavía un campo
de incertidumbres sobre las posibilidades
ciertas de una reforma electoral.
Diez. La elección
parlamentaria no sufriría
modificaciones de fondo, salvo
pequeños retoques que no afectan el
principio de la proporcionalidad pura
(como que tres cargos de la Cámara
de Representantes se eligiesen por
mayoría simple, y dos en la
Cámara de Senadores). De un estudio
sobre su impacto, mediante la
técnica de simulación de los
resultados de las últimas once
elecciones, surge que: a) las
modificaciones propuestas al sistema
electoral no producen efectos cualitativos
en favor del partido ganador; b)
incrementan regularmente en una banca la
representación del primer lema en
la cámara alta y existe un 50% de
probabilidades de que la incremente en la
cámara baja; en tal caso, el
perjuicio no es previsible, aunque nunca
es para el segundo partido; c) el sistema
electoral uruguayo, a partir de las
enmiendas propuestas, continuaría
incluido en la categoría de sistema
proporcional integral, puro o perfecto,
como uno de los únicos seis casos
existentes en el mundo.
Once. Lo que hasta ahora no ha
recibido análisis detenido, ni
discusión profunda, es el
formidable impacto que un escenario
bipolar supone sobre las adhesiones y las
pertenencias partidarias. Si la reforma se
implanta, ocurra lo que ocurra, uno de los
tres partidos principales quedará
excluido de la elección
definitoria. Y el que sus seguidores deban
votar por otros lemas, por candidatos de
otras tiendas, abre sin duda una brecha
importante a la fuerte adhesión
partidaria de los uruguayos, y a la larga
puede contribuir a un cambio fuerte en el
sistema de partidos. Repetimos, esto puede
ser visto como deseable por unos y como
indeseable por otros. Lo que no puede es
obviarse su impacto a la hora de emitir
apoyos y rechazos.
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