29 Jul. 2012

A la mitad entre elección y elección

Oscar A. Bottinelli

El Observador

A través de un periodo y medio de gobierno, el Frente Amplio exhibe logros muy importantes [...] Los descontentos son varios y no todos compatibles entre sí. [...] Los desafectos o enojados con la izquierda se refugian en la actitud refractario, que se encuentra estable entre el 9% y el 12%, una cifra que es de cuatro a cinco veces superior a la media histórica; y otros aguardan estacionados en la indefinición. No cruzan la frontera.

1, el Frente Amplio exhibe logros muy importantes en materia social, basados unos en el crecimiento económico regional, otros en una política económica que permitió el aprovechamiento de ese crecimiento y otros, finalmente, en específicas políticas de protección y desarrollo social. Los mayores éxitos se exhiben en el aumento significativo de los puestos de trabajo, el sustantivo incremento real del ingreso de los hogares (salarios, jubilaciones y pensiones, ganancias de comerciantes, industriales, talleristas, productores rurales, prestados de servicios personales), activas políticas de generación de ingresos por vía de la asistencia estatal, planes específicos para sectores carenciados o con dificultades estructurales (societales o personales). Por allí están los logros. Por otro lado, la economía hasta hace pocas semanas registraba un crecimiento espectacular, asociado a niveles extraordinarios de consumo e inversión.

¿Cuál es la reacción de la gente, visible en términos electorales y de opinión pública? El Frente Amplio obtuvo el 50 ½% del total del electorado en las elecciones nacionales de 2004. ¿Qué pasa si ese electorado se lo congela y solo se le aplican los recambios biológicos, es decir, la incorporación de nuevos votantes y la baja de los votantes que se mueren? Los estudios revelan que la tendencia histórica de las últimas cuatro décadas es que dos tercios de los jóvenes se socializan en la izquierda, y los datos de las tres últimas elecciones marcan que más de los dos tercios de los muertos son votantes de los partidos tradicionales. Con estos elementos, el impacto del recambio biológico, con un electorado congelado, hubiese llevado al Frente Amplio a obtener el 52 ½ % de todo el electorado en las elecciones nacionales de 2009 y a estar hoy entre el 53 ½ y el 54%. Sin embargo, en 2009 estuvo a unas milésimas por debajo del 48%, es decir, unos 4 puntos y medio por debajo del electorado base más el recambio biológico; dicho en otros términos, perdió 1 de cada 10 votantes propios. Hoy en lugar de estar en ese cerca del 54%, la intención de voto registra el 41%2. Si bien es correcto que la intención de voto, en circunstancias normales, está necesariamente por debajo del voto obtenible, esa diferencia no puede ser mayor a tres o cuatro puntos porcentuales. En la hipótesis más favorable el Frente Amplio está más o menos 10 puntos porcentuales por debajo de lo que sugirieron los resultados de 2004. En otras palabras, 1 de cada 5 votantes o potenciales votantes frenteamplistas no anda por ahí.

Hay muchas razones que se acumulan en contra de los enunciados sociales y económicos indicados al principio. Por un lado, porque hay temas sociales estratégicos en que no hay avances (como la educación pública) o que no funcionan las reformas (salud pública y privada). Por otro, porque hay otros temas sociales que golpean, como el impacto de la inseguridad real y de la sensación de inseguridad y -en parte relacionado pero en parte autónomo- el incremento en la comercialización y consumo de drogas. Y además, que por ahora no aparece con claridad en los reclamos explícitos de la gente, la ausencia de soluciones en materia de vivienda, que además se agrava con la disparada del precio de los alquileres.

Los descontentos son varios y no todos compatibles entre sí. Unos se desilusionan al ver que la llegada de la izquierda al gobierno no preanuncia el comienzo del fin del sistema capitalista en Uruguay ni el camino hacia algún tipo de socialismo. Otros, sin esperar tanto, consideran que el Frente Amplio mantiene las políticas neoliberales impulsadas por los gobiernos de colorados y de blancos. En la otra punta, el desconcierto es diferente. La base más sólida y tradicional de la izquierda lo ha sido la clase media con un claro sentido de la apuesta al trabajo, la educación y la solidez en la vivienda; y dentro de ella, en un papel significativo, un segmento caracterizada por el mayor nivel educativo y cultural del país, el empuje profesional, laboral o de emprendimientos comerciales o productivos, la apuesta más acentuada aún a la elevación social mediante la educación. Esta clase media, y ese segmento específico de manera más acentuada, han visto como fue sistemáticamente golpeada por el anterior y el actual gobierno frenteamplista: encarecimiento de muchos servicios básicos, como la opción por la educación privada ante el fracaso de la enseñanza pública (y más aún de la pública media); leyes laborales que benefician a los asalariados de menor porte y son neutras en las grandes empresas, pero afectan de manera fuerte y hasta demoledora a las empresas pequeñas; significativo crecimiento de los impuestos (renta personal, patrimonio inmobiliario). A ello hay que agregar que es creciente el desconcierto de buena parte de la población (de las más diferentes clases) por las señales confusas que emanan desde el gobierno, que lejos de generar confianza, generan incertidumbre. Hay una opinión generaliza en la población, mayoritaria entre los frenteamplistas, que este gobierno tiene serias carencias de gestión y fuertes falencias en los aterrizajes.

Sin embargo, también se observa que esta importante caída electoral y en opinión pública del Frente Amplio no genera el crecimiento ni del Partido Nacional ni del Partido Colorado. Este último en un solo trimestre repitió el resultado de 2009 y, aunque ha consolidado parte significativo del crecimiento de las últimas semanas de octubre de ese año, no logra afirmar todo. Y el otro partido tradicional directamente está lejos de repetir el magro resultado de los pasados comicios. Los desafectos o enojados con la izquierda se refugian en la actitud refractaria (declaran votar en blanco, anular el voto o no votar a ninguno), que se encuentra estable entre el 9% y el 12%, una cifra que es de cuatro a cinco veces superior a la media histórica; y otros aguardan estacionados en la indefinición. No cruzan la frontera. Entonces ¿qué pasa? (Continuará)


1 Primera de dos notas sobre la situación del electorado a mitad de tiempo entre las pasadas y las próximas elecciones nacionales.

2 Encuesta Nacional Factum, segundo trimestre de 2012