21 Ago. 2021

Estado vs. Libertad Responsable

Oscar A. Bottinelli

El Observador

El pronunciamiento sobre la visión global del país y sobre el gobierno no son dos aspectos separados sino interrelacionados. Porque puede verse que el gobierno es una visión de país, y la oposición a ese gobierno es una oposición a esa visión de país y la adhesión a una visión antitética de país […] El análisis somero de los primeros mensajes que parten desde los promotores del referendum coinciden con los primeros mensajes que parten del elenco presidencial: lo que está en juego es una visión de país, expresada a través de una visión de Estado.

El referendum podría encaminarse a una confrontación de modelos de país.

Un referendum sobre la nave insignia de un gobierno, avanzado el mandato, es un acto electoral de medio periodo en el cual, se quiera o no, se vota a favor o en contra del gobierno. Esto es así aquí y en el resto del mundo poliárquico, ahora y desde antes. También es, aunque en realidad en un plano secundario, un pronunciamiento específico sobre el contenido de la norma, lo que en el caso de una ley ferrocarril, puede ser una definición en pro o en contra de un aspecto o de otro. Puede serlo sobre seguridad pública, derechos individuales, educación, ambiente, combustibles, adopción de niños o la cantidad de items que contiene; es muy probable que unos segmentos del electorado se concentren en la decisión sobre un tema, y otro segmento sobre otro, según la preocupación primordial de cada quien.

Pero una norma tan vasta puede entenderse como una visión global sobre el país y la sociedad. Por sí sola o asociada a otros aspectos de la gestión del gobierno, ya fuere en el plano de la administración como en el plano legislativo. Y aquí es donde aparece un probable eje central del debate hacia el acto referendario: el concepto de Estado en los planos económico y social, que se asocia al concepto de sociedad.

De paso, un detalle nada menor. Si el pronunciamiento ciudadano es en favor o en contra del gobierno ¿qué es concretamente el gobierno? Porque por gobierno puede entenderse un pronunciamiento colectivo sobre la Coalición Multicolor (y en ese sentido el éxito o el fracaso caer indistintamente sobre el Partido Nacional, el Partido Colorado o Cabildo Abierto), o puede entenderse como un pronunciamiento principalmente sobre la conducción de Luis Lacalle Pou (y va de suyo sobre el Partido Nacional, en tanto hoy aparece como un partido liderado en forma dominante por el presidente de la República).

Puede sostenerse que en realidad el pronunciamiento sobre la visión global del país y sobre el gobierno no son dos aspectos separados sino interrelacionados. Porque puede verse que el gobierno es una visión de país, y la oposición a ese gobierno es una oposición a esa visión de país y la adhesión a una visión antitética de país.

El análisis somero de los primeros mensajes que parten desde los promotores del referendum coinciden con los primeros mensajes que parten del elenco presidencial: lo que está en juego es una visión de país, expresada a través de una visión de Estado.

Los promotores del referendum pueden identificarse como la oposición política, tanto en el plano partidario como social, cuyos referentes primordiales son el Frente Amplio, el PIT-CNT, FUCVAM, FEUU, movimientos feministas y otros colectivos sociales. El mensaje sustantivo gira en torno a la defensa del centenario welfare state que predomina en Uruguay, es decir, un Estado benefactor que busca el bienestar en la acción del propio Estado, que es a su vez protector y regulador, que pretende la distribución de la riqueza a partir de actos concretos de gobierno y administración. El modelo de welfare state se asocia en el mundo a un estado no solo prestador de servicios sociales, sino además gestor directo (o propietario directo) de áreas clave de la economía, como la energía, las comunicaciones, la banca y los seguros.

El gobierno en principio parece quedar reflejado más bien en el presidente de la República como personaje central, como el hombre fuerte. El mensaje sustantivo aquí se refleja en lo que ha sido una consigna desde el comienzo de la Pandemia: La Libertad Responsable. Y que aparece en el discurso de investidura ante la Asamblea General (marzo 1° de 2020), en que señala que habrá logrado su objetivo si al término del mandato el país es más libre. El concepto de libertad queda asociado a un Estado que regule menos o deje de regular, que promueva herramientas para el desarrollo individual, que empuje a la gente a hacer las cosas por sí mismo, y que se basa en la creencia que el desarrollo es la consecuencia de la libre acción del mercado y la justicia social es producto del derrame que produzca ese mercado.

Planteadas así las cosas comienzan los problemas para cada una de las partes. En principio la oposición no tendría demasiados problemas con el discurso público actual, pero sí los tiene con el pasado reciente de sus tres lustros de gobierno, porque allí la visión estatista no fue global ni coherente, y presenta diversos empujes desregulatorios o liberalizadores. Quizás el tema no sea significativo en la interna, porque el discurso público se ha compatibilizado. Sin duda lo problemático puede darse cuando en el debate público el Frente Amplio reciba la exhibición de contradicciones.

En cambio, parecen más relevantes las contradicciones en el oficialismo. Porque en Cabildo Abierto (en forma central pero no monolítica) y en el Partido Colorado (en una cierta medida pero no plena ni monolítica) el discurso liberista, de liberalismo económico, no es del todo aceptado o inclusive puede decirse que en muchos provoca urticaria. Entonces, la oposición Estado-Libertad Responsable sirve a la impronta presidencial, inclusive a la línea político ideológica que parece querer impulsar hacia el futuro Luis Lacalle Pou, en la construcción de un liderazgo político que vaya más allá de la conducción de un gobierno y de un periodo de gobierno. Es funcional a su pretensión de construir una era ideológica opuesta la construcción ideológica del Uruguay del siglo XX, pretensión que quede asociada a su figura.

De ser esto así -sobre lo que hay pistas pero no datos concluyentes- surge el problema que podría aparecer la dicotomía entre un Uruguay Luisista -o Lacallepouista o neo Lacallista- versus el Uruguay Batllista. Obviamente el coloradismo va a rechazar que sea así, porque no considera que el modelo dominante en el Uruguay, frenteamplismo mediante, se asocie como continuidad del Batllismo; pero el quid está en que es muy grande el segmento de la población que cree eso.