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El Estado y la democracia en cuestión.
América Latina después de la transición (segunda nota)
Juan Rial
Primera nota
2.
Estado, Sociedad Civil y militares
América Latina ha sido una región donde, en su historia
reciente, se experimentó constantemente modelos de economía,
de sociedad y de política. En el pensamiento generado por la
región se puede constantar una "inflación de diagnósticos" ,
los que, como corolario, promovían cambios constantes de
políticas. Era difícil evaluar el resultado de la anterior,
cuando ya se la había abandonado y pasado a una nueva etapa.
Sin embargo, hay intentos permanentes de hacer resurgir cada
uno de los modelos ya aplicados. El populismo fue una forma de
enfrentar las demandas de nuevos sectores sociales medios
bajos y subalternos en tiempos de modernización, acompañado de
un modelo económico-proteccionista de economía semi-cerrada
tuvo campo fertil en toda la región. Políticamente se expresó
en gobiernos autoritarios o semiautoritarios, aunque promovió
la inclusión y participación de los sectores subalternos.
Aunque hoy el modelo ya no existe, permanece el estilo, que
resurge en otras formas, que no favorecen el modelo económico
que hoy impera.
No hubo en la región regímenes corporativos plenos, al estilo
del portugués, o el franquista de la primera fase, aunque se
llegó cerca, bajo formas populistas, en el Brasil de los años
treinta. También hubo partidos políticos de ese cuño en varios
países de la región, algunos muy importantes como la Falange
chilena, base de lo que luego sería el partido demócrata
cristiano.
En toda la región latinaomericana se hicieron experimentos
profundos. Algunos ejemplos ya los hemos citado. Cuba pasó de
ser un país integrado a los EEUU por la producción de azucar,
fundamentalmente, y por su caracter de país de turismo para
los ciudadanos de EEUU a ser un país donde se implantó un
régimen socialista en base a un subsidio económico provisto
por la URSS, que utilizaba a la isla como "vidriera" para la
exportación del modelo socialista en su lucha contra EEUU
durante la guerra fría. Caída la URSS, el modelo sobrevivió,
pero sólo como proyecto de resistencia para su líder fidel
Castro y de supervivencia para la elite creada por el régimen
a partir de 1959.
Nicaragua, en cambio, no llegó a poner en práctica un modelo
socialista, sino sólo a enfrentar un conflicto
internacionalizado en el que los sandinistas, finalmente,
salieron derrotados políticaemente. Pero esa derrota, si bien
liquidó el proyecto socialista, no alcanzó a terminar con el
movimiento ni a sus personalidades, enprincipio escudadas en
la supervivencia del ejército revolucionario. El descontento
de buena parte de la población le sigue dando base a un
proyecto que nunca fraguó, aunque su élite ya ha pasado por
varias etapas de corrupción y desencanto, que hacen poco
probable que se retorne por el camino del pasado y se opte por
la “integración negativa” , como ala izquierda de un sistema
de partidos difícil de crear.
Chile pasó de un régimen oligárquico al experimento de la
"revolución en libertad" que pregonaron los democristianos en
la administración del primer Frei a mediados de los sesenta.
Luego pasó por el intento fracasado de imponer un régimen
socialista, que nunca cuajó, pero cuyo radicalismo de estilo y
el consiguiente desorden introducido en la economía y la
sociedad llevó al derrocamiento violento del presidente
Salvador Allende. De inmediato se pasó a un régimen
dictatorial, que, inicialmente sólo tenía carácter "defensivo"
del antiguo orden perdido. Sólo adquirió el carácter
fundacional poco a poco y lo consolidó al asumir la ejecución
del "consenso de Washington" a comienzos de los años ochenta.
Perú durante el septenato del "primer chino", el Gral. Juan
Velazco Alvarado, experimentó un tardío populismo de
izquierda, cuando ya se había agotado el modelo de
substitución de exportaciones que había descripto la CEPAL. El
régimen logró destrozar el poder remanente de la oligarquía
tradicional, pero no logró construir una clase media fuerte.
Luego el país experimentó la acción de un grupo revolucionario
radical de tipo poltpotiano, superpuesta a la acción de un
grupo guevarista, el MRTA (Movimiento Revolucionario Tupac
Amaru), al tiempo que la sociedad, desarticulada, y sufriendo
una fuerte movilidad se movía hacia la informalidad. El
régimen de Fujimori fue la expresión política de esa
marginalidad, el dominio de un "nuevo caudillo", el mismo un
marginal de la política y la sociedad que, junto a Vladimiro
Montesinos, otro marginal, en razón de la pérdida de su
carrera militar, conformaron una "diarquía" kleptocrática que
contó con el apoyo de la fuerza militar. Mientras, en el campo
económico y social dejaron hacer a un electo de técnicos que
lograron imponer el consenso de Washington, la diarquía y sus
apoyantes obtuvieron beneficios y privilegios por vías de
prácticas corruptas generalizadas, que sólo podían mantener
tratando de perpetuarse en el poder. El experimento finalizó
con una implosión. Los grados de corrupción y chantaje fueron
tan elevados que, finalmente, se produjeron denuncias
públicas. Apenas comenzado el proceso fue imparable y no quedó
practicamente ningún sector a salvo. Empresarios, políticos,
jueces, fiscales, miembros de organos electorales, militares,
policías, periodistas, dueños de medios de comunicación, entre
otros vieron que sus rostros y su voz comprometida en arreglos
non sanctos, que iban desde aceptar dinero, a promover
fraudes, pasando por acuerdos para promover o hundir personas,
según el grado de acuerdo o interés del sector dominante que
había concentrado el poder en Fujimori y Montesinos. En lo
económico, el régimen siguió practicando el consenso de
Washington en un marco social de pobreza extrema y
marginalidad, que no pudo superarse en este período
autoritario.
Como decíamos anteriormente la imposición de un nuevo modelo
económico neoliberal fue la pauta para toda la región en los
ochenta, comenzando por el "exitoso" ejemplo chileno. En
algunos países ante los problemas de funcionamiento de un
Estado no adaptado a estos ajustes, ante el reclamo de
ganancias de los inversores extranjeros que querían cobrar los
intereses de las mismas, no podían aceptar constantes
devaluaciones. Argentina comenzó uno de los caminos
defensivos, con la "convertibilidad", la equivalencia de la
moneda argentina con el dólar. Fue una garantía de "propiedad"
para los tenedores de la deuda que de este modo aseguraron que
la devaluación no afectaría sus inversiones, pero tras diez
años de mantener el modelo a costa de un endeudamiento
creciente el esquema fue insostenible. Despegado de la
economía real, provocando costos sociales inaceptables,
finalmente sucumbió .
En otros casos ante el no pago, ante el "default" se pasó a
tener como moneda el dólar como ocurrió en Ecuador en el 2000,
costando una insurrección y la caída del presidente Mahuat.
También por la crisis financiera El Salvador en el 2001, dejó
de usar su moneda para usar el dólar. La política económica
basada en un ancla monetaria "genuina", sin capacidad de tener
un "prestamista de última instancia", necesariamente supone un
recorte del poder estatal en la capacidad de redistribución
del ingreso y un costo social a pagar por los sectores
subalternos que no pueden mantener los niveles de vida del
pasado. Otros países, ante el desagrado mostrado por el tesoro
americano respecto a la posible dolarización, están pensando
en utilizar otro tipo de variable como ancla financiero, por
ejemplo el manejo de la inflación, ante la cual se ajustaría
el precio local de la moneda frente a la divisa.
A pesar de los experimentos realizados en el campo político,
social y económico, todavía el referente clave de toda la
región sigue siendo el Estado. Su preeminencia sobre la
sociedad es una herencia histórica. Fue el estado colonial el
que organizó la región, fueron las precarias administraciones
de las nuevas repúblicas las que, poco a poco, fueron tomando
cuenta del control territorial y organizaron la sociedad, en
ese tiempo todavía no muy diferenciada más que en dos grandes
grupos: los dominantes, la pequeña élite de letrados y
caudillos armados y los dominados, sus seguidores o
simplemente el resto de los habitantes. El siglo XX fue el
tiempo de vertebración de la mayoría de los países, en base a
la voluntad y acción del estado. El alcance fue diferente en
cada uno de ellos. Algunos países prácticamente controlaron
todo su territorio, su economía y su población, como fue el
caso de Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica. Otros
asentaron el estado en sus zonas centrales, dejando un control
más laxo en las zonas periféricas, através de alianzas con
élites locales, esquema que todavía pervive, como se lo
ejemplifican Brasil y México.
Otros países vivieron un proceso también parcial, como
Colombia, con el resultado de la pérdida de control
territorial ante la emergencia de movimientos que hoy pueden
caracterizarse de federaciones laxas de “señores de la
guerra”.
Los gobiernos de los países con fuerte presencia de indígenas
en su estructura demográfica, apelaron a la marginalización,
no los integraron en tanto ciudadanos y tampoco en tanto
consumidores. En general, ese fue el esquema en Guatemala,
Ecuador y Perú. Bolivia escapó a esta regla por el tipo de
actividad económica dominante, la minería, que hizo de los
indígenas protagonistas de la historia moderna del país entre
los cincuenta y los setenta, hasta que el agotamiento de la
plata y la pérdida de importancia del estaño determinó un
cambio sustancial en los años ochenta, que los vuelve a
marginar. Sin embargo, al tener formas de expresión política
están constituyendo una fuerza políutica relevante que lleva
al país nuevamente a una polararización fuerte del ocnflicto
político-social.
Cuando el "consenso de Washington" se impuso en los países de
la región latinoamericana, el efecto fue muy diferente de
acuerdo al grado de "estatidad" de cada uno de ellos. La
mayoría de los que lograron mayor grado de integración
mostraron siempre más capacidad de resistencia a aceptar
normas que implicaban la reducción del papel estatal en cuanto
regulador de la economía y orientador de la sociedad. Pero,
también a esos países llegaron cambios importantes, por lo
gneral de la mano de crisis económicas importantes.
Las consecuencias de ls transformaciones fueron muy relevantes
en lo social. Especialmente se sintió la falta de la voz
arbitral, moderadora de conflictos, que diversos tipos de
estado jugaron en el pasado inmediato. Hay que tener en cuenta
que, previamente, sectores radicalizados, que pretendían
lograr una revolución socialista, comenzaron a considerar que
ese estado ya no era valioso conservarlo y se propusieron
cambios por la vía violenta. Pero, los revolucionarios de los
sesenta y setenta quisieron abatir esos regímenes no para
reducir los estados, sino para reconstruírlos sobre las bases
de una dictadura estatista y socialista . Fracasado el
intento, los estados en los ochenta aceptaron la nueva
orientación que favorecía la apertura económica y la acción
especulativa. Los gobiernos de los ochenta y noventa, muchos
de ellos producto de la transición a la democracia, aceptaron
el recorte de poder estatal. Pero, a pesar de esas restas al
poder, el estado sigue siendo el referente de la masa de la
población, que continue siendo el "escudo de los débiles" .
Buena parte de la masa de la población desearía que siguiera
cumpliendo ese papel, que atenuara el poder de los poseedores
de capitales y no que compartiera, en condiciones de socio
menor ese poder con otros actores, que, en muchos casos no
están asentados en el territorio nacional.
La falta de consolidación de los procesos de integración
nacional y estatal afecta a un buen número de países. En
algunos, casos, como el colombiano, esto sigue suponiendo
violencia contínua en zonas periféricas. En otros el
mantenimiento de la brecha entre los excluídos y los
integrados, entre los que pueden participar plenamente del
consumo, de ciertas garantías para sus derechos y del acceso a
los servicios básicos en el área de la salud, la educación, la
seguridad social, la vivienda, sea por vía de provisión
estatal o la de nivel privado, y aquellos que no pueden
hacerlo hace que no se confíe en las instituciones y
organizaciones del estado. La creciente criminalidad urbana
asi como conductas sociales anónimas son manifestaciones de
esa falta de confianza.
En muchos de los países donde la estatidad es precaria, lo que
tampoco favorece el desarrollo del capitalismo. Cuando no hay
titulación de las propiedades, cuando no hay mecanismos para
poder identificar a las personas, cuando el acceso al circuito
monetario es restringido, se establecen límites al mercado y
al crecimiento económico. La contradicción no es facil de
enfrentar en el marco actual de relacionamiento entre economía
estado y sociedad, visto el pensamiento predominante en las
elites.
La falta de integración en sociedades donde existe una base
indígena y mestiza importante, da lugar al "ladinismo político
y social". En lo social implica una conducta de adaptación del
dominado al dominante, que supone duplicidades constantes y
que se acentúa en los sectores intermedios, mestizos. En
política se manifiesta en conductas de sobreviviencia, que
muchas veces asumen la forma de oportunismo. Cuando los grupos
intermedios, sean mestizos de clase media o el sector alto de
los indígenas buscan capturar el poder estatal, por lo general
a nivel local, el ladinismo se manifiesta mucho más
marcadamente.
Las demandas creadas por la modernización acelerada de la
región en los cincuenta y sesenta llevaron a una crisis de
gobernabilidad que supuso el establecimiento de regímenes
autoritarios de contención, defensivos. Los mismos respondían
a las presiones de movimientos revolucionarios, por un lado, y
de las demandas de movimientos sindicales y de la acción de
grandes organizaciones de masas, por otro. La represión
liquidó los movimientos revolucionarios y desarticuló los
movimientos de masa, pero en muchos casos no los pudo suprimir
totalmente, como fue el caso del movimiento sindical. Sin
embargo, con ello el estado perdió el carácter de árbitro que
había asumido entre los años treinta y los sesenta, afectando
su capacidad de regular la vida societal.
Cuando la orientación de política exterior de EEUU, asumió la
defensa de los derechos humanos, como herramienta para la
pelea en la guerra fría, quedó sin sustentación ideológica el
modelo autoritario represivo en los países donde se había
derrotado a los movimientos revolucionarios armados. Comenzó a
promoverse la idea de redemocratización. Los mayoría de los
regímenes autoritarios no propusieron un modelo fundante
alternativo, con o sin justificación ideológica. Los regímenes
autoritarios, duros, brutales, sin embargo, actuaban en nombre
de una "democracia despejada de prácticas y personas
perversas, subversivas, que llevaban al mal" . Su carácter de
dictaduras comisariales las dejó en una situación débil ante
el cambio de políticas que comenzó a dejar sin apoyo su patrón
de represión violenta .
La idea de la democracia que se promovió a fines de los
setenta y en los ochenta (en algunos países era la
restauración o el retorno, en otros prácticamente el comienzo)
de la democracia política, que en muchos casos suponía no
mucho más que la posibilidad de realizar elecciones más o
menos limpias para elegir un parlamento y presidentes que
realizaran un juego clásico de balance de poderes, aunque
obviamente con predominancia fuerte del Ejecutivo, que
proporcionase garantías política y seguridad jurídica al
cuerpo ciudadano.
La democracia pasó a ser un mecanismo de base electoral y sus
resultados, variaron, precisamente de acuerdo al grado de
desarrollo previo que la misma había alcanzado en los
diferentes países latinoamericanos. En los países sureños fue
relativamente fácil restaurar o retomar viejos mecanismos
(excepcionalmente Chile en este marco sí había innovado y la
Constitución de 1980 y las reformas de 1988 dieron garantías
para quienes apoyaron el régimen autoritario vigente entre el
1973 y 1989), pero en países donde la democracia
paracticamente casi no existió, se trato de ir construyendo,
muy lentamente, el mínimo de condiciones para la competencia
electoral, como fue el caso de buena parte de Centroamérica
(con la obvia excepción de Costa Rica) o una parte de los
países andinos.
Como parte de este cambio que introdujo la democracia y al
tiempo que se produce el proceso de ajuste estructural,
también aparece la promoción de la llamada "sociedad civil" .
En la región hubo siempre una sociedad civil, fundamentalmente
conformada por los grupos de presión de los sectores
económicos dominantes, pero, obviamente, su alcance no incluía
a los sectores populares de todos los países. En los más
avanzados durante el siglo XX aparecieron movimientos de
trabajadores, movimientos campesinos, de cooperativas, pero
todos tenían por referente influir sobre el estado y lograr
que el mismo tomase como suyas e hiciese lugar a sus demandas.
Las organizaciones comunitarias en cambio casi no tuvieron
expresión, fundamentalmente porque la organizacion social en
base a comunidades con cierto grado de autonomía es poco
frecuente en la región. La razón: el organizador y regulador
de la sociedad es el Estado. El efecto, por supuesto, es
circular.
La aparición de organizaciones sociales y comunidades
contrapuestas o sin referente estatal es un hecho reciente,
surgido como forma de resistencia a las dictaduras primero y
luego como mecanismo alternativo ante el retraimiento del
estado para cumplir funciones de asistencia y organización
social.
El movimiento de promoción de la sociedad civil que surge con
fuerza en los años 80, en buena parte como herencia de la
acciones de resistencia a las dictaduras, por el contrario, ya
no busca solamente que el estado actúe en su nombre sino que
busca limitar y si es posible sustituir su acción.
Especialmente las llamados organizaciones no gubernamentales (ONGs),
en rigor organizaciones públicas no estatales, esos grupos de
activistas, muchas veces organizados en torno a una demanda
especificamente tematizada (derechos humanos, género,
infancia, ancianidad, medio ambiente, salud en algunos casos
atendiendo enfermedades específicas, etc.) tomaron el último
camino.
Las ONGs han tenido y tienen un crecimiento fuerte y una
relación conflictiva con el estado. Para los políticos se
trata de enfrentar a organizaciones que en gran medida no
tienen legitimidad representativa. Consideran que los reclamos
de las ONGs tendientes a demostrar que hacen participar a la
sociedad son excesivos, pues se trata de organizaciones de
élite, conformadas por activistas. En muchos casos ellos
encubren los intereses de sus dirigentes, quienes han
descubierto que manejar esas organizaciones puede ser una
forma de tener ingresos permanentes: un empleo.
Para algunos esta "sociedad civil importada”, subproducto a
veces de la resistencia a dictaduras y del apoyo internacional
a los opositoras a ellas y precondición de su existencia para
la "exportación de la democracia", ya no tendría que seguir
existiendo en la misma forma después de retornar a la
estabilidad institucional. Deberían dejar espacio a
asociaciones voluntarias locales, de base comunitaria. Pero
las mismas no surgieron "espontáneamente" en número
suficiente. No se trata de países protestantes dnde la
comunidad eclesial puede ser el origen de las mismas. Salvo
excepciones, tampoco los clubes y asociaciones tienen una
proyección social relevante en toda la región.
Sin embargo las ONGs creadas con el apoyo del dinero exterior
pervivieron. Algunas son verdaderos OPONGOS (ONGs opositoras)
o colaterales de fuerzas políticas de partidos o movimiento
políticos, presentadas como organizaciones independientes del
estado que hacen oposición al gobierno de turno. A veces, son
fuerzas políticas sustitutas sin referencia partidaria. Pero
también los estados o gobiernos dominantes han creado GONGOS
(organizaciones no gubernamentales promovidas por el gobierno
o del estado) de modo de presentar organizaciones
independientes que compitan con las anteriores. Algunas tienen
una referencia en el exterior, conformando capítulos locales
de conocidas organizaciones internacionales, como Amnistía
Internacional, para citar un ejemplo conocido. Otras mantienen
una relación "clientelar" con su donante del exteriror.
Los estados atacados y desmantelados "por arriba", por efectos
no deseados (algunos consideran que esos efectos eran y son
previsibles) de la globalización y fundamentalmente por la
aplicación de políticas de ajuste que suponen la pérdida de
poderes reguladores, recortes en sus presupuestos y fuerte
inefectividad de una burocracia mal paga y poco adaptada a los
requerimientos de la hora, también sufren el proceso de
pérdida de poder "desde abajo". Esto último, debido a la forma
de implementar la descentralización y por la acción de
aquellas ONGs. que suplantan al estado en su tarea.
Para los países de la región latinaomericana, la extensión de
la descentralización en tiempos de recursos escasos, supone
compartirlos con poderes a niveles regionales y municipales.
Con ello se crean nuevos grupos de poder a esos niveles, que
compiten con el estado central, que pierde capacidades y deja
áreas importantes en manos de autoridades aún más ineficientes
que las del estado central. Los ejemplos de descentralización
exitosa de países del llamado primer mundo se han tratado de
exportar sin tener en cuenta que se hacen sobre estructuras
estales centrales débiles, como son los de la mayoría de los
países del tercer mundo. Descentralizar implica derivar
recursos hacia autoridades regionales o locales vaciando el
estado central y creando "pequeñas oligarquías" que a ese
nivel replican las prácticas del pasado del estado central.
Obviamnte, siendo elencos menos sofisticados, los
administradores locales tambiénpractican una corrupción más
rampante y muchas veces facilmente “visible”, provocando
nuevas formas de descontento .
El estado también es jaqueado por la acción de buena parte de
las organizaciones no gubernamentales que, como ya indicamos,
también compiten por recursos que antes administraba el estado
en exclusividad, y llevan adelante proyectos que crean
parcelas de poder dispersas y también reiteran, en otra
dimensión fenómenos de oligarquización, clientelismo y
corrupción.
Es cierto que la maquinaria estatal preexistente era débil, en
buena medida también corrupta e ineficiente. Pero al quitarle
atribuciones y recursos y sólo en menor medida reducir su
personal, la burocracia de los países de América Latina de las
últimas décadas ha pasado a ser un "estuche vacío de
contenido", utilizando la expresión weberiana . El ritualismo
deriva hacia la acción sin sentido, se pierde la orientacion
hacia fines, y consiguientemente el desprestigio y la falta de
legitimidad de esas burocracias ha crecido. Por razones
electorales y sociales el estado no pudo desprenderse de esa
masa de funcionarios. El ajuste ha pasado por la baja de los
salarios reales, por el enlentecimiento en el reclutamiento de
gente jóven, lo que acentúa más la falta de adecuación de esa
máquina sustancial para el buen funcionamiento estatal, por la
pérdida del personal más dinámico y de mejor preparación,
dejando a cargo de los puestos a mediocres e ineficientes.
Este proceso de recorte del estado central ha determinado
también el crecimiento de otras organizaciones pues mucha
gente ha buscado refugio en burocracias regionales y locales.
Las políticas de ajuste llevan al retorno del estado
"gendarme", en el cual las funciones financieras (recaudación
de impuestos), justicia y seguridad y defensa pasan a ser
sustanciales, pero ni siquiera en la forma clásica. El estado
ha dejado de ser el monopolizador de la violencia. Las
compañías de seguridad privadas suelen tener contingentes
similares en número a los oficiales y más ineficientes y
mediocres que los estatales. También se ha ensayado la
privatización parcial del cobro de tributos e impuestos. La
función justicia es notoriamente ineficiente en la mayoría de
los países de la región.
En muchos de los países latinoamericanos hay zonas donde la
presencia estatal sólo se reduce a un contingente de la fuerza
militar. Siguiendo tendencias historicas del pasado hay
diferencias notorias entre los diversos establishment
militares. Los sureños derivan sus patrones de organización,
ideología y ethos de los ejércitos de un modelo europeo, los
predominantes desde fines del siglo XIX fueron el francés o el
alemán, y sus marinas del británico. Suponen la herencia de
los valores medioevales, heroicos y trascendentes. Si bien
desde la segunda guerra mundial se superpuso la influencia de
los EEUU, esa impronta de origen permanece.
La mayoría de las fuerzas militares centroamericanas y
caribeñas, en cambio, fueron una creación de los EEUU y fueron
suprimidas antes de terminar el siglo XX, sea por movimientos
revolucionarios o por sus propios creadores como ocurrió en
Panamá en 1989, en la Dominicana en 1965 y en Haití en los
noventa.
En el pasado se discutió si las FFAA eran sólo un instrumento
de poderes oligárquicos, o "representantes - intérpretes" de
los intereses sectores emergentes como las clases medias, o de
sectores postergados, como se vio en el Perú de Velazco
Alvarado. Para otros, a veces sin dejar de reconocer ese
caracter de instrumento de otros, las FFAA eran,
fundamentalmente, un actor autónomo que defendía sus intereses
corporativos y que justificaban su acción por un mito fundante
trascendente.
Eran las creadoras de la nación y del estado, preexistían a la
formación del estado y la nación indpendentes, y,
consiguientemente, eran sus custodias y conformaban una
institución tutelar situada por encima de las demás y de sus
conflictos. A esta ideología dominante en las fuerzas
militares del sur, se agregó, en los períodos de lucha contras
las organizaciones subversivas una ideología justificadora de
la represión violenta, en forma de "guerra sucia". Se
consideraba que la subversión era el error, una forma moderna
de herejía, que subvertía valores tradicionales que había que
defender, una ideología trascendente que las hacía custodias
de los valores de occidente contra la "acción disolvente que
emergía del movimiento comunista internacional".
La dura acción represiva desprestigió a los militares de casi
toda la región. Aún en el caso del Perú, en el cual la lucha
contra Sendero Luminoso contó con buen apoyo en la población,
el hecho que al mismo tiempo apoyaran el régimen de Fujimori,
no las dejó en buena posición. Sólo en contados países, como
Ecuador y Venezuela, los militares escaparon a esa situación.
Las fuerzas que siguieron el modelo de las Guardias
Nacionales, promovidas por EEUU, sin ese ethos trascendente,
fueron derrotadas por revolucionarios en Cuba y en Nicaragua y
fueron sustituidas por nuevas fuerzas dependientes del partido
político ganador. En Nicaragua la misma evolucionó hacia la
forma de un ejército clásico latinamericano luego de la
derrora electoral sandinista, protegiendo los intereses
corporativos de su cuerpo de oficiales, aceptando una
convivencia con los políticos liberal-conservadores. Sin
embargo, esta fuerza carece de una motivación trascendente
propia. La guardia de la República Dominicana fue destruída,
en parte por una insurreción popular, y rematada por la acción
de la intervención militar exterior. Fue sustituída por una
pequeña fuerza militar profesional. En Panamá la Guardia
evolucionó hacia una Fuerza de Defensa, cuya dependencia de
Manuel Noriega terminó por condenarla a la derrota a manos de
sus creadores, los EEUU en la "intervasión" de 1989 así como
ocurrió con la guardia haitiana que fue desmantelada con las
amenazas de intervención de 1994 que fue aceptada por el Gral.
Raoul Cedrás, último jefe de la guardia. Esos dos países junto
con Costa Rica sólo tienen precarias fuerzas policiales.
En la mayoría de los países de la región las militares están
en una situación de "hibernación". Sus presupuestos han
bajado, su peso político está notoriamente dismuinuído, pero,
salvo los casos citados anteriormente de ls fuerzas creadas
por EEUU, ninguna fuerza militar de la región fue aniquilada.
Ni siquiera las fuerzas militares que sufieron derrotas
militares notorias, de la cual el mejor ejemplo es Argentina.
La pérdida de la guerra de Malvinas, una "guerra exterior",
"marginal", tuvo menores consecuencias que la derrota política
que implicó la práctica de la "guerra sucia", incluyendo el
"terrorismo de estado", contra los subversivos. Por lo tanto,
aunque maltrechas, siguen siendo un actor a considerar en el
escenario argentino.
En Venezuela son parte importante de la estrategia de Hugo
Chávez para mantener su proyecto de revolución, que por ahora
no pasa del plano verbal y también son uno de los principales
actores a los que apela la oposición que quiere derrocar a
Chávez.
En Colombia son uno de los sectores armados claves del juego
político-militar en el que participan tambien guerrilleros de
las FARC y el ENL, los para - militares de la AUC y los
consejeros militares (oficiales y privados) de los EEUU. En la
mayoría de los otros países condicionan, en mayor o menor
medida, la acción gubernamental
Tercera nota
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