El Observador
Se pasa de la candidatura de referentes de todo el Frente Amplio o casi todo, o de los dos referentes de las dos mitades, a las candidaturas de proyectos de carácter personal de personas que no expresan ninguna corriente orgánica y obtienen el apoyo de sectores orgánicos […] surge la necesidad de estudiar este cambio de naturaleza, que sin duda corresponde a cambios profundos en la naturaleza politológica y sociológica del Frente Amplio, pero que también se corresponde con los importantes cambios en la cultura política y social de la sociedad uruguaya
De las candidaturas de los referentes a las de construcción personal
Con el Congreso de este fin de semana y la proclamación de cuatro precandidatos presidenciales, el Frente Amplio realiza un significativo cambio de etapa en la materia. Se pasa de la candidatura de referentes de todo el Frente Amplio, o de casi todo, o de los dos referentes de las dos mitades, a las candidaturas de proyectos de carácter personal de personas que no expresan ninguna corriente orgánica y obtienen luego el apoyo de sectores orgánicos.
En su origen, en febrero-marzo de 1971, primero se define el el candidato a la Presidencia de la República y luego se establece que el mismo sea quien presida la Mesa Ejecutiva del Frente Amplio. Pasadas las elecciones, se transforma esa candidatura presidencial en el cargo de Presidente del Frente Amplio. Esa calidad de Presidente del Frente Amplio, referente del mismo y candidato presidencial se repite de forma plena en 1989, y puede decirse que también en 1984, dado que la proscripción del General Liber Seregni determinó que el candidato vicepresidencial (Juan José Crottogini) fungiese como candidato presidencial vicario y el presidente-referente-proscripto fuese el candidato real. Tan es así, que en la campaña electoral, el cierre de cada acto fue realizado no por el candidato presidencial formal, el vicario, sino por el líder y candidato real.
Este mismo esquema se repite en 1999 y 2004, en ambos casos con la figura de Tabaré Vázquez. La elección intermedia entre ambos periodos, la de 1994, opera como una transición: el presidente del Frente Amplio lo es Liber Seregni en su etapa postrera (renuncia el 5 de febrero de 1996) y la candidatura presidencial pasa a Tabaré Vázquez, que al mes de la elección asume la Presidencia del Encuentro Progresista y poco después la Presidencia del Frente Amplio.
En 2009 hay una variante de la misma arquitectura. Limitado constitucionalmente el referente de todo el Frente Amplio (Vázquez), ocupada la Presidencia de la fuerza política por un vicario del referente (Jorge Brovetto), se produce una disputa entre los referentes de las dos principales corrientes frenteamplistas: José Mujica y Danilo Astori, que compondrán en conjunto la fórmula presidencial. No solo hay una variante en la arquitectura de la candidatura, sino que marca el fin de Tabaré Vázquez como referente único del conjunto del Frente Amplio.
En 2014 se da lo que hoy, recién en estos días, puede verse como una segunda transición y como el fin de una larga etapa de casi 48 años. El Frente Amplio carece de un referente del conjunto (Vázquez ya no lo es), los referentes de las dos grandes corrientes no son presidenciables, la calidad de presidente del Frente Amplio queda disociada tanto de la calidad referencial como de la candidatura.
Paralelamente, en el periodo interelectoral presente ocurre un proceso de construcción de proyectos personales de candidatura. Los mismos primero surgen y luego reciben el apoyo de organizaciones políticas, a la inversa del criterio anterior, en que la candidatura surgía como expresión de una organización política (el partido, una corriente, una o varias fracciones o sectores).
Daniel Martínez surge en el periodo final de la dictadura desde la reconstrucción del sindicalismo, en el que demuestra fuerza carismática, participa organicamente en el Partido Socialista. Poco después, pasa una década larga fuera de la responsabilidad de cuadro político, hace un breve retorno, y vuelve a salir. Hasta que poco antes del acceso del Frente Amplio al poder se reincorpora por vía de las comisiones de Programa de la fuerza política, e inicia su carrera pública meteórica: presidente de Ancap, ministro de Industria, senador por los socialistas, intendente de Montevideo. Pero la construcción de su candidatura presidencial es casi concomitante con la asunción del gobierno departamental de la capital y no surge como construcción orgánica de su sector, los socialistas.
Carolina Cosse carece de afiliación a corriente o sector alguno, y aparece en la política como cuadro de administración, como técnica o tecnopolítica con cierta vinculación al mujiquismo. Lo hace en dos fases: Presidencia de Antel, Ministerio de Industria. Su calidad de presidenciable en este caso no surge por sí misma, sino a impulsos de Mujica. Éste no mantiene su nombre como la opción preferencial, sino es uno en una danza de varios nombres sucesivos, que incluye al propio Astori, Bergara, Murro, Orsi. Pero mientras Mujica oscila en sus apoyaturas, avanza por sí sola la candidatura de Carolina Cosse.
Mario Bergara, formado en la Juventud Comunista, inicia su actividad cercana a la dirigencia política en el entorno de un Seregni ya fuera de la Presidencia del Frente Amplio, en el Centro de Estudios Estratégicos 1815. Su primer cargo de confianza política le es otorgado por Jorge Batlle en la URSEC (a pedido de Seregni). Y por esos tiempos llega su cercanía a Astori y al Frente Liber Seregni, del que se aparta para construir su propia candidatura presidencial.
Oscar Andrade es un dirigente sindical con pasta de caudillo, que realiza un fugaz pasaje por el Parlamento y sin ser el referente comunista -que siempre lo es el secretario general- impone su candidatura al propio partido o sector.
Como puede observarse en la construcción de las candidaturas y de las propias carreras políticas, las candidaturas presidenciales frenteamplistas del 2018-2019 corresponden a una naturaleza política diferente a las de los 48 años anteriores.
Surge primero la necesidad de estudiar este cambio de naturaleza, que sin duda corresponde a cambios profundos en la naturaleza politológica y sociológica del Frente Amplio, pero que también se corresponde con los importantes cambios en la cultura política y social de la sociedad uruguaya.
Lo segundo que surge es especular sobre los efectos que esta forma de construcción de candidaturas tendrá sobre la arquitectura interior del Frente Amplio, en particular sobre la permanencia y surgimiento de corrientes, fracciones y sectores.