02 Oct. 2011

Para pensar la reforma electoral

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Uno de los temas a abordar es el del método de emisión del voto.[...]Dentro de los métodos manuales cabe distinguir dos grandes categorías, que se pueden denominar de selección de hoja o de papeleta central.[...] El método de selección de hoja, vigente en Uruguay (también en Argentina, ahora con algunas excepciones) consiste en que cada opción electoral se encuentra inscripta en una hoja determinada.[...]El otro método, cuyo impulso está hoy en boga en Argentina, es la papeleta central o como le llaman en la vecina orilla “la boleta única”. Consiste en una hoja donde se encuentran insertas todas las opciones posibles y donde el elector escoge una de ellas mediante algún tipo de marca: tilde, cruz, círculo, tachado, subrayado y similares.

Uruguay cuenta con un excelente régimen electoral, sin duda el más confiable del mundo, y con un sistema electoral altamente funcional, producto de las leyes madre de elecciones de 1924-1925 (Ley de Registro Cívico Nacional, Ley de Elecciones, Ley Complementaria de Elecciones) y de la labor de la célebre Comisión de los Veinticinco presidida por Andrés Martínez Trueba. Pero más allá de su excelencia, es llegado el momento de estudiar algunas modificaciones. Uno de los temas a abordar es el del método de emisión del voto.

Dentro de los métodos manuales cabe distinguir dos grandes categorías, que se pueden denominar de selección de hoja o de papeleta central. El método de selección de hoja, vigente en Uruguay (también en Argentina, ahora con algunas excepciones) consiste en que cada opción electoral se encuentra inscripta en una hoja determinada. El elector lo que hace es seleccionar, escoger, tomar una hoja determinada e introducirla en la urna, o introducirla en un sobre, el cual a su vez se introduce dentro de la urna. Para mayor identificación de la opción electoral, las diferentes hojas se distinguen por el nombre del partido, por colores, fotografías, símbolos y muy especialmente por un número distintivo, el cual es el mismo para todas las hojas iguales y distinto al de las hojas con opciones diferentes.

Este método presenta varias virtudes. Primero, la muy fácil identificación para el elector. Segundo, la simplificación de la campaña electoral en torno a un objeto resumen: el número (“vote la lista XX”). Tercero, la posibilidad de que la misma hoja oficie como elemento de campaña electoral primero y luego como instrumento de emisión del voto. Cuatro, la simplificación para el votante de poder llevar consigo la hoja de su preferencia, sin tener que perder tiempo de buscarla en el cuarto secreto.

Y presenta también varios defectos: Primero, que el hecho de que elector lleve consigo la hoja por la cual emitirá su voto pude devenir también en un factor de presión o de inducción al voto. Segundo, que quien desee escoger la hoja de votación en el cuarto secreto puede encontrarse con un bazar de turco con cerca de un centenar de opciones, ordenadas con criterios no muy claros. Tercero, que la hoja de preferencia de un votante no necesariamente puede encontrarse en el cuarto secreto del circuito donde va a emitir el voto. Cuarto, el costo elevadísimo de imprimir millones y millones de hojas de votación (para su distribución previa como propaganda, para colocar un número abundante en cada circuito). Quinto, el costo en dinero pero sobre todo el costo en aparato para poder distribuir hojas en todos los cuartos secretos de todos los circuitos. Sexto, el sabotaje que a veces se realiza y a veces se imagina que se realiza, de destruir o sustraer hojas de determinado partido o candidato. Algunos de estos problemas pueden solucionarse sin cambiar de método: no tienen por qué utilizarse las hojas de votación como elemento de propaganda; la colocación de las hojas en los circuitos podría corresponder a la autoridad electoral; la colocación en los cuartos secretos podría seguir un criterio lógico, previamente determinado, que permita al votante encontrar con facilidad la hoja de su preferencia. Otros defectos no tienen solución, especialmente la inducción del voto que supone que el votante llegue con el voto preseleccionado.

El otro método, cuyo impulso está hoy en boga en Argentina, es la papeleta central o como le llaman en la vecina orilla “la boleta única”. Consiste en una hoja donde se encuentran insertas todas las opciones posibles y donde el elector escoge una de ellas mediante algún tipo de marca: tilde, cruz, círculo, tachado, subrayado y similares. ¿Cuáles son sus virtudes? Primero, que en una única hoja se encuentran todas las opciones. Segundo, que su presencia ante el elector es independiente de aparatos y a prueba de sabotajes, destrucciones y sustracciones. Tercero, que le elector no puede ser inducido a emitir el voto (como ocurre ,con la selección de hojas) ya que la selección la hace por sí solo dentro del cuarto secreto y no puede ser hecha a priori ni por otra persona. Cuarto, que hay una considerable disminución de costos para los agentes electorales. Además, en quinto lugar, las opciones pueden estar expresadas como número, lo cual mantendría la segunda virtud del método tradicional de selección de hoja ¿Cuáles son sus defectos intrínsecos? El primero y más relevante es que no es neutro el orden de las opciones electorales (nombres de candidatos, listas de candidatos, partidos, número distintivos). Un estudio hecho hace tiempo en Irlanda –corroborado por otros estudios en relación a la presentación de opciones en encuestas- concluye que se sobre representa la elección al primer cuarto de candidatos u opciones, luego al último cuarto, en tercer término aparece una leve sub representación en el segundo cuarto y el segmento más perjudicado es el tercer cuarto. Para equilibrar ese sesgo, en las encuestas las opciones se presentan precisamente en cuatro órdenes diferentes, donde a cada encuestado se le presenta uno de esos cuatro órdenes, a fin de que al cabo del millar de entrevistas, los sesgos se compensen. Pero ello obligaría a que hubiese cuatro tipo de boletas centrales para los circuitos de un mismo departamento, ya fuere distribuidos de manera diferente a cada circuito, o distribuidos de manera diferente a cada elector. El segundo defecto es que le es más difícil encontrar la opción a marcar al elector de mayor edad, o más baja capacidad intelectual, o mayor lentitud, que cuando lleva la hoja pre seleccionada. A estos defectos intrínsecos, en el caso uruguayo, cabe agregar el problema de cambiar un procedimiento con un siglo de uso (tal cual se vota hoy sin número distintivo data de 1920 y con número distintivo desde 1928). No es fácil cambiar la práctica consecuente a lo largo de un siglo y varias generaciones. Pero conviene el planteo de los temas para que se vaya pensando.