06 Jul. 2012

Paraguay, Venezuela y los enfrentamientos Mujica-oposición

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

Las últimas dos semanas se vieron agitados por acontecimientos [...] Los hechos tuvieron que ver con la deposición de Fernando Lugo y con el ingreso de Venezuela al Mercosur. […] Resulta que la oposición embistió contra el gobierno por lo de Venezuela y lo de Paraguay, a la vez. [...] El resultado fue que cada cual llevó argumentos a favor de su posición para defenderlos a los que piensan como cada uno, y ninguno ofreció argumentos sólidos para convencer a los partidarios de la otra parte.

OAB: Las últimas dos semanas se vieron agitados por acontecimientos relativos al funcionamiento político de la región y la actitud del gobierno uruguayo en relación a dichos acontecimientos. Los hechos tuvieron que ver con la deposición del presidente paraguayo Fernando Lugo y con el ingreso de Venezuela al Mercosur.

FV: Si te parece, comenzamos por Paraguay

OAB: El tema es muy largo y complicado. Para sintetizar. El presidente Lugo fue depuesto al cabo de un juicio político. Un juicio político es un procedimiento en el cual un presidente de la República puede ser destituido por delitos o hechos extremadamente graves, mediante acusación de la Cámara de Representantes y condena del Senado, expresadas por dos tercios de votos del total de componentes. El juicio político no es un acto político de desaprobación de la gestión, un acto de censura como ocurre con los ministros, sino un juicio, un proceso, que se llama político por ser realizado por órganos políticos. Desde que se hiciera un juicio político contra el presidente de Estados Unidos Andrew Johnson en 1868, ha quedado claro que no es un acto de valoración política, de opinión sobre la conveniencia o inconveniencia de la orientación o la gestión del gobierno, sino un acto jurisdiccional en que la cámara baja cumple la función de fiscal y el Senado la función de juez. Y los senadores están obligados a actuar con la objetividad e imparcialidad de los jueces, y no como políticos. Es un acto digamos de tipo judicial. De ninguna manera político.

FV: Y qué más se exige en un juicio político.

OAB: Según la Constitución del Paraguay, en todo de acuerdo con la doctrina del derecho liberal, en todo juicio –y por tanto también en el juicio político- debe existir lo que se denomina el debido proceso, y expresamente la constitución paraguaya exige cinco condiciones fundamentales:

Una, que la persona acusada se defienda por sí misma o sea asistida por defensores de su elección.

Dos, la comunicación previa y detallada de la imputación, así como a disponer de copias, medios y plazos indispensables para la preparación de su defensa en libre comunicación.

Tres, que se ofrezca, practique, controle e impugne pruebas.

Cuatro, que no se le opongan pruebas obtenidas o actuaciones producidas en violación de las normas jurídicas.

Y cinco, que el acusado tenga acceso, por sí o por intermedio de su defensor, a las actuaciones procesales, las cuales en ningún caso podrán ser secretas para ellos. El sumario no se prolongará más allá del plazo establecido por la ley.

FV: ¿Y todo ese procedimiento se cumplió?

OAB: Aquí viene la polémica. La primera parte, acusación por Diputados y condena por el Senado por dos tercios de votos se cumplió. La segunda parte, según analistas independientes y todos los gobernantes sudamericanos, no se cumplió. Porque todo el proceso se cumplió en menos de 24 horas y al presidente le dieron dos horas para conocer las acusaciones, evaluar las pruebas, contestar y defenderse. Desde este punto de vista, no hubo el derecho al debido proceso y a la debida defensa.

Por eso, esto fue calificado de golpe de Estado, o golpe institucional, o grave irregularidad institucional, por gobernantes de izquierda como Dilma Rouseff (Brasil) y José Mujica Cordano (Uruguay), por gobernantes populistas como Cristina Fernández (Argentina), Ollanta Humala (Perú) y Hugo Chávez (Venezuela), gobernantes eclécticos como Rafael Correa (Ecuador) y gobernantes conservadores, o de centro derecha, como Sebastián Piñera (Chile), Juan Manuel Santos (Colombia) y Felipe Calderón (México). Y además por el presidente Barack Obama (Estados Unidos de América). No ha habido a nivel de gobernantes del continente opiniones diferentes.

FV: Pero en Uruguay sí hubo opiniones diferentes.

OAB: Exacto, en algo que para un analista fue sorpresivo, dada la unanimidad en gobernantes de izquierda, de centro y de derecha, fue que toda la oposición sostuvo que fue una destitución legítima. Esa fue la posición del Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido Independiente. Y allí viene un cruce fuerte con el gobierno, aunque el gobierno en este tema aparece respaldado por la unanimidad de los gobernantes.

Esa unanimidad llevó a una suspensión de Paraguay tanto del Mercosur como de la Unión de Naciones Suramericanas, repito con el apoyo de gobernantes de todos los signos ideológicos.

FV: Pero después vino el ingreso de Venezuela al Mercosur

OAB: El tema no es menos complicado. El ingreso de Venezuela fue decidido en 2006 y aprobado por Argentina, Brasil y Uruguay. En Uruguay fue aprobado con los votos del Frente Amplio y la oposición de blancos, colorados y del Partido Independiente. Pero ese ingreso no se pudo concretar por la oposición del Senado paraguayo a ratificar el acuerdo.

Y suspendido Paraguay del Mercosur, en un proceso muy confuso se dio por superado el obstáculo de Paraguay y dar por ingresado a Venezuela. Paraguay sigue siendo miembro del Mercosur y se supone que más tarde o más temprano va a volver en su plenitud. Como mucho luego que se celebren nuevas elecciones el año que viene, pero muy posiblemente antes. Entonces lo que ocurrió puede ser visto como aprovechar la ausencia de Paraguay para hacer entrar rápido a Venezuela antes de que cambien las cosas.

Este procedimiento recibió el rechazo de Astori y de toda la oposición. Y generó otro enfrentamiento entre el gobierno de Mujica y la oposición, pero también de Mujica con Astori.

FV: Pero hubo más complicaciones.

OAB: Sí, la cosa se complicó porque hubo una serie de declaraciones contradictorias de Mujica, y además declaraciones muy poco claras del ministro de Relaciones de Exteriores Almagro, y contradicciones entre lo dicho por Mujica y lo dicho por Almagro. El gobierno quedó realmente débil en este tema y eso puede verse, por ejemplo, en el análisis que hace el influyente diario brasileño O Estado de Sao Paulo.

FV: ¿Y cómo fue ese choque?

OAB: Resulta que la oposición embistió contra el gobierno por lo de Venezuela y lo de Paraguay, a la vez. En lo de Venezuela tiene la fuerza que le da que para analistas independientes, para los análisis vistos en la región, que el procedimiento de ingreso de Venezuela resultó muy poco prolijo, tanto que ni se sabe exactamente como fue. En lo de Paraguay, la actitud de la oposición tiene la debilidad de plantear el tema como si fuese una medida de gobiernos de izquierda, cuando fue compartido por todos los gobiernos moderados, conservadores o de centro derecha de Sudamérica.

Por estas mismas razones, el gobierno logra enfrentar bien parado el ataque sobre Paraguay, porque cuenta con declaraciones y actitudes en el mismo sentido que las del gobierno Mujica, hechas por el presidente conservador chileno Sebastián Piñera, por el centro derechista colombiano Juan Manuel Santos y por el conservador mexicano Felipe Calderón. Pero por otro lado, las explicaciones sobre lo de Venezuela no las da con claridad, lo que por sí mismo es una debilidad. Y además el canciller dice que no está todo dicho sobre ese ingreso, que la cancillería estudia los tratados. Y agrega que Uruguay no estuvo de acuerdo en el procedimiento, pero lo permitió.

Y Mujica, quizás en lo que aparece como lo más sólido de su defensa, dice algo así como que Uruguay terminó aceptando el ingreso de Venezuela a cambio de lograr beneficios en el plano comercial, de aranceles y particularmente de hacer tratados comerciales con otros países.

FV: Esto se dirimió en un debate parlamentario.

OAB: Sí, y esencialmente confuso. Porque no se debatió Paraguay por un lado y Venezuela por otro, sino todo junto. Entonces cuando uno atacaba con Venezuela el otro retrucaba con Paraguay. Y cuando uno hacía argumentos jurídicos el otro respondía con argumentos políticos, ideológicos o de conveniencia comercial.

El resultado fue que cada cual llevó argumentos a favor de su posición para defenderlos a los que piensan como cada uno, y ninguno ofreció argumentos sólidos para convencer a los partidarios de la otra parte. No para convencer en el Parlamento, donde las posiciones están pre establecidas, sino para convencer ante la gente común de uno y otro bando, y ninguno ofreció argumentos para convencer a la gente independiente, digamos sin camiseta.

Más o menos por ahí quedó este tema confuso para la gran mayoría, y más confuso aún por el cruce de dos temas diferentes, y además por la alta ideologización habida.