03 Oct. 2014

La caída de la militancia tradicional y el surgimiento de nuevas formas políticas

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

En estas tierras la política, en el sentido de búsqueda de captación de apoyo popular, comenzó hace un par de siglos. La primera elección puede considerarse la de comienzos de 1813, cuando en los distintos pueblos del territorio oriental se escogen los representantes al Congreso de Tres Cruces. Desde entonces y por casi un siglo, la política adquirió dos grandes formas: la política de elites y la política de caudillos. Luego se pasó a la política de militancia que terminó imponiéndose en todas las organizaciones políticas uruguayas. Y hoy se observa el fin, el agotamiento de ese tipo de accionar político.

OAB: En estas tierras la política, en el sentido de búsqueda de captación de apoyo popular, comenzó hace un par de siglos. La primera elección puede considerarse la de comienzos de 1813, cuando en los distintos pueblos del territorio oriental se escogen los representantes al Congreso de Tres Cruces. Desde entonces y por casi un siglo, la política adquirió dos grandes formas: la política de elites y la política de caudillos. Luego se pasó a la política de militancia que terminó imponiéndose en todas las organizaciones políticas uruguayas. Y hoy se observa el fin, el agotamiento de ese tipo de accionar político.

FV: ¿Qué quiere decir política de lites y política de caudillos?

OAB: Estamos hablando esencialmente del siglo XIX, un siglo en que las elecciones no fueron el único medio para dirimir el poder, ni el poder emanado de las elecciones fue siempre respetado. El poder crudo de la fuerza tuvo tanta o mayor importancia que el poder surgido del voto. Y no siempre los gobernantes elegidos por el voto completaron su mandato. Y no siempre el voto correspondió a elecciones limpias y puras en el sentido moderno.

En ese siglo se puede distinguir por un lado la política a través de caudillos. Y la palabra no es cualquiera. No es lo mismo caudillo que líder. Caudillos de a caballo, caudillos guerreros. Capaces de convocar a la lucha, a pelear y a morir, a gran cantidad de hombres. Caudillos devenidos en militares, o militares devenidos en caudillos. Son los nombres de Fructuoso Rivera, Juan Antonio Lavalleja, Manuel Oribe, Venancio Flores, Timoteo Aparicio y se puede cerrar el siglo con el nombre de Aparicio Saravia. Colorados unos, blancos otros.

Frente a la política del poder crudo de los caudillos aparece otra forma de hacer política, llamada a veces despectivamente la política doctoral. Las elites urbanas, profesionales y comerciales, que ejercen el poder a través de pequeños clubes y de acciones de cúpula.

Es a comienzos del siglo XX cuando comienza lo que luego termina perfilándose como el modelo dominante a lo largo de todo el siglo pasado. La política basada en la organización de estructuras complejas, con organizaciones de base de tipo vecinal, barrial, con organizaciones intermedias a nivel de zonas, luego estructuras departamentales y finalmente grandes convenciones nacionales.

Allí se ve por un lado al batllismo, que toma y adapta el modelo de los partidos socialdemócratas europeos, con sus estructuras de base (los clubes vecinales), sus afiliados y sus elecciones internas. El nacionalismo, pero en particular el herrerismo, que toma modelos de acción política norteamericanos, en especial el relevamiento de los vecinos cuadra por cuadra, la identificación de la filiación política de cada uno, y la organización de una red de pequeños caudillos que establecen el enlace entre los políticos nacionales y los ciudadanos de a pie. La izquierda sin duda fue la que terminó organizando con más precisión este tipo de estructuras, con sus comités, núcleos o agrupaciones de base, órganos de coordinación intermedios y estructuras nacionales de representación y debate. Y el afiliado militante en un papel cuasi de misionero religioso, con recorridas cuadra por cuadra llevando el mensaje político o distribuyendo volantes y folletos.

FV: ¿Y qué pasó con eso?

OAB: El último momento más estelar del Uruguay sin duda ocurre hacia el final del periodo militar y en los primeros años de la restauración democrática. Con distintos estilos se puede rememorar el más de millar de personas que trabajan en la elaboración del programa del Partido Colorado en 1984, el formidable accionar de los seguidores de Wilson Ferreira Aldunate en el Partido Nacional y la militancia organizada del Frente Amplio, que llegó en 1984 llegó a tener en actividad militante solo en Montevideo a más de 40 mil personas en sus Comités de Base.

Hoy se observa que quedan los esqueletos de esos aparatos. El caso más paradigmático, más fuerte, es ver que la llamada distribución de listas, el repartido de las hojas de votación en las calles, las esquinas, las plazas y los parques, ese reparto de listas se hace fundamentalmente, casi integramente, con personal pago.

No son militantes compensados. Es decir, no son personas que militan en un partido u organización política y a la cual el grupo político le da unos pesos, lo compensa por el tiempo que tiene que destinar a la tarea política. Esto ya no es así.

Son personas contratadas, cuya filiación política no se averigua ni interesa. Son contratadas para realizar un trabajo y se les paga por ello. La regla de juego es que es un trabajo en negro, sin aportes, sin controles laborales, con la más amplia tolerancia de las autoridades, que aplican un doble criterio en la materia. Este trabajo en negro es permitido y practicado por todos los partidos y por los propios grupos políticos de los gobernantes que deberían controlarlo.

Y es lo que queda de la vieja militancia. Que además se combina con otro tema: la relativa apatía que hay a menos de un mes de las elecciones. Quien el pasado fin de semana recorriera lugares tan emblemáticos como la Feria de Villa Biarritz o la Feria del Parque Rodó, sin duda asombra la falta de propaganda política.

FV: ¿Y si esto es así a menos de un mes de las elecciones? ¿Qué pasa con la actividad política?

OAB: Esta es una gran pregunta. Cómo va a ser en el futuro la actividad política. Cómo se van a organizar los grupos políticos, cuando el tipo clásico de comité o club está en extinción.

Lo que se ve es que cada vez con más fuerza hay una muy grande militancia a través de internet, a través de las redes sociales, de blogs, de diversos tipos de sitios, a través de comentarios y discusiones en los propios medios de comunicación digitales o en las modalidades digitales de los medios de comunicación convencionales.

Por allí despunta un nuevo tipo de relación de la gente con la política. Un tipo de relación muy diferente al del pasado. Todavía habrá que ver cuánto queda de esto.

Por lo pronto hoy es un tipo de acción política en que predominan los jóvenes y adultos jóvenes, la gente en general de 40 años para abajo. Y predominan las personas con mayor nivel educativo.

FV: ¿Y los demás?

OAB: En los demás hay que hacer una salvedad. Esos demás están compuestos en los niveles más chicos de edad por personas que están accediendo velozmente a la cultural digital, donde el Plan Ceibal ha sido una gran catapulta. Las ceibalitas más los celulares. Esto permite avizorar que en muy poco tiempo lo que hoy es predominio de gente de mayor nivel educativo, va a ser dominio de casi todos o de todos.

Pero lo otro es la reunión informal, en casa de familia, en un parque. La recorrida de dirigentes políticos, de candidatos, de gobernantes o administradores, por las ferias, por los barrios, por los lugares donde anda la gente. En lugar de la gente ir a un local político, son los políticos que van a donde está la gente, a contactarla, a hablar con ella.

Parecería que el contacto digital y el contacto personal van camino a constituirse en las formas dominantes del accionar político.