16 Nov. 2014

De cómo borrar a los colorados

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Primero fueron algunos dirigentes frenteamplistas a título individual, ahora lo es el propio candidato presidencial del Frente Amplio, que irrumpen con una propuesta fuerte de reforma radical del sistema electoral uruguayo, de una magnitud similar a la reforma de 1996. El elemento central sigue siendo la forma de elección del presidente de la República.

Primero fueron algunos dirigentes frenteamplistas a título individual, ahora lo es el propio candidato presidencial del Frente Amplio, que irrumpen con una propuesta fuerte de reforma radical del sistema electoral uruguayo, de una magnitud similar a la reforma de 19961. El elemento central sigue siendo la forma de elección del presidente de la República. En la reforma de 1996 se abandonó el sistema de elección por pluralidad o mayoría relativa, que rigió invariablemente en todas las elecciones de Poder Ejecutivo desde que éste es elegido directamente por el Cuerpo Electoral, vale decir desde 1920 hasta 1994. Y de la pluralidad se pasó al sistema de mayoría absoluta invariable, mediante la realización de dos actos electorales. La mayoría absoluta aparece como exigencia de barrera en la elección nacional (o primera vuelta) y, de no lograrse, se va hacia ella por un procedimiento que matemáticamente obliga a esa mayoría absoluta, al reducir la competencia en una segunda vuelta a tan solo dos partidos, candidatos o fórmulas.

Ahora se propone un retorno al régimen anterior en forma modificada. Se propone retornar a la mayoría relativa pero con el establecimiento de una condición: que el partido/fórmula/candidato más votado para ser elegido obtenga una diferencia de 10 puntos porcentuales con el segundo, salvo que obtuviese mayoría absoluta. El tema se puede analizar desde dos ángulos: desde el funcionamiento del sistema de gobierno (y el juego político concomitante) o desde el sistema electoral.

Desde el ángulo del sistema electoral cabe realizar primero un afirmación o ley sociológica: cuando cambia la arquitectura o la ingeniería de una elección, los actores políticos y los votantes ajustan su conducta a las nuevas reglas de juego. La elección por mayoría relativa para la definición de un único cargo, como el de presidente de la República, tiende a la binarización de la oferta relevante y a la concentración de los votos en las dos opciones de mayor probabilidad. Y eso va en detrimento de los terceros y demás partidos. En términos prácticos en el Uruguay de esta etapa histórica, donde el Partido Nacional ha consolidado su papel de segundo partido y el Frente Amplio el de primer partido, la binarización de la oferta tiende a la concentración del voto en estos dos en detrimento del Partido Colorado y eventualmente también del Partido Independiente. La arquitectura del Uruguay ahora (como en 2004) presenta un esquema esencialmente bipartidista con un tercer partido de relativamente baja magnitud. Pero además, el juego de triadas entre los dos partidos tradicionales y el Frente Amplio no es un juego de tres actores equidistantes entre sí, sino de un actor por un lado y de otros dos relativamente próximos entre sí. En un esquema de esta naturaleza, la definición por mayoría absoluta invariable tiende a preservar el papel de ambos actores (no necesariamente lo preserva, sino que ayuda a su preservación). El sistema de mayoría relativa, en cambio, tiende a penalizar al menor de los dos partidos emparentados en beneficio del más votado de ese bloque. En términos prácticos, coadyuva a borrar del mapa al Partido Colorado, al incentivar a los votantes colorados a votar al Partido Nacional, como única forma de evitar que se cumpla la condición resolutoria de la elección en primera vuelta.

La experiencia de las elecciones departamentales una vez que se autonomizaron de las nacionales es aleccionante. En los departamentos de San José, Flores, Lavalleja, Durazno, Tacuarembó, Treinta y Tres y Cerro Largo (ordenados de sudoeste a nordeste) la regla de la mayoría relativa fue uno de los elementos que llevó a la virtual extinción o minimización del Partido Colorado en esas elecciones departamentales de esos departamentos. A la inversa, la regla de la mayoría relativa fue el elemento único que llevó a la minimización y casi extinción del Partido Nacional en las elecciones departamentales de Salto. El retorno a la regla de la mayoría relativa produciría sin duda a nivel nacional los efectos ya demostrados en las elecciones departamentales de esos ocho departamentos.

La forma de impedir ese fenómeno es el que ambos partidos tradicionales piensan ensayar en Montevideo el próximo 10 de mayo: la fusión (en esta experiencia, a través de un nuevo lema denominado Partido de la Concertación).

El otro punto va relacionado con el sistema de gobierno. En un país de sistema semiparlamentario es esencial la correspondencia política entre la titularidad del Poder Ejecutivo y la obtención o construcción de mayoría parlamentaria. La elección presidencial por mayoría relativa potencia la posibilidad de que resulte elegido presidente un candidato minoritario que no pueda construir una mayoría parlamentaria y que incluso pueda enfrentar una mayoría parlamentaria hostil. Este fenómeno no es exclusivo de la mayoría relativa y es una de las incongruencias del régimen de mayoría absoluta invariable. Ocurre que en el sistema de mayoría absoluta invariable (el actual) esa posibilidad es mucho menor que con el sistema de mayoría relativa.

Planteadas así las cosas, surgen algunas dudas en relación al propósito de los proponentes.

Uno ¿el objetivo es el retorno al viejo régimen de mayoría relativa con un ajuste, que lo es el establecimiento de la condición resolutoria?

Dos ¿hay claridad de lo que se propone es eliminar el principio de la mayoría absoluta invariable

Tres ¿es claro que se pretende afectar al Partido Colorado o, en su defecto, impulsar la fusión de ambos partidos tradicionales?

Cuatro ¿se tiene consciencia de que no se pretende un pequeño ajuste al balotaje para hacerlo innecesario en determinados casos, sino que lo que se pretende es cambiar radicalmente de principios, de lógica y de efectos?

La lógica sugiere que para encarar una reforma electoral, lo primero es clarificar cuáles son los objetivos que se persiguen. Y luego, después, entrar a ver cuál es la ingeniería que conduce a esos efectos. No al revés.


1 Esta es la segunda nota de una serie desordenada sobre Reforma Política. Ver El balotaje no es una sola cosa , El Observador.