01 Mar. 2015

José Mujica, el filósofo

Oscar A. Bottinelli

El Observador

José Mujica es un hombre que le gusta pensar en voz alta sobre el hombre, el mundo, la sociedad, los jóvenes y los viejos, el futuro y el pasado. También sobre el medio ambiente. Su estilo de vida, la imagen que se ha proyectado en el mundo, especialmente en el mundo occidental, en las Américas y Europa, es la de un asceta, cultivador de la vida sencilla, austera, sin apego a los bienes materiales e incluso con exhibición de una estética que refleje transgresión o descuido. La forma de hablar, con largos silencios, frases entrecortadas, a veces ausencia de verbos, producen el efecto de un pensamiento que el oyente debe interpretar y continuar, que no tiene una conclusión clara, única y obligatoria.

José Mujica es un hombre que le gusta pensar en voz alta sobre el hombre, el mundo, la sociedad, los jóvenes y los viejos, el futuro y el pasado. También sobre el medio ambiente. Su estilo de vida, la imagen que se ha proyectado en el mundo, especialmente en el mundo occidental, en las Américas y Europa, es la de un asceta, cultivador de la vida sencilla, austera, sin apego a los bienes materiales e incluso con exhibición de una estética que refleje transgresión o descuido. La forma de hablar, con largos silencios, frases entrecortadas, a veces ausencia de verbos, producen el efecto de un pensamiento que el oyente debe interpretar y continuar, que no tiene una conclusión clara, única y obligatoria.

En el plano de los valores exhibe importantes contradicciones. Cuando habla del papel de la mujer parece situarse en una visión tradicional, conservadora. Al respecto cabe recordar cuando en una marcha contra la violencia de género, refirió que el hombre tiene que aguantarse lo que le haga la mujer, aunque le dé bronca. Al referirse en varias oportunidades al tema de la mujer y el trabajo, son constantes sus referencias al hecho de que la mujer “tenga que salir a trabajar”, como algo obligado, inconveniente, contranatura. En cuanto al valor del estudio ha marcado con énfasis la importancia de la educación, educación, educación, pero a su vez son constantes sus referencias despectivas a los títulos universitarios, a las “chapas doradas”, seguramente como invocación a las cada vez más en desuso placas de bronce que los profesionales liberales ponían en la puerta de sus casas, estudios o consultorios. Y el exaltar como un logro popular y democrático que en el Parlamento haya menos personas con estudios universitarios; aunque a veces lo matiza considerando como virtud solamente que haya menos abogados (de paso: el Frente Amplio es el partido político que -a diferencia de sus propios orígenes- cuenta con menos abogados). Lo que sugieren muchas frases suyas es una valoración mayor del trabajo manual que del trabajo intelectual, y dentro de la educación, de la formación, una mayor importancia a lo tecnológico que a lo humanístico. Su exaltación del valor de la tierra, de la producción rural, lo entroncan con viejas líneas de pensamiento que ponen como centro la creación natural, la germinación, el laboreo, el contacto con la naturaleza expresado en el contacto directo con la tierra, con el humus.

A veces sugiere que ve a una parte sola de la sociedad uruguaya, cuando dice que “a los uruguayos no les gusta trabajar”. Que al hablar de lios uruguayos ve a los funcionarios públicos -en el estereotipo con que se ve a los funcionarios públicos, a los burócratas- y a la gente marginal o desafecta al trabajo. Pero que no ve a esa posiblemente mitad o algo más de los uruguayos que trabajan más de lo debido, muchas horas, muchos días, en múltiples actividades.

Pero por otro lado, bajo su gobierno se dieron pasos gigantescos en el desarrollo de una agenda de derechos de libertad en materia ético-cultural, de valores; aunque la palabra moleste a tirios y troyanos, en una agenda liberal en lo ético-cultural. En el haber del gobierno desde ese punto de vista (y en el debe para los sostenedores de valores conservadores y tradicionales) aparecen la despenalización del aborto, el establecimiento del matrimonio homosexual, la igualación de los miembros de la pareja en todo tipo de matrimonio (que en realidad esto es lo que quiere decir la expresión usada de forma equívoca de “matrimonio igualitario”), la adopción de niños por parte de matrimonios homosexuales, la gestación en úteros diferentes a la titular de los óvulos (en forma muy limitada y conservadora), la asistencia estatal para la ovodonación (en forma también muy limitada y conservadora)y la fecundación asistida en general. Y lo que es la obra propia e indiscutida del presidente, la marihuana: la legalización plena del consumo y la tenencia, el autocultivo, la legalización de la venta y la producción bajo control estatal.

Como político y gobernante no es un estratega, es decir, el tipo de líder o conductor que señala cuál es el objetivo y hacia dónde hay que llegar. Como gobernante tampoco es necesariamente un táctico -el que marca en cada etapa por dónde ir y cómo hacerlo hasta llegar a la posta siguiente- aunque sí lo es como conductor político. Pero esencialmente su fuerte es el filosofear, el disparar sueños y utopías mediante el hablar en voz alta, el convocar a la discusión, a la polémica, el expresar un aire fuerte de libertad en el pensamiento. Como gobernante, esta forma muchas veces genera dudas, porque al hablar en voz alta se dice lo uno y luego lo otro, y eso si bien convoca a la reflexión, también desorienta; y el grueso de la gente, o todos sin duda en algún momento o en muchos momentos, necesitan de una guía, de alguien que marque el camino y diga por dónde hay que ir. De esta forma de ser nació la idea de que el gobierno era errático o carecía de orientación. En definitiva, la práctica de un estilo que obligaba a la lectura entre líneas para encontrar la coherencia de rumbo o de propósitos.

Como referente electoral y aglutinador político ha resultado exitoso. El sublema senatorial formado en torno a su figura obtuvo el apoyo del 27% del total del electorado y el 55% de los votantes frenteamplistas, y logró 9 de los 15 senadores oficialistas y 30 de los 50 diputados. La lista encabezada por él, y la correspondiente corriente a la cámara baja, logró el 15% del total del electorado y el 31% del Frente Amplio; consiguió 6 senadores y 24 diputados. Pero además situó al Espacio 609 y a su entorno como la columna principal de la izquierda en tres elecciones consecutivas, hecho inédito en una fuerza política que en su primera elección no tuvo corriente dominante y en las cuatro siguientes predominó una fracción diferente en cada una .

Ahora viene un tiempo diferente al de presidente, como senador y líder de algo más de medio oficialismo. Un tiempo complicado con un juego de doble liderazgo. Es la segunda vez que le ocurre este juego al Frente Amplio, pero la primera vez que se da en el ejercicio del gobierno.