10 May. 2015

Cuando los votos no son todos iguales

Oscar A. Bottinelli

El Observador

En la teoría electoral se considera que la igualdad del voto es uno de los elementos formales imprescindibles para que pueda considerarse que un sistema político es poliárquico, vale decir, democrático, en el sentido de lo que de manera más o menos imprecisa se denomina democracia liberal. El ángulo más utilizado para estudiar la igualdad del voto es desde el punto de vista del derecho del elector: que cada elector tiene la misma cantidad de votos que cada uno de los demás electores [...] Sin embargo, en el último medio siglo comienza a analizarse el tema de la igualdad del voto desde otro ángulo: del valor que tiene el voto en la producción de resultados electorales lo que, en órganos pluripersonales significa el valor que tiene en bancas.

En la teoría electoral se considera que la igualdad del voto es uno de los elementos formales imprescindibles para que pueda considerarse que un sistema político es poliárquico, vale decir, democrático, en el sentido de lo que de manera más o menos imprecisa se denomina democracia liberal. El ángulo más utilizado para estudiar la igualdad del voto es desde el punto de vista del derecho del elector: que cada elector tiene la misma cantidad de votos que cada uno de los demás electores; a la igualdad o paridad del voto se opone el concepto de voto voto calificado o censitario, según el cual los electores tienen diferente cantidad de votos en función de su nivel profesional o educativo, su calidad de jefe de familia, su renta o su patrimonio. Sin embargo, en el último medio siglo comienza a analizarse el tema de la igualdad del voto desde otro ángulo: del valor que tiene el voto en la producción de resultados electorales lo que, en órganos pluripersonales significa el valor que tiene en bancas. O dicho de otra manera, si todas las bancas requieren la misma cantidad de votos para su obtención o hay formas de obtener bancas con menos votos y otras con más votos. A partir de allí surge la pregunta de cuán plenamente democrático puede ser considerado un sistema político en que los votos tengan valor muy diferente a la hora de ser contados1.

Las elecciones del Reino Unido del pasado jueves 7 de mayo arrojaron el siguiente resultado:


PartidoVotosBancasCosto x bancaBancas x cocienteDiferencias de bancas
Conservative113349203313424424091
Labour93473262324029019834
Scotitish National Party145443656259723125
Liberal Democrat2415888830198651-43
Democratic Unionist Party18426082303344
Sinn Fein17623244405840
Plaid Cymru1816943605654-1
Social Democrat & Labour Party9980933327021
Ulster Unionist Party11493525746820
UKIP33811291388112982-81
Green Party11576131115761325-24

El cociente de 30:698.210 votos entre 650 bancas arroja un costo promedio por banca de 47228 votos. Bancas x cociente indica las bancas que hubieren correspondido en aplicación del cociente simple o de Andrae & Hart. Costo x banca: total de votos dividido bancas realmente obtenidas. Diferencia de bancas: bancas realmente obtenidas menos bancas x cociente.


Como puede observarse en la tabla, hay una penalización extrema del United Kingdom Independent Party (UKIM) que obtiene un banca con votos para 82 y en menor grado pero muy fuerte la del Green Party que logra una banca con votos para 25. También quedan penalizados el Liberal Democrat en que una banca tiene el costo de más de seis. Aunque no mucho, también son penalizados el galés Plaid Cymru y el nordirlandés Ulster Unionist Party . En el otro extremo el nordirlandés DUP y el nacionalista escocés SNP, que multiplican las bancas respectivamente por 2,1 y 1,8. También, aunque con bajo beneficio, laboristas ( x 1,2) y el nordirlandés Sinn Fein (x 1,1). Si se considera que el ciudadano británico cuyo voto vale menos equivale a 1, hay ciudadanos británicos cuyo voto pesa 1 y hay otros cuyo voto pesa 168.

Este análisis está basado sobre la teoría de la proporcionalidad, la cual a su vez reposa en el principio de uno de los padres de la Revolución Francesa, Honore G. Victor Mirabeau: “los Estados (las cámaras) son para la nación lo mismo que un mapa a escala reducida para toda su extensión física, parcial o total; la copia ha de tener siempre las mismas proporciones que el original”. El sistema británico reposa en la tesis que apuntan a lo que hoy se denomina gobernabilidad. Buscar que más allá de desviaciones en los efectos del voto, haya un sistema que asegure que un solo partido, o una sólida coalición, puedan gobernar por sí solos. La confrontación de la tesis de la representación y la tesis de la gobernabilidad en la teoría electoral tiene como un punto de partido relevante el debate habido en la segunda mitad del siglo XIX entre John Suart Mill y Walter Bagehot. Muchos sistemas están diseñados sobre este principio, como el canadiense, el francés, el español, los italianos (el recientemente fenecido Porcellum como el naciente Italicum); y en sentido inverso, países como Nueva Zelandia abandonaron el principio de la búsqueda forzada de la gobernabilidad por la proporcionalidad.

En las variantes de búsqueda de gobernabillidad, el sistema británico es el más antiguo: un sistema de mayoría simple (pluralidad) en circunscripciones uninominales (una banca por circunscripción), que es popularmente llamado “First Past the Post”. Es el método más instintivo cuando se crea un nuevo sistema político a partir de un sistema anterior sin elecciones o sin pluripartidismo. Así surgió la uninominalidad en los orígenes de la Cámara de los Comunes de Inglaterra, para la elección del Tercer Estado en la Francia revolucionaria, o dos décadas atrás en la Rusia post-soviética. La mayor defensa radica en que los electores de cada territorio determinado eligen a su representante, único, por la mayoría simple de los componentes de este distrito y se crea un fuerte vínculo entre representado y representante. Desde el punto de vista teórico, un sistema de estas características privilegia la representación territorial sobre la representación política, y consecuentemente provoca un fuerte desfasaje en la representación política o partidaria. Que la gobernabilidad se obtiene (aunque no siempre) lo demuestran estas elecciones, en que el Partido Conservador logra la mayoría absoluta (50,5% de las bancas) con el 36,9% de los votos, lo que en Ciencia Política se denomina una “mayoría manufacturada)


El profesor Oscar A. Bottinelli es catedrático de Sistema Electoral de la Universidad de la República (Facultad de Ciencias Sociales-Instituto de Ciencia Política)

1 Ver El desbalance español, El Observador, marzo 17 de 2009, en http://www.factum.uy/ediciones-anteriores/