01 Nov. 2015

¿En pos de gobernar sin mayoría?

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

En el Frente Amplio circula la idea, cada vez con mayor apoyo, de ir a un sistema de elección presidencial “a lo argentino”. Una vez más, como es dominante entre los políticos, en materia de sistema político se discuten instrumentos , sin explicitar los objetivos y la mar de las veces sin tener nada claro los efectos de los que se propone […] Ahora se plantea un cambio sustantivo, en que se deja de lado la importancia de esa mayoría parlamentaria y se puesta a institucionalizar la posibilidad de gobernar no solo sin obtener la mayoría parlamentaria, sino hasta sin posibilidad de conformar una mayoría parlamentaria […] En cuanto a los impactos sobre el voto, hay que partir de una hipótesis reiteradamente comprobada: el cambio de reglas de juego produce cambio en la oferta electoral y en el comportamiento electoral.

En el Frente Amplio circula la idea, cada vez con mayor apoyo, de ir a un sistema de elección presidencial “a lo argentino”2. Una vez más, como es dominante entre los políticos, en materia de sistema político se discuten instrumentos , sin explicitar los objetivos y la mar de las veces sin tener nada claro los efectos de los que se propone. Todo indica que en el Frente Amplio se sigue esta praxis inveterada. La idea es que el presidente de la República pueda ser elegido directamente si obtiene un piso del 40% y una diferencia de 10 puntos porcentuales con el segundo. No se dice, quizás no se tenga claro, porcentaje de qué. Conviene que se sepa algo elemental: un porcentaje es una expresión en centésimas de parte de un total; entonces, ¿cuál es el total? ¿lo es el total de votantes o el total de votantes positivos3.Cabe suponer que si se pretende imitar a Argentina, se trate de votos positivos.

Esto conviene mirarlo desde dos ángulos: los impactos sobre la arquitectura de gobierno y los impactos sobre el voto. En el primer caso, se vuelve al principio de mayoría relativa vigente en el país desde que hay elecciones directas para el Poder Ejecutivo, sea presidente o consejo nacional (1918) hasta la introducción del balotaje en la reforma de 1997, aplicado desde 1999. Hay una diferencia que no es sustantiva, la existencia de una barrera y de un spread, pero no cambia el principio de mayoría relativa; técnicamente es una mayoría relativa condicionada y no simple. En un bipartidismo claro como tuvo el país entre 1918 y 1966, inexorablemente conducía a que en más o menos la mitad de las elecciones , a veces en más de la mitad, el lema (partido) más votado no obtuviese mayoría absoluta parlamentaria (lo cual es relevante desde la introducción del semiparlamentarismo de 1934 a 1952 y de 1967 a hoy). Desde que se rompió el bipartidismo clásico, de ocho elecciones nacionales habidas (1971 a 2014) en cinco el lema más votado careció de mayoría parlamentaria propia y en las tres últimas sí las obtuvo, aunque en las dos ultimas veces en el mínimo estadístico posible (y en 2014 casi por azar).

Está demás recordar la importancia que se dio a la tenencia de mayoría parlamentaria4. Hasta mediados de 2009 politólogos y políticos consideraban trascendente la definición de la presidencia en primera vuelta. Allí nos correspondió hacer el llamado de atención que en el sistema de gobierno uruguayo lo relevante no era eso, sino la tenencia o no de mayoría parlamentaria. Y hacia 2014 ese dato pasó a ser el centro del problema. Así fue que el 26 de octubre de 2014 el Frente Amplio se consideró victorioso y los partidos Nacional, Colorado e Independiente se sintieron frustrados, por la obtención por aquél de la mayoría parlamentaria. Ahora se plantea un cambio sustantivo, en que se deja de lado la importancia de esa mayoría parlamentaria y se apuesta a institucionalizar la posibilidad de gobernar no solo sin obtener la mayoría parlamentaria, sino hasta sin posibilidad de conformar una mayoría parlamentaria. El sistema constitucional actual es poco flexible para una situación de confrontación entre un presidente de la República de un lado y una mayoría parlamentaria opuesta del otro y conduce a bloqueos como el que se observa hoy en Portugal. Razonablemente no se puede proponer volver a la mayoría relativa si no se acompaña de modificaciones al sistema de gobierno: o hay mayor parlamentarismo, o se introducen mayores válvulas de escape o se va al presidencialismo neto. Pero así, es un fuerte salto al vacío.

En cuanto a los impactos sobre el voto, hay que partir de una hipótesis reiteradamente comprobada: el cambio de reglas de juego produce cambio en la oferta electoral y en el comportamiento electoral. A reglas diferentes, los actores políticos se posicionan de manera distinta y los electores también observan y deciden en forma diferente. La realidad de octubre de 2014 hace pensar que es muy difícil su repetición, en un escenario en que el Frente Amplio fuera de toda duda razonable se iba a situar por encima del 40% y el llegar a superar en 10 puntos al Partido Nacional no era un dato de necesario cumplimiento, pero una probabilidad alta (al menos había un 50% de probabilidades de que ocurriese, como ocurrió). Un escenario de esta naturaleza es indiferente para los partidos desencantados del gobierno de esta izquierda, vale decir, no afectaría razonablemente ni a Unidad Popular, ni al Partido Ecologista (PERI) ni al Partido de los Trabajadores. Pero plantearía situaciones muy complejas para el Partido Colorado y el Partido Independiente. Los comportamientos posibles podrían ser: Uno, alguna forma de alianza bajo un lema pre existente o un nuevo lema. Dos, la ausencia de cambio de oferta y la concentración del voto en el segundo partido, en detrimento del tercero y cuarto (en el caso, en favor del Partido Nacional) con la finalidad de asegurar que no hubiese 10 puntos de distancia y se definiere en balotaje. Hay que ver si provocar estos cambios de comportamiento es de interés del Frente Amplio.


1 Catedrático de Sistema Electoral de la Universidad de la República, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Ciencia Política.

2 Séptima nota de una serie prolongada e intermitente como guía para la discusión de la reforma política. Ver El espíritu del abordaje de la reforma,Tiempos para la reforma política, Del diagnóstico y de los objetos, El Partido Nacional como víctima, Presidencialismo y parlamentarismo y El semiparlamentarismo criollo

3 Por voto positivo o afirmativo se entiende el voto emitido en favor de un lema, partido o candidato. En Uruguay -como en buena parte d Europa- el término técnico correcto es “voto válido”. Ocurre que esta expresión puede confundir con el voto validado, es decir, el que se no ha sido anulado, que puede ser positivo, en blanco o inclusive con contenido anulado.

4 Ver entre otros artículos La elección se define el 25 de octubre y A quién le importa si hay Balotaje, El Observador octubre 21 de 2007 y junio 14 de 2009, en Factum Digital (Ediciones Anteriores).