08 Jul. 2016

Algunos aspectos estructurales de los problemas políticos de la izquierda en la educación

Oscar A. Bottinelli – Diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

En Uruguay la enseñanza oficial es autónoma del gobierno […] (Al) Ministerio de Cultura (se lo pensó como) una cartera dedicada a la cultura, la ciencia, las fiscalías, los registros públicos y en ese entonces también las cárceles […] Institucionalmente, al Ministerio de Educación y Cultura se le dio un rol de impulsar la coordinación (de la enseñanza), no de ejercerla directamente […] Por eso Sanguinetti pueso a Rama en el Codicen y no en el Ministerio.

OAB: Como todos habrán visto en el último año, son muchos los cortocircuito habidos en la izquierda en relación a la educación, o para ser más exactos, con relación a lo que se conoce como la educación pública general, la que está en la órbita de Anep, la Administración Nacional de Educación Pública, que es conducida por el Codicen el Consejo Directivo Central. Anep comprende la enseñanza pública inicial, escolar, liceal y técnica media, es decir, lo que se conoce como Primaria, Secundaria, UTU y formación docente.

Los problemas se han dado entre el Codicen y el Ministerio de Educación y Cultura; al interior del Ministerio de Educación y Cultura que generaron la renuncia del subsecretario Fernando Filgueira y del director nacional de Educación Juan Pedro Mir; entre el Ministerio con los sindicatos de la enseñanza pública; y entre el PIT-CNT y la ministra de Educación y Cultura.

FV: ¿Qué es lo que vamos a ver en este análisis?

OAB: Lo que vamos a ver son los aspectos estructurales, de ingeniería institucional, que generan o ayudan a generar los cortocircuitos, y las decisiones políticas sobre la organización del gobierno tomadas por Tabaré Vázquez.

En Uruguay la enseñanza oficial es autónoma del gobierno. Cuando la reforma constitucional de 1966 al antiguo Ministerio de Instrucción Pública se le cambió el nombre por Ministerio de Cultura, es decir, una cartera dedicada a la cultura, la ciencia, las fiscalías, los registros públicos y en ese entonces también las cárceles. Fue bajo la Presidencia de Jorge Pacheco Areco, siendo ministro de Cultura el Dr. Federico García Capurro, que en una ley presupuestal se le cambió el nombre por Ministerio de Educación y Cultura, que quedó hasta ahora.

En ese entonces la intencionalidad fue clara y explícita. La concepción del gobierno de Pacheco Areco era que los entes de la enseñanza, Primaria, Secundaria y UTU, estaban fuera de control, dominados por los sindicatos y la izquierda. Esto llevó a pretender darle un rol central al Ministerio. También llevó a la intervención de Secundaria, a una ley que intervino la intervención para nombra un consejo conformado por docentes y con amplio respaldo parlamentario, y finalmente a la Ley de Enseñanza de enero de 1973, que fue sustituida al comienzo de la restauración democrática.

Institucionalmente, al Ministerio de Educación y Cultura se le dio un rol de impulsar la coordinación, no de ejercerla directamente. Y en el segundo gobierno de Sanguinetti se aprobó el decreto que abrió las puertas al desarrollo de la educación universitaria privada, ella sí regulada y monitoreada por el Ministerio.

FV: Eso desde el punto de vista jurídico o institucional ¿pero desde el punto de vista político?

OAB: Hay un ejemplo que es muy importante. Cuando Julio Ma. Sanguinetti gana por segunda vez la Presidencia de la República enarbola como su nave insignia la reforma de la enseñanza, la reforma de la educación general. El arquitecto de esa reforma lo era el profesor Germán Rama. Y aquí viene lo interesante ¿Qué hace Sanguinetti? ¿Lo pone de ministro de Educación y Cultura? No, lo pone como presidente del CODICEN, al frente de ANEP y por consiguiente al frente de Primaria, Secundaria, UTU y la formación docente.

Como ministro de Educación y Cultura designó al ex rector de la Universidad de la República contador Samuel Lichtensztejn, precisamente porque precisamente quería encarar la apertura de la educación privada universitaria.

Ahora viene lo de este gobierno Tabaré Vázquez pone la reforma de la enseñanza como una prioridad de su segundo gobierno, lo que ya se vio en campaña electoral. Para ello pensó en dos personas: Fernando Filgueira como el tecnopolítico, su asesor técnico en materia educativa, pero a su vez militante político; y a una de sus manos derechas, a María Julia Muñoz, como la figura política potente para llevar adelante una reforma que ya se sabía iba a levantar grandes oposiciones dentro de la propia izquierda, sindicatos incluidos.

Pero no designa a la dupla Muñoz-Filgueira al frente del Codicen, sino en el Ministerio. Con ello apareció un punto adicional a cualquier conflicto sobre el fondo del problema: que todo lo que quisiese impulsar el Ministerio iba a ser visto como un atropello a la autonomía de la enseñanza. Es decir, con esta designación, con esta forma de designación, agregó un problema adicional a los ya existentes.

Por otro lado, por necesidades de equilibrio político, mantuvo a Wilson Netto al frente del Codicen, un hombre fuertemente ligado a Mujica y con concepciones de política educativas opuestas a las de Filgueira.

Con todo esto, el conflicto estaba servido: las figuras de Vázquez en el Ministerio y las de Mujica en el Codicen; un Ministerio sin potestades para dar órdenes al Codicen que jugó a dar esas órdenes, y un Codicen, más sindicatos, más muchos referentes de la educación, que se alzaron contra el “avasallamiento de la autonomía”, contra la “injerencia del gobierno en la educación”.

FV: ¿Y por qué Vázquez fue por ese camino?

OAB: Todo es motivo de conjeturas. Uno piensa que fue por dos tipos de razones. Una es que subestimó la importancia del andamiaje institucional y la cultura institucional y pensó que desde el Ministerio se podía mandar al Codicen, sobre todo si al frente del Ministerio ponía una persona de su confianza y del férreo carácter de María Julia Muñoz. La otra razón es que probablemente no tuvo más remedio que ceder a la exigencia de Mujica. El mujiquismo cuenta con entre los dos tercios y los cuatro quintos de la bancada parlamentaria oficialista, Vázquez le dio pocos cargos en el gobierno, particularmente en el gabinete y Mujica se plantó muy firme en el tema del Codicen. Es probable que Vázquez haya conjugado las dos razones: cedo ante Mujica la presidencia del Codicen y desde el Ministerio se impulsa la reforma y se manda al Codicen.

Este razonamiento hubiera sido correcto, si se daban las condiciones para que mandara el Ministerio. Pero todo permitía sugerir en ese momento que era un cálculo equivocado.

De alguna manera la renuncia de Filgueira y de Mir, la designación de Edith Moraes como subsecretaria, es decir como viceministra, puso la casa en orden desde el punto de vista político institucional; máxime cuando Edith Moraes es una persona más bien del área hacia Mujica, cuenta con mucho prestigio en los cuerpos docentes y es un gran puente con Wilson Netto y el Codicen.

Pero las heridas quedaron, las diferencias de concepción han sido puestas bajo la alfombra pero no han desaparecido, y las intervenciones fuertes y provocativas de la ministra hace que el desajuste estructural ayude a que los cortocircuitos estallen o con más frecuencia o con mayores decibeles.