Radio Uruguay - Puntos de Vista
Oscar A. Bottinelli analiza el final del Partido de la Concertación, que no logró un piso de 500 votos para comparecer en las elecciones departamentales de mayo. Además, opina sobre la validez de la candidatura de Robert Silva a la vicepresidencia por el Partido Colorado.
L.C.: Una vez que se cerró este segundo escrutinio, y se conoció definitivamente cómo se distribuyen las adhesiones de quienes fueron a votar, el Partido de la Concertación, que necesitaba, como cualquiera de los otros, 500 votos de piso para poder seguir en esta carrera electoral, al final se quedó en 482. Vamos a entender un poco este instrumento, que tenía detrás la ingeniería del Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido de la Gente, y que quedó por el camino.
O.B.: Empecemos con esto, que a partir de hoy la podemos llamar la “Desconcertación”. Con ese título escribí un artículo, a poco de pasadas las elecciones del 10 de mayo de 2015. Empecemos por el porqué de la Concertación. Recordemos que fue polémica la designación de Ana Olivera como candidata de consenso, en la época que el Frente Amplio resolvía por consenso las candidaturas principales. Daniel Martínez se sintió victimizado, y eso generó que, en Montevideo, en las elecciones departamentales, hubiera un elevado número de votos en blanco. Se calcula que un 10% de todo el electorado, simpatizante frenteamplista, votó en blanco. Pero, en lugar de leer esto, los dirigentes de los Partidos Tradicionales, leyeron que el piso del Frente Amplio era el que había tenido el voto del FA como tal con Ana Olivera, que además no había sido tan bajo, casi del 50% de todo el electorado.
Las encuestas de colegas nuestros, en aquel momento, usaron, como siguen usando, para presidente e intendente, una metodología diferente a la que aplica, por ejemplo, el Latinobarómetro, que es la que aplicamos nosotros. Es decir, aplican una metodología para el Latinobarómetro y otra distinta en la medición propia del Uruguay. Esta diferencia de metodología hace que las aprobaciones le bajen mucho. Mientras que a nosotros nos daba que casi la mitad aprobaba a Ana Olivera, a los colegas les daba la tercera parte. Los Partidos Tradicionales tenían fe en los colegas, y partían de la base de que no solo el FA había votado mal, sino que, además, la población ya no lo aguantaba más. Y que solo iba a ganar si los partidos opositores no votaban juntos. Incluso quisieron llamar al Partido Independiente, que no aceptó. Este es el diagnóstico equivocado. Antes de seguir la historia aclaro que, desde Factum, fuimos bastante duros con este tema, por un tema no político. Ahí somos neutrales. Pero fue una grave afectación del sistema electoral uruguayo, fue un fenómeno contranatura. El sistema electoral uruguayo no permite partidos departamentales o locales. Los partidos son nacionales, y de verdad. Sobre todo, hay un principio que rige desde los años 20, desde la Ley de Elecciones de 1925, que es que ninguna persona puede ser candidato de un partido, perteneciendo pública y notoriamente a otro. Y aquí se daba de personas que iban a ser elegidas, o eran ya legisladores de un partido, que pretendían ser candidatos a intendente por otro. El Partido Nacional, el Partido Colorado y sus dirigentes dijeron estos son nuestros candidatos, pero el Partido de la Concertación es otro. De alguna manera, esta desaparición del Partido de la Concertación es sana para el sistema electoral. No hablo de lo político.
L.C.: Ya habías puesto las advertencias sobre un camino que podía no ir bien.
O.B.: En ese entonces dijimos, hablando del resultado de las elecciones, que el futuro era incierto, y abría el debate hacia el si, el cómo y el qué de la construcción de un bipolarismo en el país. Fue una cosa muy absurda, solo se hizo en Montevideo, donde no logró el objetivo de desplazar al FA del Gobierno de la capital. No se hizo en el interior, y al no haberse hecho, y votar separado los Partidos Tradicionales, sumados fueron más en tres departamentos donde el FA ganó la intendencia. Salto, Paysandú y Río Negro. Es decir, equivocó el diagnóstico afectando el sistema electoral, y equivocándose donde le servía.
L.C.: Fracasaron en Montevideo, generando una estructura con varios candidatos, con uno de cada partido y uno que, supuestamente, no pertenecía a ninguna de las dos fuerzas políticas, y ese abanico de opciones no alcanzó para desplazar al FA del gobierno de Montevideo.
O.B.: Exacto. Los votos del FA el 10 de mayo fueron unos 447.000, el Partido de la Concertación casi 334.000, sobre un total de 900.905. En porcentajes, el FA obtuvo el 49,6%, el Partido de la Concertación el 37%, y en blanco, anulado, en blanco parcial, casi 11%, y el resto los partidos menores, que tuvieron pocos votos.
L.C.: Vale repasar hacia adentro de la Concertación. Ahí aparece la figura de Edgardo Novick.
O.B.: Desde que se diseñó el proyecto dijeron que tendría que haber tres candidatos. Un candidato único de los blancos, ya que, oficialmente, no era el Partido Nacional, un candidato de los colorados, y un tercero independiente. Siempre pensaron en un empresario. Confieso que nunca entendí la lógica de que, para quitarle los votos al FA, y mejorar la oferta de los Partidos Tradicionales, la imagen fuera la de un empresario. No es lo más atractivo para un frenteamplista. Ni siquiera buscaron, como ahora hace el Partido Colorado con su fórmula nacional, un dirigente gremial. Fueron por un empresario. ¿Y qué pasó con este convidado de piedra? Resulta que, del 37% que obtuvo la Concertación, casi 334.000 votos, Adolfo Garcé, candidato blanco, sacó 102.500. Ricardo Rachetti, que fue por los colorados, porque el candidato natural, Ney Castillo, cuando apareció lo de Novick se fue, menos de 16.000. Eso fue lo que obtuvieron los colorados en Montevideo hace 5 años. Y Novick, con 211.500 votos, más que duplicó al candidato de los blancos, y sacó 13 veces más que los colorados.
L.C.: Ahí aparece otra consecuencia de la Concertación. Esos 200 y pico de miles de votos de Novick le tentaron a pensar que ese era su capital electoral, y que podía correr solo.
O.B.: Claro. El tema fue que, del 37% que tuvo la Concertación, Novick llegó al 23,5%. Garcé 11,6%, Rachetti 1,8%, y hubo 2% al lema. Ocurre que ahí apareció el convidado de piedra, Molière mediante, Edgardo Novick, que fue puesto para tener un “tercer rastrillo”. Los dos grandes, el blanco y el colorado, y un tercero que arrime un poquito, un empresario que tenga condiciones de financiar su campaña. Ese señor financió su campaña, y arrasó. Él solo sacó el 23,5% de todo Montevideo, y bastante más que Lucía Topolansky, segundo candidato del FA. Y no salió tan atrás de Daniel Martínez, que estuvo en el orden del 30%. Hay un dato no menor: cuando Novick aparece con la idea de presidencializarse, él habla de la idea de ser candidato a presidente del Partido de la Concertación. Ahí, sobre todo los blancos, dijeron que no podía usar ese lema, y las autoridades del Partido de la Concertación le mandaron una nota para que no lo utilizara. También a la Corte Electoral, que no admitía un registro de la agrupación de Novick. El partido de Novick no tenía nombre. Muchos meses antes de eso va como partido político con representación parlamentaria a la Torre Ejecutiva, a una reunión sobre Seguridad Pública. Ahí van todos los partidos: Partido Nacional, Partido Colorado, Partido Independiente, Unidad Popular, Frente Amplio, el Gobierno, y Novick. La condición que puso el PN fue que no fuese como Partido de la Concertación, así que Presidencia los llamó como grupo político de Novick. Fue como “expulsado” de la Concertación, y eso lo llevó a crear el Partido de la Gente.
Estamos viendo como el Partido de la Concertación fue dando pasos hacia esto. ¿Qué pasó ahora? Necesitaban 500 votos, y resolvieron no quitarse votos dentro de los partidos. Entonces, repartieron matemáticamente, de acuerdo a un criterio determinado, estos 800 votos, así como los 500 candidatos. Cuántos eran del Partido Nacional, cuántos del Partido Colorado, y cuántos del Partido de la Gente. Se restableció el esquema de los tres actores de 2015. Pero el grupo de Talvi, Ciudadanos, ahora mayoritario en el Partido Colorado, es un duro opositor, con razones muy sólidas, al Partido de la Concertación. Primero intentó frenarlo, después buscó una línea intermedia, solo con los partidos Nacional y Colorado, sin el Partido de la Gente, pero, al final, la presión del PN y de lo que entonces dominaba políticamente el PC forzaron a que aceptara. Incluso los candidatos que correspondían a Ciudadanos fueron inscritos prácticamente sobre el vencimiento del plazo, cuando el sector de los batllismos ya había hecho toda la recolección de firmas y aceptaciones para inscribir 81 sustitutos para completar los 500 candidatos. Y se habían repartido 300 votos más. 800 personas que iban a votar al Partido de la Concertación, para asegurar la barrera de los 500, y que el 10 de mayo de 2020 estuviera ese partido en la cancha.
Otro detalle de la historia es que, gracias a la existencia del Partido de la Concertación el FA perdió el municipio CH, Punta Carretas-Pocitos, y el E, Carrasco. En Carrasco fue una novedad. En el CH la suma del PN y el PC ya había ganado en 2010, pero habían salido dos concejales del FA, dos del PN y uno del PC. Como el alcalde es del partido más votado, el FA retuvo la alcaldía en minoría en el Concejo Municipal. Esta vez, blancos y colorados mantuvieron la mayoría, pero con la alcaldía. Ahora se presenta solo el PN a disputar la alcaldía contra el FA, sin los votos del Partido de la Gente y los del Colorado en su ayuda. Y lo mismo en el E, que va de la Rambla a La Cruz de Carrasco, y representa a todas las clases sociales de Montevideo.
¿Qué pasó con estos 800 votos asegurados? Lo que sabe es que hubo oposición del grupo Ciudadanos y de Talvi, pero según los números que se habían dicho, fallaron 318. Esto es mucho más que el grupo de Ciudadanos. O hubo una gran desidia, o hubo otros movimientos políticos subterráneos, dentro de blancos y colorados, de no querer que se reeditara la experiencia del Partido de la Concertación. Esto es muy importante, porque está marcando que se vuelve a un escenario normal desde el punto de vista de las reglas y las normas que rigen el sistema electoral uruguayo desde 1925, y que quedaron alteradas con esta experiencia fuera de norma, que fue el Partido de la Concertación. Por un lado se está dando un entendimiento de una coalición de gobierno entre el PN y el PC, pero se mantiene la presentación separada para los 19 gobiernos departamentales. Es verdad que lo nacional es en octubre y noviembre, y las departamentales son cuando ya hay un presidente de la República nuevo, de la oposición actual o del actual Gobierno, y habrá una coalición de un lado, del otro, o ninguna, por lo tanto hay mucha agua que corre bajo diversos puentes antes de que veamos el escenario de 10 de mayo de 2020.
Como redondeo final: nos queda una elección, donde aparecen nuevos partidos a nivel nacional, el partido Cabildo Abierto, el Partido de la Gente, el Partido Verde Animalista, con la candidatura de Gustavo Salle, el PERI, partidos que obtuvieron un número relevante de votos el 30 de junio. Tenemos nueve partidos relevantes que pueden llegar a entrar al Parlamento, y dos actores más, que son el Partido de los Trabajadores y el Partido Digital. Y está la desaparición del Partido de la Concertación. Es un ciclo electoral que tiene novedades bastante importantes respecto al pasado, y, sobre todo, si vamos para atrás de 2009, 2010.
La fórmula del Partido Colorado
O.B.: En otro orden, para mí, la fórmula del Partido Colorado no tiene incertidumbre. Hay dos constitucionalistas que dicen lo mismo. Este es un tema de Derecho Electoral, que analiza las condiciones e impedimentos para ser candidato a un cargo. El señor Robert Silva es candidato a vicepresidente de la República. Ser candidato a legislador es figurar en la lista de candidatos a la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes. No se puede inferir una prohibición para un cargo que se elige en forma simultánea con el presidente de la República, y que tiene sus mismas condiciones e impedimentos. Se vota por separado dentro de la misma hoja de votación, pero una elección es presidente y vicepresidente de la República, y otra es senadores y representantes. Y, además, se define por separado en otra votación en que el Parlamento ya está completamente definido, que es en el balotaje del 24 de noviembre. En mi especialidad, de catedrático del sistema electoral, considero que no hay ninguna razón jurídica para que Robert Silva no sea el candidato a vicepresidente de la República del Partido Colorado.