02 Set. 2019

El problema del déficit fiscal

Oscar A. Bottinelli - Diálogo con Berch Rupenian

Concierto Urbana FM – Después de Hora

“El Gobierno que viene va a tener un problema serio con la economía, y va a tener que tomar medidas. Lo que está faltando, de todos, es una explicitación mayor. Nadie está hablando de poner nuevos impuestos, salvo técnicos, pero no políticos. Entonces, si no va a haber nuevos impuestos, conviene que quien lo diga hable con toda claridad”.

B.R.: Hay coincidencia entre el Gobierno y la oposición en que el nivel que ha alcanzado el déficit fiscal, casi un 5% del PBI, es altísimo, y compromete seriamente la economía del país. Mientras la oposición propone una reducción del gasto en diferentes áreas, el oficialismo confía en que un crecimiento de la economía revierta la situación y provoque un derrame de mayor generación de empleo, mayor nivel de actividad y más recaudación sin aumentar los impuestos. ¿Cuál es tu opinión sobre este tema?

O.B.: En primer lugar, no soy economista, no manejo bien los datos económicos ni los financieros. Sí puedo hablar del tema político y las consecuencias políticas. ¿Qué quiere decir un déficit de esta magnitud? Que, evidentemente, como puede pasar en la casa de cualquiera, sale mucho más de lo que entra. ¿Cómo se puede corregir un déficit? O entra más dinero, o se gasta menos, o se obtienen préstamos, para vivir de préstamos. De alguna manera, Uruguay, hace muchos años, vive, en parte, de préstamos. Si uno tiene déficit todos los años, de algún lado sale el dinero. Si uno tiene un vecino, que se sabe lo que gana, y lo ve gastando más, se pregunta dónde está el secreto. Uno de los secretos es que se esté endeudando todos los meses para poder cubrir su presupuesto. ¿Cuánto se puede seguir con esto? Sobre eso hay muchas discusiones, cuál es el riesgo de un país en materia de endeudamiento. Uruguay está en un nivel medianamente alto, que alarma un poco a algunos economistas y políticos, pero cuando se mira, por ejemplo, a Italia, tiene el doble. El PBI es una medida, dicho groseramente, de la riqueza de un país. Es verdad que, si Uruguay debe, se preocupa Uruguay, y si Italia debe se preocupan los acreedores, porque es muy difícil cobrarle a la séptima potencia industrial del mundo.

Ahora bien, ¿Cuáles son las soluciones? Una es entender que hay una política de crecimiento, que ese crecimiento genera mayor recaudación, por la propia actividad que genera, y eso brinda un ingreso al Estado en impuestos, contribuciones, que le permite cubrir, o, por lo menos, aplacar el déficit. Otro extremo es no esperar, y decir que la solución es recortar gastos. Y la tercera es poner nuevos impuestos. Ningún político se ha animado, en esta oportunidad, a esta frase, que sí la ha manejado un economista de gran porte, ligado a CPA Ferrere, Gabriel Oddone, que dijo que se hace inevitable aumentar los impuestos, o crear nuevos. Recordemos que Luis Alberto Lacalle recibió el Gobierno con un déficit más o menos de este tenor, y el ajusto fiscal de él fue, fundamentalmente, por el lado de incrementar la recaudación por el lado del Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas, el IRAE, que en aquel momento era el IRIC, Impuesto a la Renta de Industria y Comercio. Estaba en el 30%, y ahora está en el 25%, y, por un año, lo llevó al 40%. Y también hubo un aumento muy importante del IVA, que llegó al 23%, después bajó al 22%, pero no bajó mucho más. Esa es una medida: aumentar los impuestos. Hay quien sostiene que aumentar los impuestos, aparte de ser pesado, y recaer sobre los que están produciendo, es ineficiente, porque se retrae la actividad, la gente compra menos, cuesta más producir y se produce menos.

El recortar tiene varios problemas. Dónde y cuándo se recorta. Toda solución tiene perdedores, eso es un dato. Hay recortes que no se pueden hacer. Las pasividades, las jubilaciones y las pensiones, que es una parte muy importante del déficit, no se pueden bajar. Y no solo no se pueden bajar: no se pueden dejar de subir en relación al costo de vida. Es verdad que, si los salarios se detienen, y se va perdiendo salario real, las jubilaciones también pierden salario real. Esa es una forma de recortar. Nadie lo ha dicho expresamente, porque los que hablan de recortar no están diciendo cómo. Un recorte es de salarios, que no se aumenten más de acuerdo a la inflación, por lo que pierden peso. Es una de las medidas duras de ajuste que aplicaron en muchos países de Europa, y que generaron las protestas que hemos visto. Otra forma es reduciendo el número de funcionarios. El tema es que muchas veces solo se habla del Estado central. También están los gobiernos departamentales, que tienen un gasto muy alto y, en general, se discute mucho si el número de funcionarios es el que se necesita o está muy inflado. Hay departamentos donde la Intendencia es tan protectora que contrata 400 personas cada tres o cuatro meses. No le soluciona la vida a nadie, pero ayuda a sobrevivir. Ahora, el tema es que es un seguro de paro encubierto, y en las formas que se da, normalmente, son clientelísticas. No se sortean los 400, sino que vienen recomendados por algún caudillo, o por el propio intendente.

Cuando se habla de recortar hay ámbitos para recortar. El tema es que el grueso de los funcionarios públicos, muchos más de los dos tercios, se compone de tres áreas donde todo el mundo está de acuerdo en que no se puede sacar un solo funcionario: Educación, Salud y Policía. No digo que lo correcto sea no sacar a nadie, ni duplicar el número que hay. Pero todos los partidos políticos han manifestado su acuerdo en que es el número mínimo de los funcionarios que se requieren, y se requerirían más. Por lo tanto, todo lo que se puede achicar del Estado está menos de ese tercio de funcionarios, que no es una cifra demasiado grande. Aun así, cualquier intento de achicamiento genera problemas. La solución, que según el director de la OPP se está cumpliendo, y que la oposición no dice la verdad cuando dice que no se cumple, y al revés, la oposición dice que el Gobierno no dice la verdad, es que cada tres vacantes solo se provee una. Esa es una forma de reducir el déficit, pero lleva su tiempo. En un año no se reduce. Si por cada tres personas que se van se nombra a una, y dos no, tiene que esperar que se vayan. Y hay gente joven, gente de mediana edad y gente mayor. Se van cuando se jubilan, o cuando mueren. Más allá de que, el que se jubila, pasa a generar una carga al BPS. El “agujero” pasa del bolsillo derecho al bolsillo izquierdo, pero del Estado sigue saliendo dinero.

Se está en una encrucijada tremendamente difícil. No quiere decir que no se pueda hacer. Ningún partido político ha dicho que va a cortar las políticas sociales. No se ha dicho. Lo que no ha aterrizado la oposición, cuando dice que va a recortar, e incluso el Partido Nacional, el sector Todos hacia Adelante, fue mucho más concreto, y habla de un recorte de 900 millones de dólares, que equivale a poco más de un punto y medio del PBI, y, por lo tanto puede equivaler a poco más de la cuarta parte del déficit. Ahora, ¿Dónde lo recorta? En eso no se ha avanzado. Dicho de otra menara, ¿Cuáles son los problemas que hay? Uno: el apostar al crecimiento es posible, como apuesta el Frente Amplio, y fue la propuesta de Sartori, es no ajustar, crecer, y con ese crecimiento se financian las cosas, pero el crecimiento no es voluntario, ni es de un día para el otro. Esto tiene que complementarse. El crecimiento del Uruguay es creíble en el mundo, y va a haber un financiamiento, hasta que llegue ese crecimiento. Quiere decir que uno puede seguir tomando préstamos hasta el momento que el crecimiento empiece a producir y comience a cubrir esos déficits. El tema es que esto tiene que quedar explicitado.

En cuanto a los ajustes, hay que ver cuánto resiste la sociedad. ¿Cuáles son los costos? Menos empleos, disminución de salarios, recorte de beneficios sociales…

B.R.: La oposición cita un informe del BID, que señala que Uruguay tiene un mal gasto del 3,7% del PBI.

O.B.: Me resulta raro el número. No lo conozco, porque si, solo los servicios de deuda, suman un punto del Producto, y de los 4,9 del déficit descontás el servicio de deuda, queda 3,9. Si el mal gasto es 3,7 quiere decir que casi todo es mal gasto. No sé. Capaz que el mal gasto es elevado. El tema del mal gasto es, también, que haya muchos funcionarios donde no se necesitan. Esto es real, pero adónde van esos funcionarios. El Estado se puede achicar muchísimo en funcionarios, siempre y cuando haya un gran dinamismo privado que haga que la gente se pueda ir del Estado a la actividad privada. Si eso no ocurre, es ir directamente al desempleo. El problema del Uruguay es, por un lado, que la idea de recortes indoloros no existe. Es verdad que hay gente que puede sufrir ganando un poco menos, con ganancias que se obtienen del despilfarro del Estado, que lo hay. Hace unos años se vio lo de Ancap, por ejemplo. Se han denunciado excesos de Inefop, que ha hecho cursos muy buenos, muy buena reconversión laboral, pero ha habido algunos que ha sido escandaloso lo que han costado. Es probable que, si alguien pone el bisturí, puede recortar mucho.

Lo que es claro es que el Gobierno que viene va a tener un problema serio con la economía, y va a tener que tomar medidas. Lo que está faltando, de todos, es una explicitación mayor. Nadie está hablando de poner nuevos impuestos, salvo técnicos, pero no políticos. Entonces, si no va a haber nuevos impuestos, conviene que quien lo diga hable con toda claridad. Si no va a haber nuevos impuestos quiere decir que no se crean ni se aumentan los que ya existen. Porque a raíz de que hubo un aumento de impuestos en este Gobierno, y se le reprocha haber dicho en la campaña electoral que no lo habría, el oficialismo señala que lo que quiso decir es que no se iban a crear nuevos impuestos.

B.R.: El oficialismo ha dicho que el contexto internacional fue negativo para Uruguay, y eso obligó a mantener los impuestos que había.

O.B.: Siempre hay fundamentos, pero cuando uno se compromete a no crear impuestos, quiere decir que puede aumentar los que ya existen, es correcto. Pero es bueno que se diga con todas las palabras. Con toda claridad, ¿Van a aumentar los impuestos o no? ¿Los actuales van a seguir las mismas tasas de porcentajes, franjas, etcétera, o no? ¿Van a crear nuevos impuestos o no? Esto es muy importante que todos los partidos lo dijeran y con absoluta claridad. Si alguno no se quiere comprometer, que lo diga, que sea transparente.

¿Recortar? ¿Dónde se piensa recortar? ¿Qué se piensa recortar? No cuánto, no importa cuánto, sino de dónde. Otra cosa: Apostar al crecimiento. ¿Cuáles son las expectativas de crecimiento y basadas en qué? ¿Cuál es el contexto internacional, cuál es el contexto nacional? Y luego, un tema del cual no se habla. Siempre hay temas de los que no se habla. Uno de ellos es la corrección del tipo de cambio. Uruguay ha devaluado bastante en las últimas semanas. Estamos con un dólar, más o menos, a $37, y los cálculos que hacíamos más o menos un mes atrás eran con un dólar a $35. Eso es una devaluación bastante importante. Lo que es real es que devaluar o no es muy importante. Pero las devaluaciones se hacen y no se anuncian. El Uruguay es un país caro o barato, es una larga discusión. Es barato para los que viven dentro de Uruguay, porque lo que se adquiere en el exterior, con un dólar a $35, o $37, sale relativamente barato para el poder adquisitivo de la gente. Por eso la gente puede comprar tantas cosas importadas. Eso es un país relativamente barato si lo comparamos con el Uruguay de hace 20 años. El reverso de la moneda, para el que exporta, exporta servicios, productos, es caro. El tema es el valor de la moneda. La moneda determina que, si es barata aquí adentro, se vende caro, y si uno quiere vender barato va a comprar caro. Y el comprar caro trae, como efecto, la pérdida de lo que se llama “efecto riqueza”, que es, precisamente, que se puedan adquirir muchos bienes a relativamente bajo precio. Ese es un tema que es muy difícil de tratar en campaña electoral. Pero una de las decisiones trascendentes para el próximo Gobierno es qué política monetaria va a seguir, dentro de los límites de la voluntad del Gobierno. Porque después tiene que seguir al compás de las políticas que sigan los vecinos. Porque la política que sigue Argentina empuja a Uruguay.

B.R.: Tenemos una bomba al lado…

O.B.: Yo no creo que Argentina sea una bomba, porque las bombas explotan una sola vez, y Argentina explota cíclicamente cada pocos años. Estamos en una situación de Uruguay con mucha incertidumbre, y que no resultan del todo claras las respuestas de los partidos políticos, y, sobre todo, en materia de decisiones que pueden ser tajantes.