18 Set. 2019

El nuevo escenario de competencia electoral a 39 días de las elecciones nacionales

Oscar A. Bottinelli - Diálogo con Luis Custodio

Radio Uruguay - Puntos de Vista

El acenso del Frente Amplio, la estabilización del Partido Nacional y el freno tanto del Partido Colorado como de Cabildo Abierto son datos que ajustan el escenario electoral […] La composición que resulte del Parlamento el 27 de octubre va a ser muy relevante como impacto hacia el balotaje del 24 de noviembre y, en una etapa posterior, para la gobernabilidad del país[…] La importancia de los miedos y de los cucos.

L.C.: Hablaremos de este nuevo escenario electoral, a tan solo 39 días de las elecciones nacionales.

O.B.: La semana pasada, Eduardo Bottinelli dio las cifras de la última Encuesta Nacional FACTUM. Aclaró que FACTUM las presenta como si fuera un escrutinio . Esto es como se presenta en Europa, en Argentina, Brasil, Estados Unidos. Es una metodología que no permite comparar; las comparaciones [entre encuestas] que están saliendo son incorrectas. Incluso algunas, que tienen respaldo académico, fallan. Y claramente estamos viendo escenarios distintos entre algunas encuestadoras y otras. Manejémonos en bancas, que “aterriza” mucho más. El Frente Amplio, en este momento, no el 27 de octubre, estaría sacando entre 39 y 41 bancas, eso depende mucho hasta de decimales de los otros partidos, porque si un partido no tan chico de los chicos saca 1,9 bancas, queda en una. Y el 0,9 restante entra a jugar entre los más grandes. Entonces el FA tendría entre 39 y 41, el Partido Nacional 26 o 27, el Partido Colorado 18 o 19 en Diputados. Ocho Manini, y después tendría dos el Partido Independiente, el Partido de la Gente entre uno y dos, el PERI uno, Unidad Popular uno, y el Partido Verde Animalista entre cero y uno. Estaba más sólido el mes pasado.

Esto da que, primero, los partidos tradicionales solos, aun con el PI y el PdlG, pueden no llegar a las 50 bancas. Esto es un dato muy relevante para el 27 de octubre. Y el FA, en el mejor escenario, queda distante, con muchas dificultades de ser coalición; podría ser más fácil con el PERI que con UP, pero aun así, con eso, no llega. En el Senado podría estar más cerca, en este momento está entre 13 y 14, el PN entre 8 y 9, el PC más bien en 6. El tema es llegar a 15, para, ganando la Presidencia, tener mayoría absoluta, que es lo que ocurrió en esta Legislatura. Pero con 14, en un Senado de cuatro partidos, que es lo que se ve hoy —el 27 de octubre puede ser distinto—, va a tener que hacer un pacto con el Partido Colorado, con Cabildo Abierto o con el Partido Nacional. Daniel Martínez habló con algunos sectores, me parece que es una idea un poco simplificada de cómo es la elección.

L.C.: Has fundamentado la importancia de esas elecciones parlamentarias.

O.B.: El otro día vi un titular: “Daniel Martínez no va a subir impuestos si no es necesario”. En este país, los impuestos requieren el voto de la mayoría absoluta de cada una de las dos Cámaras. Con iniciativa del Poder Ejecutivo, que es el presidente. No es Daniel Martínez; es el FA. Esa idea de que se elige un autócrata como Luis XIV o como el zar de Rusia, está en los titulares, y en muchas de las declaraciones de los candidatos presidenciales. “Yo voy a hacer tal cosa”, y habla de cosas que, a veces, requieren hasta dos tercios de votos en cada Cámara, o, por lo menos, mayoría absoluta. El Parlamento es fundamental en Uruguay. Lo que pasa es que hay una visión muy simplificada del sistema uruguayo. A veces se mira a Estados Unidos, Argentina, o Brasil. Canadá es un régimen parlamentario, Perú es un régimen mixto, el uruguayo también. Razonemos el término mirando a países por lo menos mixtos, como Perú, Francia, Portugal, Austria, Finlandia, Irlanda. No miremos a Argentina, a Estados Unidos, porque acá no tenemos un presidente con un poder muy grande, al contrario. En algunas organizaciones internacionales me ha tocado la dificultad de explicar que, efectivamente, el presidente de la República estaba de acuerdo con tal cosa, pero que no podía porque no tenía respaldo en el Consejo de Ministros.

El 27 de octubre se dibuja el Parlamento. Por eso, acabamos de dar un dibujo al día de hoy.

L.C.: Ese dibujo tiene mucho que ver con lo que pueda ocurrir después…

O.B.: Hacemos, por supuesto, encuestas de lo que llamamos escenarios binarios. “Entre Lacalle Pou y Daniel Martínez entre quién opta”, o entre Talvi y Martínez. Hoy por hoy, más que la última encuesta, la última tendencia, está demostrando que se dificulta la posibilidad de que haya una duda en cuanto a quién va al balotaje. No es solo el tema de los números, sino, esencialmente, que la línea ascendente del PC se frenó, e incluso tenga probablemente un leve descenso, como se frenó el crecimiento de CA, y se frenó la caída del PN. Si el PN queda estable en el 26%, y el PC ya no va en ascenso, ocho puntos de diferencia, más allá de márgenes de error, hace que tengamos la presunción de un balotaje entre Daniel Martínez y Lacalle Pou.

Uno hace ese ejercicio, y la gente contesta, pero, en realidad, la noche del 27 de octubre es decisiva, lo fue en 2014. Cuando se confirmó, al día siguiente, la banca 50 para el FA más 15 senadores, y un PN que se sintió derrotado, más la idea que habían generado algunos colegas, de que era inexorable la derrota del FA, eso condiciona el balotaje. Ese triunfo necesario de la oposición contra el FA no se dio. Y eso creó un clima de derrota, más allá de los números. Entonces, lo que pase la noche del 27 de octubre será un elemento clave. Y qué va a pasar la semana siguiente. Porque es un balotaje abierto, sin dudas, en la medida que no vamos a tener las certezas de 2014, ni mucho menos de 2009. ¿Los partidos tradicionales, como hicieron en 2009 y 2014, van a salir a decir que van a hacer un acuerdo? ¿O se repetirá lo de noviembre de 1999, cuando el PN y el PC hicieron un acuerdo firmado, en el que se comprometieron a hacer una coalición de Gobierno de ambos partidos en base a un programa? Y que con eso salió Lacalle Herrera con su gente, a recorrer el país, sobre todo el país “blanco”, Cerro Largo, Treinta y Tres, Durazno, Tacuarembó, a decir que había que votar al PC, y a un Batlle. Fue una señal. El balotaje no es PC contra FA. Es una coalición de partidos versus FA. Ese es un escenario para el 24 de noviembre.

Otro es que vaya el PN y el PC dé señales de apoyo, lo de Talvi, lo de Sanguinetti, pero ya no es el partido que formaliza una coalición. Esto es fundamental.

L.C.: Te acuerdas que, en su momento, desde aquel discurso de la noche del 30 de junio, de Lacalle Pou, cuando extiende el brazo hacia los demás partidos, parecía hacer referencias a un acuerdo previo mucho más consistente. Después, hablando con los propios candidatos, sus entornos, sus estrategas, había algunas pautas sobre las que estaban de acuerdo, pero que, en parte, ese acuerdo formal se diluyó.

O.B.: Vamos a aclarar. El único acuerdo formal claro fue el de noviembre de 1999. Después, Bordaberry fue a saludar a Lacalle Pou la noche del 26 de octubre de 2014, pero no hubo una declaración formal del PC de apoyo a la fórmula Lacalle Pou-Larrañaga, ni ningún compromiso. Son señales muy diferentes para el propio electorado. Hay un electorado del PC que no va a querer votar a Lacalle Pou, y puede que, aun una señal formal del partido no lo convenza, pero sí que le haga pensar en un gobierno de los dos partidos, y vote.

L.C.: Esos escenarios que se van generando a nivel parlamentario nos hacen mirar el balotaje, la gobernabilidad.

O.B.: Lo que estoy viendo es que está faltando, en las nuevas dirigencias políticas, un mayor concepto de cultura de coalición, como hubo, por ejemplo, en 1994. El papel importantísimo que cumplió Alberto Volonté en formar una verdadera coalición de Gobierno, sin ningún resquemor. Porque Wilson Ferreira no hizo coalición con el primer gobierno de Sanguinetti. Dio un apoyo poniendo figuras no políticas en el Gabinete, conservando independencia, al punto que hubo una Ley Presupuestal que no se aprobó. Luego, el Gobierno de Lacalle fue más hacia una coalición, donde el sanguinettismo se retiró al año, pero permaneció el grupo de Jorge Batlle y el de Pacheco, por lo cual tuvieron mayoría parlamentaria toda la Legislatura. Diría que, sin demasiadas formalidades, fue una coalición, poniendo figuras de peso. Raúl Lago, que después fue secretario de la Presidencia de Jorge Batlle fue el primer ministro de Vivienda; del pachequismo hubo figuras importantes. Estuvo José Villar, ministro de Turismo. Y con Volonté la coalición fue tan perfecta que tenían el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Defensa, estaban en manos del PN. Ese fue un ejemplo de coalición. Se dijo que eso le costó la carrera política a Volonté, pero los estudios nuestros dan que no fue por eso su caída posterior, sino por errores de posicionamientos políticos claros que dio el mismo año de 1999, y no porque la gente rechazara la coalición.

L.C.: No son los escenarios de hoy.

O.B.: No. Pero está la idea de que tiene que haber coalición, aunque falta dar los pasos. Y del lado del FA no se ve con claridad los pasos hacia cómo piensa gobernar, y dónde va a encontrar la gobernabilidad para construir una mayoría parlamentaria. La idea de que se va a la pesca de votos en la Cámara corresponde a un régimen presidencial. Para empezar, no se nombran los directores de entes si no hay mayoría en Senado. No se nombra el Banco Central, el Banco República, UTE, ANCAP.

L.C.: Y no se ve hacia dónde va la mano tendida del FA.

O.B.: El tema es que, obviamente, en plena campaña electoral, no es fácil dar señales de que uno es el gran enemigo, pero voy a gobernar con él. Ahí tiene una dificultad que no tiene la oposición sistémica, el PC, el PN y el PI actuando bastante hacia un mismo fin. El tema es que la falta de señales. Sin dudas, si Daniel Martínez gana la Presidencia, va a haber que esperar al 25 de noviembre, el día después de la elección. Pero me parece, por lo que se ve de los entornos, de los dirigentes, que falta un cambio de chip.

L.C.: Hablabas de miedos y de cucos.

O.B.: Estamos viendo que, hace un mes, más o menos, al FA “no lo mueve el amor sino el espanto”. Es decir, el cuco de “cuidado lo que se viene”, está siendo mucho más convocante para que el FA retenga a los desilusionados, que la creencia en las bondades del próximo gobierno del FA. El miedo, el espanto a lo otro, le está haciendo más funcional al FA que la convocatoria del candidato, del propio Frente, de los líderes, los sectores. El tema es que, por otro lado, hay miedos que siembran las dos partes. Del lado del FA, así como tiene el espanto a su favor, también siembra sus miedos, y algunos de ellos son señales, un poco, de intolerancia y de soberbia que surge de algunas figuras, incluso miembros del Gabinete, que aparecen, mañana, tarde y noche, y que se nota, que reafirman los enojos, las desilusiones, las dudas de los frenteamplistas desencantados. Lejos de ayudar, esas presencias, generan miedos.

Del otro lado se observa, en columnistas, opiniones volcadas periodísticamente, y en dirigentes políticos del PN, formas, estilos, al hablar del FA, que suenan a una actitud revanchista. No es de Lacalle Pou ni de las principales figuras, pero sí hay algunas importantes, y el giro es “ahora venimos con el sable desenvainado”. Y se observa en algunos artículos la forma totalmente despectiva, con la idea de que estamos ante un gobierno que es un disparate, un dislate, que todo lo hace mal y hay que sacarlo ya. Hace pocos días leí un artículo hablando de la inspiración marxista de las medidas del Gobierno, que son las medidas que impuso primero la Unión Europea con Angela Merkel a la cabeza. Ni siquiera están leyendo lo que pasa en el mundo, y considerando que, cosas que no le gustan, son por el marxismo, el radicalismo revolucionario del FA, cuando son medidas más de derecha que de izquierda.

L.C.: Hay una virulencia que está por encima de lo que hemos visto en otros momentos.

O.B.: En general, ha habido picos. Ya en 2009 hubo algunos niveles de intolerancia de ambas partes. En 2014 fue mucho mayor, y ahora no es el conjunto de la campaña electoral. Son algunos segmentos que generan esa intolerancia, esa visión de que “cuidado que aquí se viene por el revanchismo”. De los dos lados generan miedos que hacen que, a veces, el espanto sea recíproco: “le tengo miedo a esto, pero también a esto”. Ese es uno de los climas que, sin duda, van a tener que cuidar mucho las dirigencias políticas. Además, los actores que podemos llamar parapolíticos, el papel que cumplen en esta elección, aunque ya venían de antes, pero en esta es muy claro, desde movimientos como el sindical, el PIT-CNT, o las cámaras empresariales o movimientos de tipo empresarial, como Un Solo Uruguay. A veces expresan niveles de intransigencia, de intolerancia mucho mayor que los actores políticos propiamente dichos.