El Observador
¿Cuál es la línea de principios del Uruguay según las formulaciones del gobierno, la cancillería, el canciller a título oficial o el canciller a título personal, que son las modalidades que en el último año ha empleado el país en el plano internacional? No se encuentra una línea de principios, sino una sucesión de definiciones en función de casos particulares. [...] De aquí surgen algunos elementos en la formulación de la política exterior del Uruguay, de la actual, de mucho interés. El primero es que a priori no es fácil entender la formulación de la línea de principios [...] Un segundo elemento tiene que ver en cómo se formula y cómo se expresa la política exterior.
Más tarde o más temprano todos los países del mundo se ven obligados a tomar decisiones sobre temas internacionales, aunque fueren complejos y lejanos1. Otras veces, la complejidad y la lejanía aconsejan postergar decisiones, aunque ello supusiere resistir presiones y caer en la ambigüedad. A veces la necesidad de tomar partido tiene que ver con necesidades internas, otras con posturas ideológicas, otras con conveniencias nacionales. En el momento que fuere y por las razones que fueren.
Cuando un país se pronuncia en el plano internacional, en líneas generales puede seguir dos caminos. Uno es el de mantener una línea de principios clara e inequívoca. Otra es el de definir la postura en cada caso concreto en función de alguna conveniencia particular o en función de las coincidencias o divergencias ideológicas con beneficiados y perjudicados, aunque entre una y otra definición pudiere llegarse a fuertes contradicciones de principios. Por las dudas conviene precisar que cuando se hace referencia a línea de principios, no se hace referencia a posturas ideológicas. Línea de principios es, por ejemplo, apelar siempre y en todos los casos al derecho a la autodeterminación particular de los pueblos, sin mirar a quién beneficia y a quién perjudica; postura ideológica es apelar a ese principio si beneficia a quienes coinciden ideológicamente con uno, apelar al principio opuesto si conviene a los correligionarios de uno.
En el mundo, en más de una decena de casos, hay una confrontación entre la adhesión al principio de integridad territorial y el principio de autodeterminación particular de los pueblos (entendido como el derecho a decidir su destino por parte de un pueblo en el sentido territorialmente restringido, como el caso de una provincia o una región), o también entre el principio de autodeterminación particular y el de reclamación territorial.
Uno. A favor de la autodeterminación particular del pueblo de un territorio y en contra de la integridad territorial de otro país en el caso del Alto Karabaj (declaración a título personal del canciller, no asumida institucionalmente por el gobierno)
Dos. A favor de la autodeterminación particular del pueblo de un territorio y en contra de una reclamación territorial de otro país en el caso de la República Árabe Saharaui Democrática (resolución oficial del gobierno)
Tres. En contra de la autodeterminación particular del pueblo de un territorio y a favor de la reclamación territorial de otro estado en el caso de las Islas Malvinas (posición histórica del país, enfáticamente ratificada por el actual presidente y el actual canciller)
Cuatro. En contra de la autodeterminación particular del pueblo de un territorio en el caso de Taiwan (decisión adoptada oficialmente por el gobierno más de dos décadas atrás)
Cinco. Sin pronunciamiento público en los casos de Abjasia, Osetia del Sur, Kosovo-Metohija, Pridnestrovia y República Turca de Chipre
De aquí surgen algunos elementos en la formulación de la política exterior del Uruguay, de la actual, de mucho interés. El primero es que a priori no es fácil entender la formulación de la línea de principios (tomando en este caso solamente el juego de variables de autodeterminación versus integridad o reclamación territorial). ¿Qué es lo que lleva a afirmar un principio en un caso y afirmar el contrario en otro caso? Quizás pueda detectarse mayores afinidades con los reclamantes en un caso y con los reclamados en otro caso, o quizás tenga que ver con los todavía no explícitos alineamientos internacionales del país, o alianzas o concordancias con países determinados.
Un segundo elemento tiene que ver en cómo se formula y cómo se expresa la política exterior. Porque aparecen contradicciones públicas como en relación a Israel y Palestina2 entre el vicepresidente de la República como declaración oficial del país ante la Asamblea General de las Naciones Unidas y el comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores en el aniversario de la resolución de la ONU que determinó la partición de la vieja Palestina. También aparece una contradicción en relación a Marruecos, aunque aquí se da entre el gobierno oficialmente y el Parlamento: por un lado el reconocimiento de la independencia y soberanía de la República Árabe Saharauí Democrática sobre el territorio reclamado por Marruecos, y por otro el recíproco apoyo en la diplomacia parlamentaria entre Uruguay y Marruecos, con intervención decisiva de parlamentarios frenteamplistas.
En general un país se expresa de múltiples formas, como decretos o resoluciones gubernamentales, comunicados o declaraciones de nivel presidencial, vicepresidencial o de la cancillería. Pero lo normal es que haya concordancia entre esos múltiples caminos. Hoy no lo hay, como tampoco lo hubo en el gobierno de Jorge Batlle.
En general también las decisiones de política exterior se adoptan meditada o debatidamente. No se conoce debate al interior del gobierno, ni de la bancada oficialista, ni de las autoridades del Frente Amplio, ni en general a nivel de las cámaras legislativas o de sus comisiones de asuntos internacionales; al menos no hay debates globales, que abarquen la definición de las líneas de la política exterior, los principios que el país va a defender, los alineamientos que practica o va a practicar. Porque las alianzas, las amistades y lejanías, no son temas menores. Es normal que no se discutan cuando permanecen inalteradas; parece razonable que se debata cuando se cambian: Y los dos últimos años, pero específicamente el 2011, permiten en unos casos verificar y en otros atisbar profundos cambios en los alineamientos, afectos y desafectos del Uruguay, o más específicamente del gobierno uruguayo.
1 Última nota de una serie de tres. Ver: “La autodeterminación de los pueblos” y “La integridad territorial”. El Observador.
2 Ver: “Uruguay y la palestina partida”. El Observador, 11 de diciembre de 2011.