Radiocero y Radio Monte Carlo
Hay muchas dudas sobre qué debe hacer el gobierno y qué debe hacer la oposición con las relaciones entre sí. [...] Hoy por hoy la gente está harta de los enfrentamientos políticos, está preocupada por muchos temas, como lo hemos señalado en análisis anteriores, como seguridad pública, drogas, educación. Y lo que quiere es que los políticos se pongan de acuerdo en encarar estos temas y en darles solución. [...] Si la política de colaborar o la política de oponerse premia o no premia, se verá más adelante. Ello requiere de estudios muy cuidadosos. Pero cuidado con sacar conclusiones de pocos datos, parciales, mal leídos y peor interpretados.
OAB: Hay muchas dudas sobre qué debe hacer el gobierno y qué debe hacer la oposición con las relaciones entre sí. En general corre la idea, especialmente a nivel de dirigencias y militantes del Partido Nacional, de que no reditúa colaborar con el gobierno y de que la gente lo que quiere es que quien está en la oposición solo se dedique a controlar al gobierno y hacer oposición. Lo mismos pasa entre frenteamplistas, donde muchos dirigentes intermedios quieren que el gobierno gobierne por sí solo y no se consulte a los demás.
Este tema ha sido investigado por nosotros en la Encuesta Nacional Factum, representativa de todo el país, tanto urbano como rural, mediante una muestra científicamente elaborada. Ello permite decir que el resultado de la encuesta refleja la opinión de los uruguayos. Y abarca dos tipos de enfoque, que los resumimos en estas interrogantes: ¿La gente quiere que el gobierno gobierne por sí mismo o que escuche a la oposición? ¿Quiere que la oposición se limite a controlar o que colabore con el gobierno?
FV: Veamos entonces el primer enfoque: qué debe hacer el gobierno
OAB: La primera pregunta base es: A su juicio ¿qué debe hacer el gobierno con la oposición?, con dos opciones de respuesta.
La primera opción es: “El gobierno tiene la responsabilidad de gobernar y decidir sin consultar a la oposición”. Concita la adhesión del 12% de los uruguayos
La segunda opción es: “El gobierno debe escuchar a la oposición y tomar en cuenta lo que ésta le sugiera”. Obtiene la adhesión del 86% de los uruguayos.
No opina el 2%
FV: El resultado parece contundente: 86% a favor de que el gobierno consulte, 12% que gobierne por sí solo.
OAB: Exacto, es una goleada de 8 a 1. La gente quiere que el gobierno gobierne en consulta con la oposición. Esta opinión es del 83% de los frenteamplistas, del 85% de los blancos y del 87% de los colorados. Es decir, no hay diferencias, no hay fisuras. Es contundente.
FV: Veamos ahora el segundo enfoque: qué debe hacer la oposición
OAB: La segunda pegunta base es: “¿Y qué debe hacer la oposición con el gobierno?”
La primera opción es: “El gobierno tiene la responsabilidad de gobernar. La oposición debe controlar al gobierno”. Está de acuerdo con esta opción, el 27% de los uruguayos
La segunda opción es: “La oposición tiene que buscar entendimientos con el gobierno para tratar de influir en las decisiones”. Está de acuerdo con esto el 71%
No opina también el 2%
FV: El resultado también es concluyente: 71% a favor de la colaboración, 27% a favor de la oposición pura.
OAB: Exacto. Es otra goleada, aunque algo menor que la anterior. La diferencia es de 7 a 3. Y es clara en todos los campos. A favor de que la oposición colabore con el gobierno está el 72% de los frenteamplistas, el 75% de los blancos y el 73% de los colorados.
Pero además cuando se le pregunta a la gente qué debe hacer Larrañaga o qué debe hacer Bordaberry, o qué deben hacer otros dirigentes tradicionales, en todos los casos la gente opina con la misma contundencia: deben colaborar con el gobierno.
En concreto, en forma abrumadora los uruguayos quieren que el gobierno consulte a la oposición y que la oposición colabore con el gobierno. Y reclama de los dirigentes opositores una actitud de colaboración.
FV: Sin embargo, se oye a muchos dirigentes blancos y colorados manifestar discrepancias o molestias con que se colabore con el gobierno
OAB: Efectivamente. En general hay un gran problema con las dirigencias políticas intermedias, con todas, de todos los partidos, o al menos de los tres grandes partidos, de frenteamplistas, de blancos y de colorados: tienden a vivir en un microclima, creen que lo que piensa un grupo de gente muy camisetera, muy fanática, es lo que piensan todos sus votantes. Y normalmente lo que piensan los propios votantes difiere de lo que creen esos dirigentes intermedios.
Además, es verdad que a primera vista parece más cómodo quedarse cruzados de brazos, no relacionarse con el gobierno y estar a la espera de cada error o cada equivocación, para salir al cruce. De alguna manera fue la línea seguida por el Frente Amplio cuando fue oposición, especialmente a partir del gobierno de Lacalle, pero fundamentalmente desde que la línea en el Frente Amplio la marcó Tabaré Vázquez. El pensamiento de Seregni iba por otro lado, por el de buscar colaboración con el gobierno, con el que fuera, como un tema de principios.
FV: Entre los blancos se cita mucho el caso de Volonté para señalar que fue un error su colaboración con Sanguinetti.
OAB: Eso es así. Se cita así. No hay ninguna duda que Alberto Volonté cayó, desde casi ganar la Presidencia de la República en 1994 hasta una magra votación en las elecciones preliminares de abril de 1999. Pero una cosa es ver que cayó y otra por qué ocurrió. Hay que tener mucho cuidado en sacar conclusiones sin datos suficientes.
Primero es necesario aclarar que Volonté no colaboró con el gobierno. El y todo el Partido Nacional integraron el gobierno presidido por Sanguinetti, fueron parte del mismo, en una sólida coalición de gobierno, en una modalidad que fue llamada de “coalición a la europea”. En el gobierno siguiente, ya sin Volonté en la conducción partidaria, el Partido Nacional volvió a estar en el gobierno, a integrar una sólida coalición de gobierno bajo la presidencia de Jorge Batlle, coalición que duró hasta el estallido final de la feroz crisis de 2002.
Entonces, primero que todo, fue mucho más que una colaboración, fueron co-gobiernos. Y de todo el Partido Nacional, con Volonté y con Lacalle
FV: Pero qué pasó con el juicio de la gente
OAB: Hay que diferenciar el juicio sobre Volonté, que sin duda y objetivamente cayó, del juicio sobre el cogobierno. Cuando Volonté ya no iba en cabeza dentro del nacionalismo, cuando ya la disputa se concentraba en la lucha entre Lacalle y Ramírez, antes de adquirir la ferocidad de las últimas semanas, cuando la competencia estaba en el pleno de la normalidad, el Partido Nacional estaba cabeza a cabeza con los otros dos. Al cerrar enero de 1999, la Encuesta Nacional Factum daba 29% al Partido Colorado, 28% al Frente Amplio y 28% al Partido Nacional. Triple empate.
El Partido Nacional se desmadra cuando la competencia interna adquiere un grado de ferocidad inusitada y cuando el candidato triunfador recibió las mayores acusaciones éticas desde dentro de su propio partido. Entonces, nada tuvo que ver el co-gobierno. Y tan poco tuvo que ver que, pasadas las elecciones, retenida la Presidencia de la República por el Partido Colorado, el Partido Nacional vuelve a ser parte de una sólida coalición de gobierno.
Hay que tener cuidado en política con lecturas apresuradas, sin poca información. O con conclusiones que no son el resultado de un análisis, sino la expresión de deseos propios.
FV: ¿Conclusiones?
OAB: Las conclusiones son muy claras:
Primero. Lo que la gente quiere ahora surge de las encuestas y después surgirá del voto. Y lo que la gente quiere no tiene por qué coincidir con lo que a uno o al otro le gustaría que pensase la gente.
Segundo. Hoy por hoy la gente está harta de los enfrentamientos políticos, está preocupada por muchos temas, como lo hemos señalado en análisis anteriores, como seguridad pública, drogas, educación. Y lo que quiere es que los políticos se pongan de acuerdo en encarar estos temas y en darles solución.
Tercero. Si la política de colaborar o la política de oponerse premia o no premia, se verá más adelante. Ello requiere de estudios muy cuidadosos. Pero cuidado con sacar conclusiones de pocos datos, parciales, mal leídos y peor interpretados.