El Observador
El próximo domingo (mayo 27) se realizan las elecciones de afiliados del Frente Amplio [...] Se eligen varias cosas, pero dos de ellas destacan sobremanera: presidente del Frente Amplio y Plenario Nacional. [...] Lo relevante a escala nacional es la competencia presidencial y la competencia intersectorial. [...] Pero luego hay dos elementos de carácter simbólico. Uno es quién gana la Presidencia. Otro es la votación de los respectivos sectores: qué peso adquieren, cómo se correlacionan no solo en el conjunto sino además en el subconjunto de su propio espacio. [...] hay pulseadas diversas y en diferentes direcciones. Astori es el único que juega su chance a un único candidato. Tanto Vázquez como Mujica pueden salir bien parados con dos candidatos.
Unas elecciones reducidas y simbólicas pueden generar fuerte impacto político. Es que el próximo domingo (mayo 27) se realizan las elecciones de afiliados del Frente Amplio, a padrón abierto, es decir, con sistema de afiliación simultánea en el momento de votar. En elecciones del mismo tipo, en noviembre de 2006 votaron 222 mil personas y en mayo de 2002 algo menos de 170 mil. En la última elección, de los 222 mil votaron por listas de sectores políticos unas 210 mil personas y por los llamados “delegados de base” bastante menos de 40 mil. Aquí surge un primer dato, un primer efecto: si la concurrencia es similar a 2006 el Frente Amplio salva apenas el examen; si es superior, se ve fortalecido, ya que demuestra que tras 7 años de gobierno aumenta su convocatoria; pero si la concurrencia no llega a las 200 mil personas es un primer golpe para el partido oficialista, pues significa fuera de toda duda que su poder de convocatoria ha disminuido, que ya no es el de antes. Y esto es una señal de alerta para toda la fuerza política, para el oficialismo y para el gobierno.
Se eligen varias cosas, pero dos de ellas destacan sobremanera: presidente del Frente Amplio y Plenario Nacional. Un poco más de la mitad de los miembros del Plenario se eligen por listas de candidatos, es decir, se vota por sectores, fracciones o corrientes; la otra parte se vota de manera individual, por nombres, en votación plurinominal, a lo que impropiamente se les llama “delegados de base” (que lo fueron, pero ya no lo son, porque representantes de las bases son todos, los elegidos por listas y los elegidos nombre a nombre). Lo relevante a escala nacional es la competencia presidencial y la competencia intersectorial. El mismo esquema se dirime a nivel departamental, en la competencia tanto para presidente departamental como para miembros del Plenario Departamental, y éste también a dos vías (listas y nombre a nombre). Un dato de menor impacto pero significativo es qué corriente gana la presidencia y cuál es la correlación de fuerzas en cada departamento.
Un elemento político de importancia como producto del conjunto de elecciones nacionales es qué correlación de fuerzas resulta en el Plenario Nacional, lo que permite ver para dónde la estructura del Frente Amplio puede buscar inclinar la balanza, tanto en cuanto al gobierno como en cuanto a la movilización. Si lo inclina a formas más radicales o más moderadas; si sintoniza con la mayoría de la bancada parlamentaria o no sintoniza con ella.
Pero luego hay dos elementos de carácter simbólico. Uno es quién gana la Presidencia. Otro es la votación de los respectivos sectores: qué peso adquieren, cómo se correlacionan no solo en el conjunto sino además en el subconjunto de su propio espacio. Cabe resaltar que son ocho las principales corrientes en pugna: Asamblea Uruguay, la unión Nuevo Espacio-Alianza Progresista y el Partido Socialista, los tres detrás de la candidatura presidencial de Mónica Xavier; la unión Vertiente-5005 (Diego Canepa) y la lista 711 (Sendic), ambos detrás de la candidatura presidencial de Enrique Rubio; el Espacio 609 (MPP y aliados) con su propio candidato Ernesto Agazzi; la 1001 también con su propio candidato Juan Castillo y finalmente la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad (CAP-L, Fernández Huidobro), que no apoya ninguna candidatura en particular. Por ejemplo, no solo importa cómo salen todos los que apoyan a Mónica, sino como votan por su parte cada una de sus apoyaturas.
Hay algo curioso. El resultado no va a representar para nada al conjunto de los frenteamplistas: ni los 1:050.000 de octubre de 2009, ni los 900.000 que votarían hoy, ni los 770.000 que se declaran pertenecientes al Frente Amplio. Va a representar a un número muy inferior, quizás algo más de 200 mil, quizás bastante menos de esa cifra. Por lo tanto, las elecciones van a ser la expresión de los segmentos de actitud militante, de quienes –militen efectivamente o no- tienen una postura de compromiso militante, de formar círculos de amigos entre frenteamplistas, leer prensa de izquierda, pensar y hablar con códigos de izquierda. Para nada es una muestra representativa del frenteamplismo genérico. Y ese segmento de actitud militante es el que va a producir efectos políticos de pérdidas y ganancias. Estos efectos pueden incluso trasladarse a una reorganización ministerial.
¿Quién gana y quién pierde con el triunfo de Agazzi, de Castillo, de Rubio o de Mónica Xavier, aparte naturalmente de los propios candidatos y de los respectivos sectores? ¿Quién gana y quién pierde entre el presidente de la República José Mujica, el vicepresidente Danilo Astori y el anterior presidente Tabaré Vázquez?
Un triunfo de Mónica Xavier es claramente un gran triunfo de Danilo Astori, un buen posicionamiento para Vázquez y una derrota para Mujica. Es el éxito del ala frenteamplista más lejos del centro gubernativo y más cuestionadora de muchas formas de gestión del presidente. Un triunfo de Enrique Rubio es un resultado muy bueno tanto para Vázquez como para Mujica y un mal resultado para Astori. No hay que olvidar que Rubio fue el candidato preferido por Mujica y vetado por el MPP; que con él en la Presidencia del Frente Amplio, Mujica tendría alguien en quién apoyarse y a la vez independizarse de los condicionamientos que le impone el MPP. Un triunfo de Agazzi posiciona muy bien al MPP y a todo el Espacio 609, no es del todo malo para Mujica, pero no es lo mejor para el presidente de la República; a la vez, saldrían muy mal posicionados tanto Astori como Vázquez. Por último, un triunfo de Castillo –que aparece como lo más improbable- obviamente catapultaría a la 1001 y al Partido Comunista, pero es neutro en cuanto a los grandes líderes frenteamplistas: no potencia ni hiere a ninguno.
Como se ve, hay pulseadas diversas y en diferentes direcciones. Astori es el único que juega su chance a un único candidato. Tanto Vázquez como Mujica pueden salir bien parados con dos candidatos.