El Observador
El gobierno está a punto de salir de escena. [...] Entonces, esté bien o esté mal, la naturaleza humana lleva a los seres humanos a pelear por la sobrevivencia [...] Bueno, eso genera mucho nerviosismo, el nerviosismo quinquenal del sector político dominante, y ello explica muchas conductas que comienzan a darse y se acentuarán en los meses venideros.
El gobierno está a punto de salir de escena. Ello ocurre cuando en torno al mes de octubre se terminan de definir las principales fórmulas presidenciales, a acordarse los lineamientos básicos de las listas senatoriales, a tentarse acuerdos o preacuerdos hacia las listas a la Cámara de Representantes.
En el mundo se discuten dos posiciones opuestas en cuanto a la conformación de los elencos políticos. La postura tradicional es que los elencos funcionan mejor cuando son más profesionales en el oficio de la política, el gobierno y la administración; por tanto, los elencos mejoran cuanto más permanencia haya y empeoran cuanto mayor sea la renovación, excepto la necesidad de una renovación ordenada de rejuvenecimiento. La postura moderna, basada mucho de los empujes de la anti-política, van en contra de la larga permanencia de las personas en cargos públicos, porque ello lleva a la conformación de una “casta política”, que vive para sí, gobierna para sí y tiene como objetivo su propia sobrevivencia. Esta es una discusión abierta en el mundo, que todavía no ha llegado con toda su fuerza al Uruguay; aquí se atisba más, sin constituir un debate completo, el cuestionamiento al envejecimiento de los elencos políticos y la necesidad de recambio etáreo, pero no desde fuera del campo político. Pero más allá de esa discusión, hay un hecho cierto: quien pasa a ocupar un cargo político, cada vez con mayores probabilidades, deja poco espacio a la actividad privada y su futuro personal y familiar depende mucho de la sobrevivencia en los cargos políticos. A ello hay que sumar un tema de realización personal: la ocupación de cargos públicos implica poner la libido en ello y buscar en ello la propia realización. Un profesor universitario que se retira antes de culminar en el último grado, el 5, en general siente la frustración de no haber culminado exitosamente la carrera; lo mismo ocurre a un coronel que no puede llegar a general. Hay una cierta amargura, quizás en medios de grandes logros y éxitos. Por tanto, en cualquier actividad, todo individuo lucha por mantenerse y avanzar todo lo posible, en pro de las propias metas. No es egoísmo, es la naturaleza humana en todos los campos y terrenos, aceptada por todos para la vida familiar, laboral, empresaria, profesional, excepto para la política, donde la mayoría de la gente eso que ella hace en su propio terreno lo ve mal en el terreno político.
Entonces, esté bien o esté mal, la naturaleza humana lleva a los seres humanos a pelear por la sobrevivencia, salvo en los casos en que de manera consciente, deliberada, sin presiones ni frustraciones, ha optado por el retiro, considera que le ha llegado la hora de cambiar de etapa en la vida. Salvo ello, entonces, los individuos van necesariamente a luchar por la sobrevivencia.
La historia de la posdictadura presenta resultados poco auspiciosas para esa sobrevivencia. Al final del primer gobierno de Sanguinetti, la corriente seguidora de Jorge Batlle derrotó a la de Sanguinetti y además el Partido Colorado perdió el gobierno con el Partido Nacional. Al final del gobierno Lacalle la corriente del propio presidente (expresada en la candidatura Ramírez) perdió dentro del partido en manos de Volonté y el Partido Nacional perdió el gobierno ante el Partido Colorado. Luego en la segunda presidencia de Sanguinetti se repite lo de la primera en cuanto a que la corriente jorgista derrota a la sanguinettista, aunque merced a la reforma constitucional retiene el gobierno. Hasta entonces, incluido el gobierno de Jorge Batlle, los partidos tradicionales lograron mitigar sus propias derrotas mediante la conformación de coaliciones, entendimientos o coincidencias nacionales. Pero al final del gobierno Batlle Ibáñez pierden ambos partidos tradicionales. Viene el Frente Amplio, pero al final de la administración Vázquez una parte no menor de los adeptos a Vázquez, especialmente los socialistas, pierden posiciones, que van a manos del mujiquismo y en particular del Movimiento de Participación Popular.
En todos estos seis gobiernos se dio el fenómeno de nuevas figuras y de mucha gente joven que accede a los cargos de administración, y que al cabo de esa primera experiencia quedan fuera. El país está perdiendo una camada entera y una generación entera de figuras cada cinco años. A diferencia de lo que ocurre con los futbolistas, no los exporta, sino que los destruye en el ámbito público y los vuelva al ámbito privado.
Los sanguinettistas en 1989 y de nuevo en 1999, los lacallistas en 1994, todos los blancos y colorados en 2004, los socialistas y tabarecistas en 2009 vivieron la angustia del fin del periodo presidencial, del periodo de gobierno, la incertidumbre sobre su futuro y luego comprobaron que la incertidumbre devenía mayoritariamente en frustración. Algunos volvieron, otros sueñan con volver, otros nunca volvieron, otros nunca volverán. Este drama afecta hoy a buena parte del mujiquismo y en particular al Espacio 609, y más aún al Movimiento de Participación Popular.
El MPP obtuvo como única presencia dos diputados en 1989 (y algún cargo en la administración departamental capitalina), luego pasó a un senador y varios diputados, luego a dos senadores y más diputados, luego a algo más y finalmente ahora a ministros, subsecretarios, presidentes de entes autónomos y descentralizados, directores de esos entes, directores de ministerios, administradores departamentales, además de senadores y diputados. Ya es un elenco numeroso, muy numeroso. Las cifras de las encuestas causan alguna incertidumbre en el Frente Amplio pero no son pesimistas, pero en cambio generan mucho pesimismo en el mujiquismo propiamente dicho, más aún en el Espacio 609 y más aún en el MPP. Bueno, eso genera mucho nerviosismo, el nerviosismo quinquenal del sector político dominante, y ello explica muchas conductas que comienzan a darse y se acentuarán en los meses venideros.