Radiocero y Radio Monte Carlo
En estos días está en proceso de concreción, un acuerdo entre ambos partidos tradicionales para concurrir bajo un mismo lema, como si fueran un solo partido, a las elecciones para la Intendencia de Montevideo [...] la búsqueda de un acercamiento electoral en Montevideo no pueda verse solamente como una mera maniobra en busca de mejorar expectativas, que por supuesto lo hay, pero que no es solo eso.
OAB: En estos días está en proceso de concreción, un acuerdo entre ambos partidos tradicionales para concurrir bajo un mismo lema, como si fueran un solo partido, a las elecciones para la Intendencia de Montevideo dentro de dos años, el 10 de mayo de 2015; como en todas las cosas, se concretará o no, pero el camino está trazado.
El fundamento puntual es que así podría crearse un escenario más competitivo que permitiese poder ganarle al Frente Amplio el gobierno departamental capitalino, que ocupa por quinto periodo, y que al culminar el periodo actual contabilizaría 25 años, un cuarto de siglo de administración montevideana frenteamplista.
Ese es el fundamento puntual. Pero hay varios departamentos en que la hegemonía en materia de gobierno departamental es del Partido Nacional. En que los blancos son imbatibles como Lavalleja, San José, Flores, Durazno, Tacuarembó: ¿por qué no hay operativos similares de formar un solo partido departamental entre el Frente Amplio y el Partido Colorado en esos departamentos para poder quitarle la hegemonía al Partido Nacional?
Esta pregunta es clave. Y muchos sentirán que es absurda. Bueno, lo es y no lo es. En Argentina, por ejemplo, cuando se intentó poner un sistema electoral parecido al nuestro, de doble voto simultáneo, o de sistema de lemas, lo que ocurrió fue precisamente que más allá de ideologías, programas, valores, todos los que tenían menos chance se juntaron para quitarle el dominio al que tenía el poder. Funcionó siempre así, como un juego de todos contra el más grande. Por eso, si uno estuviera en Argentina, diría que la pregunta no es absurda. En Uruguay, en cambio, la pregunta sirve para darse cuenta que las cosas se han de otra manera.
FV: Si la pregunta que tú mismo te formulaste no es absurda y sirve para ver las cosas de otra manera ¿por qué se produce ese acercamiento entre blancos y colorados hacia la elección de Montevideo?
OAB: Entonces, conviene ver esta propuesta de convergencia blanqui-colorada de dos maneras: una, como un acercamiento para pelear en mejores condiciones la Intendencia de Montevideo; pero otra forma de verlo, es como un largo proceso de sustitución del viejo bipartidismo tradicional por un nuevo bipartidismo. Es decir, por un lado, hay un fundamento utilitario, electoral, para obtener resultados de poder. Pero hay otro, que es largo proceso de cambio del sistema político uruguayo. Que como la mayoría de las cosas uruguayas, son procesos muy largos, paulatinos, paso a paso, en que parece que las cosas no cambian y cuando una mira a lo lejos se encuentra que las cosas han cambiado mucho.
Ambos partidos tradicionales marcan su fecha de nacimiento en 1836 y los dos campos quedan claramente delineados en la Batalla de Carpintería el 19 de setiembre de ese año, de 1836, con las figuras de Manuel Oribe por los blancos y de Fructuoso Rivera por los colorados. Sin embargo, puede decirse que un poco más de una década antes se encuentran los embriones de lo que serán los partidos blanco y colorado, en los alineamientos que generaban los dos grandes caudillos, los dos tenientes de artigas Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera. Por otro lado, tampoco fueron verdaderos partidos los que emergen de la confrontación de Carpintería o de la posterior Guerra Grande, sino son lo que en Ciencia Política se denominan protopartidos.
Lo que no cabe duda que el bipartidismo colorado-blanco fue un gran eje divisor de la política uruguaya y de las lealtades políticas, con mucha sangre de por medio a lo largo del siglo XIX. Sin embargo, no todos los enfrentamientos, ni en guerras civiles ni en luchas político-electorales, tuvieron como enemigos a los blancos de un lado y los colorados de otro, sino que hubo muchos enfrentamientos con blancos más colorados de un lado, y otros blancos más otros colorados del otro. Un caso típico de esto fue el periodo que ocupa los años 30 y 40 del siglo pasado, del siglo veinte, donde se da una conjunción entre el coloradismo independiente y el herrerismo, y del otro lado entre el batllismo y el nacionalismo independiente. El periodo de Gabriel Terra precisamente está marcado por una coalición de gobierno entre los colorados independientes con Terra a la cabeza y el herrerismo, y enfrente a ellos una oposición integrada con la conjunción de los colorados batllistas y los nacionalistas independientes. Estos alineamientos continúan en el pos terrismo, en los gobiernos de Baldomir y Amézaga, y comienzan a diluirse en la presidencia de la República de Luis Batlle Berres.
FV: ¿Y hasta cuándo dura ese bipartidismo blanco-colorado? ¿Por qué o cuándo cambia?
OAB: En 1971 aparece el gran convidado de piedra en la política uruguaya: el Frente Amplio. Que es primero una alianza de los viejos partidos menores, como socialistas, comunistas y demócratas cristianos, con otras fuerzas por fuera del sistema de partidos tradicionales. Pero lo novedoso del Frente Amplio es que arrastra grupos políticos y votantes tanto colorados como blancos. En el primer momento más que nada colorados, más tarde más blancos que colorados, y así alternativamente.
El Frente Amplio no rompe el bipartidismo tradicional con su nacimiento, pero hace cambiar las reglas de juego: ya no son solo dos grandes actores partidarios, sino que hay un tercero, mucho menor, pero que está en la cancha. Poco a poco la izquierda crece hasta que en 1989 el bipartidismo se quiebra y ese quiebre se cristaliza en 1994: en el Uruguay hay tres partidos políticos, y el convidado de piedra camino paso a paso a transformarse en el primer partido del país.
FV: Perfecto, el Frente Amplio irrumpe en la escena, rompe el bipartidismo y se transforma en el primer partido ¿Y los otros partidos, qué?
OAB: Que primero hay otro fenómeno interesante: el Frente Amplio se alimenta de sectores de ambos partidos tradicionales, de los votantes más liberales desde el punto de vista cultural y más hacia la izquierda desde el punto de vista político. Hay pues un vaciamiento de las alas más a la izquierda de ambos partidos tradicionales, y ahí se ve la desaparición del Movimiento Nacional de Rocha y el debilitamiento del Batllismo.En una geografía política de eje izquierda-derecha, el Frente Amplio queda ubicado desde el centro hacia la izquierda y ambos partidos tradicionales desde el centro hacia la derecha. En un eje liberal-conservador, desde el punto de vista de cultura política, el Frente Amplio queda ubicado desde el centro hacia lo más liberal, y los partidos tradicionales desde el centro hacia lo más conservador, hacia la cultura más tradicional. Hay dos temas que grafican esto: los temas del aborto y del matrimonio homosexual.
Tanto el Partido Nacional como el Partido Colorado tiene muchos matices entre sí, y muchos matices internos. Y por supuesto, hay diferencias de estilo, de concepción de la historia, de ver incluso como se hace la praxis de la política. La diferencia entre lo blanco y lo colorado pervive y no desaparece, ni va a desaparecer con facilidad. Pero lo que el electorado colorado en su casi totalidad percibe y lo que una parte importante del electorado blanco percibe es que ambos partidos conforman una misma ala política del país, que comparten visiones comunes sobre las instituciones, sobre el papel del hombre. Que hay mucho en común.
FV: Entonces si hay mucho en común ese acercamiento parece fácil ¿O es que no hay resistencias?
OAB: Por supuesto que hay resistencias. Más entre los votantes blancos que entre los votantes colorados. Hay largas tradiciones de por medio. Hay mucho sentimiento que separan a colorados de blancos pero mucho más a blancos de colorados. Pero si se mira al Frente Amplio, las diferencias iniciales entre sus componentes eran tan importante o quizás más que las que hay hoy entre los partidos tradicionales. Y sin embargo esos diferentes componentes terminaron formando lo que es hoy el principal partido del país.
Todo esto explica por qué la búsqueda de un acercamiento electoral en Montevideo no pueda verse solamente como una mera maniobra en busca de mejorar expectativas, que por supuesto lo hay, pero que no es solo eso. Y es sin duda el embrión de una convergencia entre ambos, que puede conducir a un nuevo bipartidismo ¿Cuándo? Ah, los tiempos históricos son lentos. Lo que está sobre la mesa es un camino que puede llevar a una convergencia dentro de dos elecciones, o tres. Quizás haya que esperar algo para los años veinte o inclusive para el comienzo de los años treinta.