El Observador
El modelo dominante en Uruguay a lo largo del siglo XX lo ha sido el de educación pública gratuita e integradora de la sociedad, modelo cuyo diseño madre corresponde a José Pedro Varela. [...] Uruguay se caracterizó por ser una “sociedad hiper integrada” [...] Esa sociedad es producto, entre otros elementos, del papel integrador cumplido por la escuela pública [...] Uruguay va por un camino que lleva al fin de la sociedad hiper integrada, que es el fin del modelo vareliano.
En materia de organización de la educación hay muchos modelos, todos válidos, cada uno de los cuales corresponde a una determinada concepción ideológica, a una cierta concepción de cómo debe organizarse la sociedad y cuál es en ella el papel del Estado y del individuo. El modelo dominante en Uruguay a lo largo del siglo XX lo ha sido el de educación pública gratuita e integradora de la sociedad, modelo cuyo diseño madre corresponde a José Pedro Varela. Primero como educación pública global se considerá la escuela primaria y posteriormente abarcó la educación media básica. Cabe aclarar que el concepto de modelo vareliano es más amplio y para este análisis se toma del mismo la parte que corresponde al objetivo de este análisis: la integración o segmentación de la sociedad.
Las sociedades latinoamericanas en general (con excepción de Uruguay y en cierto modo de Argentina) se caracterizaron en la mayor parte del siglo XX por una gran segmentación de la sociedad, con elites restringidas de alto nivel educativo y grandes masas de bajo nivel educativo. Uruguay se caracterizó por ser una “sociedad hiper integrada”, para utilizar el término usual en ciencias sociales. Esa sociedad hiper integrada es producto, entre otros elementos, no el único, pero sí fundamental, del papel integrador cumplido por la escuela pública, con la túnica blanca y la moña azul como los símbolos igualarizantes más fuertes.
Hace un par de décadas hubo una queja paradigmática de los dirigentes sindicales de la Salud Pública. Se referían a la distinta visión existente en la sociedad y en los elencos de poder entre la educación pública y la salud pública. Decían, en una apreciación exacta, que mientras la escuela pública era considerada para todos, los hospitales y las policlínicas estatales eran “para los pobres”. Los hospitales nacieron como “hospitales de caridad”; más tarde pasaron a ser el lugar donde se atendían las personas con un carné especial de asistencia conocido popularmente como “carné de pobre”. Cuando los sindicatos más fuertes (quizás el primero lo haya sido el de la Construcción, el SUNCA1) obtuvieron el seguro de salud para los trabajadores de las respectivas ramas, lo que lograron fue la cobertura de la cuota mutual, es decir, de la asistencia en las instituciones médicas privadas de asistencia colectiva, en “el mutualismo”. Posteriormente esto se generalizó a todo el sector asalariado privado en el sistema DISSE y luego se agregó al sector público en el actual sistema FONASA. Es decir, bajo gobiernos blancos y colorados de los años sesenta y de la posdictadura, bajo gobierno militar y bajo gobiernos frenteamplistas, el criterio fue el mismo: los asalariados lograban una mejor cobertura médica si contaban con un seguro social que les garantizaba la atención médica mutual; salían de los hospitales, ascendían socialmente.
La concepción en relación a la educación, como lo denunciaban los sindicalistas de la Salud Pública, era la opuesta: la educación privada no se subsidia, salvo exclusivamente mediante la exención de impuestos; los trabajadores van a la educación pública, a la que tienen derecho todos los ciudadanos y no solo los pobres. Y para ir a la escuela pública no se requiere tramitar el “carné de pobre”.
El ejemplo sirve, por contraste, para marcar el propósito integrador de la educación pública y el propósito (implícito) segmentador de la organización del sistema de salud2. Hasta un par de décadas atrás, quizás un poco más, los padres enviaban a sus hijos a la educación privada básicamente por buscar alguno de estos objetivos sustantivos: una educación elitista en un ambiente de elite; o una educación que contuviere determinado tipo de valores, fundamentalmente religiosos o filosóficos, aunque también pueden ser políticos; o que la enseñanza tuviese énfasis en alguna cultura o nacionalidad determinada. En las últimas dos décadas se agregó un nuevo elemento, que es hoy el principal entre las motivaciones de elección de educación privada: las falencias en la educación pública. Falencias ya sean en la calidad de la enseñanza, en la continuidad de las clases o en el funcionamiento global de la institución educativa. En forma creciente, los profesionales no envían sus hijos a la educación pública, pese a que mayoritariamente expresan su deseo de que pudiesen ir a la educación pública. Son personas a las cuales les supone una contradicción de ideales y valores enviar los hijos a colegios privados. Y además les significa un importante esfuerzo económico, que en la mayoría de esos hogares oscila en la cuarta parte de los ingresos. Una sociedad en que el quintil economicamente superior (el 20% de más altos ingresos) envía sus hijos a un tipo de institución educativa y los cuatro quintiles económicamente inferiores van a otro tipo de institución educativa, es una sociedad que objetiva y necesariamente se segmenta, se desintegra. No hay país hiper integrado si la sociedad se conforma con una educación desintegrada.
Se puede considerar que la diferenciación educativa es un factor positivo y se puede considerar que es un factor negativo. Si se considera esto, como lo consideran todos los frenteamplistas y la gran mayoría de blancos y colorados, hay una contradicción entre los deseos e idearios y la realidad presente y futura. El país viene caminando desde hace muchas décadas hacia esta desintegración educativa, con una excepción nada menor: el Plan Ceibal. Fuera del Plan Ceibal, todo apunta a la desintegración. Las sumas considerables de dinero que el gobierno anterior y el actual han volcado a la educación pública, hace presumir que la principal causa de esta caída no es el tema económico, o al menos que no es por el lado económico que aparece la principal variable para revertir el tema.
Uruguay va por un camino que lleva al fin de la sociedad hiper integrada, que es el fin del modelo vareliano (en esta faceta del modelo).
1 En diciembre de 1960 se crea CHAMSEC (Comisión Honoraria de Asistencia Médica y Subsidio por Enfermedad para el personal de la Construcción) que le comete la asistencia médica de los trabajadores protegidos, mediante la contratación de una institución de asistencia médica colectiva.
2 Por lo menos hasta la creación del Sistema Nacional Integrado de Salud. Si este sistema es o no integrador corresponde estudiarlo en un análisis específico, que no es el motivo de este artículo.