26 Dic. 2014

Balance de un complicado año electoral

Oscar A. Bottinelli – diálogo con Fernando Vilar

Radiocero y Radio Monte Carlo

Todos los años electorales son importantes, porque producen en mayor o menor grado cambios en el país y también generan mayores o menores continuidades. Este ha sido un año particularmente complicado, tanto en la competencia interna del Partido Nacional como en la competencia global de las elecciones parlamentarias de octubre. Fue un año, además, donde se generaron muchas ilusiones ópticas, la mayoría de ellas fundadas más en las esperanzas que en los hechos.

OAB: Todos los años electorales son importantes, porque producen en mayor o menor grado cambios en el país y también generan mayores o menores continuidades. Este ha sido un año particularmente complicado, tanto en la competencia interna del Partido Nacional como en la competencia global de las elecciones parlamentarias de octubre. Fue un año, además, donde se generaron muchas ilusiones ópticas, la mayoría de ellas fundadas más en las esperanzas que en los hechos.

Como ocurre desde que se modificó el sistema electoral en 1997, el partido para el cual la competencia interna siempre es una incógnita es el Partido Nacional. Así lo fue en 1999, 2004, 2009 y este 2014. El Partido Colorado tuvo competencia reñida exclusivamente en 1999 y el Frente Amplio en 2009. Este es un dato que vale la pena retener: las mal llamadas “elecciones internas”, con todo su costo, tiempo y carga emocional, termina siendo en forma dominante circunscripta a la colectividad blanca.

Y a nivel de esta colectividad, hay un hecho curioso: en las cuatro elecciones perdió el favorito, o al menos quien partió como favorito un par de años antes. En 1999 las elecciones fueron en abril. Un año antes el favorito era Alberto Volonté y el desafiante Juan Andrés Ramírez; luchaba de atrás, desde un rezagado tercer lugar Luis Alberto Lacalle Herrera. El resultado fue un claro triunfo de Lacalle con casi la mitad de los votos de los votos , una cómoda ventaja sobre Ramírez y un Volonté muy distanciado detrás. En 2004 Lacalle era el claro favorito y Larrañaga el desafiante, aunque no era reconocido en ese papel por todo el no lacallismo; recién en marzo de 2004 juntó a todos detrás de sí y al cabo de casi cuatro meses gana con absoluta comodidad. En 2009 Larrañaga parte ahora con ventaja, especialmente desde que Lacalle se había retirado de escena. Lacalle retorna y luego a los seis meses de los comicios empareja a Larrañaga y en la recta final lo pasa con alguna ventaja. Para 2014 es Larrañaga el que parte nuevamente como el gran favorito, mantiene la delantera hasta el final, y en la última semana es sobrepasado apenas por Luis Lacalle Pou, que lo vence por la diferencia del 1,4% del total del electorado.

Hay que analizar qué ocurre con esa parte del electorado blanco. Porque cabe recordar que en esas internas las definen quienes van a votar, que son bastante menos de los que votan al mismo partido en octubre. Pero alguna constante hay cuando en cuatro elecciones consecutivas, quien parte como favorito pierde. Hay un viejo dicho que es aplicable a esto, a propósito de la elección de Papa que realiza el Sacro Colegio de Cardenales. El dicho es que quien “entra al cónclave como Papa, sale del cónclave como cardenal”.

FV: ¿Y dónde están las ilusiones ópticas?

OAB: Del lado del nacionalismo la ilusión óptica fue considerar la victoria electoral de Lacalle Pou como un triunfo arrollador. El manejo de porcentajes dentro de porcentajes y dentro de otros porcentajes, hizo ampliar la imagen de la diferencia. En lugar de 1,4% se presentó como si hubiese sido de 10 puntos. Y eso magnificó el resultado.

Luego se produce un fuerte crecimiento del Partido Nacional en las encuestas, un crecimiento que lo ponía tan solo como máximo 3 puntos por encima de la votación de 2009. Sin embargo, se leyó el fenómeno como si ese crecimiento fuese arrollador y condujese inexorablemente a la victoria.

Una tercera ilusión óptica, luego controvertida por la elección de octubre, que en Uruguay se producía un extraño y novísimo fenómeno generacional: la irrupción de los jóvenes, de los más jóvenes del promedio del electorado, y el barrido de todos los mayores, de la gerontocracia, de los dinosaurios. No ocurrió nada por el estilo

FV: ¿Y en el Frente Amplio qué pasó?

OAB: Pasó que el Frente Amplio más que encandilarse con una ilusión óptica, desdeñó bastante tiempo los datos de la realidad. El más fuerte de todos: la magra votación del 1° de junio. La peor en toda la historia de la fuerza de izquierda. Obtuvo proporcionalmente los dos tercios de los votos logrados cuando su fundación, en 1971. En el gobierno, con más de nueve años de gobierno nacional y casi un cuarto de siglo de gobierno de Montevideo, con el calor del oficialismo, obtuvo un tercio menos de votos que en la dura oposición, en el duro enfrentamiento a todo el sistema político tradicional. Luego vino una campaña electoral de Tabaré Vázquez, que fue duramente definida por su contrincante interno, Constanza Moreira: “Vázquez no tiene nada nuevo que ofrecer”. Y ese fue el sentimiento recogido hasta finales de julio.

Ahí sí, aparece de parte de Vázquez por un lado y del Frente Amplio del otro, una reacción. Sale a raspar la olla, a pelear con todas sus fuerzas, a convocar a la enorme cantidad de beneficiarios de los planes sociales y de los planes productivos. Y en el último mes pone toda la carne en el asador, cuando el presidente de la República -claramente fuera de la Constitución- entra de lleno y vuelca su decidida popularidad para darle al Frente Amplio el último resuello que le faltaba. Finalmente llegó a la mayoría parlamentaria, con gran ayuda: de las matemáticas en la cámara baja y de las reglas electorales en la cámara alta. En la Cámara de Diputados, con un porcentaje menor de votos que en 2009 logra la banca 50; en realidad con el menor porcentaje de votos con que un partido político obtiene en Uruguay mayoría parlamentaria en Diputados. En números, la logra por los cuatro mil cuatrocientos y pocos votos que le faltaron al Partido Ecologista para entrar al Parlamento; fue un logro in extremis. Y en la cámara alta consiguió lo que en Ciencia Política se llama una “mayoría manufacturada”, que es cuando esa mayoría es producto de un premio concedido en las reglas de adjudicación. En este caso, el agregar al Senado al vicepresidente de la República con voz y voto.

FV: Pero en el balotaje el triunfo de Tabaré Vázquez fue muy holgado ¿no?

OAB: Sí. Esta es otra novedad sistémica. De las cuatro elecciones habidas con el nuevo sistema, en una de ellas, en 2004, no hubo balotaje. En 1999 fue quizás el único balotaje clásico: todos los partidos lejos de la mayoría absoluta, los dos más votados en competencia abierta, uno conformando coalición, el otro con el apoyo individual del líder del cuarto partido. En 2009 fue la primera anomalía: un partido logra mayoría en las dos cámaras, en ambos casos mayoría natural, no hubo mayoría manufacturada, pero por las exigentes reglas de la Constitución del 67 hubo balotaje. Y fue un balotaje disputado, ardorosamente disputado, hasta con una interpelación de por medio. Y la diferencia fue cómoda, de 9 puntos porcentuales.

Pero este año la anomalía estuvo en que con un Frente Amplio que logra arañando la mayoría parlamentaria, la logra apenas, gana el balotaje con absoluta comodidad, por una diferencia mayor, de 12 puntos porcentuales y medio.

¿Qué pasó? Una primera explicación que la ilusión óptica del Partido Nacional, que se sentía que no solo hacía una buena elección sino que iba derecho a la Presidencia de la República, cuando eso no ocurre literalmente se desplomó.

Pero lo segundo al menos numéricamente es lo más importante. Si bien el Frente Amplio levemente cayó en porcentaje de votos, la izquierda creció. Porque la suma de toda la izquierda pasó de 49,9% en 2009 al 51,4% este año. Mientras que el bando opuesto decreció, del 47,3% al 45,3%. Por izquierda entendemos al Frente Amplio, más Unidad Popular, más el Partido Ecologista, más el Partido de los Trabajadores, más alrededor de la mitad del Partido Independiente.

Entonces, mientras Mujica partió en octubre del 49,9% para llegar al 52,4% en noviembre. Vázquez partió en octubre de una base del 51,5% para alcanzar en octubre el 53,7%. Mujica creció 2,5 puntos y Vázquez creció 2,2 puntos.

Bueno, así cerramos este complicado año electoral 2014, que deja muchos impactos y abre camino a un nuevo quinquenio de gobierno, que ya está comenzando.

Feliz Año 2015 para todos