El Observador
La matanza de Charlie Hebdo es un ataque a Francia y a Europa, pero más allá es un ataque a todo lo que signifique libertad, pluralismo, tolerancia; como dijo alguien, es el 11 de setiembre del periodismo, de la comunicación. Sin embargo, lo ocurrido es una forma extrema de un fenómeno muy extendido, y conmueve y llama la atención por ser una forma extrema: el asesinato masivo. Pero está muy extendido el fenómeno de la intolerancia, de la prevalencia de ideas dominantes en una sociedad y la no aceptación de ideas diferentes, o que cuestionen o ridiculicen esas ideas dominantes.
La matanza de Charlie Hebdo es un ataque a Francia y a Europa, pero más allá es un ataque a todo lo que signifique libertad, pluralismo, tolerancia; como dijo alguien, es el 11 de setiembre del periodismo, de la comunicación1. Sin embargo, lo ocurrido es una forma extrema de un fenómeno muy extendido, y conmueve y llama la atención por ser una forma extrema: el asesinato masivo. Pero está muy extendido el fenómeno de la intolerancia, de la prevalencia de ideas dominantes en una sociedad y la no aceptación de ideas diferentes, o que cuestionen o ridiculicen esas ideas dominantes. Y está extendido aún en el reducido número de países verdaderamente poliárquicos y de amplias libertades civiles y proclamado respeto a los derechos humanos. Naturalmente ese fenómeno es la norma en los países donde la estructura del poder político y de la organización social está basada en la limitación o ausencia de pluralismo y por consiguiente de tolerancia, o están recortadas las libertades individuales, o se respetan poco o nada los derechos humanos. Esto último es la descripción de las cuatro quintas pares de los países del mundo2.
Normalmente una sociedad moderna presenta significativos rasgos de heterogeneidad social, relativa dispersión social, diferencias económicas, raíces étnicas diversas, bastantes veces diversidad de lengua, religión, cultura, valores y temperamento. Es decir, una sociedad moderna es generalmente una sociedad con altos niveles de diversidad. Pero aún una sociedad muy homogénea socialmente, con un bajo índice de dispersión, raíces étnicas únicas, comunidad de lengua, religión, cultura, valores y temperamento, a su interior se registran concepciones diferentes sobre la familia, la pareja, la relación de padres e hijos, la sexualidad (en el eje liberalismo-conservatismo), la orientación sexual, el papel del Estado y del mercado; los valores de la competencia, la equidad, la protección social, la iniciativa individual. Entonces, aún una sociedad homogénea y aparentemente poco diversificada es una sociedad con diversidad. Y el mundo globalmente considerado es esencialmente heterogéneo y diversificado.
El punto sustancial es cuánto se tolera la pluralidad de ideas y valores y cuánto no se tolera. Cuándo alguien en algún lugar considera que tiene el derecho a fijar qué ideas son admisibles y cuáles no. Cuando se tiene el poder sobre una sociedad determinada, ese alguien puede serlo el Estado a través del poder político, la jurisprudencia, la jerarquía religiosa, pero siempre es alguien que marca la separación entre lo permitido y lo prohibido, entre lo válido y lo proscribible. Cuando se tiene el poder fáctico a nivel planetario, son Estados que resuelven eliminar lo que consideran inadmisible en otras tierras, mediante la invasión, el bombardeo o el derrocamiento de gobiernos. Cuando no se tiene poder etático alguno, se recurre a los atentados o al terrorismo, a la amenaza, la violencia física o en casos extremos a la muerte. La muerte indiscriminada como el 11 de setiembre (2001) o el 11 de marzo (2004), o muertes selectivas como el caso de Charlie Hebdo; son formas extremas de expresar la intolerancia.
Es interesante observar que muchos que condenan la intolerancia del otro, practican la intolerancia propia. Se sorprenden que lo que uno dice o piensa sea inadmisible para el otro, pero consideran inadmisible lo que dicen o piensan muchos otros. Es que casi no hay idea política, religiosa, filosófica que en algún lugar y en algún momento no haya considerado que constituye el único conjunto de valores admisibles y combatido sin piedad al que tuviese otro conjunto de valores. Durante siglos enteros los fieles de una religión combatieron sin piedad al infiel, en el mismo momento que ese infiel, fiel a sus creencias, también combatía sin piedad al otro, que para él ese era el único y verdadero infiel.
Los humoristas, caricaturistas, periodistas de Charlie Hebdo en sustancia no fueron víctimas del fundamentalismo islámico, solamente del fundamentalismo islámico, sino víctimas del fudamentalismo a secas, de la intolerancia pura y simple. De una intolerancia desatada además por lo que resulta más insoportable al intolerante: el humor, la sátira, la caricatura. Por eso la reacción multitudinaria en Francia y fuera de Francia, el “soy Charlie”, no solo es un rechazo a la muerte y a la intolerancia, sino un canto a la vida.
Pero hay que tener claro que no basta con condenar estos ataques extremos, porque ellos son el último extremo de una conducta mucho más extendida y globalmente perniciosa, que lo es la intolerancia. La intolerancia debe ser combatida en todas las formas y en todos los terrenos. Y el primer punto de combate pasa por considerar que no hay ideas ni valores ni conceptos ni creencias que deban ser obligatorios para todos. Que esos valores, creencias, ideas y conceptos sin duda son lo mejor y hasta lo único para uno mismo, pero que uno no tiene derecho a obligar a los demás a creen en ellos. Una sociedad tolerante lo es cuando se admite en forma total la pluralidad de ideas, valores y conceptos. No hay tolerancia si hay ideas prohibidas. Si no se admite el derecho del otro a sostener sus ideas, por más opuestas que resulten a las propias. Charlie Hebdo pasó a ser el símbolo de la libertad y la tolerancia, y no puede morir porque su muerte significaría el triunfo de la intolerancia y del oscurantismo.
1 Este domingo hubiera correspondido publicar la tercera nota de una serie de cinco sobre los dilemas de los cinco partidos con representación parlamentaria en la XLVIIIa. Legislatura. Dada la magnitud del tema de hoy, se posterga para la semana próxima.
2 Ver en Factum Digital, http://factum.uy/ediciones-anteriores/, el artículo "La discriminación verbal y su correlato con la libertad y la tolerancia", escrito para el seminario sobre Racismo organizado por el Ministerio de Educación y Cultura, noviembre de 2007.