El Observador
Hace un siglo, en el invierno de 1916, el presidente Feliciano Viera clamó su célebre “Alto”, que pasó a la historia como “El Alto de Viera”. Sucesor de José Batlle y Ordóñez, su llamado fue un alto a las reformas impulsadas por su antecesor, la mayor parte en su segunda presidencia: monopolio estatal de los seguros y la energía eléctrica, creación del Banco Hipotecario, primeras leyes de protección del trabajador asalariado y de la mujer trabajadora; es decir, avances en el papel de dominio y regulación económica del Estado y avances en el plano de los derechos sociales. “El Alto de Viera” fue un giro conservador, que pretendió ser un freno y a la postre fue una suspensión, un diferimiento.
Hace un siglo, en el invierno de 1916, el presidente Feliciano Viera clamó su célebre “Alto”, que pasó a la historia como “El Alto de Viera”. Sucesor de José Batlle y Ordóñez, su llamado fue un alto a las reformas impulsadas por su antecesor, la mayor parte en su segunda presidencia: monopolio estatal de los seguros y la energía eléctrica, creación del Banco Hipotecario, primeras leyes de protección del trabajador asalariado y de la mujer trabajadora; es decir, avances en el papel de dominio y regulación económica del Estado y avances en el plano de los derechos sociales. “El Alto de Viera” fue un giro conservador, que pretendió ser un freno y a la postre fue una suspensión, un diferimiento.
Noventa y nueves años después, casi al irse el verano de este 2015, aparece un segundo “Alto de V...”, esta vez con V de Vázquez y no V de Viera. No es un freno a reformas económicas ni avances en derechos laborales o previsionales, sino a medidas liberalizadoras en el plano ético-cultural, en el plano de los valores, en lo que se llama la nueva agenda de derechos. Este alto afecta derechos a la libertad en el consumo del cannabis, al consumo del alcohol (apunta al establecimiento de una especie de “Ley Seca” como la Ley Volstead de los Estados Unidos), a la importancia de la violencia de género (que subvalora en relación al impacto del tabaquismo sobre las mujeres), a la libre información (entendido como derecho consagrado en la llamada Ley de Medios) y a la diversidad sexual (al frenar la Guía de la Diversidad Sexual)1.
El conservadurismo de Vázquez en el plano de los valores no es ninguna novedad. Ya en su primera presidencia fue paradigmático el veto a la despenalización del aborto. Contra lo que puede creerse, tampoco es una novedad la existencia de valores conservadores en el Frente Amplio. Al respecto cabe mencionar tres cosas. Una, la forma en que el anterior presidente Mujica se refiere al papel de la mujer en la pareja, en que subyace el modelo clásico. Dos, la eliminación de la Unión Libre (de la pareja) con carácter permanente. Y tres, la forma sumamente limitada de la Ley de Reproducción Asistida.
La Unión Libre -originalmente del hombre y la mujer, posteriormente sin distinción de sexo- es un viejo principio al menos bicentenario de la izquierda universal con variados orígenes (anarquismo, marxismo, liberal radicalismo) y que fue glorificado en la expresión “Amor Libre”. La Unión Libre en Uruguay había sido fuertemente reducida por la jurisprudencia -sin fundamento legal- y finalmente quedó limitada a un periodo de cuatro años de convivencia por la Ley de Unión Concubinaria. No hubo disidencias en el Frente Amplio en la postura conservadora en contra de la Unión Libre. En cuanto a la Reproducción Asistida son muchas las limitaciones de la normativa, entre otras la muy fuerte restricción al uso de vientres ajenos al de la madre biológica o la exigencia de gratuidad en el uso del vientre subrogante o a la donación de gametos. Esta ley, en comparación con el desarrollo del tema en los países más liberales del mundo, es de las que conlleva una impronta más conservadora. Es decir, el giro conservador de Vázquez -mucho más fuerte y estridente- se da en un contexto donde la propia izquierda también exhibe nichos de tipo conservador. Este es un aspecto.
El otro aspecto es qué tiene de extraño este Alto de Vázquez. Lo sorprendente no es el Alto de V... sino que haya dirigentes frenteamplistas que se hayan sorprendido y hasta enojado. Las posturas de Vázquez en el plano ético-cultural, en el juego de los valores, es harto conocida y sin fisuras. Ocurre que una parte considerable de la izquierda prefirió ignorar eso, porque creyó que sin Vázquez el Frente Amplio no podía retener el gobierno. No importa aquí y ahora analizar si esa hipótesis era correcta o no, lo que requiere de profundos estudios sin certeza de llegar a demostraciones contundentes. El proceso electoral 2014 hace pensar que el peso electoral de Vázquez no fue tan significativo como se pensaba un par de años antes. Pero cuando una actor político retiene la mayoría parlamentaria por la esmirriada diferencia del 0,11% del total de los votantes, cabe aquella frase de Kennedy cuando en el voto popular virtualmente empató con Nixon: cualquiera me puede parar en la calle y decirme “Vd. es presidente gracias a mí”. Pero además, Vázquez es el presidente porque primero fue el aspirante casi único del Frente Amplio a la Presidencia -con la excepción de los seguidores y votantes de Constanza Moreira- por voluntad de todos los otros: mujiquistas, comunistas, socialistas y astoristas incluidos.
No necesariamente el candidato presidencial de un partido comulga con todos y cada uno de los postulados de ese partido. Pero lo natural es que previo a su candidatura el partido lo condicione a seguir los postulados principales del colectivo. Salvo en el tema del aborto, en que Vázquez se autolimitó al declarar el tema laudado (aunque no abrió opinión sobre sus impulsos y frenos en la aplicación de la referida ley), en los demás temas ni Vázquez se condicionó ni nadie lo condicionó.
1 El eje liberal-conservador relativo a valores que se emplea en este artículo, a lo ético-cultural, corresponde a la metodología utilizada en Ciencia Política y Sociología Política en Europa Occidental (principalmente en Alemania, Italia y Suiza). Lo liberal está asociado a la mayor libertad y lo conservador a la mayor regulación o a la prevalencia de valores tradicionales. Es un eje diferente al económico, en que la mayor libertad está asociada a la derecha y la mayor regulación a la izquierda.