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Luis Almagro, que fuera canciller de la República hasta hace 19 días, el miércoles fue elegido secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA, máximo organismo interamericano fundado en mayo de 1948. Asumirá el cargo pecisamente a fines de mayo.
OAB: Luis Almagro, que fuera canciller de la República hasta hace 19 días, el miércoles fue elegido secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA, máximo organismo interamericano fundado en mayo de 1948. Asumirá el cargo pecisamente a fines de mayo.
En estos casi 67 años del organismo, es la segunda vez que es elegido un uruguayo para su más alto cargo permanente. La primera vez fue con José Antonio Mora Otero, que tuvo en sus manos la conducción de la OEA entre 1956 y 1968, 12. Posteriormente, entre abril de 1971 y octubre de 1972, Mora Otero fue ministro de Relaciones Exteriores, a caballo entre la finalización del gobierno de Pacheco Areco y los inicios de la fase constitucional de Juan María Bordaberry.
A la inversa, Luis Almagro fue primero ministro de Relaciones Exteriores -con Mujica- para al término de su mandato ser elegido secretario general de la OEA. El actual secretario general saliente, el chileno José Miguel Insulza, también llegó a este cargo después de haberse desempeñado como canciller de su país.
Otros uruguayos han ocupado cargos relevante en la estructura de organismos internacionales, del llamado sistema de Naciones Unidas. Con el riesgo de omitir nombres, cabe mencionar a algunos, con posibles o seguras omisiones por las que se pide disculpas por adelantado. Pero aparecen con facilidad los nombres de los dos miembros uruguayos que ha tenido la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya: Víctor Armand Ugón entre 1952 y 1961, y Eduardo Jiménez de Aréchaga entre 1970 y 1979, que a su vez presidió el tribunal en sus últimos tres años de actuación. También corresponde mencionar el nombre del del ex canciller Enrique Iglesias, que fue secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (más conocida como CEPAL) entre 1972 y 1985, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo de 1988 a 2005 y secretario general Iberoamericano de 2005 a 2014. Y otro nombre relevante es el del ex canciller Didier Opertti, que presidió la Asamblea General de las Naciones Unidas en el periodo 1998-99.
FV: ¿Sorprendió la elección de Almagro?
OAB: Al final, no, dado que era el candidato único y había recibido el beneplácito de los Estados Unidos. Inicialmente contó con el apoyo del Mercosur, Chile, Ecuador y algunos países del Caribe. Al final recibió los decisivos apoyos de México y Estados Unidos. En el proceso se retiraron los otros dos candidatos, el peruano Diego García Sayán y el guatemalteco Eduardo Stein.
Curiosamente este gran apoyo que recibió de todo el hemisferio, no coincide con la visión muy polémica dentro del país que tiiene su gestión como canciller. Fue arduamente cuestionada por toda la oposición, es decir, por blancos, colorados y del Partido Independiente. Pero además además no fue muy entusiastamente recibida en importantes sectores del Frente Amplio. Tuvo en cambio un sólido apoyo de Mujica, del Espacio 609, de la 1001. También de organismos defensores de derechos humanos. Y provocó el entusiasmo de sectores militantes de la izquierda fuerte, especialmente de la juventud del MPP, que determinó que ocupase el quinto lugar al Senado por la 609.
FV: ¿Qué cosas llevaron a su elección a ese cargo tan importante a nivel de las Américas?
OAB: Son varias. Hay que desmenuzarlas.
Por un lado, la OEA -como buena parte del sistema internacional surgido a partir de la creación de las Naciones Unidas- está en una situación muy difícil, donde se percibe una gran frustración por sus resultados. En los últimos tiempos también ha afectado al organismo la la ausencia de Cuba, suspendida entre 1962 y 2009, pero que levantada la suspensión el gobierno cubano se ha negado a retornar.
Esa frustración sobre la OEA ha llevado a que le aparezcan un sistema competitivo de carácter latinoamericano, es decir, de todo el hemisferio menos los Estados Unidos y Canadá. Allí se destaca la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), creada en 2010, en la que como es obvio por razones geográficas no está Estados Unidos y en cambio sí está Cuba; y la competencia de otro organismo muy dinámico, más restringido geográficamente, del continente sudamericano, que es la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR.
Para Estados Unidos es muy importante que la OEA sea relanzada, que no se minimice el único ámbito político que comparte Estados Unidos con América Latina. Para este objetivo se hace necesario por un lado el retorno de Cuba, por otro una conducción que logre jugar con los distintos conjuntos de países, de orientaciones muy diferentes. De un lado la Alianza del Pacífico, que integran países con tratados de libre comercio con los Estados Unidos y una fuerte impronta económica liberal, como Chile, Perú, Colombia y México. Del otro lado los países del ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, con fuerte impronta de izquierda y anti norteamericana, que está compuesta por Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Surinam, Venezuela y seis países del Caribe. Además de la política propia de países de envergadura como Argentina y Brasil.
Parece que la política internacional del gobierno de Mujica, llevada adelante por Almagro y en unas cuantas cosas por el propio presidente, que esa política presentó a Uruguay como un posible punto de encuentro de las diversas visiones encontradas. Y una tarea que se considera esencial para el relanzamiento de la OEA es la reincorporación plena de Cuba. Y se espera que la nueva conducción de Almagro pueda facilitar ese objetivo, en particular por el fuerte papel cumplido por Mujica, en silencio y en la sombra, que condujeron al reacercamiento entre Estados Unidos y Cuba. No ha sido menor en esta elección de Almagro la especial relación lograda por Mujica por un lado con Barack Obama y por otro con Raúl Castro.
Y además se ha señalado como otro punto en su favor la actitud militante en el tema de los derechos humanos, en momentos en que el sistema interamericano de derechos humanos comienza a hacer agua, particularmente por los cuestionamientos que surgen de países del ALBA.
FV: ¿En Uruguay, pero también en las Américas, se han formulado muchos cuestionamientos a Almagro?
OAB: Efectivamente, da para otro análisis el examinar los apoyos y los cuestionamientos dentro del país a su gestión en los cinco años pasados.
Los mayores cuestionamientos estuvieron fundamentalmente relacionados con lo que se consideró una línea de gran apoyo a Irán y además de fuerte alejamiento de Israel. En tal sentido se ha señalado como un dato paradigmático cuando Uruguay en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, bajo la propia presidencia de Uruguay, votó una moción de condena a Israel y se abstuvo de votar la moción de condena a Irán.
Este tipo de cuestionamientos en gran medida se diluyó con el giro dado por el ex canciller en el último semestre de su gestión, especialmente en el llamado de atención a la Embajada de Irán por lo que se consideraba una actitud sospechosa de un diplomático iraní en relación a la Embajada de Israel. Gestión de Almagro que tuvo el especial reconocimiento del canciller de Israel.
Lo mismo en la fuerte relación con Venezuela, en que en los últimos meses también se marcó un alejamiento de Uruguay en ese fuerte apoyo que se daba al gobierno de Nicolás Maduro.
Hay algunos analistas que señalan que este giro de Almagro tuvo que ver con su candidatura a la secretaría general de la OEA. Sea así o no, lo cierto es que parece haber sido muy importante para lograr el apoyo norteamericano.
Tampoco se descarta que el apoyo dado a Almagro y a Uruguay por Obama, tenga que ver con el agradecimiento del presidente norteamericano a Mujica, por la ayuda dada en el tema de los presos de Guantánamo.
Por otro lado, también hay que recordar que Almagro, de la mano de Mujica, fue muy importante en buscar el acercamiento del gobierno uruguayo con Cristina Fernández de Kirchner. Al respecto cabe resaltar como la cancillería uruguayo bajó el perfil al triunfo uruguayo en el juicio en La Haya, para permitir al gobierno Kirchner presentar el resultado como si fuese una victoria argentina.
Y finalmente, en la estrategia hacia el cargo, encontró una gran debilidad. Uruguay no tiene relaciones diplomátricas con ninguno de los 13 países del Caribe; y si se excluyen a dos que integran la Unasur, como Guyana y Surinam, Uruguay carece de toda relación y todo contacto con los otros 11. De los 34 países que actúan en OEA, con voto en la Asamblea General, Uruguay carece de relaciones diplomáticas con 13. Bien, esa es una debilidad estructural. Y Almagro logró superar esa debilidad con una alianza con Belize, que lo acompañará seguramente en la Secretaría General Adjunta, tradicionalmente reservada al Caribe. El apoyo de Belize fue el trampolín para llegar a un conjunto de países que, además, siguen y mucho lo que diga Estado Unidos.
Así llegó Luis Almagro a la conducción del máximo organismo hemisférico.