Radiocero y Radio Monte Carlo
Cuando Argentina se resfría, Uruguay estornuda. Sin duda no hay país sobre el que más influya Argentina que el Uruguay, ni país que más influya sobre Uruguay que Argentina […] Macri afronta varios desfíos. Primero tiene que vencer a la historia. Ningún presidente no peronista ha terminado su mandato desde 1922 [..] Qué pase con el justicialismo le es vital a Macri, si se reafirma Cristina, asume la conducción Massa o va por un tercer camino […] el proceso político uruguayo es autónomo de la región, y eso lo demuestran con absoluta claridad estudios de los últimos 70 años
OAB: Se dice que cuando Argentina se resfría, Uruguay estornuda. Sin duda no hay país sobre el que más influya Argentina que el Uruguay, ni país que más influya sobre Uruguay que Argentina. Así que conviene ver algunos pantallazos.
Antes que nada hay que destacar que asistimos al primer balotaje en la historia argentina. Recordemos que en 2003 Menem y Kirchner fueron a un balotaje y Menem se retiró, por lo que fue proclamado presidente Kirchner. Fue algo insólito, en Uruguay el balotaje se hubiese realizado sí o sí, porque no está previsto el retiro. En Francia una vez se discutió qué pasaba si uno de los contendores se retiraba y se llegó a la conclusión, aunque nunca se aplicó, que el balotaje se debía realizar igual con la participación del que quedase contra el tercero, pero que balotaje debía haber.
Ahora hubo balotaje normal, se presentaron los que resultaron primero y segundo en las elecciones previas y terminó en un resultado súper ajustado, casi un empate. Mauricio Macri ganó a Daniel Scioli por 51,4 a 48,6, apenas 2,8 puntos de diferencia. Para valorar la diferencia hay que ver que el único balotaje comparable aquí, que fue el de 1999, un balotaje verdadero, abierto, sin mayoría parlamentaria de un solo partido. Entonces Jorge Batlle derrotó a Tabaré Vázquez por algo más de 7 puntos. El domingo en Argentina fueron menos de 3 puntos. Sin duda, realmente ajustado. Dicho de ora manera, si la mitad de esa diferencia, si 1,4% de argentinos se hubiesen dado vuelta, el resultado era otro, ganaba Scioli.
Eso no quita ni legitimidad ni poder a Macri. Ganó y punto. Y en un régimen presidencial puro como el argentino, lo importante es quien ocupa la Presidencia. Pero además los argentinos dan una importancia decisiva al ganador, como si se hubiese elegido a un emperador. Ahora Macri tiene el poder.
FV: ¿Y tiene el poder?
OAB: Bueno, tiempo al tiempo. Primero que todo tiene que vencer a la historia. Y esto no es cábala porque cuando las cosas ocurren es porque cusas hay. Desde la elección de 1922 -atención, no es un error de fecha, hablo de hace casi un siglo- que no termina su mandato un presidente no peronista, elegido directa o indirectamente por el pueblo. El último fue Marcelo Torcuato de Alvear. No completaron el mandato los radicales Hipólito Yrigoyen, en su segundo periodo, Arturo Frondizi, Arturo Illia, Raúl Alfonsín ni Fernando de la Rúa. Este es el fantasma que Macri tiene que exorcizar. Lo segundo es ver las dificultades que debe afrontar. Veamos algunas:
Una. En el Senado hay mayoría del Frente para la Victoria, es decir, del kirchnerismo.
Dos. En la Cámara de Diputados tiene que construir mayorías Por un lado cuenta con el apoyo de los radicales, que integran la alianza llamada "Cambiemos", que le dio la victoria, y además van a estar sentados en el gabinete. Pero con ello no alcanza, necesita acuerdos con “UNEN”, la otra alianza que fue detrás de Sergio Massa, y además podría precisar algunos diputados de partidos de tipo provincial.
Tres. En la calle, con el riesgo de que grupos kirchneristas quisieran generar protestas, si se dan las condiciones sociales y económicas para ello Cuatro, en los gremios, con los sindicatos de la CGT oficial, kirchnerista.
FV: ¿Y qué pasa con el peronismo?
OAB: Esta pegunta es esencial. D esto depende y mucho la tranquilidad de Macri. Qué va a pasar con el manejo del peronismo, cuya conducción hoy está en manos de Cristina Fernández de Kirchner. Va a darse un juego muy duro por el poder partidario. Las posibilidades son:
Una, que Cristina demuestre gran poder, especialmente porque la derrota en el balotaje fue por un swing del 1,4%
Dos, que la derrota se interprete como el fin del kirchnerismo o del cristinismo, y que se vaya detrás del poder, de ese poder que encarna Macri. Allí puede aparecer la figura de Sergio Massa como el peronista más cercano al nuevo poder. Y entonces que Massa pase a encabezar el justicialismo.
Tres, que a pesar de lo uno y de lo otro, del casi empate del kirchnerismo y de la cercanía al poder de Massa, los mandos medios y caudillos provinciales busquen otro camino: vean terminado el ciclo kirchnerista por un lado y por otro no le perdonen a Massa haber sido decisivo en el desalojo de los peronistas de la Casa Rosada, que lo tilden de traidor. Entonces se abre el camino a algo no previsto.
De lo que pase depende y mucho a estabilidad del gobierno Macri y el margen de maniobra del nuevo presidente.
FV: Se dice que comienzan los vientos de cambio en América del Sur, que se termina la era progresista y hay un vuelco a la derecha.
OAB: Esta es una visión un poco simplista, que además le sirve a muchos. A unos para levantar esperanzas a los suyos de que los que están se van, y les sirve a los otros para levantar algunos miedos en sus juegos internos.
Lo primero es que hay que decir es que el proceso político uruguayo es autónomo de la región, y eso lo demuestran con absoluta claridad estudios de los últimos 70 años. No hay relación alguna del proceso electoral uruguayo, ni del proceso político uruguayo democrático, con los procesos argentinos o brasileños.
Lo segundo es que de aquí al 2019 no solo Macri tiene que gobernar cuatro años, sino que dentro de dos, en octubre de 2017, hay nuevas elecciones legislativas en Argentina y puede desde reafirmar este cambio o darlo vuelta. Y en el propio 2019 hay de nuevo elecciones presidenciales.
Pero para nosotros los sustancial es que no cabe hablar de una oleada hacia la izquierda en América del Sur. Hubo diversos procesos separados, algunos de ellos relacionados y otros no.
En Uruguay el giro a la izquierda fue un muy largo proceso, paso a paso, de 1971 a 2004.
En Brasil el proceso comienza más tare, es más rápido, y con varias vertientes, cuyo elemento central es el PT de Lula que alcanza el poder dos años antes que el Frente Amplio en Uruguay.
En Chile hay una presidente de izquierda en un gobierno de coalición de centro a centro-izquierda. La misma coalición que derrotó a Pinochet en 1988 y gobierna desde 1989, con la única interrupción del gobierno de Piñera. Pero hubo presidente demócrata cristianos como Patricio Aylwin y Frei, socialdemócrata como Ricardo Lagos, socialista como Michelle Bachelet que está en su segundo periodo no consecutivo. Es pues diferente a Brasil y diferente a Uruguay.
Del otro lado hay procesos confusos. En Venezuela cuando subió Chávez lo único que quedaba claro que era populista, en una era populista que se había iniciado seis años antes con Rafael Caldera. Y no se sabía si ese coronel iba a resultar de izquierda o de derecha. Fue un populismo con algo de izquierda, pero esencialmente populismo. Y populista con algo de izquierda lo es Rafael Correa en Ecuador.
Y finalmente Evo Morales es una cosa diferente. No es un populismo, es un indigenismo, se mueve en clave étnica, expresa el rencor y los deseos de reivindicación de una mayoría indígena aplastada por varios cientos de años, en el único país sudamericano de mayoría indígena.
Y lo de Argentina fue un clásico populismo al mejor estilo peronista, que fue decantando hacia un populismo de izquierda. Pero en 2003 nadie podía prever que Kirchner, desconocido y discípulo de Eduardo Duhalde, podía decantarse hacia la izquierda.
Lo que sí parece que está en cuestión es la posibilidad del fin de algunos populismos, o de la interrupción de algunos procesos populistas, como Argentina o quizás Venezuela, pero no de todos, porque parece que no hay riesgo para Rafael Correa en Ecuador.
Por aquí más o menos se puede ver la cosa.