24 Abr. 2016

Dolores: trabajo, solidaridad, futuro

Oscar A. Bottinelli

El Observador

[Dolores] construyó una sociedad con tres grandes basamentos en cuanto a valores: el concepto del trabajo como un elemento de dignificación del ser humano … el concepto de solidaridad … y el sentido de responsabilidad propia, el sentir que cada uno debe afrontar las responsabilidades propias y en su dimensión ser partícipe en afrontar las responsabilidades colectivas […] La reconstrucción de Dolores requiere esfuerzo de mucha gente, mucho trabajo voluntario y recaudar mucho dinero. Y aquí viene sí lo que el Estado puede hacer.::: no beneficiarse de los esfuerzos, con recaudaciones fiscales y previsionales que no hubiesen existido sin la catástrofe […] El Estado debe evitar ponerle frenos a la solidaridad y a la energía que sale de todo un pueblo en pos de su reconstrucción.

Aviso a los navegantes: Este artículo no es un análisis propiamente dicho, con pretensión de neutralidad e independencia, sino que es una reflexión sobre un hecho doloroso que impacta personalmente, como el Tornado de Dolores. Es que este analista nació en Dolores; por sus calles, plazas y edificios públicos hoy destruidos anduvo en su niñez; una calle céntrica de la ciudad lleva el nombre de su padre, quien además levantó el Sanatorio privado de la ciudad, que hoy aloja a la mutualista del departamento.


Para los uruguayos son comunes las inundaciones y sus tragedias, pero no se conocía una destrucción como la que sufrió Dolores producto de un tornado. La furia de la naturaleza arrasó con plazas, monumentos, hospital, liceos, escuelas, teatro, templo, comercios y casas, muchas casas, un número impresionante de casas: pulverizadas unas, parcialmente derruidas otras, o a punto de derrumbarse, sin futuro cierta otras más, o con daños estructurales, o intactas pero sin la fachada, o sin la planta de arriba. Varios muertos, muchos heridos.

Ante una catástrofe de esta gravedad es muy importante cómo reacciona la gente, la sociedad como colectivo. Hay dos conductas predominantes. Una es el shock, la parálisis, el bajar los brazos, las ganas de huir. Otra es plantar cara a la adversidad y poner todo lo que se pueda poner de cara al futuro, para reconstruir la ciudad, para volver a vivir como se vivió.

Dolores tiene orígenes poblaciones diversos, con mucha influencia de vascos, suizos, piamonteses, con valores aportados por el catolicismo y el protestantismo, y por los librepensadores no religiosos. Construyó una sociedad con tres grandes basamentos en cuanto a valores: el concepto del trabajo como un elemento de dignificación del ser humano, de una sociedad que se edifica y se desarrolla con el sentido del trabajo; el concepto de solidaridad, no tanto proclamado como ejercido en múltiples etapas de la bicentenaria vida de la ciudad ; y el sentido de responsabilidad propia, el sentir que cada uno debe afrontar las responsabilidades propias y en su dimensión ser partícipe en afrontar las responsabilidades colectivas.

Por eso se observa en Dolores una fenomenal movilización de la sociedad civil, de las empresas, los profesionales, los movimientos sociales, con organización, con concentración y coordinación de esfuerzos, y con una mirada hacia el futuro. Y con una impresionante solidaridad a nivel nacional, expresada por grandes empresas, zonas francas, barracas, y por el PIT-CNT, el SUNCA, la FEUU, muchas ONG. Es también la expresión de un país que expresa solidaridad en un momento de dolor nacional. Con un gran esfuerzo de autoridades nacionales, intendente, alcalde, representantes políticos del departamento, Ejército, Policía, Bomberos, personal de la salud.

Y de esa movilización de Dolores surge la apuesta a construir una ciudad del siglo XXI, para cuya proyección se han ofrecido urbanistas, reconstruir un hospital que sea modelo y de alta tecnología, hacer liceos y escuelas del siglo XXI. Rige la consigna de ver lo que cada uno puede hacer por Dolores y lo que todos en conjunto pueden hacer por la comunidad, mucho más ver qué es lo cada quien puede hacer que lo que puede pedir. Se asume la responsabilidad y no se la transfiere.

Y una catástrofe de esta magnitud, sumado a la gran catástrofe nacional que aportan las inundaciones de una parte significativa del país, permite observar que el Estado tiene límites muy cercanos. Hoy se encuentra desbordado: el Estado central, las intendencias y las alcaldías. Es mucho más lo que el sector público desea hacer que lo que tiene posibilidades de hacer. Hay voluntad pero no hay recursos en paralelo a esa voluntad.

La reconstrucción de Dolores requiere esfuerzo de mucha gente, mucho trabajo voluntario y recaudar mucho dinero. Y aquí viene sí lo que el Estado puede hacer, para Dolores y para las demás situaciones dramáticas que se viven en el país. Lo que puede y debe hacer es no beneficiarse de los esfuerzos, con recaudaciones fiscales y previsionales que no hubiesen existido sin la catástrofe. El 18% de lo dineros que se destinan a bienes y materiales van para el Estado a través del IVA. Las construcciones suponen canalizar formidables aportes hacia el Banco de Previsión Social. No parece sensato que la quinta o la cuarta parte de lo que se recaude para la reconstrucción de Dolores -y para atender los impactos de las inundaciones- terminen en las arcas públicas. Quizás una de las mayores contribuciones del Estado debería ser renunciar a cobrar lo que nunca hubiera cobrado si no hubiesen existido las catástrofes.

Una reconstrucción de este tipo requiere de mucho trabajo voluntario. Hoy el trabajo voluntario está visto con suspicacia desde el Estado, que lo equipara a trabajo en negro y lo admite solo en forma muy limitada y previo trámites. Obviamente se liberalizó de hecho en los días siguientes a los impactos, pero esta liberalización debe continuarse en todo el tiempo que lleve la reconstrucción. Y también el que gente voluntaria pueda percibir algunos pesos, sin que se considere que con eso se viola el laudo, normas laborales o aportes previsionales. El Estado debe evitar ponerle frenos a la solidaridad y a la energía que sale de todo un pueblo en pos de su reconstrucción. Quizás éste sea uno de los mayores aportes que pueda hacer el Estado.

Nadie puede evitar el dolor que ha caído. Pero al menos ese dolor puede quedar mitigado y compensado si de la polvareda de Dolores nace una ciudad del siglo XXI, y puede quedar mitigado por la exhibición de los valores del trabajo como elemento dignificador, de la solidaridad y de la propia responsabilidad.