15 May. 2016

Las “listas” cuestan dinero

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

Lo que la gran mayoría no sabe, es que existen muchas probabilidades de que el Frente Amplio haya obtenido la mayoría parlamentaria gracias a la forma de votar en Uruguay […] La supresión [del actual] método … supone un ahorro medio del 20% del gasto electoral, lo cual es muy mucho; el segundo rubro detrás de la publicidad en radio y televisión (que absorbe no menos del 50% del total) […] El tema es el riesgo de cambiar un método más que centenario, pacíficamente aceptado.

Discutir los métodos de emisión del voto parece una exquisitez para iniciados, o un hobby como coleccionar sellos o monedas1. Lo que la gran mayoría no sabe, es que existen muchas probabilidades de que el Frente Amplio haya obtenido la mayoría parlamentaria gracias a la forma de votar en Uruguay, y quizás que hasta ello haya sido decisivo para que el Partido Independiente ingresase al Senado. Y no cabe duda que alguna que otra banca, al interior de cada partido, se definió por la mayor habilidad en el reparto de “listas” en la calle.

Entones, el cómo se vota no es una discusión teórica, sino un debate que hace a la esencia misma de la democracia: de cómo la voluntad de los electores puede ser canalizada de una u otra manera en función de esos métodos. Puede decirse que hay dos grandes conjuntos de métodos, que podemos llamar la oferta abierta y la oferta concentrada, la elección tipo feria de frutas y verduras o la selección dentro de un menú completo y estampado.

Le elección en Uruguay entra en el tipo de feria de frutas y verduras. Cada opción electoral se presenta -se imprime- en una hoja de papel, separada de todas las otras opciones de voto. Todas las opciones son hojas de tamaño uniforme cada una de las cuales contiene las nóminas de candidatos a todos los cargos que se eligen el mismo día; hojas que se distinguen por colores, símbolos y fotografías, y cuyo elemento central de individualización es un número estampado en el ángulo superior derecho de la hoja, encerrado en un círculo. Ese número que distingue a la hoja de votación es popularmente conocido como el “número de lista” y la costumbre ha llevado a que se le llame “lista” a esa hoja de votación3. Las hojas de votación, como saben todos los uruguayos, son impresas por cada agrupación política y distribuidas previamente en las calles, en los comités o clubes políticos, en los hogares, o personalmente por candidatos y militantes. Constituyen un elemento significativo de propaganda; se puede decir que es el elemento final que hace que la captación del individuo quede a poco rato de transformase en voto. Entonces, el elector es como el comprador en una feria: tiene ante sí un montó de cajones, cada uno con un tipo de producto diferente, y selecciona uno de esos productos (a diferencia de la feria, solo puede elegir un solo producto y no llenar un canasto).

Desde el punto de vista sustantivo de la pureza de la elección, en el sentido de la pureza de la selección, el método de la feria (técnicamente el método de la selección entre hojas de votación individualizadas y diversas) tiene tres problemas: El primero de todos es el costo, que es elevado, sobre todo porque hay un importante desperdicio en la propia mesa de votación (por sustracciones o destrucciones), y ese costo se potencia de manera exponencial con su uso como elemento de propaganda y de captación de voluntades: se imprimen alrededor de 50 hojas de votación por cada voto efectivamente emitido. Dependiendo del gasto en otros rubros de campaña (como la publicidad en radio y televisión), la impresión y distribución de hojas de votación anda en torno al 20% del total del costo de una campaña. Un segundo problema es que la capacidad de repartir las “listas” en los días previos puede ser decisiva en la competencia al interior de los partidos, y la confusión de los votantes puede permitir que ese voto sea derivado a una opción diferente a la preferida. Un tercer problema es que las hojas de votación deben llevarse a los respectivos circuitos, ser colocados en los cuartos secretos y tener delegados disponibles para su reposición en caso de agotamiento (por muchos votos, o por sustracción, o por destrucción). A ello hay que sumar que no hay ningún orden preestablecido para su exhibición dentro de los cuartos secretos, y ello se agava donde en lugar de cuartos secretos hay cabinas, en las cuales solo pocas opciones son visibles, con hojas dentro de bolsas de plástico pegadas a las paredes (como mucho fue visible la quinta parte de las “listas”). La falta de “listas” en los circuitos de manera inequívoca perjudica a las opciones menores y a los partidos más pequeños en militancia. No es una disparate la hipótesis -no es demostrable- que el Partido Ecologista perdió el acceso al Parlamento por la falta de hojas de votación en los cuartos secretos, ya que estuvo a solo 4849 votos de obtener esa banca; y de ser cierto ello, la falta de votos por falta de hojas al Partido Ecologista permitió por esa exigua diferencia que el Frente Amplio obtuviese mayoría absoluta en la Cámara de Representantes; y puede inferirse -no puede demostrarse- que la mitad de esos votos habrían ido al Partido Independiente, que por tan solo 2493 votos logró su acceso a la Cámara de Senadores, en detrimento de la mayoría absoluta directa para el Frente Amplio. Para dimensionar, esos votos decisivos fueron el 0,20% del total de votantes en la cámara baja y el 0,11% en la cámara alta. Nada.

La supresión de este método de emisión del voto supone un ahorro medio del 20% del gasto electoral, lo cual es muy mucho; el segundo rubro detrás de la publicidad en radio y televisión (que absorbe no menos del 50% del total). Hay pues razones económicas y razones de equidad en la oferta electoral. Como todo cambio, por más equitativo que fuere, supone que hay perjudicados: quienes basan su posibilidad de acceder a una banca de diputado mediante el mejor reparto de “listas”, quienes cuentan con mejores recursos para pagar un buen aparato de reparto en los días previos y estar presentes en cuanta plaza y esquina haya el mismo día de la elección. Sobran ejemplos de quienes fueron beneficiados en forma importante e incluso decisiva.

Ahora bien, es más fácil decir qué defectos tiene un método que encontrar un sustituto mejor, equitativo, fiable, de fácil entendimiento por todos los ciudadanos. Porque esto es lo sustancial: un procedimiento que haga que lo que se emite como voto coincida con la voluntad del votante. El tema es el riesgo de cambiar un método más que centenario, pacíficamente aceptado.


1 Catedrático de Sistema Electoral de la Universidad de la República, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Ciencia Política

2 Segunda nota de una serie sobre el financiamiento político Ver “Los dineros para la política”, en Factum Digital.

3 Técnicamente lista es la nomina de candidatos titulares y suplentes a un mismo cargo en una misma jurisdicción. Lo que popularmente se denomina “lista” técnicamente se denomina hoja de votación