22 May. 2016

De cómo votar y ahorrar dinero

Oscar A. Bottinelli1

El Observador

Argentina, Brasil, España e Italia demuestran que la corrupción política comienza o se dispara a partir de la necesidad de financiar la política y con ella surgen las implicancias y el mayor peso del dinero a la hora de captar voluntades. El método de voto por “listas”, técnicamente por hojas de votación2 representa alrededor del 20% del gasto de campaña electoral; y además es inequitativo, en favor de los grupos políticos con mayor estructura o con mayor capacidad económica. Pero este procedimiento tiene más de un siglo de aplicación, es entendido por todos; entonces es más fácil decir qué defectos tiene que encontrar un sustituto mejor, equitativo y fiable.

Cambiar la forma de emisión del voto permite un ahorro significativo del gasto de campaña electoral3, de alrededor de la quinta parte, pero debe afrontar el problema de la introducción de un cambio profundo ante una técnica más que centenaria, perfectamente conocida por los actores políticos y por los electores. Salir del actual sistema supone ir a la presentación de toda la oferta en forma conjunta, ya fuere en papel, por procedimientos digitales o una combinación de ambos.

El método dominante en el mundo de democracia plenas y semiplenas, de poliarquías y semipoliarquías, es el voto a través del papel, mediante una hoja única o central en la que figura la totalidad de la oferta electoral. El elector recibe de la mesa de votación esa hoja, la toma, va a una casilla, corre una cortina, marca con un lápiz (o equivalente) la opción de su preferencia, vuelve a la mesa e introduce esa hoja en la urna. Nada impide que esa hoja sea acompañada de una tirilla, para respetar la tradición nacional y por las dudas evitar que retorne -o se contagie de la vecina orilla- la maniobra llamada del voto circulante. La marcación puede hacerse mediante una cruz, un subrayado, un tilde, un tachado.

Hay dos grandes obstáculos. El primero, es la falta de acostumbramiento en este país a esa forma de votar, y la dificultad que puede producir a la quinta parte de los electores con problemas de rapidez en el entendimiento. Cabe agregar que mientras este tipo de hojas en el mundo contiene una media de 6 a 20 opciones, en Uruguay -de mantenerse la oferta electoral de las últimas cuatro elecciones nacionales- cubriría un rango de 40 a 80 opciones. No es fácil encontrar a simple vista dónde está la opción preferida entre 80. Pero el obstáculo mayor es como se ordenan esas opciones. Porque al estar todas juntas, algún orden llevan. ¿Por números? ¿De mayor a menor o a la inversa? ¿Por partido? ¿Por sublema? ¿Y en qué orden los lemas, los sublemas y las listas? ¿Por sorteo puro y simple?. Está demostrado estadisticamente que, en mayor o menor grado, la ubicación de la opción sesga el resultado. Tiende a sobrerrepresentar a quienes están en el primer cuarto de la oferta, en menor grado a quienes están en el último cuarto, algo perjudican a las opciones del segundo cuarto y finalmente presentan una fuerte subrepresentación los ubicados en el tercer cuarto. El ordenamiento no es neutro, independientemente del procedimiento que se use para clasificar y ubicar las opciones.

El otro tipo de métodos es el voto digital o electrónico. El digital puro tiene sus peligros, como puede verse en los problemas habidos en las últimas semanas en más de un registro publico. Desde el hackeo a la pérdida de datos. Quien trabaja todos los días a lo largo del día, sabe de los problemas que presenta la tecnología digital. Y en materia electoral la posibilidad de error en tan solo el 0,2% del total de votantes produce cambios formidables desde el punto de vista político. El camino que va camino a imponerse, en cuanto a garantías, que requiere prudencia, ensayo y error, es la emisión del voto mediante una máquina tipo laptop, celular, pos o tablet; la impresión de ese voto en una tirilla de papel y la introducción de esa tirilla por parte del votante en la urna. El voto electrónico permite un cómputo preliminar rápido, instantáneo con el cierre de la votación; las tirillas en papel permiten, mediante conteo manual, la verificación de los resultados y la corrección de eventuales errores o falencias en los procesadores o los discos.

Pero hay un problema difícil de solucionar. Todavía es muy alto el porcentaje de la población que tiene serias dificultades para el manejo digital, aunque sea de cosas tan simples como cajeros automáticos o lo viejos celulares con un simple teclado dodecádico. Quizás un camino de transición sería la acumulación de procedimientos, la alternancia de métodos, en función de fajas etarias y de niveles socioculturales.

Lo que no hay forma de sustituir sin mengua de garantías es que el voto sea presencial, directo y secreto, emitido personalmente por el votante, en una cabina secreta o cuarto secreto. Es que el voto por poder permite múltiples fraudes; el voto emitido a distancia -en el living o escritorio de la casa- impide controlar que el votante no vote delante de otras personas y que sea influido o presionado por terceras personas. Por esto, hasta que se encuentren las formas de contralor, no es posible el voto por internet sin pérdida de garantías del secreto e independencia del voto.

Una reforma del método de votación es un largo camino. Si se decidiese hoy su implantación, parece difícil arribar a octubre de 2019 con todo armado y en particular con una población que practique el sistema y se pueda evaluar los porcentajes de personas que lo utilizan sin fallas, el porcentaje de los que lo emplean con fallas y el porcentaje de quienes no pueden acceder a él.


1 Catedrático de Sistema Electoral de la Universidad de la República, Facultad de Ciencias Sociales, Instituto de Ciencia Política

2 Técnicamente lista es la nomina de candidatos titulares y suplentes a un mismo cargo en una misma jurisdicción. Lo que popularmente se denomina “lista” técnicamente se denomina hoja de votación

3 Tercera nota de una serie sobre el financiamiento político Ver Los dineros para la política y Las “listas” cuestan dinero.