26 Jun. 2016

La furia de las capas medias

Oscar A. Bottinelli

El Observador

Romano Prodi lo definió en una frase: “los ciudadanos no odian Europa” sino la “política que ha destruido la clase media”. Felipe González señala el dominio de las “políticas de austericidio”, “los errores de la política europea contra la crisis” y la “falta de políticas ante el fenómeno de los refugiados” […] muchos gobiernos no reflejan la opción mayoritaria de sus ciudadanos […] La Unión Europea se revela como una estructura no democrática o muy debilmente democrática, dominada por la burocracia, la tecnocracia, los intereses financieros … y por Alemania

La novia queda plantada en el altar. Al novio al que le pidió que dijese “Sí” pero que dijo “No” y se va, le grita: “Andate ahora mismo, no quiero verte más”. Más o menos así han reaccionado ante el Brexit las principales figuras de la Unión Europea, como Jean-Claude Juncker, Martin Shultz y Angela Merkel1

Días antes ellos mismos más las cúpulas políticas, económicas y financieras de toda Europa amenazaron al pueblo británico con la llegada del Armagedón. Y ahora hablan y escriben sobre la increíble ignorancia de esas mayoría británica. Y al agitar el Apocalipsis se habla de cosas tan estúpidas como que el Reino Unido quedaría excluido de la Eurocopa, que no la juega, porque juegan por separado Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, pero que juegan países que no integran la Unión como Suiza, Noruega o Rusia, porque es una copa de todas las europas.

Pero la cosa no queda ahí, y las minorías británicas derrotadas piden un nuevo referendum, sin entender que la democracia -definida irónicamente por Jorge Luis Borges como un abuso de la estadística- se basa ante todo en actos electorales con reglas establecidas previamente, es decir, en este caso, al pronunciamiento de la mayoría de los votantes. El Brexit deja mucho paño para cortar de ángulos y especialidades diversas, pero lo más importante de todo en primer término es por qué ocurrió, por qué la mayoría del pueblo británico votó contra los líderes de todos los principales partidos. Romano Prodi lo definió en una frase: “los ciudadanos no odian Europa” sino la “política que ha destruido la clase media”. En la misma línea Felipe González señala el dominio de las “políticas de austericidio”, “los errores de la política europea contra la crisis” y la “falta de políticas ante el fenómeno de los refugiados”. Habría que agregar la inflexibilidad demostrada en pos de la austeridad, en la no aceptación de ningún camino alternativo. En Grecia-gracias a la debilidad e incapacidad de Tipras- se privilegió el pago a los acreedores financieros sobe la rebaja de las pensiones y de los sueldos, y sobre el aumento formidable de la desocupación.

La furia de las clases medias se expresó una semana antes en Italia, donde el Movimento 5 Stelle -expresión por excelencia de las clases medias desorientadas, de los universitarios y la pequeña burguesía en particular, se alzó con las intendencias de Roma y de Torino. Esa furia va camino a expresarse en el No al referendum constitucional de octubre, al que el gobierno Renzi (hombre impulsado y apoyado por Merkel y el sistema financiero) da un carácter plebiscitario sobre la continuidad de su gobierno. Se va a expresar de alguna manera en España, como se expresó en Cataluña y en Austria. Porque la furia se expresa por la izquierda, por la derecha y por el centro, por arriba y por abajo. Va contra el establishment y la rabia se canaliza contra la Unión Europea.

A las causas económicas y sociales hay que agregar causas político-estructurales. Previa advertencia: nadie crea que uno incurre en la ingenuidad de aquel politólogo que sostenía que la causa única del surgimiento del nazismo fue la representación proporcional, y que con un régimen mayoritario Alemania no hubiese conocido el hitlerismo. Poniendo las cosas en su lugar, sin exagerar, sin embargo es importante resaltar que muchos gobiernos no reflejan la opción mayoritaria de sus ciudadanos, ni siquiera de los ciudadanos activos que concurren a las urnas: el gobierno conservador británico contó con el voto del 37% de los británicos, el italiano con entre el 35% y el 40% (según como se computen algunas formaciones políticas), el español en el entorno del 40%. En todos los casos las políticas agresivas son impuestas por gobiernos de representación minoritaria, que encuentran sus límites en situaciones de crisis y más aún ante desafíos plebiscitario-referendarios.

A las causas político estructurales de los países, cabe agregar una de la propia Unión Europea. El 70% de las decisiones que repercuten sobre los ciudadanos no son adoptadas por los gobiernos ni por los parlamentos elegidos por los ciudadanos, sino que emanan de Bruselas. Las políticas de austeridad no solo no han surgido de órganos elegidos por los ciudadanos, sino de las estructuras burocráticas de Bruselas, con la apoyatura del Fondo Monetario Internacional. La célebre Troika (FMI, Banco Central Europeo, Comisión Europea), sostenida por Alemania, que llevó a Grecia a hacer exactamente lo contrario de lo que decidieron sus ciudadanos en un referendum y de lo que votaron en elecciones. La Unión Europea se revela como una estructura no democrática o muy debilmente democrática, dominada por la burocracia, la tecnocracia, los intereses financieros … y por Alemania. Puede decirse que el Consejo Europeo representa a los gobiernos nacionales elegidos por sus ciudadanos, y que la Comisión Europea fue designada por esos mismos gobiernos en interacción con un Parlamento Europeo elegido por los ciudadanos. Ello es correcto, como también es correcto que cuanto más se alejan del voto directo las designaciones y las decisiones, menos cuenta la opinión de los ciudadanos. Como ejemplo: los ciudadanos eligen la Cámara de los Comunes británica, el gobierno británico no es elegido directamente por los ciudadanos sino en esencia por los Miembros del Parlamento, el gobierno británico participa en el Consejo Europeo, en la designación de su Presidente y en la designación de la Comisión Europea. El ciudadano de a pie queda muy lejos de la designación de los comisarios europeos o de los distintos presidentes. El camino se acorta con la elección directa del Parlamento Europeo, pero éste por sí solo no designa a nadie.

La furia de las clases media y la furia de los pueblos de Occidente no se termina en la Unión Europea ni en el subcontinente europeo en general, sino que atraviesa el Atlántico. Y parece hora que muchos gobiernos, elencos políticos y partidos políticos también pongan las barbas en remojo, como de golpe descubren que la tienen que poner los gobernantes, los elencos políticos y los partidos políticos europeos.


1 Presidentes respectivamente de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo; y jefa de gobierno de la potencia europea hegemónica, Alemania.