25 May. 2018

Venezuela para armar y desarmar

Oscar A. Bottinelli

El Observador

La abstención por indiferencia o por emigración incipiente, alcanza el 26%. Es decir, el electorado potencial en una elección de nivel presidencial con participación de todos los competidores puede situarse en 74%, que significa unos 15 millones de votos. De donde, la magnitud de la abstención política puede situarse en 6 millones de personas […] la arquitectura política de la sociedad venezolana activa supone cuatro componentes: oficialismo con 40% (6 millones), oposición abstencionista con 40% (6 millones), oposición participante, 13% (2 millones) y oposición evangelista, 7% (1 millón)

Hay mucho maniqueísmo y poca información en una realidad compleja


AVISO A LOS NAVEGANTES. Hay una gran desinformación en Uruguay y en buena parte del mundo sobre Venezuela, con posturas en blanco y negro, no solo sin colores, sino siquiera sin grises. El mundo occidental se está acercando al maniqueísmo que se vivió en los periodos más ásperos de la Guerra Fría, y en Uruguay al maniqueísmo que se vivió a finales de los sesenta y comienzos de los setenta. Este es un análisis producto de una observación directa sobre el terrero, independiente, “no apto para fanáticos”. La serie comprende cuatro artículos.


Venezuela admite tener las más diversas posiciones, pero lo más importante es que las posiciones se asienten en elementos reales, con toda su complejidad y sin simplismos. Una cosa es que los votos se manipulen y otra diferente que el régimen electoral sea garantista en el voto; una cosa es que haya equidad en la campaña electoral y otra que haya “ventajismo”; una cosa es que no se sea una democracia plena y otra que se sea un totalitarismo. Nada tiene que ver la valoración del sistema político con el éxito o fracaso en las políticas económicas, como que a nadie se le ocurrió en 2002 calificar de dictadura al Uruguay porque sufrió la peor crisis económica y social de su historia moderna. Conviene ver cada cosa por separado y poner cada cosa en su lugar. Después cada uno hará una síntesis, su síntesis, que será opuesta a la del otro, pero con bases razonables.

Lo primero es clarificar el mapa político. Aquí se habla del gobierno y de La Oposición. No existe La Oposición, no hay una oposición. Hay en grandes rasgos tres: la oposición abstencionista, la oposición participante y la oposición evangelista, que transcurre por una variable diferente y no la une en nada a las otras oposiciones. En general aquí se refleja poco o nada la postura de la oposición participante y de la evangelista. Se tiende a generalizar los juicios de la oposición abstencionista como la postura de toda la oposición.

La oposición abstencionista es la Mesa de la Unidad Democrática, constituida por 16 organizaciones políticas, cuyas principales son el derechista Voluntad Popular (liderado por Leopoldo López), el partido de centro derecha Primero Justicia (liderado por Henrique Capriles y Julio Borges, presidente de la disuelta Asamblea Nacional) y el socialdemócrata Acción Democrática, muchos de cuyos dirigentes trabajaron por la candidatura de Henri Falcón.

La oposición clásica participante postuló la candidatura presidencial de Henri Falcón, respaldada por su partido (Vanguardia Progresista), el viejo partido socialcristiano COPEI que gobernó en varias oportunidades Venezuela, el también antiguo Movimiento al Socialismo (escisión de muchas décadas atrás del Partido Comunista) y un nuevo movimiento ecologista. En cuanto al COPEI, personas y grupos ligados a la oposición abstencionista consideran que aunque use el nombre del partido, es solo una fracción del mismo.

La oposición evangelista es digna de ser atendida. El evangelismo ligado a las llamadas iglesias carismáticas, es un fenómeno nuevo en América Latina, que tuvo fuerte incidencia en Brasil en la última década y el mes pasado disputó con mucha fuerza el balotaje en Costa Rica. En Venezuela su referente es Javier Bertucci, ex pastor de la iglesia Maranatha.

Despejado el tema de la composición política de Venezuela, que no es de dos sino de cuatro actores, conviene ver el peso relativo de cada una. De los tres participantes es fácil detectar su fuerza en números bien gruesos: 6 millones de votos el oficialismo bolivariano (candidatura Maduro), 2 millones la oposición participante (candidatura Falcón) y 1 millón la oposición evangelista (candidatura Bertucci). Ahora bien ¿cuánto pesa la abstención? Cuidado con confundir los porcentajes de participación en los países de voto obligatorio con los países de voto voluntario. En estos hay un rango muy amplio de comportamiento, en que una cifra del 80% es excepcionalmente alta. En Venezuela ese 80% se obtuvo en las dos competiciones presidenciales anteriores: Chávez vs. Capriles (2012) y Maduro vs. Capriles (2013). Medio punto arriba de esa cifra en la primera, medio punto abajo en la segunda. En las legislativas de 2015 el porcentaje fue 74%. En el ínterin ha habido una baja de la población en condiciones de votar, producto de la emigración, todavía no plenamente registrada en sus lugares de residencia o de pasaje. El juego de varios indicadores lleva a la conclusión que la abstención por indiferencia o por esa emigración incipiente, alcanza el 26%. Es decir, el electorado potencial en una elección de nivel presidencial con participación de todos los competidores puede situarse en ese mismo 74% (en realidad en un rango de 73 a 74), que significa unos 15 millones de votos. De donde, la magnitud de la abstención política puede situarse en 6 millones de personas, más o menos lo mismo que el bolivarianismo.

De todo lo anterior surge que la arquitectura política de la sociedad venezolana activa supone cuatro componentes: oficialismo con 40% (6 millones), oposición abstencionista con 40% (6 millones), oposición participante, 13% (2 millones) y oposición evangelista, 7% (1 millón). Un tema para desgranar es cuánto son sumables las oposiciones; en particular, las dos oposiciones políticas clásicas, la participante y la abstencionista. Estos datos refuerzan un tema: la oposición como conjunto es algo más de la mitad, una leve mayoría; pero la oposición abstencionista -que guía la acción del Grupo de Lima y la Unión Europea- es clara minoría.

Quedan por ver muchas cosas: el nivel de garantías del régimen votacional, la magnitud y la incidencia de las irregularidades procesales, la equidad o inequidad en el acceso de los actores electorales a los medios de comunicación, cuánto es fraude y cuánto clientelismo. En particular el juego de las inhibiciones de candidaturas, su legitimidad o ilegitimidad.


Ver además:

“Venezuela:el conteo de votos”.